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viernes, 6 de junio de 2014

ADIOS, con el pañuelito



Adios con el pañuelito, la pregunta me la guardo en el bolsillo vacío, la respuesta por mas que busco no la encuentro. La alegría es contagiosa, pero la pena es crónica, el tronío de los cohetes distorsiona la realidad, cuanto más se aleja el ruido más se siente la desolación. Flores nuevas, plata antigua y reluciente, cuajada de colores vivos, pintan las calles de la despedida. Os llevais –por siete días- la vida a caballo entre lo divino y lo profano, dejais el mundo viéndoos pasar por las aceras.
Detrás del Simpecao, se ván los que se quedan, se van hasta la marquesina próxima parada de los jubilados. Os acompaña el minuto de gloria de cuantos nacieron atrapados en un cuerpo que no les correspondía, os sigue la fe sostenida en las muletas, el dolor acostumbrado de la artritis que obra milagros de olvido andando por sevillanas. Puro absentismo salvado por la tradición, el trabajo, la escuela, la obligaciones, sacrificadas por la devoción, bajo el precioso nombre de una Virgen que parece guardar la clave de la felicidad. Que así sea si verdaderamente el camino es de esperanza, que así sea si verdaderamente se cubren de Rocío los que rigen los destinos de los más atormentados, que así sea, si verdaderamente las casas del despilfarro llena de gloria bendita, abran sus puertas para que nadie se sienta extraño. Adios con el pañuelito, me temo que esa fe que se presume por la calles, no es la fe verdadera que cree sin necesidad de dar espectáculo. Pero somos así, así es nuestro pueblo: ¡Viva la Virgen! metiendo el dedo en la llaga, ver para creer.

jueves, 16 de mayo de 2013

POR LAS ARENAS











En la dimensión espiritual, allí donde el cuerpo no precisa cuidados ni atenciones, la madre se habrá encontrado con la Paz de los que sienten pero no padecen. Gozando de esa luz inmarcesible que concede la ciencia infusa estos días previos a Pentecostés, se habrá fundido con el esplendor de los campos, con la belleza pintoresca del camino perfumado por la resina balsámica del eucaliptal y los pinos, mezclada entre la gente –peregrina, caminante hacia las marismas azules. Ungida y exenta por la gracia, reconocerá el reino de nuestras almas, donde el paráclito en forma de blanca paloma gobierna con su cetro de paz y justicia, señalando el camino, la verdad y la vida. Hecha rayo de luz difuminado entre las ramas, lubricán del solano que alisa las arenas, cualquier noche de “pará” tras el rosario vespertino y letanías, se habrá encontrado con el Padre –su marido- el hombre al que tanto quiso en vida y lloró con lágrimas de fiel esposa. Cogidos de la mano, sin nada que explicar porque todo es don sabido por la lengua del fuego, cortarán esa flor del romero que florece cuando duermen los vencejos. Como saben las madres velar el sueño de sus hijos, como saben las madres, curar las heridas con vendas sigilosas de suspiros; como saben las madres perdonar como maestras del amor, las faltas –que por graves y mortales- merecen mayor indulgencia, como saben las madres mantener encendido en la noche, el simpecado y repujar con la luz de la luna la plata de la carreta, donde descansa, vestido de pastorcito, el cordero. Mas allá donde los hombres disimulan con ruido de cohetes, juerga y tambor, la llamada de una fe desbordante, el espíritu se manifiesta, atando y desatando en vida, los lazos que dejaron pendientes familiares y deudos. Cubierta por el rocío de los ángeles y santos, la imagino cortando los lirios y amapolas para ofrecerlos en su presentación. Doy fe que respiro su aura, que siento su protección, como el calor de vela de promesa que ha encendido para iluminar el resto de mis días. Incluso me atrevería a expresar su santa voluntad por la fuerza inaudita que me inflinge en estos momentos tan duros. Como sabe una madre permanecer al lado de sus hijos, incluso en el fragor de su ausencia ireparable.

domingo, 19 de agosto de 2012

Cuando pasen siete años...

La espera no podía esperar más para verte después de siete años de crisis, caida y depresión; cada cuenta de ese rosario que no llegó a las diez avemarías, era una lágrima confusa en el reloj sin tiempo de las arenas del Rocío, las mismas arenas trilladas por las huellas de los romeros que se llevan las suelas del sol en sus raídas alpargatas. La espera apenas tiene el tiempo justo de afanarse en la lucha desordenada y caótica por alcanzar tus andas y posarte -Paloma tocada de Pastora-en la explanada marismeña donde tu dulce y sereno mirar, se cubre con la seda del mejor de nuestros pañuelos y el capote recio y acendrado de la devoción, te cubre y proteje del lubricán ardiente del camino. Será a la puesta del sol, porque Tu eres más pura y más hermosa que las perlas que ocultan las aguas donde abrevan los potros; los aguerridos brazos almonteños, cargarán con la gracia de llevarte -arca de la Alianza- en volandas, nimbada por la tormenta que levanta el polvo peregrino de la Fe. Tanto amor desmedido marca la distancia que separa tu ermita de tu pueblo; quince kilómetros alfombrados de arena; el surco del arado que trazan las abuelas portando Tus atributos de plata -carretas del saber- que cultivan la tierra emulando el paso majestuoso que siguieron los bueyes, tanta dicha en su mirar cansado, desbroza el desaliento y recoge cosechas de esperanza...¡ay quien pudiera, sembrar por el camino la luna nueva!

miércoles, 23 de mayo de 2012

MISA DE ROMEROS




Porque está mi “Simpecao”
En el sitio ya dispuesto,
Visten los hombres de corto
Y huele el aire a romero
En San Gil, que sabe tanto
De Esperanza en el recuerdo…
Es verdad que ya su Plaza
Tiene el colorido intenso
De las batas rocieras
De las flores en el pelo
De los zahones y espuelas
De cintas en los sombreros
De las yuntas de los bueyes,
La Medalla y el pañuelo,
Los madroños, las guirnaldas
Y la “ijá” del carretero…
¡Ea ya, Esperanza nuestra!
El “Simpecao” es un portento
Que avanza majestuoso
Entre las naves del Templo.
El hermano que lo porta
No cabe en su propio cuerpo,
Todo es gozo y emoción.
Todo lágrima por dentro.
Todo suspiro y temblor,
En su afán por mantenerlo,
En el aire, donde todos
Podamos sentir su aliento..
Hasta llegar al umbral
Donde el sol hilo de fuego
Lo bañe con los más dulces
Rayos del oro más bello…
Y la flauta lo salude,
Y el coro arranque a su encuentro.
Con la plegaria encendida
De sus más tiernos requiebros.
Y se fundan las gargantas,
Con los ¡VIVAS! Más intensos...
Y un júbilo de campanas,
Entre una lluvia de pétalos,
Anuncie a los cuatro puntos
De la rosa de los vientos
¡que ya se vá pá er Rocio...
El “Simpecao” Macareno!!

Leer más:
http://naturaldesevilla.blogspot.com/2008/05/ya-va-salir.html#ixzz1vgALLu00

sábado, 11 de junio de 2011

Mía madre

En la dimensión espiritual, allí donde el cuerpo no precisa cuidados ni atenciones, la madre se habrá encontrado con la Paz de los que sienten pero no padecen. Gozando de esa luz inmarcesible que concede la ciencia infusa estos días previos a Pentecostés, se habrá fundido con el esplendor de los campos, con la belleza pintoresca del camino perfumado por la resina balsámica del eucaliptal y los pinos, mezclada entre la gente –peregrina, caminante hacia las marismas azules. Ungida y exenta por la gracia, reconocerá el reino de nuestras almas, donde el paráclito en forma de blanca paloma gobierna con su cetro de paz y justicia, señalando el camino, la verdad y la vida. Hecha rayo de luz difuminado entre las ramas, lubricán del solano que alisa las arenas, cualquier noche de “pará” tras el rosario vespertino y letanías, se habrá encontrado con el Padre –su marido- el hombre al que tanto quiso en vida y lloró con lágrimas de fiel esposa. Cogidos de la mano, sin nada que explicar porque todo es don sabido por la lengua del fuego, cortarán esa flor del romero que florece cuando duermen los vencejos. Como saben las madres velar el sueño de sus hijos, como saben las madres, curar las heridas con vendas sigilosas de suspiros; como saben las madres perdonar como maestras del amor, las faltas –que por graves y mortales- merecen mayor indulgencia, como saben las madres mantener encendido en la noche, el simpecado y repujar con la luz de la luna la plata de la carreta, donde descansa, vestido de pastorcito, el cordero. Mas allá donde los hombres disimulan con ruido de cohetes, juerga y tambor, la llamada de una fe desbordante, el espíritu se manifiesta, atando y desatando en vida, los lazos que dejaron pendientes familiares y deudos. Cubierta por el rocío de los ángeles y santos, la imagino cortando los lirios y amapolas para ofrecerlos en su presentación. Doy fe que respiro su aura, que siento su protección, como el calor de vela de promesa que ha encendido para iluminar el resto de mis días. Incluso me atrevería a expresar su santa voluntad por la fuerza inaudita que me inflinge en estos momentos tan duros. Como sabe una madre permanecer al lado de sus hijos, incluso en el fragor de su ausencia ireparable.




miércoles, 19 de mayo de 2010

LA MUJER VESTIDA DE SOL

Dice que reconoció a la Madre del cielo entre un gentío de cantos y colores que pasaba por su calle, al compás majestuoso de la flauta y el tambor. La reconoció incrustada en el Bendito Simpecado, vestida de sol, coronada de estrellas la luna a sus `plantas. Subió a casa, cogió la medalla y la pasó por los borlones, fue entonces cuando profirió las palabras mágicas que arranca la fe, mientras se nubla la mirada de lágrimas: Rocío tu eres la Madre…y se quiso marchar con Ella. A la mañana siguiente, recibí un correo de mi hermano a quien no le había comentado nada de lo sucedido: “podríamos pensar que todo es parafernalia, cante y juerga, pero no, aunque hay que reconocer que obras son amores y no buenas intenciones, la Fiesta con Mayúscula del Pentecostés es la fiesta por antonomasia de la Virgen y lo que se celebra es una Romería, en la que se festeja, que por primera vez desde que el ser humano dejo de poseer los dones del Espíritu Santo, una Inmaculada Concepción humana los recibió plenamente.”…

Llena de una paz tan repentina como auténtica, se q uejaba de haber desviado inconcientemente sus energías de aquel camino que le marcaba la Virgen Peregrina. Se prometió andarlo, sin fechas ni imposiciones, más allá de los días de contagioso ambiente, con la fuerza que dá creer firmemente en un destino. Mientras tanto, las palabra de Dios escrita por la mano de la sangre continuaba iluminandola en la senda:

“En el Pentecostés nada mas y nada menos que Maria supo quien era ella, que significo para el genero humano su Fiat, que le movió para cantar el Magnifica, quien era su Hijo y como se concibió en su seno, fue cuando recibió la Ciencia Infusa del Espíritu Santo, es decir conocimientos humanos de todas las clase, supo que era Madre de Dios y Madre nuestra por imperativo del Verbo Encarnado, que era asimismo Madre de la Iglesia, y Corredentora del Genero Humano, aunque no había sentido los mordisco de la enfermedad, solo de la pena y del dolor, en ese momento, fue liberada de toda Angustia y confirmada su salud ajena a toda enfermedad humana, tal como la disfrutaron Adán y Eva en el momento de su creación, antes del pecado (o de la Sociedad que ellos representaban en las Sagradas Escrituras) .”

Sabia la tierra donde la gente sabe echarse al camino, abrirse a la luz de la Madre naturaleza y refugiarse a la sombra del arbol de la vida. Volver al contacto matriz de los olores que exhalan las plantas vírgenes que escapan a la mano demoledora del hombre….

“Por lo tanto, en el Roció, salvo el pecado, todo esta bien, ya que el Pentecostés, -su Fiesta- es el único clavo ardiendo al que se acogen algunos o gran parte de nuestros hermanos en la fe, no hay que sentirse mas cerca de Dios por ejercer determinadas posturas, hay que comprenderlas todas, y Bendita sea Su Pureza y Eternalmente lo Sea, si el pecador, el que no ve a su prójimo en ningún sitio, durante unas horas se mira en el espejo del Bendito Rostro de Maria, para cantarle una Salve. “.

miércoles, 7 de mayo de 2008

YA VA A SALIR....

ROCIERO a medias... Soy rociero de medio camino, rociero de salida; de andar tras el Sinmpecao hasta Bormujos; conozco la pará a la caida de la tarde, el olor del campo en Juliana cuando las carriolas hacen el corrillo y el sol se vá poniendo filtrando su oro viejo entre los pinos. He visto el rocío de la mentira y la vanidad, pero hay tantos rocíos con medallas en el pecho, tantos rocíos en diferentes momentos, que todos sucumben ante las luces del Simpecao, polvoriento y magestuoso a la vez, cuando llega con los primeros brillos de la noche empujado por la emoción de los peregrinos de verdad. He visto los seudo rocieros que van a lo que van; los que acechan y se soslachan tras la estampa en los sombreros y la bendición de una mesa bien costeada; pero también he visto el verdadero valor de la oración bajo las estrellas; el santo rosario íntimo de la gente de hermandad; las velas en la yunta, esa antigua expresión de cansancio dichoso en los rostros de mujeres y niños contemplando el Simpecao, cuando el coro en la intimidad le canta aquellas sevillanas de gines convertidas en toda una letania del camino. El camino...quien puede hablar del camino, sin gozar sus amaneceres, sin despertar al susto y la maldición del estallido de los cohetes endulzados por la diana del tamborilero; el Simpecado reinicia su marcha, no espera a nadie porque sus incondicionales ya se aferraron a su barra, mucho antes que al aguardiente de alosno y las tortas de aceite, la segunda jornada es dura y preciosa como las lentejuelas de los bordados, hay que atravesar el vado del quema (jordán de la tierra de promisión)-un año más me quedo con las ganas de bautizarme, pero sé que mi medalla vá en el cajón, haciendo todo el camino que me fala por vivir y que ya he bañando con las lágrimas sin vivirlo, viéndolo através de la pantalla: la Salve en medio del vado, los pétalos de flores como nenúfares en las aguas, los ¡vivas! Interminables, los abrazos y la suelta de palomas buscando la espadaña del Palacio de su Reina. Rociero de clarioscuros como escribo, de verdad a media, que busca el sábado a la Hermandad de su barrio macareno, para cruzar el ajolí con su gente entre el polvo y la jarana que supone llegar al Rocío alcanzando el sueño. Los que van a lo que van, ya se han perdido, te hablarán de casas donde la alegría de la espera se confunde con una bacanal escudada en el grito de guerra del !viva la Virgen!, pero allá por donde mires, encontrarás motivos suficientes para emocionarte, ya sea con Triana y Huelva en su multitudinaria presentación, arrastrado por la plegaria incesante del “aquí estamos otra vez, para decirte que te queremos, otra vez” ó la miscelanea de sonidos de campaniles y el trasiego impenitente de perigrinos llegados de todas las partes del mundo. Donde mires, habrá rocíos diferentes, pero todos convergen en la ermita blanca apretados frente a una reja universal; a sus plantas la poesía, del cantar, el lirio marismeño, la amapola florecida en oración de inescrutables promesas, el llanto de las alegrías y el gozo de las penas; ay, mía Madre del Rocío, tu eres la Virgen que más se disfruta, que más se roza y toca, que mejor nos consiente. Pura realidad del caos, previsto y organizado, tormenta de devoción de tus dueños que parece que van a destrozarte en un alarde de milagrosa sinrazón que para los pulsos del mundo, mientras tu sonrisa enigmática y reveladora, desafía a las leyes y sale intacta y airosa para sobrevolar las marismas. Así te vé un rociero a medias, dispuesto a hacer el camino completo de la vida sólo cuando tu lo llames.

Porque está mi “Simpecao”
En el sitio ya dispuesto,
Visten los hombres de corto
Y huele el aire a romero
En San Gil, que sabe tanto
De Esperanza en el recuerdo…
Es verdad que ya su Plaza
Tiene el colorido intenso
De las batas rocieras
De las flores en el pelo
De los zahones y espuelas
De cintas en los sombreros
De las yuntas de los bueyes,
La Medalla y el pañuelo,
Los madroños, las guirnaldas
Y la “ijá” del carretero…
¡Ea ya, Esperanza nuestra!
El “Simpecao” es un portento
Que avanza majestuoso
Entre las naves del Templo.
El hermano que lo porta
No cabe en su propio cuerpo,
Todo es gozo y emoción.
Todo lágrima por dentro.
Todo suspiro y temblor,
En su afán por mantenerlo,
En el aire, donde todos
Podamos sentir su aliento..
Hasta llegar al umbral
Donde el sol hilo de fuego
Lo bañe con los más dulces
Rayos del oro más bello…
Y la flauta lo salude,
Y el coro arranque a su encuentro.
Con la plegaria encendida
De sus más tiernos requiebros.
Y se fundan las gargantas,
Con los ¡VIVAS! Más intensos...
Y un júbilo de campanas,
Entre una lluvia de pétalos,
Anuncie a los cuatro puntos
De la rosa de los vientos
¡que ya se vá pá er Rocio...
El “Simpecao” Macareno!!

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