martes, 1 de abril de 2014

TIEMPO DE VÍSPERAS 2014

Te encontré mucho antes de buscarte; entonces yo era infante de marina comulgado por primera vez y me dolían los zapatos nuevos. Descubrí tu cielo del color azul-rosa, jirones de una tarde que se disolvía al vuelo de los vencejos, degustando el sabor de una onza de chocolate. La luz tenía el sentido que ahora luce en el marco dorado del recuerdo; la antigua incertidumbre que renace para que yo me vista con su traje nuevo cada año. Buscaba las palabras para juntar el verso de tus vísperas; escritas las leía en el vaciado fulgor del horizonte al caer la tarde. Siempre igual no es lo mismo, en esto la luz tiene un secreto inconfesable para los que saben mirar con la virtud de ver; para los que distinguen que ver, no consiste en mirar sino en abrir los ojos incluso cerrando los párpados. Siempre igual, no es lo mismo, el sueño se hace realidad cuando la realidad cuenta los días que faltan para vivir el sueño. Así como ayer, vuelve a ser la misma luz de siempre, la que habita en los cielos que nunca olvidamos; la del eterno momento suspendido en el aire; la del perfil suave recortando la azul espadaña; la asomada al pretil donde se orea la ropa tendida a la silueta radiante de la torre. ¿A qué esta ansiedad profana de que pasen los días cuanto antes, si son estas horas la certeza del tiempo que nos resta para el gozo…para qué tanta dicha apostada en la recta final del principio donde termina el sueño? Vivir es sin vivir de encontrarte en vísperas, cuando volvemos a ser infantes que despiertan los viejos olores del recuerdo; cuando percibimos que el incienso es la esencia del solemne Quinario y el Señor es la cima de un monte sembrado de cirios; cuando volvemos a ver que María se despoja del lujo de reina y se viste de humilde hebrea para mostrarnos lo dulce y cercana que queda su dolorosa Belleza. Y esa luz estuvo siempre allí, velada plenitud o efímera penumbra expuesta a la mirada de quienes la descubren y contemplan. Ahora, cuando empiezo a buscarte –de nuevo- te hallo besando tu libro de reglas, con la mano en el evangelio de tu función principal en vísperas: Palabra de luz, palabra de Dios.

miércoles, 26 de marzo de 2014

"entre cenizas" (Nazareno de escuela)

Habían fabricado un cielo a su altura y no daban con él, porque lo tenían delante. Era un cielo de atormentadas visiones, los que no lo veían los tomaban por locos. Salían a su encuentro cada mañana como auténticos penitentes tras luces y sombras. El primer trazo de un pájaro en el aire les distraía, la silueta de un cúmulo, los abrumados cirros transformados en jirones, grababan en sus mentes cabelleras de santos. Las manos de los hombres en el quehacer diario, serían futuras manos de atónitos sayones. El frunce de los ceños, la arista de unos labios el perfil indolente al final de una barra, darían forma a la inédita idea preconcebida. Sus pasos no sentían la tierra que pisaban, su amor no consentía amar a otra persona, su amor era invisible, de todos y de nadie, amor en puro trance, amor en celo. Se cubrían con el manto oscuro de la noche, lo bordaban de estrellas, de espinos y de cardos, recorrían los caminos de hojarasca, atisbando la perfección que nunca alcanzaban, perdidos en un campo de terciopelo y oro sembrado de tules. Entre las polvorientas tablas de sus talleres, los bustos inconclusos, los torsos decapitados y los mutilados brazos, ensayaban un juego en busca del cuerpo imposible. Sólo el aura de luz, lograba encender la expresión con su rayo. Bombo y perfiles soñando en el lienzo de la madera en bruto, virgen, sin templo ni cartelas; esquinas desnudas, esperando la ronda de los pasionistas ángeles o el hueco dispuesto para la pluma, el león, el toro y la serpiente que rodea el caiz de los cuatro evangelistas. Habían fabricado un cielo a su altura y brillaban en él sin miramientos. Divinos ignorados por el Dios extraído del cedro, aquel Dios que decían, hallábase en los nudos de la espiral del tiempo. El Dios en el que tantos encontraron salvación y consuelo sin pararse a pensar en las manos que a Imagen y semejanza lo concibieron. Cuando los palios lloren vaivén de plata añeja; cuando los cirios rebosen su luz de miel en candeleros, cuando los mantos recojan sus brillos de alta noche oscilando entre fulgidas llamas de guardabrisas, en un rincón perdido, el buril de un esteta dará un golpe en el yunque con el tas del recuerdo, temblor y latido del mismo corazón de la Semana  más natural de Sevilla.

viernes, 21 de marzo de 2014

16¨20

Habías mirado el reloj para frenar la arena del tiempo, eran las 16 y 20 de la tarde. Tarde de un siglo de oro que se enmarcaba bajo el medio punto del Paraninfo. La egregia Fama tocaba la trompeta del silencio reservado a la atención de los dioses. Dios sereno y bañado por la luz de miel que tanto alumbró los mantones de las viejas cigarreras. Dios dormido en la cruz donde la Buena Muerte, sueña con la vida eterna. Divino ignorado que hace llorar por dentro y exhalar por fuera suspiros de admiración. Eran las 16 y 20, exactamente la hora en que la perfección se hacía silueta recortada en el delirio azul de la Alcazaba y todo aquel que la miró, notó la unción de semejante dulzura. Entre la tiniebla de los cuatro hachones, la vida se preguntaba, aquello que diría el poeta: ¿esto de tu Cruz es muerte?...yo quiero morir contigo, pero la tarde perfumada de incienso, alargaba su sombra hacia el beso oferente de cales y balcones, buscando entre silencios el monte de un calvario. No lo había, no puede haber calvario ni calavera, donde el morao del lirio se hace espesa ladera para reposarte. Se paró el tiempo, miraste el reloj y era la misma hora – 1620 - la tarde del mismo siglo que se hizo eterna, desde que espera ver Tus ojos entreabiertos, despertar a la luz en cualquier momento del Martes Santo.

lunes, 17 de marzo de 2014

María de los Dolores

María no podía tirar de su alma; los Dolores habían llegado a tensar la elasticidad de sus brazos; el arco de sus vértebras se quebraba entre nervios y articulaciones destempladas y las manos sarmentosas, no alcanzaban a la corpulenta flacidez de las extremidades inferiores. ¡Que pena!, sollozaba ante la imagen de su Virgen, apenas puedo calzarme las medias. Menos mal que tus Dolores son mis penas y tus Penas mis dolores ¡Madre mía!, que guapa te veo...te miro y me siento, siempre joven, alegre, cariñosa, como esa mocita de barrio que iba a verte al oratorio de la fábrica, cuando nadie imaginaba la grandeza que alcanzarían tus Dolores. Entonces eran Dolores gloriosos en las postrimerías de temporada del cine de verano -Casablanca- y velá de las pobres guirnaldas de bombillas. La última cruz de mayo de los niños del Cerro, que vendiendo botellas y periódicos, contrataban una banda de música llamada de postín para presumir por la feligresía de incienso y cera y tomarle el pelo a los naranjos con moñas de jazmines en los roetes de las abuelas. Cuando no puedo más con mi cuerpo, me traes la Navidad a la mesa, para que los siente a todos en esa familia que dejó de verme, para que siempre los recordara como niños; mis niños hecho hombres, que hoy me traen a los niños que nunca dejaron de ser, para que disfrute de mis nietos. El frío de enero y los vaivenes de “febrerillo el loco”, lo paso como puedo, Intento descansar el Dolor en la cama, hasta que el dolor se duerme, pero en verdad soy yo la que yace soñando que el dolor desaparece, Por lo menos consigo que me deje en paz mientras rezo por los míos, el rosario interminable de alegrías y penas que dura la noche. Y así otro día, hasta que escucho los repiques de la campana de la Parroquia, Me pasa como en la mañana de septiembre al alba, tus Dolores salen a relucir, para apagar los míos; aún el cielo es de color cobalto, mi ocaso perdido en el paraíso de la naciente aurora. Mi nieto es el arcángel San Gabriel, que anuncia el “Dios te Salve” ¡Abuela...abuela!...vámanos que están repartiendo lo cirios y la luz se hace, porque levanto y corro, como Lázaro en busca de la Estrella de la mañana que se lleva todos mis Dolores. Tres Martes Santos, sin salir contigo, acompañando a mi niño nazareno; ni la lluvia inclemente de estos tres años, ha conseguido humedecer este cuerpo vencido por la edad y el trabajo. Mi único Dolor es el dolor del barrio desolado, abatido, huérfano sin su cofradía en la calle. No hay hueso, ni vértebra, ni nervio, ni articulación que pueda soportar los Dolores de tus vecinos, ni Desamparo ni Abandono más grande que el que siente, mi niño nazareno, cuando ingresamos todos en la infausta planta de observación que nos priva de hacer la Estación de penitencia. Este año, será... Mis Dolores estan ya guardados en el cajón de las medicinas, esperan tocar tu manto. Sé que te volverás, ¡Madre mía!, igual que se volvía tu hijo, a saber quien le había tocado entre la multitud, sonriéndome de nuevo dirás mi nombre: “Vete, hija mía, tu fe te ha salvado”.

jueves, 13 de marzo de 2014

Mal de muchos(años) Consejo de tontos.

Días entre cenizas...



¿Quien es más tonto, un Consejo de tontos o el que dá Consejo a los tontos?. Han tenido un año, para resolver los problemas de Seguridad inherentes a la -obsoleta y desfasada- Carrera Oficial y no han querido mojarse, y eso que llevamos tres Semanas Santas de lluvia intermitente. Han tenido un año, para tomar una decisión consensuada a cerca de los problemas del Martes Santo -cogido con alfileres- (¡ay! del día que se pierda la pinza) y de la intolerable situación de la Madrugá y ahora -como suele suceder, en cuaresma- lanzan un órdago, para frenar las lenguas de doble filo de la prensa morada y los gritos desairados del corral del cacareo (vulgo redes sociales). Como por lo visto, les sobra el dinero procedente de su negocio redondo (Alquiler de Sillas), no me extraña que estén por contratar inspectores del INE y/ EPA, para estudiar, la recolección, análisis e interpretación de datos de la muestra representativa o lo que es lo mismo, el conteo de los nazarenos que realmente pasan por la Campana (y se acabó), ya sea de uno en uno; dos en dos; tres en tres o en tropel. Yo que soy cortito y no contrasto datos, porque tengo la lengua larga de la libertad de expresión y la independencia que no paga a los “don nadies”...me pregunto -a lo tonto- “Y ¿no es más fácil controlar el tiempo que tarda en pasar un paso de misterio, como por ejemplo: del Santísimo Cristo de la Penas de la Hdad. De la Estrella, con relación a el tiempo que tarda -un suponer- el paso de misterio de Ntro. Padre Jesús de la Victoria, Hdad. De la Paz?...y así establecer las DIFERENCIAS del tiempo que emplean unos pasos y/o hermandades, con respecto a otros pasos de otras hermandades. Porque, efectivamente es lógico que una hermandad como la Estrella, con cerca de dos mil nazarenos, necesite para pasar más tiempo que otra hermandad con ochocientos o mil...pero ¿tarda en pasar, realmente el tiempo proporcionado, el paso de Cristo de la Estrella (con su izquierdo y coreografía acostumbrada por delante) que el paso de misterio de la hermandad del Porvenir?. ¿Es directamente proporcional el tiempo concedido a la hermandad de San Bernardo, con respecto al concedido a la hermandad de la Esperanza de Triana? Controlen, por favor, sean tan amables - los responsables del Consejo- el tiempo real que tarda en pasar el “paso de misterio del Soberano Poder (San Gonzalo)” (insisto sólo el tiempo que consume el paso de misterior ejm., en Campana) con relación al tiempo que consumen los pasos del misterio de la Presentación al Pueblo (San Benito) o el que dispone el barco de la hermandad de los Panaderos. Tienen, para ello la hemeroteca de la televisión del las tres letras y sus aviesos comentaristas, que os dejaron en umbrete, el pasado Miércoles Santo, cuando el misterio del Prendimiento, delante de vuestras narices, no dejó de gustarse, mientras la hermandad de la Sagrada Lanzada, sufría el atropello garrafal en la desembocadura de Cuna. Dice el refrán, que mal de muchos (años ha) consuelo de tontos -Consejo de tontos- porque todo se olvida con la caridad fraterna de la convevencia y el “pescaito frito”; falsa caridad que empieza por uno mismo, o por los de siempre, que resuelven el problema dejando que el tiempo lo solucione la próxima cuaresma, como sino hubiera tiempo a lo largo del año. La patata caliente de mano en mano: Fiestas Mayores hecha la culpa al Consejo; el Consejo hecha la culpa a Palacio con la boquita chica y detrás de la barra de los colmaos: Palacio mira hacia otro lado y se aferra al báculo y todos en general señalan a 58 culpables: Las Cofradías.


domingo, 9 de marzo de 2014

"BARRABASADAS"

¿A quien quereis que suelte, a Barrabás o a Jesús el nazareno?...
¡¡A BARRABÁS, A BARRABÁS, A BARRABÁS!!




El delincuente se quedó pasmado al escuchar los gritos del pueblo. Inmediatamente, Barrabás se encontró rodeado de cámaras, flashes y alcachofas. Todos querían entrevistarlo; los aviesos reporteros pugnaban por contratar una exclusiva. Sin duda, el liberado, optó por la alcachofa de los tres colores, la de los rancios; al fin y al cabo solo había dos televisiones locales y un apuntador le susurró al oído, que además regalaban un cuadro precioso. Pero fue el Gobernador, quien le concedió la primera recepción oficial. Barrabás no salía de su asombro al contemplar la lujosa decoración del Despacho del Regidor. Desentonaba el aspecto andrajoso del delincuente- que aún conservaba sus harapos de preso- con la exquisitez romántica de la casa consistorial. El gobernador -risueño y flemático- le entregó las llaves de la ciudad en presencia de sus pretorianos, mientras se deshacía en elogios hacia el ladrón: “¡Gloria y vida al héroe, que ha hecho posible -un año más- que celebremos la Semana Santa más grande del mundo.”! La corte aplaudía con cerrada ovación, mientras guiaban a Barrabás hacia el balcón principal del consistorio, donde una multitud enfervorizada, lo esperaba para aclamarlo. El ladino, no salía de su asombro, embargado por el delirio y entusiasmo que le rendía la chusma coreando su nombre. Rindiéndose ante la evidencia, no tuvo por menos que saludar instintivamente al soberano. De repente, como obedeciendo a una sacudida o repeluco, se volvió hacia el gobernador y le preguntó automáticamente: “Pero...¿no era Jesús, el Nazareno, aquel que se proclamaba vuestro mesías, el salvador...el Señor?...¿Acaso no lo vitoreábais, entre palmas y olivos, cuando entró en vuestra ciudad?”.... “Y así es mi querido amigo, no tenga vd., la menor duda” -Exclamaba exultante de gozo el regidor- y añadía con aspavientos: “Lo que ocurre es que nosotros estuvimos a punto de perderlo a causa de la traición de Judas (ya sabe, el que lo vendió a los sacerdotes..el iscariote), pero Judas se suicidó y Vd., nos lo ha devuelto, para que celebremos -como está mandado- su Pasión, muerte y Resurrección”. Barrabás seguía sin entender nada y ante la duda acertó a contestar con otra pregunta al gobernador: “Pero -oiga- ¿estos que me aclaman, no serán los seguidores de Jesús, porque me consta, que el pueblo se resistía ante la ocupación política y militar de los romanos...yo mismo encabezaba la resistencia junto a los...
En esto interrumpió al villano, el jefe del Consejo y echándole el brazo por el hombro, lo alejaba del balcón con el siguiente argumento: “Mi querido Barrabás, no sabe Vd., lo que este pueblo adora a los romanos, de hecho, en esta tierra, todos aprendimos a amar la Semana Santa, de la mano de los soldados romanos, con esas celadas airosas de plumas de avestruz...¡ya...ya disfrutará Vd., contemplándolos en los portentosos pasos de misterios al compás de la música y el izquierdo por delante, cuando nos haga el honor de presidir el palquillo!...Barrabás, sonreía atónito y desconcertado, sin capacidad de reacción, totalmente abrumado por la intensidad del momento, apenas podía poner un pié en el suelo, llevado en volandas por la innumerables muestras de apoyo y estímulo que le consagraban los aduladores impávidos. Era miércoles de ceniza, cuando el ladrón, convertido en héroe, se vió deslumbrado por los focos y luces rojas de las cámaras de la televisión de los tres colores. Un locutor rancio, impoluto de etiqueta y aparentemente agradecido, le hacía entrega de un cuadro, que todos los miembros que pertenecían al círculo vicioso, recogían cada vez que se cambiaba de lámina. Barrabás, seguía sin comprender nada. Habían pasado más de dos mil años y el pueblo continuaba aclamando a los ladrones.


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