miércoles, 14 de diciembre de 2011

a Belén llegar


El iba buscando el portal donde todos tenemos depositados los recuerdos de una tierna infancia que se endureció con la vida y el paso del tiempo, el calor de la paja, el candor de la mula y un buey, el amor de unos padre, la sonrisa única de un niño y la noche de Paz por excelencia que hace posible el milagro de un alto el fuego. De repente, aunque no dieran crédito sus ojos, se encontró en un valle que parecía cubierto por la nieve, contrariamente su cuerpo desnudo, cubierto por una leve sábana, no sentía frío. El cielo era un tablero ajedrezado donde la luz diáfana se abría fluorescente, entre pequeñas ranuras de aluminio. Se sentía relajado y en calma, pero su respiración era lenta y pesada. En su mente no dejaba de sonar aquel villancico que aprendió de pequeño, pero su cuerpo no le respondía. Le pareció escuchar el sonido inquietante de su móvil, hizo un vano intento por contestar pero sus miembros no le respondían. Fue entonces cuando adivinó entre la nebulosa de los sedantes,  que había rostros a su alrededor, rostros íntimos y familiares que le saludaban con una sonrisa; una sonrisa que no ocultaba un gesto grave de consternación. Pensó en la blanca navidad de los cuentos, se sintió niño asomado al escaparate de los sueños, jugando a ser médico, incluso llegó a confundir la bata blanca de la enfermera con el disfraz de aquella amiga rubita,  la más bella y radiante del patio. La película de sus años de edad, pasó como una exhalación por la pantalla del encefalograma plano, al principio surgieron en forma de espasmos sus preocupaciones: la tienda, el estado de las cuentas bancarias, los pedidos, las facturas, los últimos problemas que quedaron sin solución atrapados en el subsconciente, pero pronto alcanzó una calma procedente de otra clase de dolor más íntimo y noble, más reconfortante y lleno de piedad. Todo recobraba su verdadero significado y las cosas se iban ordenando en su mente obedeciendo a otros principios y valores olvidados. La prisa por llegar a este Belén obligado que nos impone el estrés, desapareció de su cerúleo rostro, ante la angustia y el desconsuelo de sus padres y hermanos. El hilo de su respiración asistida, se fue perdiendo, mientras él se encontraba aquella noche bajo el auténtico portal de la Paz, solo sentía un leve forcejeo que le llegaba vagamente de fuera, voces lejanas que se perdían en la nebulosa de la radiante visión que estaba experimentando en su estado de coma: ¿esto era todo...¡tan sencillo, tan simple!?, se preguntaba en el sueño imposible por consolar a sus familiares, aunque no necesitaba responder ya a ninguna cuestión, porque la cuestión estaba allí, ante sus ojos cerrados: Se trataba de la sonrisa de un niño recién nacido, capaz de cambiar la inquietud y el deseo de autodestrucción del hombre. De ahí que todos los que alcanzaran contemplar la luz de ese rostro, quedaran por siempre adorándola en el Belén que volvemos a poner en nuestro hogar cada año.



miércoles, 30 de noviembre de 2011

CARTA A DICIEMBRE III Edición


Se me agolpan las sensaciones al recibirte, se mezclan con los tópicos de este desenfrenado reclamo publicitario que te precede, cada año con mayor antelación, pero por encima de todo te estaba esperando con los brazos abiertos y nunca mejor dicho, como los tiene el Amor. Me ha alegrado siempre tu llegada –desde que tengo uso de razón, aunque la razón no la use más que para ilusionarme con el sonido de campanilleros y luces que traes de fondo. Banda sonora de nuestra vida que resuena en los pretiles del recuerdo con alegría. Es una alegría tan fuerte la que transmites –Diciembre- que a veces nos haces llorar de emoción y la confundimos con la tristeza, cuando no es más que el reflejo de los seres queridos que nos reunieron en familia estos días y que ahora nos faltan. Por el atrio de San Antonio Abad un aroma prematuro de azahar, corta el frío de la noche, desde lo alto de la espadaña, se despliegan los gallardetes de víspera, el aire sabe a coplas de Miguel Cid y D. Mateo Alemán se estremece en su lecho. Las cosas de Sevilla tienen mucho que ver y que contar de ti, venturoso Diciembre, hasta la Pontificia Roma, se inclinó ante el juramentado voto de tu octavo día, plaza celeste y blanca del triunfo ganada a espada si es preciso sopena de derramar la última gota de nuestra sangre. Sangre de mariana fe que se lava en las aguas esmeraldas de la Esperanza, mientras mira como beben los peces en el río. Sabes milagroso Diciembre, tu bien lo sabes, que en Sevilla –solo en Sevilla- hay Esperanza antes que vida o no hay vida sin Esperanza, que viene a ser lo mismo. Por eso la Señora, antes de dar a Luz al mejor de los nacidos, se nos muestra como torre de marfil, para que le besemos la mano, convirtiendo la humildad de Belen en casa de oro y arca de la bendita alianza desde la resolana a Pureza, pasando por Castilla, puerta Carmona o la Trinidad. Por lo menos, aunque solo fuera por una vez al año, los hombres nos sentimos más solidarios, aunque la caridad verdadera sea compartir lo que tenemos con los demás, también sirve el deseo de disfrutar esta abundancia efímera en la que nadamos, envueltos en oropeles y celofán; también sirve –querido Diciembre- el resplandor de esta Navidad que hace que veamos con mayor nitidez, la diferencia abismal que separa la riqueza de la pobreza y nos sintamos obligados a parar el fuego de las armas; pactar treguas con la violencia de todo tipo; compartir mesa, confites y cava con los más desfavorecidos y llevar a cualquier rincón del mundo la Paz de esa Estrella de oriente que nos anuncia el nacimiento de Jesús del Gran Poder. Ya sólo por eso, eres bendito –prodigioso Diciembre- Y no tengo más remedio que abrazarte lleno de regocijo, desempolvando el pellejo de mi vieja pandereta, mientras acaricio las figuras de mi Belén entrañable. Tuyo afectísimo. Ojival.


http://fotoblognaturaldesevilla.blogspot.com/2010/12/madre-y-maestra.html

viernes, 25 de noviembre de 2011

Al fondo a la derecha

Nadie te enseñó lo que sabes, no intentes aprender más que de tus propios sentimientos. Llegará un día en que te verás solo, deambulando por el patio del colegio: tu infancia son recuerdos, cantinelas de viejas lecciones "que estudian monotonía". Al pié de la letra, aprendiste, que España limita al norte con el Mar cantábrico, pero la memoria "siempre escoje el camino más corto para herirte" y ahora sólo te distrae el crepitar de los pardos gorriones picoteando el pavimento de los recuerdos. Nadie te enseñó aquel cielo que tu solo descubriste; el color y la magia de la luz descompuesta en el dintel del clarioscuro; tradiciones que van de padres a hijos, pero que no tienen porqué ser madres y maestras, cuando los sentimientos se contrarian como los amores imposibles. Nadie te enseñó más allá de sus propias ilusiones; intenciones que trataban de hacerte creer un mundo distorcionado por la realidad: "estudia para hacerte un hombre de provecho". Como si se pudiera aprovechar los estudios, para forjar el hombre que no eres. "Arrepiéntete y cree; confiesa, vé a misa los domingos, comulga con la rueda de molino de una religión impuesta por el miedo: ¿soportarás eternamente las llamas del infierno?...¿Existe mayor delito que someter a un niño a semejante vejación y tropelía?. Sin embargo tus sentimientos eran capaces de extraer la belleza entre las llamas; de elevar el dolor, el martirio y la masacre, a las bellas artes; de compadecerse del miedo y enmarcarlo en un museo. Tu tenías la úlcera ya formada en el estómago -sensibilidad- eras demasiado previsible; las ideas muy claras: "el mundo es ancho y difuso", sabian donde pegar, para que te doliera -demasiado predecible- tu vida es una semana. Que nadie intente dar lecciones a los que nunca aprenderemos, ¿qué sería entonces de los que tanto se creen que saben?...¿que sería de nosotr@s, vosotr@s y ell@s?

martes, 15 de noviembre de 2011

No hay bulla sin eruditos, ni procesion sin Domingos


El “cariacontecido” llegaba a las puertas del templo, media hora antes de la salida. Estreñía la nariz para acomodarse sus gafas y miraba enderedor buscando su víctima. La primera víctima era indefectiblemente un “guiri” -de esos que pasean por la Sevilla inmortal, prevenidos que a cualquier hora de la tarde; todos los día de la semana; los trescientos sesenta y cinco del año- serían testigos presenciales de un espectáculo audio-visual, procesionando por las calles. El “cariacontecido” actúa de inmediato e invita al “guiri” a compartir su sitio de privilegio; el “guiri”, no para de hacer fotos con su cámara digital; fotos a los músicos que afinan los instrumentos; foto a la espadaña, la torre, las campanas, los retablos cerámicos. Poco a poco el público comienza a abarrotar la plaza; se acerca la banda de la cruz parroquial haciendo el pasacalle y el “guiri”, no sabe donde apuntar el objetivo entre la algarabía y el desfile marcial. El “cariacontecido” no puede contener más la emoción y comienza a impartir las clases elementales de iniciación cofrade al “guiri”: "-Esto es como en semana santa, -afirma el erudito-, pero sin nazarenos y la Virgen es de Gloria; así se les denomina porque llevan en sus brazos al niño Jesús, que todavía es muy chiquetito para cargar la cruz...además se distinguen de las de semana santa, porque estas vírgenes no llevan palio-" El “guiri” lo mira atento y perplejo a un mismo tiempo, balbuceando: “Oh my Good..ok..thank...very pretty..interesting”, asintiendo amablemente, sin dejar de tirar fotos -,  fotos a los acólitos revestidos de alba; foto a los hombres trajeados y muy estirados, que portan cirios; foto a las señoras encorvadas, o en sillas de rueda, luciendo sus impecables peinados de peluquera para la ocasión; foto a los niños repeinaditos con sus “rebequitas azul marino-quinta angustia- y sus pantalones grises hasta la rodilla; fotos -oh my Good- a las exuberantes niñas del grupo joven con minifaldas generosas y piernas interminables-; fotos a los 4000 fotógrafos y pseudoaficionados a la máquina reflex, que se apuestan ya a las puertas del templo, entre los nimbos de incienso que anuncian la llegada de los ciriales. El “cariacontenido”, presenta solemnemente la salida inminente de la Virgen, subiendo el tono de la voz, el “guiri” se disloca ansiosamente, no quiere molestar y el “cariacontecido” le señala que no hay molestias que valgan, lo invita a entremezclarse en la “bulla”, lo sitúa delante de los acólitos, lo más próximo al paso. El “guiri” comienza a experimentar los agobios del no iniciado; se asfixia con el incienso, recibe los primeros codazos, se atropella contra las varas de presidencia, pero no deja de tirar fotos y más fotos a instancia, animación y éxtasis con que le arenga el "cariacontecido", mientras suplica amablemente a la concurrencia:  "and sorry-and sorry-and sorry. Súbitamente -el "guiri"- se amedrenta con la voz de los transmisores procesionales que vienen abriendo paso: "¡Señores hay que dejar trabajar al capataz, caminen hacia delante, no se paren..por favor!”...el “cariacontecido” -en esos momentos de tensión- ase del brazo al “guiri” y lo aleja de la bulla de delante del paso, con el argumento de ampliar el ángulo de visión de la salida de la Virgen: “póngase vd. aquí -caballero- y mire como parece que va a dar la ráfaga en el dintel...vamos que no cabe..¿lo está vd. viendo... ¿vé como parece imposible que traspase la ráfaga esa puerta? -oh-yes-mygood-my mather-your father-It´s impossible-wonderfull- responde el “guiri”, embargado por la expectación. ¡pues ahí la tiene-Mr. Como por obra de magia y puro milagro -toma, ya está afuera!, -sentencia el “cariacontecido”, transido de emoción- y cuando ambos estaban a punto de abrazarse como los jugadores de un equipo cuando marcan un gol: suena el himno nacional y el “guiri” se desarbola como un poseso, expresando su conmoción en los siguientes términos: “oh my good...Spanish champión cup futbool-world”...¡que vá Mr. Si esto se lo tocan aquí a la salida de todas las imágenes! -replica el “cariacontedido”-. Seguidamente el bombo y platillo de la banda, apunta nueva Marcha, que para más señas no es otra que “Callejuela de la O”, pregonada por el “carajote” de turno que en todas las procesiones la canta en voz alta con el agravante de silbar -a continuación las primeras notas. Llegado a este punto el “guiri” asocia la melodía con un pasodoble español (no va mal encaminado el hombre) y hasta mira a su alrededor por si alguna buena moza le concede el honor de este baile. El “cariacontecido” aprovecha el momento para incorporarse al “cangrejeo” que precede a toda procesión de gloria que se precie, donde se encuentran los habituales, para contemplar entre elogios a la Reina y extasiarse con los gritos apagados de los “moñas” sin jazmines; las mocitas bronceadas por los rayos uvas, los alopécicos con el “lancoste” tendido en los hombros y toda la tribu de pijos, artistas y estetas que forman parte del folklore con el mayor de los respetos y devoción, que estalla en delirios con la "apoteosis petalae". En un momento dado, quizás una parada del paso, el “cariacontecido” se encuentra de nuevo con su “guiri” y es entonces cuando lo cita para el domingo que viene en la plaza de -que más dá- para ver a la Virgen del “queda menos”, que esa sí que merece la pena no perdérsela, porque no vea vd. Mr. Lo bonita que es la imagen y el pedazo de paso que lleva...

domingo, 13 de noviembre de 2011

AMPARANOS, SEÑORA...





Tu Amparo no necesita, luz

en penumbra del templo.

Tu amparo la lleva dentro

del corazón al que alumbra.

Amparo Hermoso, deslumbra

en puro Amor al sereno

resplandor donde miremos

irradia tu faz; Ternura.

Amparo solemne en brumas

de incienso que por las naves

entre mecidas de cuna

va avanzando hasta la calle.

Tu Amparo, Reina, suave

entreverado en las rosas

que oscilan en los fanales

tímidamente y deshojan

perfume de paladares

cuando a la tarde te asomas.

¡cuanto Amparo se enamora

de la majestad poniente!

¡cuantos soles para verte,

vuelven su otoño dorado!

¡Que atardecer ha sembrado

de matices inauditos

los rayos más infinitos

para morir a tu Amparo!

¡Que azul del ocaso ufano

en los cielos de Sevilla

tejen la azul maravilla

del dosel que te han prestado!

Viene y se queda tu Amparo,

Pasas y el Amparo brilla

el corazón amparado

se queda en tu canastilla

y los ojos extasiados

clavados en tus mejillas.



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