Sevilla tuvo que ser con
su lunita plateada, con su Santo Entierro Grande, después de Semana
Santa...Sevilla tuvo que ser la que contagió al mundo su alegría en
una Exposición Universal, que superó todas las expectativas de
participación, crítica y público, poniendo el cartel de “no hay
quien de más” en la memoria de los grandes acontecimientos del
siglo XX. Hace ahora veinte años que se inauguró la EXPO´92,
parece mentira, como mentira nos parecía aquel logotipo que asomaba
por la luna trasera de los autobuses urbanos -pegasos para los
sevillanos- anunciando el lejano evento. Parece mentira que aquel
erial de la Isla de la Cartuja, con sus famosas y arruinadas
chimeneas, se fuera convirtiendo a suerte de banderillas en forma de
grúa y todo tipo de maquinaria y excavadoras, en un recinto, que
llamaba a rebato a las oficinas del INEM, que no daban a basto en
suscribir contratos, en la gran fiesta de oro de la construcción,
bendiciendo a las PYMES y elevando al olimpo de la quimera a los
autónomos. Aquella primavera fue todo vísperas prolongadas en la
ciudad que nunca cuadra las cuentas pero las cosas se organizan
solas, porque todos sus faustos, salen a la calle antes, durante y
después del vía+crucis que cuesta su inversión, superando toda
campaña promocional. Cuentan los cronistas y demagogos, que la
“vieja dama”, representada ante el mundo por su primer Ministro e
hijo dilecto, criado en Bellavista, se modernizó hasta tal punto que
todas las infraestructuras, formaron parte de su dote, fertilizando
la tierra que ya de por si y merced a sus tópicos típicos hace
germinar cualquier tipo de semilla. Pero lo más importante para
nosotros, los naturales de sevilla o sevillanos de adopción, fue lo
bien que nos lo pasamos en la EXPO y lo orgulloso que nos sentimos
disfrutando como anfitriones universales. Podíamos haber presumido y
de echo lo hicimos de cifras y records de visitantes y visitas
Soberanas e ilustres, pudimos haber presumido de pabellones y
edificios que rompieron los moldes de la innovación; de tecnologías
que aún se anticipaban a la punta del iceberg que ya asomaba por el
lago, pero nos dejamos llevar por el pájaro loco de nuestros
sentimientos disfrazados de CURRO y volamos con la imaginación por
su cresta a través del arco iris, embobados y noveleros como
siempre, nos quedamos en esta ciudad, nacida para la primavera en
vísperas, haciendo colas como las de San Lorenzo, que es muy
nuestro, para ver los asombros de Canadá o asomarnos a los
precipicios del vértigo en la tierra de Gracia de los
conquistadores. Fuimos sevillanos por el mundo, como nos gusta a
nosotros, sin salir de casa, porque esta casa es tan bonita que fue
capaz de convertirse en isla mágica, con microclima y telesférico
para cruzar el desnivel de la grandeza. Recuperamos paraisos perdidos
como el navegar del río, aun sabiendo que sus nuevos puentes nos
harían cruzar tarde o temprano a la otra orilla donde se paga el
precio de la gloria. Pero quien nos quita la diana que el arco de la
Barqueta asestó en nuestro corazón con la flecha del Alamillo. Han
pasado veinte años y nos quedamos con la gracia y la emoción del
recuerdo, lo único que siempre hemos tenido para dar y recibir de
todos aquellos con los que la compartimos. Nos queda la isla a duras
penas subsistiendo en parque temático, el perfil del Monasterio con
sus airosas chimeneas recortadas en el horizonte del poniente y la
sombra de aquellos pabellones emblemáticos que nos hicieron viajar
sin salir del ombligo de nuestro mundo. Como dijo Petronio, fuimos
dignos del espectáculo, lo mismo que el espectáculo era digno de
esta ciudad universal. La más grande con lo más granado, actuó en
el palenque en las noches memorables de Azabache, todas las
celebridades del momento, se dieron cita en el evento que llegó a
ensombrecer las espectativas de toda una olimpiada, Sevilla tuvo que
ser la maqueta inefable de esa Andalucía joven que se plantaba ante
los ojos del mundo en una EXPO´92, que marcó desde entonces, un
antes y un después en la Historia, que nosotros pudimos vivir para
contarla.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
sábado, 21 de abril de 2012
miércoles, 18 de abril de 2012
Sevillanas en la memoria
Me asomo a los cristales qué negro que está el cielo en abril -aguas mil- tu te
acuerdas las primeras sevillanas que escuchaste en las casetas del Prao... Yo le
dije que la quiero, la quiero en los baldío yo le dije que la quiero la tonta se
lo ha creío... la que yo quiero esa se llama -Carmen- y además huele a romero.
¡qué bonita aquellas que decían! En la venta de antequera ya no duermen las
corrías bajo el perfil abrileño de la luna de Sevilla... con sus celestes
cuadrillas ya no bajan los luceros a posarse entre las ramas de los puñales
enteros... sólo viven los recuerdos de la víspera de feria cuando el miedo se
encerraba en la Venta de Antequera.... ¿y estas otras...? por las calles de
Sevilla te busqué y no te encontraba le pregunté a las paredes pero no me
contestaban los gitanos te buscaron por triana y por la cava y hasta por la
Macarena las guitarras te lloraban.. si Sevilla te ha embrujao igual que a una
reina mora en sus torres te ha encerrao a los pies de la giralda yo te canto
enamorao... y siguen... ay, sevillano que pasas por vera de la Giralda y
nisiquiera te dignas pararte para mirarla... mira como esos turistas por el
barrio Santa Cruz le van diciendo a Sevilla lo que no le dices tú... tiene que
ser gente extraña la que venga a descubrí las cosas que tiene España al pié del
Guadalquivir... Y es que son Los Romeros voces de toda una vida por Sevillanas
de ensueño... por soleare, por seguirilla nadie la quitao er trono ar Trovadó de
Sevilla... Paco Palacios, -Pali querido- como suspira el arco de tu Postigo la
alameda llorando por el recuerdo busca entre sus columnas tu monumento... Tu no
me llores, Alameda bonita tú no me llores desde el cielo te canto todas las
noches. .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.- Ayer llegué al Real en coche (que más quisiera
yo de caballos), en mi Diesel convencional y aparqué frente a la caseta de mis
queridos anfitriones en la calle del mito viviente, faraón de Camas, torero
predilecto de Sevilla que dejó al Monumento de la Maestranza, huérfano de
estética y empaque...-Ofú- qué manera de entrar en la Feria apagada y
encontrarse a los areneros sembrándo las aceras de albero fresco. Sentir el
apagón de las luces colgadas en las girnaldas, el fragor de los últimos
preparativos, la descarga de dones empacados que llegaban a las casetas.
Descubrir como se abren las flores de la fantasía, los abanicos que dan aire a
la gracia; el cielo raso de encajes que pellizca los faroles de una luz que
desde dentro, hará estallar cuatrocientas mil chispas de prestancia. Hay que ver
como hacemos las cosas en Sevilla; por encima del bien y del mal, con
esencia...dicen que la Feria fué invento de un catalán y un vasco (buena gente),
pero aquién se le ocurriría ponerle un cielo de farolillos y una pasarela de
portada para que nos concentre a todos bajo nuestros más familiares monumentos.
De quien fué la idea de llevarnos la salita de nuestras casas y ponerles lonas
colchoneras blanca, verde y rojas...y es que no sabemos vivir sin hacerle un
marco a la Esperanza y un clavel al chantillí de una mantilla. Los ojos negros y
redondos como la misma luna abrileña, son los que alumbran el real de la
belleza, belleza de nuestras mujeres que cuando se visten de fiesta hacen
reventar las pupilas del mundo como lunares de asombro. Esto también dicen que
son tópicos-típicos, pero quien no ha dicho que el arte llegue a un punto a un
tópico y desde allí se convierta en altura de noria que baja y sube sus
cangelones para marearnos de tanta gloria. Sé que te gozaré -.mi vieja dama-
aunque no quiera pisar tu real albero, déjame de momento contemplarte, como ese
iluso enamorado que se conforma con la luz de abril de tu eterna sonrisa.
martes, 10 de abril de 2012
Crónica de la Semana Santa 2012
Te
marchaste con el buen paladar de Cristo resucitado bañado por el sol
renancentista que abrillantaba la cúpula de San Luis de los
franceses. El mismo sol que te ha faltado durante los siete días
completos que dura la semana de la vida; quizás porque ese sol, está
tan dentro de tí, que algunos años se niega a salir del sagrario de
tanta maravilla como se quedan de puertas adentros.
Hasta
siempre a la Semana Santa del cortejo sin pasos de Vera Cruz; de los
pasos sin música en el traslado de San Gonzalo y del retraso
incontestable de un Miércoles Santo que cayó en la trampa de la
hora de los sustos, donde el mal ambiente desluce la entrada de una
cofradía más aún que las inclemencias del tiempo.
A
pesar de todo amaneciste radiante la mañana del Domingo de Ramos,
para entrar en nuestros corazones, como entra el Divino Amor a lomos
de la “borriquita”. Es verdad que las nubes de panza, amenazaron
el cielo que, como dice el poeta: “siempre es el de tu talla”.
Llovía a la hora en que Dios, pone la primera cofradía en la calle,
para darnos la Paz, pero esas aguas no eran capaz de ahogar la
ilusión de tantos niños vestidos de alba, que apretaban en sus
canastos, el dulce caramelo y la estampita que siembra el Parque de
manos extendidas para dar y recibir.
La
belleza de la tristeza consiste en que nunca acaba con la emoción y
así, cuando los hombres lloran por dentro, se parecen más a los
niños por fuera y las mujeres, a la Virgen de los Dolores y
Misericordia, cuyo divino semblante, se situa más cerca del gozo que
del desconsuelo.
¡En
verdad, todas las Penas tienen su Estrella, Estrella de Gracia y
Esperanza que finalmente iluminó la ronda y San Jacinto, para
recomponer la tarde-noche donde tu Amargura se dulcifica con el
vaivén sinfónico de la marcha y el Amor sale siempre al Socorro de
los que imploran. En el profundo mar de tus ojos verde Esperanza, Oh,
virgen del Rosario, desembocaron las lágrimas de desconsuelo de tus
jóvenes hermanos, entregados -un año más, por tercero consecutivo-
a dejar a su barrio de San Pablo, sin su cofradía. Si le
preguntaran a los nazarenos y nazarenas de la Hiniesta; la Redención
o San Gonzalo, lo que sintieron, cuando su hermano mayor les
comunicaba que se echaban a la calle, seguro que el escalofrío de su
respuesta y las muestras de júbilo vertidas en esos aciagos momentos,
dejaría bien sentada la buena voluntad que ponen en tan difíciles
decisiones, las juntas de gobierno, en aras de su patrimonio humano.
¡Que complicado resulta explicarle a un niño, que la cofradía no
sale por segundo año consecutivo, cuando la criatura no ha estrenado
el uso de la razón y sí conserva en la memoria la lluvia que mojó
la túnica de sus ilusiones: “Mamá...¿porque llueve siempre el
Martes Santo?...preguntaba con ternura impenitente, el niño en San
Esteban, asido al cíngulo de su madre, que no acertaba dar otra
explicación más que la congoja de sus lágrimas!
Más
el cielo abrió al día siguiente, aunque fuera con el celeste azul
incrustado en la Gloria del nuevo Palio de la Virgen de Consolación
y te echaste a la calle estrenando día completo de Miercoles
Santo...¡qué orgulloso venías acompañando tu barrio, desde
nervión hasta San Bernardo...que ambiente en el Baratillo...qué
empaque en San Lorenzo con el Buen Fin; qué gusto disfrutando con el
portentoso navegar del galeón de la Lanzada ...como relucía la
tarde azul cobalto ante el romanticismo de las Siete Palabras y ¡que
noche más fragante de azahar y luna traspasada por las mejores
saetas en San Pedro, para terminar con el deleite hecho alta noche en
Orfila!
Una
de cal y otra de arena, la Semana Santa te situó de nuevo con los
pies mojados en el suelo; dejando a buen recaudo el monumento
nacional del palio de la Victoria en su fábrica y a las añejas
cofradías de la Exaltación, Quinta Angustia y el Valle en pleno
centro de sus frustradas estaciones. Te quedaste un año más sin el
sol de Santa Catalina, derramado en el espléndido calvario del
Cristo de la Fundación...sin el genuino ambiente de Montesión en
plena calle Feria...pero con el alma inflamada de Pasión expuesto en
el Sagrario de su argéntea canastilla, aliviando tus ansias, con la
serenidad del espíritu que reluce más que el sol.
Aún
así, el Señor se ocupó de que no te faltara la Noche más hermosa;
se echó la cruz del peso del mundo en sus hombros y salió entre las
tinieblas, cuando el reloj de la torre marcaba la una y media. Lo
mejor de sí, por nuestras calles, en Silencio por el camino más
corto de su purísima Concepción. Tu cara, Sevilla, hecha un poema
de Esperanza en la Macarena; señorial, primorosa, universal y única;
tus ojos en la Pureza de Triana, causa de nuestra alegría; jardín
exhuberante de la gracia...puente de plata para que pase entremedio
el Calvario de los cuatro siglos de historia, que alcanza la
perfección en la austeridad
...y
adivinando el alba de un nuevo día, el Señor de los Gitanos,
soberbio en su humildad; cadencia en la elegancia de sus andares
flamencos e hijo de Dios y de esa Madre que quita las angustias de su
bendito nombre con la hermosura de su cara.
Un
año más...¡que fuerte!, el Cachorro NO sale, se queda en su
flamante Basílica...más bien se queda dentro de nuestros
corazones...se lleva dentro como el sol escondido tras las nubes. La
tarde del Viernes Santo, es una eterna primavera tan inclemente como
cierta; el viento desapacible de sus primeras horas, arrastró la
hojarasca del canasto Carretero y la anudó en su Capilla real a los
piés del calvario más completo, aquel que Sevilla no termina de
ver, cuando se le hace agua su Semana Santa. La Soledad de María le
echó valor a la tarde inclemente y la trianera cofradía de la O,
asumió el riesgo de no dejar El Viernes Santo huérfano de
romanticismo y evocación. En pos de la esplendente cruz de Carey,
avanzó en la noche la conjunción penitente de San Isidoro, el
prodigio de estética de Montserrat y el estremecedor dramatismo de
la Sagrada Mortaja, precedida por sus refulgentes ciriales.
No
hay sábado sin sol, ni cofradía que no le rinda sus honores, nos
quedamos sin palabras en este epílogo, pero siempre en acción de
gracias por vivir un año más, todo lo mucho y grande que pasa en
esa Semana. Gracias por la Providencia de gozar los encantos de la
Cofradía Servita; Gracias por mantener a Cristo en la Urna donde más
relucen nuestros sentimientos; Gracias por dejarnos disfrutar hasta
última hora con la Esperanza más dulce de Sevilla y sellar en las
Puertas de San Lorenzo -nuestra Soledad- con el beso de una despedida
que empieza a contar de nuevo los días, donde todo comienza.
lunes, 9 de abril de 2012
sábado, 7 de abril de 2012
miércoles, 4 de abril de 2012
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