jueves, 26 de mayo de 2016

LA INSOPORTABLE MAGNITUD DEL SER

EL CORPUS


La Procesión Principal de las Procesiones. La Función Principal de los Desfiles Procesionales en la calle, la más Solemne y Antigua manifestación de Fe popular; la que sigue siendo Jueves que reluce más que el sol de los únicos tres jueves que restan en el almanaque devocional de las Españas. Se cuestiona en la ciudad de las posturas contrastadas, por su insufrible tiempo de paso -desde los carráncanos hasta la Custodia (más de tres horas). Circunstancia real que ha propiciado el notable descenso de espectadores en los últimos años, sobre todo a las primeras horas del recorrido, frente al incremento de público que se produce, según avanza la mañana, alrededor del altar que preside el Señor de la Sagrada Cena, dispuesto en las andas procesionales del cotitular Cristo de la Humildad y Paciencia. La elegante mañana con sabor a menta, romero y juncia, en la que Dios se presenta en la calle para devolvernos la Adoración perpetua de los adoradores, ha perdido en su nivel de convocatoria, lo que ha ganado en la masiva participación de acompañantes en el cortejo, en representación de sus respectivos cofrades de Hermandades Sacramentales, de Penitencia y de Gloria. ¿Algo pasa?, cuando se relaja de manera ostensible la participación de público; el número de altares y escaparates, para concentrar el interés en el traslado de vuelta del Señor de la Cena, con todos los avíos de procesión de Semana Santa y el atractivo de la Banda de Música de la popular Cigarreras. Muchos de los comercios tradicionales de los Placentines, Francos Chapineros, han cerrado, cediendo el paso a las franquicias desarraigadas; las Hermandades están cansadas de invertir en tiempo y dinero, montando sus tradicionales altares, ante la indolencia y falta de colaboración del Cabildo (Catedral yMunicipal), la gente -cada vez más cómoda, opta por contemplar plácidamente la Procesión, desde sus hogares y sofás, evitando molestias de sol y calor de justicia; los jartibles de las redes sociales, se conforman con pasar fotografías desde su móvil o sentados frente al portátil, llenando las páginas de contenido cofrade, del directo y la inmediatez vertiginosa. Todo se sabe de antemano, todo se comparte desde las nuevas tecnologías, todo se anticipa, por vía “feibu-tuiter-wuasap”; todo se adelanta y comenta, antes del tiempo real y el espacio adecuado. “Ahora, te veo por tv; levanta la mano, sonríe, saluda con el pulgar. Todas estas circunstancias propias de nuestros tiempos, relativizan la presencia de los fieles a la Magna Procesión y subrayan la presencia multitudinaria de las representaciones de Hermandades y Cofradías, que son las que realmente han de manifestar públicamente su fe católica. Y sin embargo, se habla incluso de reducir, el nutrido cortejo de algunas Hermandades que acompañan al Santísimo con luz, debido al buen número de cofrades que participan. ¿Que pasaría, si dichas representaciones, se sumaran al escaso público que contempla la Solemne Procesión del Corpus por algunas calles, restando el número de sus hermanos (númerus clausus)? Pese a todos los condicionantes y excusas de carácter religioso, político y social, que queramos aducir con arreglo a la probable decadencia de la Procesión de las Procesiones, no obstante el posible fideismo que muestra esta ciudad, más interesada por la salida de vuelta del paso del Señor de la Cena aderezado por el atractivo de la banda: lo esencial es que DIOS está en la calle, entronizado en la primorosa custodia del ínclito Arfe, rodeado de toda la elegancia y el esplendor, religioso, político y militar -aunque esto último sea lo más incongruente que se le pueda rendir al honor de los honores: las armas. Y La incuestionable ciudad del postureo y la protestación de Fe popular, se echa a las calles perfumadas de romero, para ALABARLO, Adorarlo y darle Gracias. Por esta mañana preclara, - más que símbolica, presencial- en sus cinco siglos de tradición e historia, no hay nada más que merezca la pena y la gloria -Cielos y Tierra- que, Bendecir al Señor, -Dios está aquí- en el jubileo de las veinticinco campanas de la Torre fortísima, en comunión con todos los alminares y espadañas de la urbe. ¡Venid, adoradores, adoremos! .Hoy es DIOS, por las calles de Sevilla, el Sacramento de nuestra Fe. Más tarde, volverá a ser el Jesús Sacramentado, reservado, íntimo, esencial, que se muestra en el silencio de los Sagrarios, clausuras y Conventos, para su perpetua Adoración.

lunes, 23 de mayo de 2016

Donde está el buen samaritano...

                                   





Hablábamos de la Trinidad, intentando describir el misterio más inabarcable de nuestra fe cristiana. Citábamos a San Agustín, uno de los padres de la iglesía que más ha profundizado sobre este misterio: “El Padre engendra al Hijo por el conocimiento y el Amor; fruto de este Amor de ambos, proviene el Espíritu Santo”. Atendíamos a los escritos de -teología para nuestro tiempo-, del Dr. Jose Antonio Sayés: “Solo cuando sabemos que provenimos del Amor y que volvemos al Amor, superando el sufrimiento y la muerte, es cuando podemos dar lo mejor de nosotros, con desinterés y alegría”. Intentamos en clase de catecismo para adultos, desarrollar la virtudes teologales, como dinamismo operativo de la gracia recibida por Dios; la Fe, fruto de la entrega y confianza; la Esperanza; consecuencia de esa entrega y confianza en Dios y la Caridad -el Amor- fruto jugoso e indispensable respuesta de maduración en la entrega a Dios. También entendidas estas virtudes, como un diálogo intertrinitario. Del que después bordó en su panegírico, el presbítero que oficio la Santa Misa, destacando la unidad y diversidad de la iglesia, iluminada en todo momento, por la presencia del misterio Trinitario. El Santo Padre, Francisco nos exhortaba en la meditación del Angelus con acertadas palabras sobre la solemnidad de la Trinidad: “
                       Nuestro ser creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismo como ser-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor mutuo. Tales relaciones se juegan, sobre todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que se cada vez más evidente la imagen de la Iglesia icono de la Trinidad. Pero se juegan en cada relación social, de la familia a las amistades y al ambiente de trabajo, todo: son ocasiones concretas que se nos ofrecen para construir relaciones cada vez más ricas humanamente, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado.

-y añadía el Pontífice: -
“  La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser levadura de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión somos sostenidos por la fuerza que el Espíritu Santo nos dona: cuida la carne de la humanidad herida por la injusticia, la opresión, el odio y la avaricia. La Virgen María, en su humildad, ha acogido la voluntad del Padre y ha concebido al Hijo por obra del Espíritu Santo. Nos ayude Ella, espejo de la Trinidad, a reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad.

                                Lo cierto fue, que fortalecidos por la palabra y presencia del Señor en dicha Eucaristía, fuimos testigos a la salida de la Iglesia de un incidente, -que sin perjuicio de una ulterior reflexión y análisis profundo- tergiversaba y echaba por tierra toda la misión salvadora y misericordiosa, en la practica, anunciada  tanto en las lecturas sagradas, como en la palabra recibida por iluminación del espíritu Santo, correspondiente a tan sagrada Festividad. Dos jóvenes, uno de ellos de color, se encontraban desde antes de empezar la misa, ocupando un banco de primera fila. Como quiera que los citados jóvenes (extanjeros) eran también desconocidos para la general feligresía, al terminar la misa  observando por  los habituales fieles, que se mantenían en sus respectivos sitios, una vez evacuado el templo por los asistentes; llamaron la atención, despertando la normal sospecha de los responsables del templo. Circunstancia por la cual, se hizo necesaria la presencia del Presbitero, a fin de tomar las medidas oportunas y recabar información sobre la postura de inmovilidad que mantenía los extraños jóvenes.  El sacerdote pudo comunicarse perfectamente con ellos, ya que el joven de color, hablaba en italiano, lengua comprensible dentro del magisterio que había desarrollado anteriormente el ministro de Dios. Por lo visto, los jóvenes pedían asilo y hospitalidad en la Iglesia. El Sacerdote, les hizo ver, que tal cosa era imposible y se ofreció a darles todo tipo de información, sobre otras instituciones de carácter municipal o social, habilitadas para esos propósitos. Ante la insistencia de los jóvenes, el presbítero, llegó incluso a preguntar al personal que nos hallábamos en las inmediaciones, si contábamos con alguna casa o habitaciones para acogerlos. Todos callamos, unos tragando saliva, otros agachando la cerviz (el miedo, la desconfianza frente a los que no conocemos, la duda, el perjuicio, razones tan bastante como humanas) y cambiando automáticamente de tema. … Ahí lo dejo, para su reflexión, intentándo ponerme en el lugar del Cura en función de la enorme responsabilidad de su magisterio, al frente de una parroquia, atendiendo a razones de seguridad, guardia , custodia y probables cuentas que demanden sus fieles. Ahí lo dejo, antes de juzgar a mi prójimo, pero evidentemente, afligido, porque parecía como el Señor me hablaba, pidiéndome ese más, que aún resonaba en mis adentros, fruto de las lecturas, palabras, exhortaciones del mismo Papa, Lo cierto es que en nuestra debilidad, en toda nuestra fragilidad, de nuevo lo volvemos a cargar todo en manos del Señor en su infinita misericordia...Oremos.
 

lunes, 16 de mayo de 2016

Como sufre la Virgen...





       


Que les voy a decir, que no hayan visto ya....desde su cómodo sofá -a Correotv, pongo por testigo- o desde cualquier punto de la abarrotada Aldea, en el Glorioso Lunes de Pentecostés Rociero. La Madre, esa Blanca Paloma, orgullo de la Fe de Andalucía, otro año más por los suelos, en constantes y repetidas caídas -sí caídas con duros impactos sobre la arena-, golpes tremendos en los que la Bendita Imagen, hacía temblar las estrellas de sus doce coronas, imperiales. ¡Como tiene que sufrir, la Madre, la Reina, la Virgen más vitoreada del mundo!. No lo digo yo...Almonteño...no lo digo yo, simplemente suscribo lo que veo: A mí que me importa si ese es vuestro Rocío; el heredado por vuestros padres, abuelos, antepasados ´los hombres del la Virgen- ¡que me importa que pongais toda la buena voluntad del mundo, un año entero para llevar a la Madre...tantas reuniones, tantos encuentros, como decis, para atender los consejos de vuestros mayores!. Lo que verdaderamente importa es lo obvio, el espelugnante golpe del blindado paso contra el suelo; ese aldabonazo que sentimos, cuando la Virgen se os cae a tierra por alarde de fuerza bruta; por defecto de Amor que raya en la esquizofrenia, en el delirio irreverente de la brusquedad a la que sin sentido, quereis anestesiar, con la cerrazón de vuestra inexcusable tradición. Ya sé, que esas son las leyes de vuestro pueblo y las escrituras de propiedad, que refrendan el Don del cielo recibido; ya conozco vuestra respuesta, que por vindicativa, se vuelve a estrellar en los últimos años contra el Paraiso de la Marisma;  Pero no hay que callar, ante el abuso o los alardes de visto poderío iluso, porque somos legión,  las voces que claman en silencio, con el corazón encogido, cada vez que la Virgen se hunde, dando de bruces contra vuestro mismo precipicio. Me parece muy bien, que lucheis contra esa presión que vosotros mismos habeis producido; me parece de escándalo que os aferreis a sus varales como aguerridos guerreros, en la batalla campal que vosotros mismos os habeis declarado. Es fantástico, para el personal que gusta del espectáculo, de la turbamulta, del miedo infundado que habeis fundado entre vosotros, será todo lo digno, devoto, humano, fervoroso, sentido, emotivo, sincero, único, inenarrable, asombroso, incomparable e impactante del mundo...la fe del Rocío en la más universal de las Romerías, no se cuestiona. Pero hasta las bestias, obedecen a la voz de los boyeros, para bajar los escalones del otro cielo de las presentaciones, Y la Virgen sufre...sufre, sí, porque recoge en su misericordiosa mirada, los gritos de dolor de todos los hijos que la ven caerse, más por vuestro exceso que por el propio peso de sus andas; la Virgen sufre y ya os avisó una vez. -Bendita sea- en su milagroso y resistente candelero, Gracias a Ella, siempre, Madre Prudente y Amorosa que sufre en silencio tanto golpe de pecho incapaz de mantenerla en vertical apenas cinco minutos desde su brillo de noche,  hasta las luces del Alba. Pero que les voy a decir yo, que ya no sepan, mejor dicho, que no vean, aunque no quieran verlo. Solo bastaría la genial idea de abrirle un círculo a los hombres que la portan, en vez de cerrarle el círculo a los que la quieren simplemente rozar. Pero se la respuesta; ¡ese es el Rocío...eso es lo que hay...ya sabe lo que tiene que hacer, el que no comparta esto!...ojo, suspirarán rocieros sexagenarios- ¡hubo un tiempo, en el que la Virgen, no cayó al suelo, con tanta insistencia, manteniendo a duras penas su verticalidad en los hombros de los Almonteños, aquellos que rechinaban sus dientes, masticando tallos de claveles...cuando aquel Rocío épico del millón en la Aldea. La Virgen puntualmente se posaba en las arenas, pero ¡donde va a parar!...nada que ver con estas dolorosas caídas, con estos golpes estrepitosos contra el suelo...¡nada que ver!  

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