jueves, 20 de noviembre de 2008

EL SECRETO DE "LA ROLDANA" I Parte




El Reverendo Padre vertió un goterón de roja cera sobre el pergamino y lo lacró con el sello pastoral del dedo corazón de su mano derecha, seguidamente hizo sonar la campanilla de sobremesa. Apenas trascurrieron cinco segundos para que hiciera acto de presencia en su despacho su fiel y solícito secretario y asistente. “Pase hermano fray Jerónimo de Buenavista, es mi ferviente deseo, haga llegar esta misiva a Doña Luisa Ignacia Roldán, que tiene residencia en el taller de maese Don Pedro Roldán en la collación del Convento de Regina; con la condición sine cuane que pase por mano alguna que no sea la de la susodicha Señora y que vuesa merced de fé que ésta la recibe, sin mediar más comentario ni argumento que no fuere la aceptación con toda humildad de limosna en sufragio de las necesidades de nuestra Orden hospitalaria”. Fray Jerónimo de Buenavista, recibió de buen grado el pergamino, besó con unción la mano de su Reverendo Padre Provincial y abandonó con una inclinación de su cabeza la regia estancia. Era una mañana primaveral del mes de noviembre del año de gracia de 1683, cuando atravesando las soleada Huerta de Macario, el buen fraile entraba por la misma Puerta do hicieran los Reyes Católicos a la muy noble y leal ciudad de Sevilla intramuros. Encapuchado, con las manos en actitud piadosa escondidas en las bocamangas del habito y la vista gacha, recorrió el camino que lo separaba desde la larga calle Real hasta el Convento de Regina. Alcanzado el umbral de destino, hizo sonar la aldaba con el ritual de los tres golpes secos; asomose al instante una doncella de la servidumbre, quien al ver a través de la rejilla la naturaleza del visitante, abrió la puerta sin demora: “Alabado sea Jesucristo ¿en qué puedo servirle Padre? –vengo en misión de hacer entrega de una misiva a su ilustre Señora, Doña Luisa Ignacia- pues tenga a bien vuesa merced de ponerla en mi recaudo, que yo se la daré presta a mi Señora, la cual se encuentra inmersa en su delicada faena de talla, con la expresa orden de que no se la moleste sopena de asunto de graves consecuencias. Me temo que ello no va a ser posible, pues mi mentor, el Rvdo. Padre Provincial del Hospital de la Sangre, diome orden expresa para que se la entregase a su destinataria en persona. Si es así, pase y tome asiento en un escaño del jardín, Padre.

. Al pronto quedó Fray Jerónimo absorto, contemplando el sereno esplendor de la fronda bien cuidada del patio, la placentera risa del surtidor que lo coronaba y el gentil revuelo de los pardos gorriones que parecían resaltar con sus inquietos juegos la talla renacentista de la prodigiosa fábrica del claustro. Quiso reanudar el rezo del santo rosario, cuando un halo de luz que escapaba de una de las galerías, le anunció la visión esplendente de la hermosa Dama, aquella afamada artista de la que toda Sevilla hablaba, conocida bajo el seudónimo de –La Roldada- cuya leyenda había trascendido los muros de las clausuras monjiles. La Señora vestía su bata de faena color arena de playa, ribeteada de manera grácil en sus hombros, llevaba el pelo recogido por un moño a la altura de la nuca y dos mechones que reverberaban al contraluz, le caían dibujando bucles en sus ruborizadas mejillas. Al llegar a la altura del fraile, esbozó una genuflexión y le besó la mano. Sin mediar palabra, el franciscano le acercó el pergamino lacrado y Doña Luisa procedió a desanudar el lazo carmesí que lo enrollaba. Leyó con avidez cada palabra, sin reparar en el preciosismo de la caligrafía y una vez enterada de su contenido, ordenó a la servidumbre que ensillara su calesa personal sin dilación con el ruego a Fray Jerónimo, que se dignara aceptar su invitación de acompañarlo hasta el Hospital de las Cinco Llagas para dar respuesta inmediata a tan encarecido requerimiento”.

lunes, 17 de noviembre de 2008

CARTA A JULIA

CARTA A IULIA Hace tiempo que no charlamos, en la glorieta de Bécquer, donde me gusta quedar contigo, se ha alfombrado de hojas secas el albero, la piedra del banco está fría, el sol se agradece dibujando racimos de sombras en las damas blancas que espesan el aire de suspiros. Tristeza y Soledad, dos nombres de bellas dolorosas que me traen hasta ti de nuevo, siempre tienen consuelo mis penas cuando en ti pienso; pero ahora estoy cansado y me siento culpable, necesito tu silencio, tu sagrado silencio que otorga la paz. No hay mejor consejo que el silencio cuando nos descubre la virtud de escucharlo en toda su inmensidad; me ocurre con muy pocas personas pero sobre todo contigo –Iulia- Tu silencio es la imagen de la gloria que perseguía el poeta que tenemos enfrente. Tu silencio de vencejos maestrantes o el místico silencio de la luna del paresceve. No arroja trapos sucios a la cara, no averguenza ni reprocha, no te hace sentir culpable, ni zahiere la conciencia. La conciencia –Iulia- la conciencia del que tiene conciencia pero es inconciente del mal que provoca. La conciencia que no deja tranquilo aquel que se cree suficiente, necesario, imprescindible, capitán timonero de un barco que se va a pique. O la conciencia de los que no tienen conciencia ni le remuerde la laxitud de sus crímenes. Sí, Iulia, ya escucho el aire placentero de tu silencio en el color del cielo; lo escucho en el rumor de las lágrimas que son agua estancada en los dormidos surtidores. Tu silencio implacable, el que no concede razón ni entendimiento, porque es como la verdad, palabra muda que se la lava las manos. Hacía tiempo que no quedaba contigo en la glorieta de las rimas tristes, pero tu sabes que siempre acudo a tu cita de otoño, siempre solo y triste para que tu me cures estas melancolías. Viene el invierno, Iulia, el invierno que nos maquilla del falsa navidad; de brillos artificiales y luces de conveniencia. Otra tristeza más que añadir –la soledad acompañada- la que más te duele en el alma, la que más amarga la vida. Hay que seguir adelante –Iulia- como los buenos costaleros de Villanueva, al encuentro de la Esperanza del día dieciocho, que nos de fuerza para llegar a otra nueva primavera. Natural de Sevilla.

sábado, 15 de noviembre de 2008

SINO AL QUE ANDUVO EN EL MAR




La Tercera Caída por la mañana
cuando ya de regreso, vas pa Triana;
¡qué maravilla!
que te traes la alegría de toa Sevilla...
vaya arrogancia
detrás de Tí, la Reina de la Esperanza.



La segunda Caida en el Altozano
con las aguas del río que te espejaron
-pa retratarte-
cuando cruzas el Puente con tanto arte.

Por esas Tres Caidas
Triana reza
el Primer padrenuestro,
siempre en Pureza.


Entre las cuatro luces de guardabrisa
la calleancha suspira
por donde pisas.

lunes, 10 de noviembre de 2008

EL GRAN PODER DE UN "ADIOS"

Aunque parezca; “que el mundo ya no es lo que escribo”, porque todavía hay mucha gente que no cree que haya personas consagradas a la oración; pero no a esa oración -coleccionista de estampitas- que pide solo por uno mismo, sino a esa otra oración colectiva que implora por los demás, por los que más lo necesitan; por todos los que están en esa lista de espera, en situación límite de ayuda - en una palabra- por los que se dedican a rezar diariamente, por todos nosotros. Esas personas que aún afortunadamente existen, por increible que le parezca a algunos, en estos tiempos de CRISIS, practican un encomiable menester con denominación de origen: la comunión de los santos (ofú eso si que suena a mojigateria). En realidad se trata de generar una energía -eminentemente espiritual- que hace que los demás creyentes ó ilusos, la recibamos gratuitamente, para seguir viviendo con esperanzas, ante cualquier adversidad que suframos. Un día, el Señor de la poderosa zancada, a su paso secular por Casa de estas “extrañas” personas -en este caso- las Madres Capuchinas, se paró y les dijo en el halo de su inmensidad: “No apureis por salir a verme, Yo estaré sólo para vosotras más de cien días, durante toda la eternidad”. Y como el Señor vive en Sevilla, se pongan como se pongan los que no quieran admitir que el mundo ya no es lo que escribo y el que no se lo crea, que vaya a verlo antes del viernes a las Capuchinas; y si no lo vé con sus propios ojos, que mire a su alrededor, y entonces si ya no lo detecta en el clamor silente de los suspiros, ni contempla su imagen reflejada en los cientos de ojos vidriados por todas las edades, condiciones sociales, tendencia sexual o raza, que vaya al curandero de guardia más próximo, porque entonces se ha quedado sin alma. El mundo SI es lo que escribo, lo reafirmo al escuchar de madrugada la voz de la madre capuchina, que se quejaba en la radio, que el Señor del Gran Poder se marcha ya de Santa Rosalía. Y la madre, rota su voz por un zarsal de suspiros, confesaba la dicha de haber sentido en comunidad el aliento de Dios en la soledad de maitines y vísperas, entre las rendijas del claustro donde el primer rayo de sol se filtra por las roelas del barroco para besar a la Luz de todas las luces. La madre capuchina, en el paroxismo de la evocación, quería cantarle al Gran Poder, a coro con sus hijas, las mismas sevillanas que le cantó este pueblo al Santo Padre en su despedida: “Algo se muere en el alma”, sin ruborizarse, porque en esta ocasión se la cantarían al Señor en la intimidad; donde también confesó el travieso pecado de haber hecho saltar la alarma de seguridad, por parte de una madre, que bajó a ver al Gran Poder a las cuatro de la mañana. El Señor se marcha de Santa Rosalía, sumamente honrado y agradecido y lo hará como a El le dá la real gana, dándose una vueltecita y haciendo del camino más corto, la larga zancada que recarga nuestras pilas y nos dá esa paz que es, como al principio escribía, la comunión de los santos, el abrazo de las madres capuchinas que hace que este mundo siga siendo digno de que EL, entre en nuestra casa.

sábado, 8 de noviembre de 2008

DON JUAN COJONES

Después del: ¿No es verdad angel de Amor?, Doña Inés quedó preñada de algo más que romanticismo y en estado de buena esperanza, dió a luz su primer hijo, en una hacienda colindante al Castillo de San Jorge. Don Juan echó “barriguita de casado”, más como su oficio de poeta y antiguo pendenciero, no daba para caprichos y desahogos, colocóse al servicio de la familia De Pantoja, conduciendo a los hidalgos en sus prestigiosos carruajes, a cuantos menesteres y encargos precisaran su apretada agenda de visitas y negocios. Pero Don Juan, era culito de mal asiento y pronto cayó en la depresión de los que no nacieron para el servicio a los demás y sí para servirse de sus antojos y delirios. Al tiempo que Doña Inés, creció en carácter y naturaleza para el mando y dominio de las cuestiones amorosas y domésticas. La altivez y el orgullo, aparecieron en la ex-novicia, que a menudo increpaba a Don Juan, exigiéndole mayor soldada y disposición para atender a los cuantiosos gastos que generaba el mantenimiento y la educación que Doña Inés quería proporcionarle a su primogénito. Por otro lado, Don Juan, tan conocido en Sevilla, como burlador y licensioso mujeriego, era objeto de murmuraciones irrisorias, cuando entraba en las tavernas y bulevares a ahogar en bon-vino sus desafueros. Una noche en que Don Juan vagaba, por el Callejón del agua, preso de soledad y melancolía, se topó con el fantasma de su fiel criado Chuti, que dando tumbos de pared en pared musitaba versos de antiguos esplendores. El sabueso olfato de Chuti, reconoció enseguida al caballero esbozado, arrojándose a sus plantas como perro fiel y dando gracias al altísimo por encontrarse con su amo y señor. “Oh, Señor, mi Señor Don Juan, mi adorado caballero,¿ que sucede a vuesa merced?: ¡embajador insigne de gozos y festejos; invencible corredor de apuestas; alegría del huerto do crece la flor de castidad de las rendidas doncellas que suspiran por su nombre! ".- Qué ha de ser, responde Don Juan con gesto lastimero, que sufro mal de amores y eludo responsabilidades, que los hijos y parientes de los tantos caballeros cuyo honor mancillé, hoy me pasan factura y me niegan, pan, hacienda y trabajo y que el bello arte de la literatura que bien conoces que practico, sólo me dá renta para vivir de la sopa boba. Aquel angel de amor en apartada orilla -que no dudo suspira aún por mí- se desvive y afana por los tres hijos fruto de nuestro matrimonio, para cuyo mantenimiento ha tenido que emplearse en variedad de oficios y menesteres extraordinarios. Pero lo que más me aturde y desangra -mi fiel criado Chuti- es su inapelable ceguera- el observar, como invitado de piedra, que estos hijos, fruto del amor y la dicha entrambos, alcanzando con creces la edad de merecer oficio y beneficio que aún no tienen, se sirven de ella, viviendo a sus expensas como auténticos señores consentidos, mientras me espeta a la cara los desperdicios de su avinagrado ánimo y cansancio existencial. No apure más vuesa merced,- coligió, visiblemente emocionado, Chuti -; vayamos a la hostería del Laurel, como aquella noche de ánimas, para ahogar nuestras penas en vino, que es inutil luchar contra el amor de madre; amor que hace a los mismos hombres que lo reciben como hijos, unos auténticos desgraciados cuando se convierten en padres. Amor que en las generaciones venideras, será condenado por las mismas mujeres que aún no conocen los dolores del parto, como “machismo”.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

OH-BAMA

Pintor si pintas con amor...¿porqué desprecias su color?...Ya lo cantaba la voz cálida como el chocolate con leche, de Antonio Machín y lo profetizaban las superproducciones hooliwoodescas, en las que siempre aparecía un hombre de color como virtual Presidente de los Estados más poderosos del mundo. Pintor de santos y alcobas, si tienes alma en el cuerpo, siempre que pintas iglesias, pintas angelitos bellos, pero nunca te acordaste de pintar un angel negro. Un ángel negro, o mejor un mulato apuesto con cara de ángel, que no sé si va a cambiar el curso de la historia, pero sí hará historia con este cambio de raza en un país que tanto ha practicado el racismo y la esclavitud. Obama es el sueño de Martín Luter, ese sueño americano, pregonado en singular discurso debajo del obelisco, en la gran avenida del estado del derecho. Es el sueño que despertó pesadillas de crímenes y magnicidios; el sueño de las Mamás grandes, de las descomunales hembras que a la sombra de los impolutos porches de Atlanta, cantaron la nana triste a los negritos buenos. El viejo mississipi ensaya un salmo al besar la orilla de aquella cabaña, saluda al tío Tom, cuya sonrisa abierta de oreja a oreja, reluce entre la flama del ocaso. Los trotamundos de Harlem no paran de hacer mates de alegría entre las rejas de las canchas. Obama eh, cantan los coros polifónicos radiantes de júbilo con sus túnicas de función principal en todas las iglesias evangélicas y un estéreo de lujo hace retumbar al mundo. Adivina, quien viene esta noche...en el calor de la noche grande Americana, donde los globos rojos y azules festonean el cielo. No es Sidney Pottier, tampoco Martín de Porres ó fray escoba: Eres tu, Ohbama y yo te conmino: ¿Eres tú, hermano, el que vá a hablar en nombre de todos los negros buenos? ¿Eres tú Ohbama, con hache intercalada, el que soñaba el reverendo Martín Luter, para redimir a mi pueblo de la falsa moral que le precede?Oh... si nisiquiera tienes el color desgarrado que sonaba en la trompeta de Louis, como llanto lastimero de un mundo maravilloso. Si hay que hacer un esfuerzo para reconocer tansiquiera que eres mulato. Pareces mas bien adaliz de los triunfadores de esa NBA americana, donde los negros se hacen pijos, caprichosos y antojadizos. Yo te conmino Oh-bama, desde el país donde todos nos miramos: ¿Eres tú el elegido para cambiar la historia? O eres simplemente un espejismo del sueño de aquel pintor que pintaba con amor.

lunes, 3 de noviembre de 2008

EL LLAMADOR





Ha sonado “el llamador”, un aldabonazo que retumba en mi pecho despertando una nueva ilusión. Arropado en la cama al filo de la gélida noche invernal. Acarician mis oídos las voces amigas de: Fran, Charo y los antonios, crujidos del baúl de la memoria entreabierta en el oscuro desván de la noche. Dulce olor conocido de lo nuevo por conocer, primavera que pasa de puntillas para no despertar los albores de la sospecha, que ya ensaya sobre los pies por las calles solitarias. El alma a solas se deja llevar por la voz inseparable, para escudriñar los pasillos callados de la vieja sacristía, subir al sacrosanto camarín de la intimidad y admirar lo que unos pocos privilegiados presentan ante los ojos atentos de la imaginación. El sueño se hizo música en las notas de fondo de Margot, las esencias de la cocina casera destaparon el sentimiento, crujieron las rosquillas del sabor, como crujen las trabajadoras frías en los almacenes dormidos. Un pregón imposible nombró a usanza de anónimos diputados, nuestras soñadas papeletas de sitio, repartiendo “ciriazos y sahumerios” para sacar a las ondas la ansiada cofradía de la cuenta atrás. Ha sonado “el llamador”, tres golpes secos en la hora nona de la cuesta de Enero, que estremece  los naranjos en fruto. Aun no huelen las brumas de incienso, pero ya esboza un aroma callado, el eco de las voces amigas. El día menos pensado, cuando el gozo que está por llegar nos haga olvidarnos de pensar en él y nos despierte el llamador convertido en realidad en la voz de Antonio, mandando “tranquilos”, nos despertaremos con las mejores galas y en la amena compañía inseparable de esos “pinganillos”, que desde el barrio León, hasta el Cerro, nos llaman arrebato de anhelados encuentros. Por la nueva calle del Cristo de las Cinco Llagas, irá sonando el llamador, para que las andas se paren frente al imponente altar de Cultos, en la penumbra azulada del prisma encendido, a la luz de la cera, el pregonero alza su voz y llama: ¡cuando quieras...estamos puestos!

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