lunes, 24 de agosto de 2009

PROHIBIDO BESAR


Nos pueden prohibir besar, es justo y necesario por razones de riesgo para la salud pública, cuando el virus se convierte en pandemia y circula por todos los países cruzando fronteras con nombre de gripe A. Nos pueden prohibir besar, o lo que es lo mismo, dicho al sevillano modo, evitar el contacto con la piel, la mejilla, la boca, los pies y las manos de nuestros seres queridos. Otra cosa bien distinta es vencer la tentación o subumbir ante ella, cuando tienes al ser querido expuesto a la veneración y te prohíben tocarlo o besarlo por causa de un maldito contagio. ¿Pueden los enamorados, resistirse a fundir en un abrazo lo mucho que sienten, por más que el Amor convalezca crucificado abierto en cinco llagas por la vida?. El Amor no es capaz de ponerse mascarilla sino es para salvar la vida operando a corazón abierto. Ni se lava las manos continuamente sino es para ayudar a dar a luz. El amor no es cautivo ni aunque tenga las manos atadas; redime con la sangre que derrama y si de algo contagia es lo más parecido a la felicidad. Cantan las sirenas contagios y epidemias, saltan las alarmas sociales. Los días se pintan nublados sobre un lienzo cuyas medidas no nos corresponden: El más vale prevenir están muy bien para lo que tenga cura, pero con el Amor, no ha podido ninguna pandemia. ¿Existe fuerza moral o poder humano, para impedir que los hijos se acerquen a sus padres, ni que las madres besen a sus hijos, o que éstos eviten la bendición de un patio de recreo, donde reina el futuro y la esperanza de un mundo mejor, no menos tierno por más amenazado ni contagioso?. Respeto,;mucho respeto a los medios de prevención y riegos que se asuman, pero nunca temor, y menos a un contagio que si se evita por un lado, surge por otro. ¿Quién puede ponerle puertas al campo?. Recurramos a la historia, nunca la histeria colectiva produjo más que miedo y destrucción. Puede que nos prohíban besar, pero esta ciudad que tanto sabe de avenidas, pandemias y peste, lleva haciéndolo siglos y siglos, sobre las carnes benditas del mismo Señor que constituye todo el poder y la gloria, hasta hacer que la madera se transforme en espiral de besos que proclaman bendito el talón por todas las generaciones. Besa en Paz, Sevilla, tu fe te ha salvado.

lunes, 17 de agosto de 2009

María de "toa" la vida

De toda la vida de Dios, María es la que te encuentras por las mañanas en el ascensor, con su sonrisa ancha de buenos días, derrochando afecto y simpatía, te recordó a tu madre, te preguntó por tu mujer, se preocupó por la salud de tus niños e hizo las pertinentes comparaciones con sus nietos; Ella sabe lo que es pasar una mala noche de llantina, calor o duermevela de dolores, antes de que el ascensor tome tierra, ya te habrá consolado con sus mejores deseos. La sabiduría que proporcionan los años, supera a la adquirida académicamente. María de toda la vida, fundó el barrio donde ahora vives, como vive también en todos los barrios cuyos fundadores, procedían de las clases humildes que vivieron en casas de vecinos y corrales con más clase de Sevilla, por eso nos dan clase –todas las mañanas- clase de educación y modales que trasciende a la multicultura que sólo sabe mirar por uno mismo y a los demás por encima de su hombro. María de la vida y milagros, la que nació en la infame posguerra, la que oyó hablar de hambruna a sus padres y conoció el lujo de un papelón de pescaito frito en “Baturrones” compartiendo jarra de cerveza con sus hermanos, la que llegó virgen al matrimonio, no porque ella quisiera, sino por respeto a los tiempos que se vivian reflejados en las caras de sus progenitores. María la bien casada, tuvo luna de miel prolongada en el tiempo, y buscando varón, tres hijas reinando en la corte de su fiel marido enamorado. Vecina intemporal del pimiento y del tomate, de la sal, del aceite y del vinagre, que regala y no fía y si fía perdona pero no olvida nunca una cara. Siempre dispuesta y emperifollada pasea orgullosa por las calles del barrio sus sesenta primaveras a la moda de tallas especiales, venciendo sus dolores con la cabeza alta, a cada paso de su torpe andar, agasajada por el saludo que nadie el niega. Alegría de la huerta, señora del los chismes en la cola de frutas y verduras; honor del carnicero, que cuando la vé entrarar –caja asegura- . María más que amiga de sus hijas, más que madre en activo y protectora, que no escatima carro en “Mercadona” en su justo reparto equitativo; delicia de los nietos, capricho de juguetes, y marca en el vestido a la hora de pagar, “manolita primera”, su bolso es un trinar de niños a la rueda que buscan el placer de las bolas con sorpresa. De toda la vida de Dios, esta María universal, tan nuestra, por todos admirada en el barrio, que lo mismo te cose que remedia el dolor de cabeza pejiguero, pues su bolso es auxilio y es reguero de pastilla de todos los colores: contra la depresión y el mal del sueño, la artritis, artrosis, tensión, la médula espinal y las calores, la diabetes, el ardor y el sobrepeso, de la circulación y los picores.

martes, 11 de agosto de 2009

salió sin ser notada...





En Sevilla, la Puerta de Carmona
 y en Carmona la Puerta de Sevilla,
 salir o entrar sin ser notada,
 la devoción cruza la Vega,
 en la noche del Agosto clara…
Desde Alcalá ya ha emprendido
 el águila su vuelo,
 cálido olor a hogaza
recién salida del horno
 hace el camino
 buscando la torre blanca,
 salió sin ser notada…
De la campiña
 bajo luna menguada,
 rosario de consolación de Utrera,
 vienen cantando letanías laureadas
 con rumbo a tu sonrisa mañanera,
 salió sin ser notada…
De los alcores huellas sin paradas,
 de los visos del aljarafe entero
 vienen pisando el camino de romero,
 peregrinos de palma y del condado,
rezando bajo el estrellado cielo
 sin vara y sin callado.
Todo el camino, Reina es un reguero
 que a encontrarse contigo se dispone,
 la ruta de la plata
y el litoral en todos sus rincones,
 vuelve como las olas
 cuando rompen en la orilla del mar de tus amores.
 Salió sin ser notada,
 en la noche del Quince augusta y clara,
 la devoción que para el pulso y los relojes.

martes, 4 de agosto de 2009

¡SOCORRO!... nos vamos de vacaciones

Deseabas un hijo y los tuviste por amor, después de someterte a multitud de pruebas y avanzadas técnicas de fecundación artificial, que a la postre no te hicieron falta, porque llegó por el procedimiento habitual, cuando menos lo pensabais. El niño, ya sabes, entre abuelos, tías, tíos, cuñados y tatas, era el muñeco mas lindo del mundo con el que todos jugaban, hasta que empezó a llorar y se escuchó asimismo, prolongando las tomas habituales de la noche y tú dijiste: ay, ni niño tiene gases…y tu madre y tu suegra te dijeron; eso va a ser que se queda con hambre…y la abuela apostillo: a mi niño le duelen los oídos y hasta que no se le caiga el cordón umbilical…y empezaron las noches en blanco y en vela; las noches de ayuno y abstinencia marital, porque el niño se desvelaba con el ruido de una mosca; las noches de turno de guardia levantándose para calentar el biberón. Aprovechando la coyuntura de que tu mujer estaba disfrutando de su bebé, así como del permiso posparto, comenzaste a sentirte más a gusto en tu trabajo, preferías resolver problemas y escuchar las quejas puntuales de tu jefe, que el llantito impertinente y prolongado del niño, que se te metía en la cabeza, como el tic-tac de un reloj. Por más mentalizado a ser padre, que te creías, observaste como el niño, tu niño divino y precioso, iba restando cada día espacio a tus lugares sagrados: el ordenador, la música, las pelis que te marcabas, abrazadito a tu “churri” en el sofá y en la cama. Menos mal que los abuelos, sobre todos, preferías a tus padres, te lo ponían fácil, algunos fines de semana, en los que te permitían disfrutar con tu mujer de los placeres en pareja…pero no era lo mismo, tu mujer no tenía los mismos reflejos que antes, las mismas iniciativas ni sorpresas, se quedaba, absorta, pensativa…su instinto de madre, la apartaba de ti –pensaba en su bebé a todas horas- incluso se sentía culpable de dejarlo en otras manos y esto no le permitía concentrarse en vuestras fantasías sexuales. El primer año, pasó como una exhalación –te pareció mentira ver a tu hijo andando- qué peligro, qué hiperactividad, lo quería todo, lo cogía todo, seguía llorando por todo: tu sitio en la cama, el beso de tu mujer, la paradita en el bar con tus amigos…todo un espectáculo que te hacía maldecir a la “supernani” y la madre que la parió. Tu mujer, sin embargo estaba deseando de coger las vacaciones para irse una semanita a descansar los tres: ¿a descansar? …¿realmente tu crees, que vamos a descansar, con el enano este?...¡Socorro!, piénsatelo bien –amore- no es sólo por los 1.000 euros que nos cuesta de nuestra maltrecha economía, pasar la ITV al vehículo, cambiarle los neumáticos y cargar el maletero con la sillita, la descomunal bolsa de los pañales, los cuarenta biberones, las 50 boquillas, el agua mineral, las latas de “nativa”, el neceser del nenuco, las cremas y los tropecientos conjuntitos con sus respectivos zapatos y calcetines…¿no vés, ya has despertado al niño con tus voces?...ahora te toca a ti cogerlo:….¡niña, que este niño apesta a perros muertos!!...pues ya sabes, ahora te toca cambiarlo a ti…

martes, 28 de julio de 2009

el Amor, siempre estuvo ahí...

Estaba dormido, aletargado, maltratado por la vida, envenenado por los años, enmohecido por el tiempo, viciado por la incertidumbre del trabajo y la inestabilidad del ocio. Era como un jardín abandonado, donde creció la mala yerba y las lianas de los arbustos a su antojo, trataban de que no brotara cualquier indicio de floración. Intentábamos buscarlo por cualquier sitio y ningún sitio era bueno; le exigíamos el máximo, cada uno a lo suyo, por separado.
Nos atrevíamos a hablar de perfección barajando nuestras propias imperfecciones, cantábamos verdades a precio de saldo, confundidos por el rugir del mundo y el engaño de las falsas apariencias. Creíamos que la risa de los otros, era el sonido de la felicidad y que ésta había que celebrarla por la calle, no porque la sintiéramos, sino para sentirnos menos desgraciados. Creimos tantas cosas, que terminamos renegando de nuestra mutua fé, para consagrarnos al egoísmo..o nó, quizás fuera por exceso de su propia generosidad , lo cierto es que el Amor, siempre estaba allí, donde nos encontrábamos, transfigurado por la soledad en compañía, confundido por las dudas y el remordimiento, cubierto por la neblina de un sentimiento de culpabilidad tan absurdo como inconsciente.
No hizo falta más que alejarnos del bosque, quemar nuestras naves y sentarnos tranquilamente a la orilla y entonces lo vimos claramente, en todo su esplendor: El Amor estaba ahí, espectacular e impresionante, como un castillo de fuegos artificiales, causando dolor desde su propia autenticidad, como la lluvia ácida que se evapora en el aire; hecho riada de lágrimas que anuda el corazón y redime el alma; cometiendo sus antojadizas locuras, como las fantásticas palmeras que suben a las alturas, para abrir en el cielo sus pintorescas colas de pavo real y así lo contemplamos por fuera para vernos a nosotros mismos por dentro, sintiendo el Amor como la primera vez que nos quisimos para querernos siempre. Y corrimos a su encuentro, sin perder ni un segundo del tiempo que perdimos y no nos hizo falta entretenernos en reproches, ni vanas discusiones, bastó el brillo de una mirada cómplice, el tacto de una antigua caricia y el conjuro milagroso de un: Te quiero a la orilla del río y Sevilla puso el resto de la magia, porque el Amor, siempre estuvo ahí, justo al lado de nosotros.

jueves, 23 de julio de 2009

¿Donde está la Abuela?



(a mi tio Curro, que cogió una vez, la bandera de la "cucaña")
¿Dónde está la abuela?...la Abuela, ¡no tiene arte la Abuela! De Triana tenía que ser para permitirse el lujo de no presidir su novena. Claro, como tiene a su hija que se llama Esperanza y la Esperanza –ya se sabe- también está en obras y se ha ido unos meses a vivir con su Madre a la catedral de los trianeros…Hombre, pero es que tiene guasa, que en los días “señalaitos” la Abuela no esté presente…¿Quién ha dicho que no esté presente?, vd., no conoce muy bien quien es esa Abuela, ni mucho menos, Triana. ¿Vd., se ha asomado por la Real parroquia, ha mirado bien entre los bancos abarrotados y las sillas accesorias, ha notado el calor asfixiante –sí ese calor bochornoso y sublime, que se ríe de las alturas de los ábsides-, ha exhalado el aroma del incienso y transpirado el rocío vespertino de los nardos; ha reparado en el verdor efímero de las macetas de albahaca; ha respirado el aire entrecortado por un millar de abanicos…y no ha visto a la Abuela?...De verdad, que vd., tendrá buena vista, pero permítame que le diga, que no ha aprendido a mirar. La abuela, es Triana pura, la del pelo recogido y la moña de jazmines, esa que suspira con un nudo en la garganta y los ojos envidriados mientra sofoca las calores golpeando el pecho con su abanico. Mire, ayer tarde la ví, sentada en su mecedora en los venticinco metros cuadrados mejor despachados de la calle Alfarería, Procurador o Vázquez de Leca –qué mas dá- si es la Abuela inmemorial del alma de Triana, la que no ha perdido su sonrisa atrapada en un solitario diente, olorosa a agua de la banda; siempre pensando en sus hijos y nietos, con ayes alfareros que modelan los moldes del recuerdo en el torno de su boca: “Ay, mi Cachorro bendito, que lejos lo tengo de casa..menos mal que me lo cuida como nadie, mi señorita de Triana”…”Ay, mi jorobaito, que poco viene a verme, me parte el alma cuando lo veo con esa cruz tan pesada cruzando el puente…”. Mire, bien –hombre de Dios, mire Vd., bien; desde el altozano hasta el León que puso nombre a un pueblecito echo barrio en la avenida de Coria; desde el paseo de María de la 0, hasta la orilla en los márgenes de Betis. Oriéntese por una Estrella que alumbra y deslumbra todo el cielo de Triana y encontrará a la Abuela en persona comprando avellanas verdes, paseándose por el río, para ver su puente reflejado en el espejo del agua. Que importa si no vé su imagen presidiendo un altar que tampoco está en su sitio, deje vd., el patrimonio material en manos de los expertos y a la Abuela en su sitio, el que le corresponde y del que no se ha movido ni se moverá jamás. ¿Qué donde está la Abuela?...¡no tiene arte la Abuela ni ná!

miércoles, 22 de julio de 2009

PALABRA DE AMOR, (a María Magdalena)


Tenía mucho miedo. Sabía que llegaría el día de huir de los hombres con los que había intimado, conocía demasiado de ellos: sus lascivos hedores, la intensión de sus gestos, hasta las pulsaciones de su promiscuidad. Corría desesperada por la calle de la amargura, el calor del mediodía ensopaba su frente y fijaba las mechas de su alborotada melena en su rostro jadeante. Los mismos que gozaron el hosanna de su apetitoso cuerpo, ahora clamaban venganza de lapidación, blandiendo en sus sedientas manos guijarros de fanatismo de la vieja muralla de Jericó. Las mismas piedras que la cercaron dejándola sin salida atrapada en el muro de las lamentaciones. Allí, se desplomó, creyendo que su hora era llegada y besó tierra santa con sus labios ásperos de ocre, mientras apretaba en sus manos temblorosas los granos del último tiempo contado en segundos de arcilla y arena. Entre las tinieblas del contraluz del sol filtrado por las matas de su espeso pelo, adivinó la luz en manos de la luz que sabe poner en el momento justo, tierra de por medio. Y escuchó al amor de su vida hecho palabra de Amor enfrentada a la insoportable vanidad de los hombres: El que esté libre de culpas, lance la primera piedra”…El silencio otorgó su magistral sentencia, huyó el miedo como se deslizó la seda polvorienta del cabello por su faz iluminada. Cayeron las piedras de todas las manos a los pies de cuantos atónitos escucharon aquella luz hecha palabra: “Vete mujer, tus culpas te son perdonadas”. María quedó turbada desde entonces, había visto al Amor y se sintió por aquel Amor obligada a sabiendas que a ese tipo de Amor ni con todo el Amor del mundo se paga, sencillamente por que su Amor no era de este mundo. María su consagró al Amor en cuerpo y alma, le entregó la flor de castidad de su silencio íntimo, fue todo oído de alabanza , se convirtió en humilde sombra y se abrió un hueco donde nadie advertía su presencia más que El , que una noche la tomó por ejemplo, perdida en el deleite de ungir los pies sagrados del maestro con perfumado aloe cubierto por el manto sedoso de su pelo: Mientras vosotros bostezais en el cenáculo sin apenas entender el significado de mis parábolas, esta mujer alivia mi cansancio con unción. La mujer que era capaz de traducir hasta los más recónditos pensamientos del hombre, no intercambió una sóla palabra con Jesús, porque sabía que el Amor no tenía más que un verbo, Amar en su nombre.

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