¡Que estalle la Paz!, en el día del Señor, desde el Porvenir de la vida. Oh Cruz, donde está Tu Victoria...en la Cruz con los brazos abiertos de Cristo Resucitado. ¡Que estalle la PAZ!, que es posible la vida, en aquella Mujer vestida de sol; coronada de estrellas, entronizada en la silla, donde Reinan los Reyes. La Paz Gloriosa, que presenta a Enmanuel -Dios con nosotros- sagrario abierto en la inocencia del Niño, golosina del bien respaldada por la Madre. La Paz que nos llega bajo transparente cielo de malla; la Paz incardinada en su palio de tumbona: La Paz os dejo, mi Paz os doy; pura y limpia del Postigo, enérgica sonrisa de la Madre que eternamente nos lleva en sus brazos como niños. Es posible mostrarle a los niños el encanto y la luz de un mundo mejor; llenos de alegría por ser hijos de un mismo padre; padre de la Misericordia, que insufla su infinita Misericordia de Padre.; Padre y Señor nuestro, que perdona, olvida y borra, que espera cada tarde, hasta ponerse el sol en la atalaya, la vuelta de sus hijos pródigos. El Príncipe del mundo no deja de bombardear, provocando el maltrato a los más vulnerables, la violencia sobre los más débiles y el abuso a los más indefensos. El hombre insaciable se afana en la defensa de su patrimonio efímero;en la defensa personal que garantice su prestigio y su poder. Cuanto tiempo necesitará el hombre para darse cuenta de la insoportable necedad de la guerra; de la absurda pérdida de valores que conlleva la destrucción; del vacío mental; de la pérdida de inteligencia; del sinsentido y la cerrazón de un eterno conflicto, que ha perdido sus frentes de batallas cuerpo a cuerpo, para ganar en efectos especiales, sembrando el terror imprevisible; el estado inminente de alarma y la alerta continua que amenaza de atentado mortal, que ha hecho vulnerable a las mayores potencias mundiales. Los gobiernes de todos los paises, trabajan infructuosamente en una Paz que se basa en la defensa; de una Paz tuneada por la política armamentista, que se negocia insistentemente en las cumbres de Bruselas, con acuerdos y tratados que ninguna de las partes implicadas, cumple en la práctica. Tiene que estallar la Paz, como lo hace cada quince de Agosto, en el día dela Virgen; cuando los pueblos derrumban las murallas de sus diferencias ideológicas y raciales, y construyen los puentes de la fraternidad de la mano de sus padres. Tiene que estallar la Paz, como ha anunciado el Santo Padre en la explana de la Misericordia, exhortando a las nuevas generaciones a levantarse del sofá de la comodidad, sacudiéndonos el polvo de consumo, que nos mantiene atontados y echándole coraje a la Buena Nueva, capaz de cambiar el mundo. La vieja utopía tan antigua como actual: Escucha hermano la canción de la Alegría, el canto alegre del que espera un nuevo día...Tiene que estallar esa Paz, que revienta los oídos, sin causar más daño que la conversión del hombre, en hombre nuevo. La fuerza del Amor que mueve el mundo generando la incomparable energía del Bien, esa que nos presenta una Madre y Reina, por quien reinan los Reyes; esa Paz, radiante y sonriente en los brazos del niño con cara de "pillo", la que levanta pasiones, la que despierta emociones, la que nos abraza y eleva en la oración y comunión de todos los santos. Tomar conciencia de esa Paz tan lejana, como necesaria, no es ninguna inconsciencia, es un reto, que estando firmado por un Padre Santo (E. Pacem in terris- Juan XXIII) aún no ha sido capaz de interpretarlo el hombre. Por eso a dos meses de coronar la cima de la Paz, debemos de prepararnos para que estalle, estar atentos al Porvenir, con los ojos puestos en el blanco paraiso de la gracia; para que estalle la Paz, como una deflagración atómica que nos cubra de pureza, que nos impregne de armonía, que nos haga gozar, como Niños, en una emboscada de flores, donde no haya más víctimas ni verdugos, que los cientos de miles apóstoles de la Misericordia, que perdonando, olviden y olvidando, lleguemos a borrar los males de este mundo, en la plenitud eterna de su gloria.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
martes, 2 de agosto de 2016
martes, 5 de julio de 2016
Dejad que los Niños
Desde
que tengo uso de razón, hace más de cincuenta años, estoy viendo
niños famélicos; negros, chinos indios, modelados en aquellas
huchas del DOMUND, que repartían en los colegios de los años 60 del
siglo pasado, para sufragar la labor apostólica y misionera de la
Iglesia. Aún sigo viendo los mismos rostros de la miseria infantil,
de la desnutrición, de los pechos secos y flácidos que miran al
vacío de las pantallas o ilustran fotos impresionantes dignas del
“pulicher”. Ni el esfuerzo continuado de la Organización Mundial
de la Salud; ni el trabajo encomiable de la UNESCO; ni la presencia
constante de CRUZ ROJA; Aldeas infantiles, UNICEF, Medicos sin
Fronteras; Mensajeros de la Paz; Misioneres, Cooperantes,
Voluntarios; y/o innumerables presencia de ONGs, ha logrado, poco más
que atender puntualmente el incesante caudal de necesidades y
precariedad permanente, que padecen los niños del hambre crónica,
instalada en el llamado tercer mundo. Los niños, que tuvieron la
desgracia de nacer donde la familia era semejante a la camada de
cualquier manada de animales, continuan deambulando por los lodazales
de poblados y aldeas, con la pena ancha retratada en sus ojos
famélicos y los labios cuarteados, comidos por las moscas, apenas
sosteniendo un esqueleto escuálido que pronuncia la hinchazón de
sus vientres inflado por los gases. Esos niños, ya no son patrimonio
exclusivo del cuerno de Africa, sino que se reparten por todas las
latitudes, donde impera la miseria, fruto de la injusticia social,
víctimas de las políticas imperialistas y del fanatismo de una
religión que los inicia en el horror del manejo de armas y la lucha
fundamentalista que promueve el odio, la tristeza adolescente, la
impiedad y la indolencia ante la muerte, como máximo objetivo de una
liberación irracional y demoníaca. La extrema gravedad de la
situación que viven estos niños, escapa a nuestra conciencia, se
hace un mal rutinario, cotidiano, al que vamos acostumbrándonos, en
el día a día, al contemplar, los innumerables casos de denuncia que
observamos indolentes, a través de los medios de comunicación y
constantes llamadas a la ayuda solidaria y colaboración, con las
distintas organizaciones involucradas en erradicar la pobreza
infantil. En nuestra sociedad occidental, donde nuestros niños
parece que lo tienen todo, que disfrutan, hasta la saciedad de una
comida sobrante, que termina allá donde otros rebuscan alimentos,
contemplamos ya este mal, que nos sacude el corazón, a la sobremesa,
pero que termina haciéndonos indiferentes, ante las imágenes del
terror infantil, que se cuela en nuestros hogares. Estos niños
mártires de Bangladés; Santos inocentes de la barbarie perpetrada
por lobos solitarios que se ciñen el cinturón de explosivos para
inmolarse en el nombre de un Dios grande, en cualquier termiinal;
estos niños huérfanos del amor Trinitario, para los que no hay
respuestas que justifique su presencia en este mundo, más que
aquellas palabras que bendiciéndolos sobre sus rodillas, aseguraba,
que nadie que no fuera como estos niños, entraría en el Reino de la
justica, de la Verdad, de la Paz y el Amor, Pues por estos niños,
nos estremecemos los hombres salvados por la esperanza del Apostol
San Pabro. Los hombres que sentimos en nuestras carnes el dolor y la
condolencia que permite la misericordia divina. ¡Dios mío, haz que
nunca seamos indiferente! Ante tan execrable contabilidad de víctimas
del terrorismo fanático, cuyo parte diario tanto nos aflige. Un niño
es de las pocas alegría que nos permite seguir creyendo en este
mundo herido por el pecado. Un niño es la mirada agradecida de la
fe, de todo la confianza que ponemos en aquel que todo lo puede. Un
niño, nos puede llevar a la perfección por la caridad, ya que su
inocencia, responde siempre al buen ejemplo, al único sentido del
amor que da más de lo que recibe. ¡Dios mío, haz que nunca seamos
indiferentes! Ante el crecimiento de la pobreza infantil, que
preconiza “Caritas”en sus preocupantes informes. Porque también
aquí, en nuestro primer mundo, en el privilegiado mundo de los
paises que presumen de riqueza social y estabilidad política y
económica, los niños siguen sufriendo, la falta de alimentos
esenciales para su crecimiento. Los niños siguen sufriendo con los
errores de unas familias desestructuradas; separadas, incomunicadas,
que propician el chantaje y la extorsión de unos padres que compiten
entre sí en beneficio de la mala educación de los menores. Niños
que padecen en silencio, la violencia de género; el maltrato físico,
la violación por parte de sus propios padres, madres, madrastas y
padrastos. Niños malcriados en la indiferencia, en la comparación
odiosa, con respecto a sus padres y hermanos, en la cerrazón , en la
desconfianza, en la inferioridad, el miedo, la insatisfacción y el
desprecio. Si el amor, no lo remedia -esa es nuestra fe como
creyentes y hombres que buscamos la verdad- el hambre infantil y la
sed de justicia que se extiende como una plaga devoradora; los que
padecen persecución por razones de sexo, raza, color o credo,
continuarán -continuaremos- siendo víctimas de estos brutales
atentados, que por otro lado, no responden a ninguna seña de
identidad, ideal o doctrina, ya que ningún Dios -por trascendente
que sea- tiene entre sus planes, la llamada a una guerra tan
profanamente santa, que promete alcanzar tan disparatadamente el
paraiso.
jueves, 30 de junio de 2016
"A quien le importa"...
Pero hay a quien le
importa lo que tu digas, lo que hagas, el modo de actuar, las formas,
el decoro, el pudor...en una palabra, el respeto que has de guardar,
para reivindicarlo públicamente, cuando los derechos humanos: la
ética, estética y la moral social, se vean amenazadas por la falta
de libertad. No puedes, no debes, acusar de homofogo al clero, cuando
eres tu, quien sodomiza los hábitos religiosos, profanando en
público el respeto que se le debe a las órdenes religiosas. La
Cruz, es el símbolo de los cristianos, el sagrado leño donde
padeció y murió nuestro Señor Jesucristo para redimirnos, -si,
para redimirnos a todos sin distinción de credos, razas, color o
sexo- aunque tu no lo creas, sin discusión de género. Sobre esa
Cruz, los cristianos con sus pastores al frente de su iglesia, hemos
jurado, tantas veces como a lo largo de la historia, nos hemos
equivocado, como humanos que somos, pidiendo perdón públicamente
por los abusos de todo género, que ha cometido el magisterio
apostólico. El actual Pontífice a quien tu, admiras tanto, ha
apelado en repetidas ocasiones al Amor, el perdón y la misericordia,
como máximas de un Dios cercano, que nos ama a cada uno, personal y
colectivamente y que no desprecia a nadie que apele a este amor
redentor, por cuestiones de credos, raza, color e inclinación
sexual. No puedes, no debes, demonizar, la señal de esa Cruz
salvadora, que es el alfa y el omega, los cuatro puntos cardinales de
nuestra Fe, para llenarla de babas, mojarla en alcohol o someterla a
toda clase de oprobio por tus carnes desnudas y fetiches de cuero. Tu
derecho, no lo discute nadie, tu libertad, deja mucho que desear,
encadenada al culto de tu cuerpo, entregada a la provocación más
transgresora. El orgullo, no se exhibe brindando al sol con la
lujuria y el desenfreno. El orgullo, que en definitiva es abono
para la soberbia, queda en entredicho, ridiculizado, cuando se
aprovecha para desacreditar, las costumbres, creencias y tradiciones
de aquellos a los que tachais de rancios, fachas, intolerantes y
homófogos. Ya que sois tan libres, como para no tapar vuestras
verguenzas; ya que sois tan progresistas y tolerantes, como para
ahogar en alcohol, vuestras miserias; ya que estais tan seguros y
encantados con vuestros cinco días de Fiestas, ya que gente de todo
el mundo acude a la colorida cita de la Plaza y la resentida sociedad
de consumo se nutre de tan arrollador ambiente, para crecer en
riqueza y creación de empleo...Respetad, desde la altura
espectacular de vuestras florecidas carrozas, a los que deseamos
estar orgullosos de la educación de nuestros menores; no porque
vuestro ejemplo de entender la vida sea incoherente,-que lo es- sino
por lo exagerada y extravagante manera de predicar vuestra cultura;
cultura al fín que aborrece y repudia a los que creemos que el amor
y el sexo libre, no tiene nada que ver con la exhibición del
verdadero amor. Que para expresar públicamente la inclinación, no
hace falta caer en la grosería de enseñar el culo por la calle, ni
para injuriar, ni maldecir a la Iglesia católica -perseguida siempre
por todos los confines del mundo- hace falta blasfemar y profanar,
los símbolos y hábitos tan sagrados para los creyentes. Haced el
favor de lucir y tender vuestro Arcoiris, -que por cierto fue la
señal de la reconciliación y la alianza que estableció Dios con
todos los hombres- pero hacerlo, sabiamente, sin necesidad de tener
que esconderos bajo esa bandera, para tapar las verguenzas y miserias
de una sociedad cada vez más aplastada por el príncipe del mundo.
Madre, Padre, hijo, nieto, hermano: no te preocupes, -bien mío- yo te voy a querer de todas maneras.
miércoles, 29 de junio de 2016
naturaldesevilla: sin ORGULLO gay
naturaldesevilla: sin ORGULLO gay: El murió sin poder expresar todo su orgullo gay. A los 49 años en la flor de su vida, víctima de la enfermedad terrible que en la d...
miércoles, 1 de junio de 2016
A CORAZON abierto
EL
CORAZON, es el centro neurálgico donde se ubica el motor que mueve
la perfección de esa máquina que es el cuerpo del hombre. Una
criatura creada a imagen y semejanza de Dios, amado hasta el punto de
ser considerado parte fundamental de su plan salvífico. No es bueno
que el hombre esté solo y para completar la obra cumbre de su
creación, Dios le regaló el corazón de la mujer, para que fuera
compañera y madre, que multiplicara el proyecto de habitar la
tierra. El corazón es el bien necesario para andar por la vida, en
sus dos movimientos: sístole y diástole, para y retoma el bombeo de
la sangre, se inflama y vacía; muere y resucita en el preciso latido
de sus pulsaciones por minutos. Cuando el corazón nos falla; se
cansa, ralentiza o aligera su pulso, el cuerpo entero se resiste y
sufre la avería. No funciona bien el motor por dentro y el hombre se
toca el pecho, como si quisiera proteger con sus manos el santa
sanctorum de su sagrario corporal. El corazón abierto del enfermo en
el quirófano, es la operación suprema que lo conecta de nuevo con
la vida; por eso, el corazón se mira, con los mejores ojos de la
misericordia aprendida en la ciencia del hombre, el corazón se mima
y se resana, con las manos más consagradas, más tiernas, mejor
ungidas por el oficio de los cirujanos. Entonces el hombre llega a
comprender la importancia de un corazón asistido por un “bypass
coronario”, cuanto más de un corazón sustituido por el
transplante de otro corazón servido por la solidaria acción de un
donante. El corazón le devuelve la vida al hombre y el hombre
agradecido, no sabe como alabar la nueva oportunidad de sentirse útil
para sus seres queridos. Volver a amar y ser amado, reparar en
exiguos detalles que antes no le decían nada y que ahora, relucen
iluminados, por la belleza y el color de los nuevos ojos con que se
miran las cosas. El corazón en la suma importancia que tiene como
órgano fundamental para la salud del hombre, posee valores
espirituales, morales, sentimentales y religiosos, que expresan lo
mejor que el hombre puede ofrecer a sus semejantes. Ese puño
cerrado que en su corona forma la depresión de dos montes; se parte
en sus mitades, para declarar el amor más profundo que se siente por
otra persona. Ese corazón bermejo, traspasado por la flecha de
cupido, se grava en las cortezas de los árboles que han servido de
testigos en el esplendor de bosques, praderas, valles, montes y
collados, con las iniciales eternas de los que han vivido su gran
historia de Amor. El corazón sinónimo y antónimo de la bondad y la
maldad del hombre, El corazón, metáfora de nuestros sentimientos,
pensamientos y obras; el corazón, templo sumido en la pobreza y el
abandono, cuando se mantiene cerrado y catedral portentosa, cuando
abre, sus arterias y fluye, como torrente, la sangre que derrama por
el bien de los hombres. Hay un corazón henchido, un corazón,
ardiente, llama inagotable que enciende el Camino, la Verdad y la
Vida de los que en sus preciosos latidos confía. Un corazón siempre
abierto, que se sale del pecho donde brotaron a caños vivos, los
arroyos de la Sangre y el Agua. Un corazón sagrado, que cuando lo
invocas se inflama para derramar las gracias y favores de los que
apelan a su infinita misericordia. Si el corazón es nuestro
principal tesoro; si es la fuente de la bondad, de la solidaridad,
del apoyo y del estímulo, donde brota el agua clara de la caridad
humana. En este corazón divino, se obran los siete dones del
Espíritu Santo, el Amor creador del Padre y la comunión del verbo
encarnado, la Persona exaltada por el triunfo del sagrado misterio
trinitario. Si el corazón es el símbolo preclaro del Amor del
hombre que ama y lo demuestra amando. Este corazón de Jesús es el
misterio palpable del Amor de los Amores, -a corazón abierto-, que
se derrama e incendia para morir amándonos. Sagrado Corazón de
Jesús para el que confía en su palabra :”Tu a un corazón
compungido, no le muestras indiferencia”, porque no tiene límites
su capacidad de Amar, Este Corazón en carne viva, te hará fácil lo
imposible, responderá a esa pregunta que no aciertas aprobar. Dará
sentido a todo lo que te rodea y te concederá la gracia de
comprender ¡cuanto te ama!, quien dio la vida por tí y te quiere
de una forma personal e inimaginable. Solo tienes que fiar en quien
se fió de tí primero: Sagrado Corazón de Jesús: en Tí confío.
domingo, 29 de mayo de 2016
foto blog naturaldesevilla: Cada vez que te miro...ERES más bella
foto blog naturaldesevilla: Cada vez que te miro...ERES más bella: Feliz Procesión de MARIA AUXILIADORA CORONADA, 2016
jueves, 26 de mayo de 2016
LA INSOPORTABLE MAGNITUD DEL SER
EL CORPUS
La
Procesión Principal de las Procesiones. La Función Principal de los
Desfiles Procesionales en la calle, la más Solemne y Antigua
manifestación de Fe popular; la que sigue siendo Jueves que reluce
más que el sol de los únicos tres jueves que restan en el almanaque
devocional de las Españas. Se cuestiona en la ciudad de las posturas
contrastadas, por su insufrible tiempo de paso -desde los carráncanos
hasta la Custodia (más de tres horas). Circunstancia real que ha
propiciado el notable descenso de espectadores en los últimos años,
sobre todo a las primeras horas del recorrido, frente al incremento
de público que se produce, según avanza la mañana, alrededor del
altar que preside el Señor de la Sagrada Cena, dispuesto en las
andas procesionales del cotitular Cristo de la Humildad y Paciencia.
La elegante mañana con sabor a menta, romero y juncia, en la que
Dios se presenta en la calle para devolvernos la Adoración perpetua
de los adoradores, ha perdido en su nivel de convocatoria, lo que ha
ganado en la masiva participación de acompañantes en el cortejo, en
representación de sus respectivos cofrades de Hermandades
Sacramentales, de Penitencia y de Gloria. ¿Algo pasa?, cuando se
relaja de manera ostensible la participación de público; el número
de altares y escaparates, para concentrar el interés en el traslado
de vuelta del Señor de la Cena, con todos los avíos de procesión
de Semana Santa y el atractivo de la Banda de Música de la popular
Cigarreras. Muchos de los comercios tradicionales de los Placentines,
Francos Chapineros, han cerrado, cediendo el paso a las franquicias
desarraigadas; las Hermandades están cansadas de invertir en tiempo
y dinero, montando sus tradicionales altares, ante la indolencia y
falta de colaboración del Cabildo (Catedral yMunicipal), la gente
-cada vez más cómoda, opta por contemplar plácidamente la
Procesión, desde sus hogares y sofás, evitando molestias de sol y
calor de justicia; los jartibles de las redes sociales, se conforman
con pasar fotografías desde su móvil o sentados frente al portátil,
llenando las páginas de contenido cofrade, del directo y la
inmediatez vertiginosa. Todo se sabe de antemano, todo se comparte
desde las nuevas tecnologías, todo se anticipa, por vía
“feibu-tuiter-wuasap”; todo se adelanta y comenta, antes del
tiempo real y el espacio adecuado. “Ahora, te veo por tv; levanta
la mano, sonríe, saluda con el pulgar. Todas estas circunstancias
propias de nuestros tiempos, relativizan la presencia de los fieles a
la Magna Procesión y subrayan la presencia multitudinaria de las
representaciones de Hermandades y Cofradías, que son las que
realmente han de manifestar públicamente su fe católica. Y sin
embargo, se habla incluso de reducir, el nutrido cortejo de algunas
Hermandades que acompañan al Santísimo con luz, debido al buen
número de cofrades que participan. ¿Que pasaría, si dichas
representaciones, se sumaran al escaso público que contempla la
Solemne Procesión del Corpus por algunas calles, restando el número
de sus hermanos (númerus clausus)? Pese a todos los condicionantes y
excusas de carácter religioso, político y social, que queramos
aducir con arreglo a la probable decadencia de la Procesión de las
Procesiones, no obstante el posible fideismo que muestra esta ciudad,
más interesada por la salida de vuelta del paso del Señor de la
Cena aderezado por el atractivo de la banda: lo esencial es que DIOS
está en la calle, entronizado en la primorosa custodia del ínclito
Arfe, rodeado de toda la elegancia y el esplendor, religioso,
político y militar -aunque esto último sea lo más incongruente que
se le pueda rendir al honor de los honores: las armas. Y La
incuestionable ciudad del postureo y la protestación de Fe popular,
se echa a las calles perfumadas de romero, para ALABARLO, Adorarlo y
darle Gracias. Por esta mañana preclara, - más que símbolica,
presencial- en sus cinco siglos de tradición e historia, no hay nada
más que merezca la pena y la gloria -Cielos y Tierra- que, Bendecir al Señor, -Dios está aquí- en el jubileo de las veinticinco
campanas de la Torre fortísima, en comunión con todos los alminares
y espadañas de la urbe. ¡Venid, adoradores, adoremos! .Hoy es DIOS,
por las calles de Sevilla, el Sacramento de nuestra Fe. Más tarde, volverá a ser el Jesús Sacramentado, reservado, íntimo, esencial,
que se muestra en el silencio de los Sagrarios, clausuras y
Conventos, para su perpetua Adoración.
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