domingo, 5 de septiembre de 2010

ATALAYA




Cuando el sol se haya ido
tu estarás en su luz...
cuando el insomnio arañe,
mi sueño serás tú...
Cuando pierda la tarde
su encenddo compás
entre las ascuas malvas del crepúsculo
brillará la Paz.


(Atardecer en Montequinto)

jueves, 2 de septiembre de 2010

AQUI ESTAMOS




Estamos aquí; hemos vuelto sin salir de casa a abrir las ventanas aprisionadas por el aire acondicionado; hemos vuelto del mar que nos devolvió la calma de la efímera felicidad que encuentran los que conocen su quimera; hemos vuelto de los días mágicos donde todo parece más bueno o menos malo por decisión propia que no por su propia acepción. Venimos cansados por el cansancio aceptado; hartos por la piadosa gula; estresados por la relajación; concientes de nuestros propios excesos, con los días grabados en el traje de luces de la color de bronce. Septiembre nos trae el reencuentro con una cruda realidad a la que habrá que hornear y cocer en el fuego lento de las calores del membrillo. Cada cual sacará sus propios humores, ojeando el atiborrado álbum de fotos digitales y los insufribles comentarios de los viajes condicionados por la vanidad, más que por el puro placer de las sensaciones vividas. Blanco ibicenco sobre el cuadrilátero de antorchas que iluminan la noche interminable; sonrisas blanqueadas por el uso de los profilácticos; cuerpos retocados por el fotoshop de los gimnasios y curvas matizadas en los manglares del pareo. En el libro de la vida, Septiembre abre un cuaderno donde se esbozan nostalgias, como dibujo de párvulos, sencillos trazos redondos, bajo figuras horizontales; el sol poniéndose sobre el horizonte es la vuelta al cole, tanta ilusión en los niños como desolación en los bolsillos de sus padres. Los rayos del sol poniente desde la terraza, festonean el cielo, pero esta puesta, aun siendo igual de hermosas, no corresponden a las contempladas desde el mirador de la cala o aquel rincón escondido de la sierra, sus fuegos languidecen en las brasas de un crepúsculo que en el lenguaje ininteligible de los sueños escribe las letras del trabajo y la rutina. Hay quien por lejos que se fue de casa, nunca estuvo tan cerca de sus costumbres convertidas en ley; otros sin moverse del sitio, volaron tan alto que jamás podrán poner los pies en el hábito de los vicios. Septiembre está aquí, para conducirnos a todos por la ruta de nuestro particular retiro.

lunes, 30 de agosto de 2010

Los hombre que no supieron decir: "lo siento"

Hay que tener mucho cuidado con lo que se escribe, porque también la tinta emborrona y en la vida cuando se trata de juzgar a las personas o colectivos, es muy posible que ciertas afirmaciones produzcan el efecto “bumerang” que suele golpear a los autores en sus partes más nobles. Así como hay mayores de 70 años a los que por su aspecto y manera de proceder, nadie podría considerar como ancianos (de estos no hablamos), constituyen un hecho constatado por las autoridades de la salud y las estadísticas que confirman una media de vida superior a los 80 años, también hay viejos prematuros de todas las edades y otra –clase de personas de edad imprecisa- que nunca han tomado verdadera conciencia de la edad que tienen. Dejaremos a los expertos que escriben sobre esta materia y obtengan pingues beneficios con los “best Sellers” que se endosan, prestigiosos psicólogos y terapeutas empeñados en enseñarnos la quimera de los sabios. Nosotros vamos a analizar a los hombres y mujeres mayores –hoy nuestros padres y abuelos- que no fueron únicamente queridos y respetados por sus hijos; empero que han vivido el resto de su existencia ajenos tanto, a la calidad humana como a los logros personales y profesionales reconocidos por las respectivas sagas que han presidido bajo su patronazgo. Volvemos al seno de esa familia de la década de los años 50 (huelga decir del siglo pasado, aunque parezca increible), nos centrábamos en la figura del hermano mayor (alto, guapo y listo –aunque no inteligente-), el que estrenaba libros de texto, traje de Domingo de Ramos y modelito de primera comunión; el que era distinguido en el colegio de los Padres…con bandas y diplomas; el que gozaba el privilegio de primi-nieto; primi-sobrino; y lider de todos los primos-hermanos Todo era tan armonioso y feliz en el seno de la familia bendecida por el primero de los hijos, que los padres se relajaron y nació entonces el “segundo”(que niño más mono..¡que gracioso!), pero cómo llora el condenado, todo lo contrario que el primero: nervioso, inquieto, tragón. El “segundo” más que con un pan bajo el brazo, vino con una machota para romper la pax conyugal en todos los sentidos (los niños entonces, eran para las madres y los maridos ejercían su derecho al descanso nocturno por la gula concedida como cabeza de familia y la sacramental de su puesto de trabajo). Comienza la cruda competición, el “mayor”, estaba ahí, había llegado tres años antes, tenía exquisitamente labrada su parcela afectiva, todo lo contrario que el “segundo”, que asistía perplejo a las muestras de cariño que le dispensaban al hermano y se tiraba literalmente a los brazos del pariente para llamar la atención –seguidamente- ponía en peligro cualquier cacharrería que se encontrara a su paso. Tiene mucho que contar y decir las peripecias sufridas por ambos hermanos en plena crueldad de la infancia (el mayor por la responsabilidad adquirida y encasillada de demostrar y parecer ser cuasi perfecto en la guerra odiosa de las comparaciones y el segundo, por el trauma psicológico que supone vivir a la sombra y llamar la atención a base de pataleos y travesuras, que no por los méritos propios que le fueron obviados.) Y vdes., se preguntarán: ¿Qué culpa tuvieron los mayores de 70 años en tales procederes?...Pues mire Vd., no diré que tuvieran toda la culpa, por que demasiado hicieron ya con sacarnos adelante en tiempos tan difíciles. Pero hoy cuando veo a un anciano deprimido, traicionado por su propia mente (que no demencia), abandonado a la suerte de que un hijo, le coja las manos, le bese con ternura, le extraiga una sonrisa en la reserva de su corazón y le haga saltar las lágrimas en sus ojos nublados, me conduelo profundamente al pensar que una sóla palabra un gesto, podría haberlos sacado del estado de postración en el que se hayan sumidos. Perdonados y en gracia de Dios –bien lo saben- que están, porque al fin y al cabo, ser padres es: Estar ahí –como ellos están- presentes. Pero a veces me pregunto, lo que hubiera supuesto en su día, tanto para el primogénito como para el“segundo”, escuchar de sus labios –puro amor de madre- la frase épica: “hijo mío, qué orgullosa estoy de ti”. ¿Habrá mayor compensación económica o afectiva en la vida que escuchar eso?. Afortunadamente algo hemos avanzado en nuestros días conforme a la expresión de los sentimientos.

viernes, 27 de agosto de 2010

No hemos hablado...I


No hemos hablado de los mayores de 70 años. Nuestros padres que sobrevivieron la postguerra y nos criaron al amparo de un miedo disfrazado de respeto o de un respeto confundido con el miedo. Miedo a la ira de Dios; miedo a no vivir en gracia de Dios; miedo a no acudir a la Escuela de la enciclopedia “Aguilar”; miedo a la imperativa autoridad del maestro; miedo a mirar a los ojos al padre que presidía la mesa investido con el “mono” azul del taller.
 Demasiado hicieron por nosotros, esos padres mayores de 70 años, que conocieron de cerca el hambre y la necesidad y por ello, más que ser conformistas, se tuvieron que adaptar a la vida sin grandes inquietudes ni remedios, aprovechando las ínfimas oportunidades que les deparó el destino: trabajar sin condiciones o emigrar a la Europa minada por la segunda guerra mundial. Hoy los hijos de aquel pan con aceite y azúcar y la onza de chocolate en la mano; los que jugábamos en aquellos patios y corralas de vecinos; los que tuvimos la suerte de acudir a un colegio de religiosos ó religiosas haciéndonos acreedores a la distinción de aprovechar sus influencias de cara al mercado laboral de las recomendaciones y sobre todo, los que por méritos propios, alcanzaron la más alta distinción de acceder a la Universidad, a través de beca, agradecemos de todo corazón –hoy día- el esfuerzo y dedicación de esos padres, ciertamente ejemplares para los tiempos difíciles que les tocó vivir.
 Pero como todo tiene su parte negativa en la otra cara de la moneda que nos presenta la vida; también hubo padres (hoy mayores de 70 años) que no tuvieron la fluidez necesaria ó la altura de miras suficiente o quizás el sentido común de aprovechar las aptitudes y cualidades que apuntaban sus hijos en beneficio del futuro de los mismos, por circunstancias del choque frontal de sus respectivos caracteres o diferencias afectivas irreconciliables. Así hubo familias condenadas por su propio exceso de cariño y por defecto, abocadas a la agria polémica y la falta de entendimiento. Fruto de estas familias, que creyeron plantar el bien de la arbitrariedad y sembraron el mal de las diferencias, nacieron los hijos divididos por tres clases de concepciones genéticas: El primogénito (o mayor); el menor (o más chico, por ser el último parido)…y el de “en medio”. Huelga decir los privilegios históricos que han recaído sobre el “mayor” o primogénito y la alta responsabilidad de ser: el más alto, el más guapo y el más listo de la familia, sin llegar a constituirse en  un ejemplo de virtudes en la práctica –el mayor- se convirtió en un ejemplo necesario al que debían emular el resto de los hermanos…/continuará…

sábado, 21 de agosto de 2010

La REINA cumple su mayoria

Tu madre prometió tenerte a los 33 años y se salio con la suya a esa bendita edad y a mi me pareció mentira hasta el mismo día que te entrego a mis brazos con la dulce satisfacción de haber hecho realidad mi sueño –nuestro sueño- la niña tan deseada, que veía la luz un 25 de Agosto de 1992 (culminando un año histórico de tan gratos recuerdos en todos los sentidos). Hoy que alcanzas la mayoría de edad establecida en derecho, me sigue pareciendo mentira que 18 años sirvan para algo mas que pare ejercer otro derecho que no sea el de alegrarnos la vida a todos. Quisiera decirte muchas cosas con la facilidad que me confiere mi afición a la retórica, cosas que gustan leer porque es lo que deseamos escuchar; frases, piropos, elogios que nos sorprenden y emocionan, no solo porque obedezcan a la verdad, sino también porque nos cogen desprevenidos. Que te quiero, va de sobrado, pero nunca esta demás aunque se de por sobreentendido. Que te adoro es una metáfora preciosa que suele ir a continuación. Que eres muy linda y lo bonita que eres, suena a canción imprescindible, que me recuerdan a diario cuantas personas se encuentran contigo por la calle. Imagínate lo que es para un padre que siempre ve virtudes cuando mira a sus hijos con las gafas graduadas de la pasión, recibir las continuas muestras de admiración que los demás advierten ante tu hermosura y belleza. Y asi podría llevarme eternamente, desglosando tu letanías para trazar la espiral de adulaciones propias del discurso subjetivo de un padre para con su hija amada. Aunque fuera mi doble intención no es ese el propósito de esta entrada, lo malo es que no tengo argumentos mas validos que los de este pobre corazón que siempre termina en jaque. Quisiera darte consejos, pero los consejos solo sirven para reconocer nuestros errores y a esa edad portentosa de los 18 años: ¿Quién es guapo que puede predicar de prevención, ahorro y economía, frente al impetuoso manantial de vida que arrastra a la juventud en su río rápido?. Tampoco mi experiencia te serviría de gran ayuda, primero porque a mis 54 años, aun no he tomado conciencia de mi edad y sigo planteándome las mismas interrogantes que en mi juventud, aunque si te diré, que ahora me resultan mas fáciles las respuestas o quizás las encuentre mas rápidamente, ventajas de la ralentización del pensamiento. Solo te diré una cosa, a parte de desearte la felicidad en fecha tan señalada, lo cual no es un deseo sino una necesidad imperiosa y un compromiso adquirido hacia ti de por vida. Se fiel a ti misma y consecuente con tu carácter, cuida como oro en paño el cielo de tus sueños para que nunca deje de brillar tu estrella, riega cada día el jardín que estas sembrando para que en el futuro (incierto y nebuloso), crezcan las flores del bien. Ve a coger lo que gustes, aunque a veces no sea lo que quieras. Entrégate, no por hacer felices a los demás, sino por que los demás se sienten felices contigo. Llora si tienes que llorar, aunque sea de rabia e impotencia como también lo haces de alegría y emoción, porque las lagrimas dignifican al hombre mucho mas que el trabajo y ama, mas de lo que este en tu mano, mas allá de la razón y la locura, porque no te imaginas –ni te imaginas- hasta que punto eres amada.


A mi hija Reyes.

jueves, 19 de agosto de 2010

No confundir un correcto Castellan@ con un perfect@ andal@z



Triniá mi Triniá

Ministra de Sanidá

Carita de niña buena

Con la Virgen de Almudena

Yo te tengo compará...



Algo en tu acento envenena

A los que te oyen hablar

A la elegante manera

Ay Trini…mi Trini..mi Trini

De andaluza universá.



jueves, 12 de agosto de 2010

TRES DESEOS

A la Fani, se le cumplió uno de los tres deseos que le pidió a la Virgen el año pasado. No sé si porque la Virgen es tan milagrosa como dicen o por el mal rato de procesión que nos hizo pasar a los que alrededor de su pandilla, formábamos bulla frente a la Puerta de los Palos. Aquella mañana fue tremendo, sobre todo para los rancios devotos que acudimos a la cita ineludible del 15 de Agosto. Aun no había amanecido, pero el turquesa del cielo recortando la silueta inmaculada del monumento, presagiaba el momento de la diáfana claridad cantada por los vencejos. La Fani y su peña habían tomado sitio, acomodados entre los macetones y el brocal de la fuente, eran poco más de las 7 de la mañana y se las prometían felices para aguantar el parón, mientras apuraban los últimos resquicios de la botellona. “Escucharme killo” –profería exultante la Fani- “Esta es la Virgen de mi Yaya –tios- de verdad, eh, que eh mu milagrosa. Hay que pedirle los Tres Deseos, nama que salga por la Puerta –tio- mira que se me pone los vellos de punta..que eh mu fuerte –tio- que de verdad te concede uno..mi Yaya no miente y a mi no se me puede olvidar como lloraba al verla, cuando me traia de chiquetita”….jajajaja…-reian los unos- “killo, pues yo le voy a pedir un Ferrari…o un Homer..o un Maserati…ya puestos a pedir…yo le pido el sueldo de Cristiano Ronaldo y un yate petao de pibas que crujan mas que un boyicao de buenas…jajajaja”. A esa mismo hora una anciana venerable ahíta de dolores, encendía una lamparita junto a la jaculatoria antigua de la Virgen sobre el viejo aparador de su ajuar de novia en una barriada del exilio, musitando entre sollozos: Hoy es el día y se acerca la hora. Al tiempo bajaban por la Alhondiga, procedente de los camino de la Plata, soñolientos peregrinos al rosario de la aurora buscando su encuentro. Y en la puerta de Jerez confluía un río de devoción anónima, cuyos afluentes bajaban en silencio, desde todos los puntos del aljarafe. En la ciudad más remota del mundo, alguien que no quiso amargar las vacaciones a sus seres queridos, miraba el reloj alas 7,30 de la mañana, e incluso podía adivinar el jubileo de las campanas de la Giralda: lo que hubiera dado por estar allí, sólo puede leerse en la mirada reluciente de su amada, que ahoga en un suspiro todo su cariño y comprensión. La cercanía del mar de la luz, hace que algunos y otros venga y vuelvan como las olas, besando la orilla de sus plantas, bañándose en las aguas encantadas por la gracia de la Señora, llevándose la calurosa albura de su mirada. Eran las ocho en punto de la mañana, repicaban a gloria las campanas de la mezquita mayor confundiéndose con la ansiosa embajada de los vencejos. Un silencio ancestral, fundía todas las miradas en el crisol gótico donde se recortaba su trono perfumado de macollas de nardo. A Fani se le cumplió uno de los tres deseos: nada más y nada menos, que sus díscolos amigos dieran fe de la sonrisa de la Virgen, con el más respetuoso de los silencios.


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