Ansioso el sol aguardaba
Tendido en el Santuario
Esperando a que se abrieran
Las Puertas de tu Sagrario.
Allí estaban los flamencos
De todas las razas, cuando
Las tapaderas del duende
Al verte se destaparon,
La esencia del cante grande
El metal de los Tarantos
Los lirios por peteneras
Los tornasoles del Tango
Los jacintos de las minas
Los mimbres de los canastos
Las Saetas de Mairena
Cante grande de los clavos
Los potajes de la Utrera
Y el mar del Mediterráneo.
Cuando te vieron los ojos
Las niñas se desbordaron
Los payos tragaron aire
Los suspiros se ahogaron
Los vellos buscaron carne
La piel se abrió de costado
Las entretelas corrieron
Como Potros desbocados
Y el corazón por la boca
Salió vivo musitando.
Tu nombre -solo tu nombre-
Señor que cura sanando
La Salud de cuerpo y alma
El más dulce de los bálsamo
El crisol donde se funden
Los metales más preciados
La piel donde el bronce suena
Al compás del campanario
Con el repique alfarero
De los tejares cerámicos.
Cuando te vieron los ojos
Salimos todos llorando
Porque Cristo, como Tu
No lo habrá más espigao
No lo habrá con más empaque
No lo habrá, con más encanto
Ni lo habrá con más prestancia
Ni lo habrá más bien plantao
Ni lo habrá con tanto arte
Ni lo habrá con tanto Garbo
Ni más Majestad le cabe
Ni aroma jamás soñao...
Con ese andar que por tientos
Nos tienes acostumbraos.
¡Que no, Señor, que por eso
Eres el Cristo sobrao
El Dios de todas las razas
-Faraón aceitunao
Undive sobre las ascuas
Que caminas abrazao
A esa Cruz de las Angustias
Concebida sin pecao!
Por eso, cuando esa tarde
Te vimos andar descalzo
Con ese son Nazareno
Del que sabe andar templao
Parando tiempo y muñecas
Inmortalizando el trazo
Por Verónica y el Valle
Por Butrón, Pinto y Osario...
No nos cupo más remedio
Que morir ante tu paso
Con Tu nombre a Boca llena
¡¡¡MI CRISTO DE LOS GITANOS!!!
ANTONIO SIERRA ESCOBAR.
Tendido en el Santuario
Esperando a que se abrieran
Las Puertas de tu Sagrario.
Allí estaban los flamencos
De todas las razas, cuando
Las tapaderas del duende
Al verte se destaparon,
La esencia del cante grande
El metal de los Tarantos
Los lirios por peteneras
Los tornasoles del Tango
Los jacintos de las minas
Los mimbres de los canastos
Las Saetas de Mairena
Cante grande de los clavos
Los potajes de la Utrera
Y el mar del Mediterráneo.
Cuando te vieron los ojos
Las niñas se desbordaron
Los payos tragaron aire
Los suspiros se ahogaron
Los vellos buscaron carne
La piel se abrió de costado
Las entretelas corrieron
Como Potros desbocados
Y el corazón por la boca
Salió vivo musitando.
Tu nombre -solo tu nombre-
Señor que cura sanando
La Salud de cuerpo y alma
El más dulce de los bálsamo
El crisol donde se funden
Los metales más preciados
La piel donde el bronce suena
Al compás del campanario
Con el repique alfarero
De los tejares cerámicos.
Cuando te vieron los ojos
Salimos todos llorando
Porque Cristo, como Tu
No lo habrá más espigao
No lo habrá con más empaque
No lo habrá, con más encanto
Ni lo habrá con más prestancia
Ni lo habrá más bien plantao
Ni lo habrá con tanto arte
Ni lo habrá con tanto Garbo
Ni más Majestad le cabe
Ni aroma jamás soñao...
Con ese andar que por tientos
Nos tienes acostumbraos.
¡Que no, Señor, que por eso
Eres el Cristo sobrao
El Dios de todas las razas
-Faraón aceitunao
Undive sobre las ascuas
Que caminas abrazao
A esa Cruz de las Angustias
Concebida sin pecao!
Por eso, cuando esa tarde
Te vimos andar descalzo
Con ese son Nazareno
Del que sabe andar templao
Parando tiempo y muñecas
Inmortalizando el trazo
Por Verónica y el Valle
Por Butrón, Pinto y Osario...
No nos cupo más remedio
Que morir ante tu paso
Con Tu nombre a Boca llena
¡¡¡MI CRISTO DE LOS GITANOS!!!
ANTONIO SIERRA ESCOBAR.
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