Habían fabricado un cielo a su altura y no daban con él, porque lo tenían
delante. Era un cielo de atormentadas visiones, los que no lo veían los tomaban
por locos. Salían a su encuentro cada mañana como auténticos penitentes tras
luces y sombras. El primer trazo de un pájaro en el aire les distraía, la
silueta de un cúmulo, los abrumados cirros transformados en jirones, grababan en
sus mentes cabelleras de santos. Las manos de los hombres en el quehacer diario,
serían futuras manos de atónitos sayones. El fruce de los ceños, la arista de
unos labios el perfil indolente al final de una barra, darían forma a la inédita
idea preconcebida. Sus pasos no sentían la tierra que pisaban, su amor no
consentía amar a otra persona, su amor era invisible, de todos y de nadie, amor
en puro trance, amor en celo. Se cubrian con el manto oscuro de la noche, lo
bordaban de estrellas, de espinos y de cardos, recorrian los caminos de
hojarasca, atisbando la perfección que nunca alcanzaban, perdidos en un campo de
terciopelo y oro sembrado de tules. Entre las polorientas tablas de sus
talleres, los bustos inconclusos, los torsos decapitados y los mutilados brazos,
ensayaban un juego en busca del cuerpo imposible. Sólo el aura de luz, lograba
encender la expresión con su rayo. Bombo y perfiles soñando en el lienzo de la
madera en bruto, virgen, sin templo ni cartelas; esquinas desnudas, esperando la
ronda de los pasionistas ángeles o el hueco dispuesto para la pluma, el león, el
toro y la serpiente que rodea el caiz de los cuatro evangelistas. Habían
fabricado un cielo a su altura y brillaban en él sin miramientos. Divinos
ignorados por el Dios extraido del cedro, aquel Dios que decían, hallábase en
los nudos de la espiral del tiempo. El Dios en el que tantos encontraron
salvación y consuelo sin pararse a pensar en las manos que a Imagen y semejanza
lo concibieron. Cuando los palios lloren vaivén de plata añeja; cuando los
cirios rebosen su luz de miel en candeleros, cuando los mantos recogan sus
brillos de alta noche oscilando entre fulgidas llamas de guardabrisas, en un
rincón perdido, el buril de un esteta dará un golpe en el yunque con el tas del
recuerdo, temblor y latido del mismo corazón de la Semana más natural de
Sevilla.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
sábado, 13 de octubre de 2012
jueves, 27 de septiembre de 2012
No me gusta nada
Ví
a una mujer que hace treinta años se echó a la calle también
demandando las mismas reivindicaciones en todo lo que ella llamaba,
vulneración de sus derechos. Ella se manifestaba porque después de
trece años de trabajo; la habían dejado sin sus “quinquenios”;
sin sus pagas extraordinarias y no contentos con ello, obligado a
trabajar más horas con menos sueldo. Decía que no le importaba
apretarse el cinturón en solidaridad con los más de cinco millones
de parados, pero que también tenía hipoteca que pagar y que el
banco no se había solidarizado con ella a la hora de cumplir
religiosamente con los plazos; ni la compañía de agua, ni la del
gas, ni mucho menos la eléctrica, le habían concedido tregua alguna
en el pago, ni aplicado tarifas especiales anti crisis, para
compensar y ajustar los precios proporcionalmente a la baja de su
salario, todo lo contrario, que el gobierno había aprobado una nueva
subida de dichas tarifas. Ví también a muchos estudiantes, que son
mayoría de indignados, aunque se les quiera manipular mezclándolos
con “okupas-antisistemas”, cualquiera de ellos podía ser aquel
de nuestros hijos, que sufre por dentro la pena de la impotencia, el
querer estudiar y no poder hacerlo en su especialidad, por falta de
medios, de recursos, en una palabra de liquidez, esa misma liquidez
que el ínclito Montoro pone ahora a disposición del tesoro de Botín
en formas de Becas ICO. Vi -sobre todo- a muchas personas mayores de
cincuenta años; hombres y mujeres que han vivido en sus carnes el
anterior régimen franquista, luchándo y jugándose sus tipos ante
la policía, que además se llamaba armada y vestía de gris, en
defensa de sus reivindicaciones laborales, cuando los deberes eran
superiores a los derechos y estos últimos se obtenían a base de
sangre, sudor y lágrimas. Los mismos hombres y mujeres que vieron
cumplidos sus sueños de lucha con una esperanzadora democracia que
les devolvía el estado del bienestar. Quien les iba a decir a estos
hombres, en el esplendor de sus vidas, que iban a ser víctimas de
este retroceso social-laboral, tan atroz y desproporcionado como
histórico. Ví como en sus rostros se reflejaban los rasgos de la
mayor de todas las preocupaciones: la pérdida de su empleo; el miedo
y la incertidumbre por el futuro de su empresa; la sorpresa y
desolación de una jubilación anticipada, cuanto más la
desesperación por unas pensiones irrisorias e indignas en base a su
cotización. Y cuanto ví me pareció tan digno de indignación como
la que sentíamos todos por culpa de unos recortes impuestos por los
mismos mercados y bancos que nos han llevado a tan deleznable
situación crítica, sin que ningún grupo político del bipartidismo
haya tenido la dignidad ni honradez de paliar el entuerto. Después
de todo esto, vi una manifestación abigarrada en torno al Congreso y
me pregunté, cariacontecido, ¿Que hubiera ocurrido si esta
muchedumbre compuesta por más de 7000 personas, hubiera respondido
con la misma saña y brutalidad con la que cargaron los
antidisturbios? La pregunta la dejo en el aire, suspendida entre los
muchos comentarios sobre el 25S que he leido en los distintos medios
de comunicación y nada ni nadie consigue ofrecerme una respuesta
justa ni ajustada a derecho. No me gusta nada; continúo viendo
máxima desproporción en la contundencia con la que actuaron las
fuerzas del orden; continuo viendo, golpes a discreción, personas
volteadas sin importar el sexo o la edad; flagrante manipulación en
los medios según su estatus político y puro estado policial en la
forma de tomar Madrid y sobre todo sembrar el pánico en la estación
de Atocha.
domingo, 23 de septiembre de 2012
Un bético de leyenda; ROGELIO
DIA INTERNACIONAL DE LA POESIA
ELEGÍA A ROGELIO
ELEGÍA A ROGELIO
Creo
que tuve el sueño un día de ver jugar a Rogelio,
ese sobre el cual decían: no hay sitio donde ponerlo..
.porque no corría al desmarque, ni servia como zaguero;
ni se fajaba en defensa, ni aparecía por el centro..
.
sin embargo yo lo ví, andando -parar el tiempo-
que correr es de cobardes, para un pie como su izquierdo.
Larguirucho -patacatre- guapetón, casi esperpento...
pero cuando controlaba los contraluces del cuero
con su zurda de caoba hecha un guante del ingenio,
¡ Villamarín encendido cual “coso baratillero”,
aclamaba con un ¡Óle! La faena de Rogelio!
Creo que tuve el sueño un día y creo vivir para verlo,
marcar de saques de esquina más de diez goles ¡soberbio!...
y si acaso no se creen las verdades del barquero,
que lo pregunten en Coria, cantera del delantero,
que más que diez lleva un Doce en el dorsal sempiterno.
Si oyes hablar, algún dia, las viejas glorias a un bético
y te cuenta la parábola de un balón buscando el reino
de la escuadra donde crían sus telarañas los ferros;
ríete de los “pelusas”, los “cristianos” y los “leos”...
¡porque para ¡gol! Olímpico, los que marcaba Rogelio!!
ese sobre el cual decían: no hay sitio donde ponerlo..
.porque no corría al desmarque, ni servia como zaguero;
ni se fajaba en defensa, ni aparecía por el centro..
.
sin embargo yo lo ví, andando -parar el tiempo-
que correr es de cobardes, para un pie como su izquierdo.
Larguirucho -patacatre- guapetón, casi esperpento...
pero cuando controlaba los contraluces del cuero
con su zurda de caoba hecha un guante del ingenio,
¡ Villamarín encendido cual “coso baratillero”,
aclamaba con un ¡Óle! La faena de Rogelio!
Creo que tuve el sueño un día y creo vivir para verlo,
marcar de saques de esquina más de diez goles ¡soberbio!...
y si acaso no se creen las verdades del barquero,
que lo pregunten en Coria, cantera del delantero,
que más que diez lleva un Doce en el dorsal sempiterno.
Si oyes hablar, algún dia, las viejas glorias a un bético
y te cuenta la parábola de un balón buscando el reino
de la escuadra donde crían sus telarañas los ferros;
ríete de los “pelusas”, los “cristianos” y los “leos”...
¡porque para ¡gol! Olímpico, los que marcaba Rogelio!!
sábado, 22 de septiembre de 2012
El Otoño, ha llegado...
REPOSICIÓN: "Aquí estamos"
Estamos aquí;
hemos vuelto sin salir de casa a abrir las ventanas aprisionadas por el aire
acondicionado; hemos vuelto del mar que nos devolvió la calma de la efímera
felicidad que encuentran los que conocen su quimera; hemos vuelto de los días
mágicos donde todo parece más bueno o menos malo por decisión propia que no por
su propia acepción. Venimos cansados por el cansancio aceptado; hartos por la
piadosa gula; estresados por la relajación; concientes de nuestros propios
excesos, con los días grabados en el traje de luces de la color de bronce.
Septiembre nos trae el reencuentro con una cruda realidad a la que habrá que
hornear y cocer en el fuego lento de las calores del membrillo. Cada cual sacará
sus propios humores, ojeando el atiborrado álbum de fotos digitales y los
insufribles comentarios de los viajes condicionados por la vanidad, más que por
el puro placer de las sensaciones vividas. Blanco ibicenco sobre el cuadrilátero
de antorchas que iluminan la noche interminable; sonrisas blanqueadas por el uso
de los profilácticos; cuerpos retocados por el fotoshop de los gimnasios y
curvas matizadas en los manglares del pareo. En el libro de la vida, Septiembre
abre un cuaderno donde se esbozan nostalgias, como dibujo de párvulos, sencillos
trazos redondos, bajo figuras horizontales; el sol poniéndose sobre el horizonte
es la vuelta al cole, tanta ilusión en los niños como desolación en los
bolsillos de sus padres. Los rayos del sol poniente desde la terraza, festonean
el cielo, pero esta puesta, aun siendo igual de hermosas, no corresponden a las
contempladas desde el mirador de la cala o aquel rincón escondido de la sierra,
sus fuegos languidecen en las brasas de un crepúsculo que en el lenguaje
ininteligible de los sueños escribe las letras del trabajo y la rutina. Hay
quien por lejos que se fue de casa, nunca estuvo tan cerca de sus costumbres
convertidas en ley; otros sin moverse del sitio, volaron tan alto que jamás
podrán poner los pies en el hábito de los vicios. Septiembre está aquí, para
conducirnos a todos por la ruta de nuestro particular retiro.
domingo, 16 de septiembre de 2012
LUZ de San Esteban
EL HOMBRE BUENO DE SAN ESTEBAN
El hombre bueno de San Esteban es ligero, se desliza como si en sus pies portase las alas traviesas de un angel; habla con los ojos iluminados por la luz de la fe, sus palabras son ligeras –un tanto atropelladas- porque brotan de los arroyos cristalinos donde se bebe a borbotones la Buena Nueva del Evangelio. El hombre bueno de San Esteban es alto como torre de sabiduría y frágil como el junco que dá buenos mimbres, tiene las sienes plateadas por las huellas del tiempo, aunque por más años que pasen, conserva esa eterna juventud que solo distingue a los limpios de corazón. El hombre bueno de San Esteban es un fortín sustentado en los cuatro puntos cardinales de la virtud: hecho toda prudencia en claro espejo de justicia, dechado de fortaleza y ejemplo de templanza. Desde que conocí al hombre bueno de San Esteban, aquel lejano Martes Santo en una misa de hermandad, delante de los pasos, aún sin ser hermano, supe que esta hermandad tenía un privilegio, un don añadido por la varita mágica del Amor de Dios y aún así, no somos concientes de la magnitud que supone para una hermandad, el hecho de gozar espiritualmente de una dirección como la del hombre Bueno de San Esteban.
Aunque me pierde la tentación, no quisiera que mi mano izquierda se enterase de las miles de cosas que ha obrado la diestra del hombre Bueno sobre todos los que hemos acudido a implorar sus favores. No hay más placer que verlo todos los días allí, en su casa de San Esteban –entre nosotros- solícito, entregado desinteresadamente, cada vez más perfecto en la caridad, partiendo el pan y bendiciendo el vino, mirando hacia ese rincón del cancel donde parece que va a salir a su encuentro desde el paraíso, la figura menuda de su madre. El hombre bueno de San Esteban, sí…Don José Robles.
lunes, 3 de septiembre de 2012
Madre de mis entretelas
Eras
mocita entonces de diecinueve años cuando te descubrí en San Román,
yo estrenaba razón, vestido de monaguillo por las manos de mi madre
como todos los niños del barrio que queríamos llevar los canastos
de caramelos de la mejor canastera. Desde entonces, cada ocho de
septiembre, bajo la luna azul vendimiadora, cuando tu Natividad
volvía a cumplir un nuevo año con nosotros, salías de San Román
para darte una vueltecita por el barrio entre la estrechez de Sol; el
filo imposible de la calle Espada y el delirio de las casas de vecino
de Enladrillada que colgaban en sus balcones las mejores colchas del
ajuar de las abuelas. Todavía llevo incrustado en la solapa del
recuerdo, el olor a nardo e incienso de esos días que presiden el
altar donde te rindo continuamente culto. Todavía me suena a nueva,
la primera oración que te escuché cantada por la voz intransferible
de “Antonio el sacristán” -Salve Regine- que todos musitábamos
de oído, sin conocer otro latín que no fuera alabarte. Todavía
retumba por las naves del memorable templo, la temblorosa voz del
bueno de “Don Crescencio” -palabra sencilla de Dios- que parecía
no querer molestar más que un: “solo quiero decir”. Aún te veo
entronizada a la derecha del Señor de la Salud en la capilla
sacramental donde tantos domingos escuché misa, más que por
precepto, por no apartar la mirada de tu “carita inclinada”, la
misma que parecía acunar las Angustias en su corazón de Madre y
tendernos las manos para abrazar las nuestras. A tu amparo creció el
niño aquel que nunca dejó de ser tu monaguillo, el mismo que al
volver del colegio buscaba la nave del presbiterio para saludarte con
la oración sin palabras de una mirada cómplice, antes que el
merecido premio de una merienda y al paso de los años se hizo
adolescente de una devoción por tí, que rayaba en el estado de
seminconciencia que se respira en esa etapa de la vida, bendita etapa
donde los años se cumplen sin que pasen los días -cual es tu caso,
Madre-, hoy que celebras el 75 aniversario de tu hechura, igual que
ayer, con la misma lozanía de los diecinueve años con que te conocí
y aquel olor a incienso y nardo de estreno permanente.
Tanto
es así, que cuando vuelvas el ocho de septiembre a San Román,
regresarán contigo, prendidos en el realce de tu exclusivo manto
“azul pavo”, todos los que siempre te esperaron en las escogidas
esquinas de la memoria; volverá a abrir la “calentería” que
hacía las delicias de aquellos suculentos desayunos en la mañana
del Viernes; La olorosa quincalla de “Juanito”; el viejo
“zepelín” de Luisa; la tienda de ultramarinos de “Pepito”;
el colmao de Federico con los mejores cantes y bailes por bulerías;
el “Remesal” y... el Uno, que volverá a ser el “Uno de San
Román” -no por que una vez cantó, Caracol- sino al verte aparecer
por la desembocadura de Matahacas a hombros de tus fieles hermanos y
devotos presentes, porque los ausentes, -Madre bendita de mis
entretelas-, ya tienen reservado los balcones de la plaza convertida
en los palcos de la gloria que supone, entrar por San Román de
nuevo.
Enlace del traslado: http://fotoblognaturaldesevilla.blogspot.com.es/2012/09/vuelve-casa.htmldomingo, 26 de agosto de 2012
Bienvenida, Doña Cecilia
Estimada
Dña. Cecilia; No tengo el gusto de conocerla personalmente, pero ya
que ha alcanzado Vd la fama por el procedimiento que ahora llaman
“expres” -como el divorcio y el desahucio- tan en boga en estos
tiempos, quisiera expresarle todo mi respeto, admiración, afecto y
simpatía. Comprendo que se sienta desbordada, por la repercusión y
el alcance mediático que ha obtenido su desafortunada intervención
(pseudorestauradora) sobre la pintura mural del “Ecce Homo”
ubicado en la iglesia parroquial de su querido pueblo de Borja, (al
que nadie conocía y ahora se ha hecho a su par famoso). Comprendo y
lamento al mismo tiempo, su crisis de ansiedad y la vergüenza que
está padeciendo, al verse centro de atención; chivo expiatorio y
objeto de todas las críticas. Sepa vd que una vez superada la fase
de delirio tremendo, amparada en el chiste y la recreación que hace
mofa de su impronta, estampada en pergaminos y camisetas, emulando
los rostros más grotescos de la historia universal de la brocha
gorda y el famoseo -internet es así, seguro que se lo han dicho y vd
habrá tenido oportunidad de comprobarlo-, se dará cuenta del cariño
y devoción, que ha cosechado, en comparación con el agravio moral y
psicológico que ha supuesto para su persona, convertirse en la
autora de tan involuntario como celebrado monigote. España es así,
doña Cecilia, capaz de encumbrar al Villano y condenar al inocente,
pero como vd comprenderá, con la sabiduría imponderable que le
confieren sus más de ochenta años: “no hay mal que por bien no
venga” y como apostilla el otro refrán: “a río revuelto,
ganancia de pescadores” -Disfrute vd, mi querida abuela- permítanos
que la llamemos cariñosamente así, con el mayor de los respetos,
porque en eso se ha convertido vd., en la abuela de España; marca
España con denominación de origen y no le quepa la menor duda, que
vd ha hecho más por su pueblo, por el mero gesto de esa intervención
desinteresada e involuntaria de restauración, que el más ilustre
prócer de sus vecinos y por ello la deberían de proclamar por
unanimidad, hija predilecta, para lo cual -ya están tardando-. Por
consiguiente y al contrario del famoso Alcalde de la España más
profunda de Berlanga, interpretado por el genial Pepe Isberg en el
mítico: Bienvenido Mr. Marshal; vd., -como pintora que es- no
precisa , dar la más mínima explicación en su defensa, sino
asomarse al balcón de la Plaza de su Pueblo (desconocido hasta ahora
y objeto de peregrinación y culto a la curiosidad más novelera)
para corresponder a las innumerables muestras de cariño de fieles,
que corean su nombre y aclaman su genuina creación, convertida en
icono del arte más subrealista del momento. Aprovéchese, doña
Cecilia de la situación, antes de que su derecho de autora
-indiscutible- y por amor al arte, lo conviertan en lucro aquellos
que tienen las malas artes de enriquecerse a costa de los demás.
Porque, mi querida y admirada doña Cecilia, cuando los más
prestigiosos restauradores del mundo, se disputan la intervención de
su obra, algo tendrá de arte el agua cuando la bendicen.. o mejor
dicho, de intereses. Que Dios la bendiga.
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