Cosa de lo más naturaldesevilla, la tradición y el conservadurismo llevado hasta sus últimas consecuencias. De ahí que entre sus muchas instituciones arraigadas en el tiempo, figure el Vacie, como el más antiguo asentamiento chabolista de Europa. En el arte de prometer lo imposible con buenas palabras y no peor voluntad, rivalizan los políticos con el pueblo gitano. Ambos obedecen a unas leyes que nunca hacen justicia, al menos para ellos mismos. De la vergüenza y desidia social, surge el talento como del estiércol bien abonado el fruto de las mejores cosechas. Sin saber leer ni escribir, ocho mujeres de etnia gitana –carne de venta ambulante y mercadillo- dirigidas por el angel que cree mucho más allá de lo que ve y sabe transformar el cobre en oro como buena alquimista social. Estoy seguro, que sin saber leer y escribir, se ajustan las cuentas de manera infalible, las cuentas de la “vieja” sin el valor añadido de una calculadora mejor que la mente abierta. Pepa Gamboa ha sabido donde está la esencia del verdadero romancero Gitano de Lorca, reuniendo en su taller a las ocho mujeres idóneas para interpretarlo –qué digo interpretarlo- vivirlo mucho más allá de la interpretación convencional- ocho mujeres profesionales en la lucha por vivir en condiciones infrahumanas, salen de las miserias del vacie, nada menos que para habitar la Casa de Bernarda Alba, la última joya escrita para el teatro por el genio de Federico rondando su fatal desenlace. La crítica y el público que ha abarrotado la Sala TNT, se ha quitado el sombrero, ante la evidencia de la verdad, tan difícil de reconocer en estos tiempos faltos de identidad. Hasta la sobrina del poeta ha aplaudido la valentía y las tablas de Rocío Montero (Bernarda Alba), Carina Ramirez, Sandra Ramirez, Mari Luz Navarro, Loli del Campo, Ana Jimenez, Sonia JOANA DA Silva y Pilar Montero.
Ahora les espera la merecida gira del éxito por los teatros de España, aún hay tiempo, hasta el día 5 de febrero de admirar a este plantel de diamantes que salió de las entrañas del vacie…¡ay si supieran leer y escribir!…como en la fábula, quizás no hubieran conocido a Federico García Lorca.