Vengo a ver tu vestido de mayo, Jacaranda prudente, flor de
azahar sin perfume ni albura, pero envidiable. Violeta prudente de altos vuelos
al alcance de espíritus soñadores. Sevilla no te merece, pero tu sí a ella,
cubriendo su ausencia con el tupido velo estampado de tu color de aurora. . Como
la cera lloras tu lagrimón morado, quien sabe si tu lluvia, no proviene del
cielo que arroja petaladas de lirios que exornaron las aúreas canastillas de
Jesús nazareno. Vengo a ver tu vestido y me paro extasiado, por esas avenidas
teñidas de sereno…quien fue tu creador, quien puso mano al pincel y al color que
te extiende entre el verde de la fronda, adornando este cielo. Cuaresma de las
muchas Sevillas ignoradas, víspera de otras vísperas de lirios marimeños;
auxilio de María en la añoranza anclada, de esta ciudad que nunca encierra su
esperanza. Jacaranda prudente que enciendes la arboleda con un pregón que nadie
supo darte por mayo, tu gloria –como Dios- florece en las altura y en la tierra
tus pétalos dan la paz a los hombres.
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