Puede que le hayas hablado sólo a los tuyos, que aunque no somos todos, escuchamos la misma sintonía con el pinganillo de fondo. Pero ha retransmitido su vida, -valiente y desnuda- frente al mundo más rancio; sóla ante el peligro de los doctores y señores feudales de la crítica. Has sido Tu, sólo tu, profesional con el oficio aprendido, aunque atropellada, por el atril despiadado, donde se pasa de lo sublime al ridículo por la sóla asunción de una palabra. Puede que Su pregón, no haya sido, el Pregón que esperábamos, el que nos deja año, tras año con las ganas de revivir el gozo de la vida que cabe en una Semana. Pero has llegado, nos has llegado ahí, donde nos duele y contando tu vida, abriste las páginas del libro, donde los sevillanos tenemos planchada las hojas intactas de los mejores recuerdos. A corazón abierto, en femenino singular, nombraste a todas nuestras madres y vecinas, nuestras abuelas de los balcones vacíos en las calles, zaguanes, dinteles y puertas, donde cada Semana Santa, llama la memoria para que entre por nuestros sentidos, lo más puro y auténtico de nosotros mismos. Sí, tu voz, -sin vocero, ni estridencia-, nos llevó en volandas por las ondas de la retransmisión en vivo más conmovedora. Cuantas veces, nos dormimos -al volver conquistados por la victoria aplastante de una nueva madrugá-, descansando en la voz aferrada al clavo ardiente de la Esperanza, descansando en la bulla de privilegio, donde estabas atrapada, aquella deliciosa marabunda, que te llevaba en volandas, desde la plata y el terciopelo del Palio perfecto, hasta los candelabros de cola de la gracia. Contigo, Charo, ibamos todos empujando, llorando, viviendo, rezando, sintiendo la Fe de la Esperanza, donde todos vemos reflejados el rostro de nuestras madres. Y así, en tus brazos mecidos sin espacio a la voz de quien va retransmitiendo en directo la Gloria, nos dormimos -Charo- nos dormimos en un dulce sueño de Vida y de Muerte, para despertarnos con la misma voz, a las puertas del Patrocinio, donde las estampas que llenan esa caja que los cofrades guardamos, tenían todas la Cara del Cachorro de las estampas de tu Pregón.
Puede que no hayas pregonado la Semana Santa de los Desfiles, de los programas, de los horarios e itinerarios, de los portentosos pasos de misterio, ni la Perfecta Cara de los Crucificados que inspiran tanta devoción como medida poesía; ni hayamos percibido el rostro indescriptible de nuestras Dolorosas, en el edén recamado de sus Palios, ni la luz -suspendida en el aire- que solo describen los mejores rapsodas ...pero hemos llorado, como discípulos amados, acompañando el llanto de tu felicidad, una felicidad, que ha emocionado a todas las mujeres del mundo, que ha conmovido el universo de los medios de comunicación, que ha conseguido, sacudir a cuantos -desde el lecho del dolor de un hospital, desde la cama de un hogar, desde, el carrito de ruedas, la sala fría de una residencia o la reja oscura que priva de la libertad-, lloraron lágrimas vivas con el corazón encogido, escuchando el Pregón histórico de la primera Mujer que abraza el atril del Maestranza.
Gracias, Padilla, aunque no supe, medir en un principio la trascendencia de tu Pregón, dada la altura del listón, que no es más que la ilusoria altura que los mismos cofrades ponemos al aparato de la vanidad. Gracias porque en el Pregón escuché por primera vez, la voz femenina de la Iglesia, la voz de Madre, la voz de mujer cofrade, que tenía que saldar la deuda impagable de su infinito amor, exclusiva entrega y encomiable dedicación, a la Semana Santa de Sevilla y en ese sentido, has salido por la Puerta Grande sobre los pies, racheando tacones. Enhorabuena Charo, estaremos pendiente de la retransmisión de tu interminable y emotivo Pregón, una nueva Semana Santa, con el pinganillo del llamador, que ya forma parte de nuestro estreno, el Domingo de Ramos.
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