sábado, 7 de diciembre de 2013

Madre, en la puerta hay un niño


Querido Niño; este año te has quedado guardado en tu añeja caja, custodiado por la Sagrada Familia, entre pajas y restos de serrín. Se que en el fondo no te importa, porque Tu, naces y renaces siempre en la presencia de todos los hombres de buena voluntad y por eso estás también en aquellos hogares que por ausencia u omisión pasan de ponerte a presidir la mesa. Más que no verte en el Portal de siempre, me duele la soberbia y cabezonería, la arrogancia y falta de sensibilidad de quienes siendo maravillosas personas en el fondo, adolecen de guardar las formas y se ceban con la tradición para reafirmar su enajenación mental. Ya sé que esto del cristianismo, hoy en día se ha vuelto de lo más pagano, que hablar de la Iglesia y sobre todo de los curas, es tan gratuito como distraerse con una sesión de “salvame de luxe”; que los cofrades o capillitas, fuera de su ámbito y contexto familiar, están considerados como una secta “jartible” que acapara gran parte de la actualidad socio-cultural e invade un espacio urbanístico más allá del tiempo de vísperas para indignación de los profanos en la materia, que también tienen derecho a disfrutar de la ciudad, aunque se nutran de los beneficios comerciales que generan este tipo de actos y cultos. Pero en el fondo -querido Niño- para los que nos criamos en la infantil catequesis de tu Nacimiento; para los que tanto disfrutamos el verlo poner de la mano de nuestros padres y hermanos; para los que jugamos con esas entrañables figuritas de barro, contemplando cómo tomaban forma y protagonismo, dentro del Belén, bajo un cielo de papel con nubes de algodón y montañas de corcho; impregnadas por el glorioso olor a serrín, que trenzaba caminos y cañadas serpenteadas de verde musgo, supone un trauma añadido al sinsentido que están tomando estas Navidades laicas. Ya sé -ay chiquirritín- que los mejores belenes, no están en las hermandades, ni lucen en los majestuosos templos e iglesias con todo lujo de detalle, que ni siquiera son los que montan los Belenistas con ese acopio de artesanía y buen saber que los hace magistrales, como también me imagino, lo que tendrás que “tragar” -queridito del alma- cuando te ves lucir con las mejores galas en la más valiosa de tus imágenes materiales, dentro de esas casas señoriales, donde presumen tanto de tu evangelio como de su falsa y vanidosa caridad. Sin embargo -querido Niño- ¡cómo disfrutas con las gentes, que sin necesidad de panegíricos ni catequesis impuestas por terceras personas, han querido ponerte humildemente en sus hogares de la forma más sencilla, sobre el aparador o la mesita, conscientes de que Tu eres esa luz de múltiples colores que enciendo los mejores deseos de Paz! Y ese es tu nacimiento preferido, el que montan en la intimidad de sus hogares, las personas que hacen de su falta de medios, verdaderos encajes de ingenio, convirtiendo papeles en cielo y cartones en casas rústicas, canaletas en río y bombas de agua traídas de los desguaces en arroyos cristalinos. Lo siento y te pido perdón por mi soberbia, el respeto como decía el sabio, es aquello que has de tener para adquirirlo, pero lamento irremisiblemente, no verte este año por casa, haciendo nuestros honores y sí -a pesar de todos los pesares- ese árbol sintético, que con todos mis respetos, me resulta tan chirriante como absurdo. Otro año más las redes sociales se llenan de felicitaciones y buenos deseos; las calles de nuestra ciudad están radiantes de luz -como nunca- y el ambiente es espectacular, a pesar que la mayoría nos quejamos de la crisis, el consumo de estas fechas continúa dando la imagen de una sociedad del “bienestar”, pero el comercio se queja; los parados se desesperan y los que viven en soledad por méritos o la más cruel de la soledad acompañada, no les cuadra muy bien esto de la Navidad envuelta en oropeles pero que no se habla ni perdona a sus hermanos. Ojalá nos preocupara menos el menú de esa noche, para algunos impuesta y valorásemos más la mesa y el fuego del hogar. FELICES PASCUAS A TODOS.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

LOS GOZOS

Los gozos
 
 
 
 
 
 
Todo lo bueno y lo malo, arranca de la niñez que es el patio del colegio donde jugamos . Para bien o para mal, alguien muy querido o muy odiado, nos inculcó el cariño, la devoción o el rechazo a lo que con el tiempo se convirtió en tradición u olvido. En mi caso el patio que recuerda naturaldesevilla en esta noche destemplada por el redoble del viento y la lluvia, era del Colegio La Salle, para más señas, bajo la advocación y el patronazgo de la Purísima. En fecha tan señalada, la memoria escoge el camino más corto para emocionarme con esas cosas –que por increíbles y fantásticas- son más sencillas de lo que parecen. Se trata de soñar en esta noche inclemente, rozando con la punta de los dedos de un niño, las estrellas de aquel camarín celeste, donde la imagen de la Pura y Limpia relucía en el máximo esplendor de la capilla Lasaliana. Después alguien que hablaba con el corazón más que con el entendimiento, nos envolvía con la historia sagrada de la joven doncella desposada con José. Aquella a la que el ángel del Señor anunció con el Dios te Salve, María; la pintada en plena gloria por los pinceles de Murillo; la sevillana cieguecita de Martinez Montañez; la musa de Alonso Cano; la mil veces copiada, cincelada, labrada y concebida como apoteosis de las Bellas Artes. Y no era más que una joven, piadosa, discreta y humilde, como aquellas mujeres de carne y hueso que nos acercaron al altar de su Belleza y nos enseñaron a rezar, juntando las palmas de las manos, al admirar su imagen cargada de unción. He aquí el principal misterio, en el que mis cortas luces, alcanzan a descubrir la Inmaculada Concepción de María, por encima de subterfugios y enrevesados misticismos. Ella representa la Plaza del Triunfo de la humildad y por eso la corona en su cima, como Pura y Limpia alegoría de la tierra que lleva su nombre por lema. Cuando todo resulta confuso e impensable, Ella continua siendo Virgen –siempre Virgen y Madre, presente en las esquinas de azulejos con la leyenda extendida por las coplas de Miguel Cid, a lo largo y ancho de esta ciudad; reluciendo más que el sol en el jueves del Corpus y llenando las parroquias, iglesias y monasterios con la luz del medio día de la gracia. Todo arranca desde la niñez y confluye en la desembocadura de una sola mirada. No es preciso levantar los ojos para adivinar la altura de este día de gozo, basta sólo gozar de esta fe aventajada y traviesa tan naturaldesevilla, que cree en lo que no ve, porque sólo las elegidas, pueden llegar a creer lo que están viendo.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Las cosas turbias y el chocolate claro


Como viene siendo habitual en los últimos años, la elección del pregonero, suscita bastante polémica en el mundillo “morado”. Tiene que ser frustrante y descorazonador, para los que están colocados en la parrilla de posibles desde hace décadas, comprobar como a última hora, suplentes insospechados o sabia nueva de la cantera, pasan por delante de los eternos nominados, dejando un tufillo cadavérico. No sabemos, por parte del Consejo, a quien se quiere agradar concretamente, pero sentimos el peso de Palacio a plomo, inclinar la balanza hacia su despensa. Se hizo de rogar la elección de este año, amenazada por las filtraciones del manoseado “androi-smart-fhone-wats-up” en connivencia con los medios de comunicación y la aplastante inmediatez de corresponsales de webs cofrades que juegan al pseudoperiodismo de la confusión. Parece que el Consejo, tomo buena nota de los escándalos pasados y se blindó en San Gregorio, apelando al sentido común de apagar los cedulares de sus miembros. Parece ser que se jugaba a caballo ganador, insistiendo en el hombre de iglesia, después de la negativa del Cardenal Amigo, volviendo a tocar las puertas, esta vez del templo de San Lorenzo. Pero un año más, la curia-conociendo el percal- y la incontinencia crítica y mal intencionada de este mundillo cofrade, no quiso mojarse. Imagino la indecisión y la falta de criterio del órgano rector al romper la baraja. El hermetismo de adentro, hizo que la impaciencia que se respiraba fuera, moviera ficha al alimón y sonó la flauta: Juan Miguel Vega, fue durante algo así como una hora, Pregonero de la Semana Santa de Sevilla. El rumor, corrió por las redes entre plácemes y desmentidos. Algún día, sabremos la verdad de lo que se cuece o se cocía en aquellos momentos decisivos, dentro del Consejo, de momento hemos de conformarnos con las declaraciones de su máximo responsable, don Carlos, en los términos que nuestra imaginación alcance a comprender: Dicen que surgió entonces el nombre de Quico Berjano, como por ensalmo; del mismo modo que pudo surgir el nombre de Javier Criado, el hno. Mayor saliente del Santo Entierro, el Valle o la Soledad. ¿Aleatoriamente o queriendo satisfacer a Palacio? Parece ser que fue esto último, porque poco faltó a Don Manuel Soria, para abordar al pregonero electo, ante el temor de una nueva negativa: “Sí, es que hemos pensado en tí, porque queremos darle al pregón este año un perfil...”. Elucubraciones a parte, la elección del pregonero, como casi siempre, me deja un sabor agridulce. Don Francisco Berjano, magistrado-juez, hermano mayor de la Vera Cruz, costalero fundador de la cuadrilla de la Paz, me parece una persona muy digna y entrañable, indudablemente capacitada y experta para la misión tan altamente representativa que se le ha encomendado. Al conocer la esperada nueva, el mismo ha dado muestras de sus virtudes, reconociendo con humildad seráfica estar conmocionado, tanto por la inesperada sorpresa, como por el compromiso que supone para un cristiano-cofrade, pregonar la Semana Santa más importante del universo o al menos la más relevante o mediática. Francisco Berjano, ha reconocido públicamente carecer de las tablas de un pregonero al uso sevillano, es decir, esos que figuran en las quinielas todos los años, por méritos de las glorias o por deméritos de pertenecer al rol del “llamador”; “abc”; “Pasión de Sevilla” o la tertulia del único programa que nos transmite y retransmite la Semana Santa durante la mayor parte del año en la tv local. Pero es verdad que choca, esta elección tan arbitraria, es verdad que no hay nada más que ver la cara desorbitada del bueno del pregonero electo. La magnitud del compromiso en el que se ha puesto a una persona tranquila, entregado a su trabajo y comprometido con su hermandad. Todo eso de la parafernalia y el halo que rodea al pregonero en su camino de rosas y nube hasta el atril del maestranza, está muy bien, pero Quico Berjano, lo ha dejado claro con contumaz determinación: “Naturalmente que tengo miedo, donde pongo mi responsabilidad, por hacer dignamente el trabajo encomendado, no hay otro interés”. Y estas palabras le honran, como ponen bajo sospecha a un Consejo, con tanta falta de criterio propio que, por agradar a todos, no agrada a nadie. Un Consejo anestesiado e indolente, cuya falta de transparencia, deja en entredicho su gestión administrativa sobre las Sillas de la Carrera Oficial; la seguridad de la calle Sierpes (un año más corriendo el riesgo del milagro de Dios); o la sanción muda al “panaderazo” del pasado Miércoles Santo”. En fín, continuemos mirando para otro lado o haciendo -como decía la abuela- lo mismo que la “gata de María Ramos”: cerrar los ojos para no ver los ratones. Menos mal que Dios escribe recto con renglones torcidos y estoy seguro que el del año próximo, será un gran Pregón. Enhorabuena a don Francisco Berjano y que el espíritu santo lo alumbre el domingo de nuestra pasión.


lunes, 11 de noviembre de 2013

Lo lamento, Sr. García

http://www.youtube.com/watch?v=qAI6sJUHRAA&feature=share


A las cosas hay que darles la importancia que merecen; lo siento mucho, D. Manuel García, pero en uno de los días más importantes y felices de su vida, cuando todo son aplausos y felicitaciones, -entre ellas la de este humilde opinador-, lamento el bochornoso espectáculo que han dado los miembros electos de su Junta de Gobierno, en el momento en que se hizo público el resultado del cabildo de elecciones. Desconozco el nombre del hermano macareno que procedió a la lectura del acta, desde el atril de la Basílica, admiro y comparto la ovación merecida que recibió el reelegido Hermano Mayor, cuyo rostro sereno, reflejaba la mezcla de tensión, emoción y visible satisfacción por el respaldo obtenido, como también censuro el gesto impertérrito de mal perdedor, del hermano en la oposición, D. Agustín Conde, quien lejos de la fraternidad exigida en buena lid, permaneció ajeno a los aplausos que aclamaban a D. Manuel García. Después todo fue una sarta de despropósitos que derivó en lamentable marabunda populista y descabellada, dentro de un recinto sagrado, donde sólo cabe la autoridad y el respeto. Lamentable la alineación de los miembros electos de la junta, vociferada a modo de “sparrin futbolero” desde tan egregio atril y la reacción entre vítores e irreverentes muestras de cariño con las que se acogió a cada miembro por parte de los mismos candidatos y afectos. Lo considero una falta de respeto descomunal, tanto en el lugar, como en las formas, que espero no traiga otras consecuencias más graves en el futuro, que la sensación de haber dado muestras públicamente de una Hermandad, dividida y quebrada, en detrimento de la candidatura derrotada, que tuvo que aguantar estoicamente semejante humillación a causa de tan escaso margen de diferencia en los votos. Ya se que en una hermandad, no debe haber vencedores ni vencidos, lo acredita la añeja cita del “todos remamos en la misma dirección”, pero en una hermandad de la categoría, historia y trascendencia, como la Macarena, que estos hechos se produzcan dentro de la propia sede de tan universal devoción, no solo deja mucho que desear, sino que da una imagen bochornosa del espejo incólume donde se miran tantos creyentes en la fe. Me pregunto, ¿Que celebraban vdes., señor García, con semejantes muestras de frenético entusiasmo?...¿Se puede exteriorizar el gozo y la alegría, llevándolo a tan esperpénticos extremos? Naturalmente que se puede exteriorizar el gozo y la alegría, como la satisfacción del deber cumplido, puestos en pié aplaudiendo al unísono a todos los hermanos macarenos, como se aplaude al pregonero de los “armaos”. Pero parece ser -y a las pruebas me remito de los que estuvieron presentes en el acto, como de los que hemos observado los hechos por el vídeo que circula en las redes- que no, que vdes., celebraran la derrota de unos hermanos que se atrevieron a seguir la continuidad por la senda de la oposición; parece ser que vdes., celebraban la victoria en “champión” de las viejas glorias macarenas y se os ha visto el plumero de la cohorte de Pilatos, sin reparar en que el mundo es un pañuelo de oportunismo e inmediatez que da la vuelta al globo en cuestión de minutos. No digo que vuestro exceso de cariño, haya sido con mala intención, pero nos habéis hecho pasar vergüenza ajena convirtiendo el templo en cueva de ladinos, bajo la augusta presencia del Señor de la Sentencia y la Virgen de la Esperanza. No es el fondo, lo que cuenta en estos tiempos de crisis existencial y socio-económica, es la forma de celebrar un cargo en Junta, como los jugadores de élite, sin tener en cuenta que en una hermandad, por encima del cargo, la vara o el sitio de privilegio, lo único que se celebra es el triunfo del culto, la formación y la asistencia social o Caridad, cosa que sus hermanos, Sr. D. Manuel García, han dejado en entredicho con su actitud desmesurada en un sitio, donde sólo tiene cabida la compostura, el respeto y la Esperanza. Lo siento mucho, hermanos macarenos, pero a las cosas hay que darles la importancia que merecen.




 

lunes, 4 de noviembre de 2013

"Más pesao que el Carlos"


¿Conoces a algún Carlos que no sea “pesao” - “jartible”- como se dice ahora. Yo te lo voy a relatar. El Carlos era leyenda viva del barrio; el soltero de oro de la casa de vecinos. El Carlos era apuesto, simpático, galán, brillante seductor. El Carlos era la alegría de las bodas y bautizos; canturreaba bien los boleros, tocaba la guitarra y la bandurria y se arrancaba por sevillanas al estilo de los Toronjos. El Carlos era Tuno de la escuela de comercio, representaba sainetes de los Alvarez Quintero en el salón de actos del Colegio Socorro. La primera “lambreta” que entró en el patio de vecinos, era la flamante Lambreta de el Carlo con cachas celeste cielo. A su grupa, me llevó a ver al Señor Cautivo por la Plaza de España y al Soberano Poder, por el vergel de San Gonzalo. El primer “seiscientos” de fábrica que aparcó en la plaza, no podía ser de otro, que el de Carlos. Un seiscientos D, matrícula SE-134. ???, verde manzana, cuyo olor a nuevo, aún conservo en las calderas de mi pituitaria. Sabe Dios, con la ilusión que esperaba cada día, la una de la tarde, hora en la que me llevaba -el Carlos- a recoger a su padre al taller en el glorioso seat. Entonces se podía circular por la Alhóndiga y adentrarse hasta las mismas entrañas de Abades para desembocar en la estrechez de Placentines. El paseo era tan evocador como distinguido; los transeúntes se apartaban al rechinar de los neumáticos, asombrados por el brillo y la prestancia del utilitario soñado. Yo me sentía un privilegiado, cuando el Carlos aporreaba mi puerta y musitaba: “canijo, vamos a dar un paseito” y allá que me llevaba a ponerle el radio al coche, un niquelado “De Val” de los 60, cuya instalación, requería taladrar la guantera de chapa del vehículo, como se hacía antiguamente. Ibamos mucho a la Venta el Pino y a la “Hacienda la Red” por cartones de huevos que vendía la hermana del Carlos. Cuando nos adentrábamos en carretera, el Carlos profería su célebre frase: “cerrad las ventanillas” que lo voy a poner a 80. A mi me daba vuelcos el corazón. Otra de las leyendas del Carlos, era su novia: todo el mundo y parte del extranjero, hablaba de la “novia del Carlos”: que si rubia tirando a castaña, que si morena con los ojos claros, que si un monumento de mujer...pero la verdad del cuento ¡ay señores, que tormento!...nadie conocía o había visto al Carlos con su legendaria novia. ¿Que porque el Carlos, era tan pesado? Se estarán vdes preguntando a estas alturas del relato. No era pesado, más bien como un disco rayado. Cuando el Carlos cogía una cantinela, la exprimía hasta la extenuación, pero lo malo no era eso, es que tenía la escogida virtud de sorprenderte y atraparte deliberadamente, aprovechando el menor descuido de la mente, para hacerte caer en la red de sus retahílas: “Canijo (¿que? contestaba un servidor atentamente) “¡que pena que se ha acabado la Semana Santa”! (confesaba el Carlos con voz lastimera, no exenta de sorna) (-Sí que es verdad- replicaba el que suscribe)... “Menos mal que ahora viene María Auxiliadora” (anunciaba el pedante con fingido júbilo) y así sucesivamente, con premeditación, alevosía y nocturnidad, hasta que por fín estrenaba otra de sus “geniales” ocurrencias. Testigo de excepción de la empalagosa tortura china del Carlos, fue Joaquín, amigo y compañero de clase en mi colegio. A la sazón nos habían mandado un trabajo de manuales, consistente en la construcción de un barco de velas con material de cartulina. El Carlos pasaba por mi puerta y nos veía, al amigo Joaquín y a mí, enfrascados en dicha labor que se nos resistía al debido acabado. Lejos de echarnos una mano, por edad y conocimientos, el Carlos -fiel a su cruzada de acabar con la paciencia del Santo Job- nos zahería con la lija de su reiterada perolata: “Todavía no habéis terminado el barco”. Al principio, tanto Joaquín ni yo, le dimos importancia a tan fastidioso estribillo, conociendo a Carlos y su clásico repertorio; pero con el tiempo, la afanada costumbre del protagonista de esta verídica historia, se convirtió en una insoportable letanía, que Carlos repetía sorpresiva y deliberadamente en cada encuentro con mi amigo Joaquín: “escucha, Joaquín ¿has hecho el barco?”...en la puerta de la calle: “Joaquín ¿has hecho el barco?”...por el zaguán: Joaquín ¿has hecho el barco?”...por el patio: “escucha, que te iba a decir, Joaquín ¿has hecho el barco?”...por los pasillos: “Joaquín, ¿has hecho el barco?...hasta en la azotea: “Oye, Joaquín, ¿hiciste el barco?”. Tal fue la frecuencia, el radio y la insistencia con que el Carlos practicó su tortura al bueno de mi amigo Joaquín, que éste terminó huyendo, aburrido y exhausto de la presencia de Carlos. Yo no digo que todos los Carlos sean pesados y fastidiosos, lo que digo que este Carlos lo era hasta la extenuación y su conducta en ese sentido, terminó convirtiéndose en leyenda urbana, que corrió de boca en boca transmitida de padres a hijos, tanto es así que en casa, mis vástagos refieren el dicho memorial cuando alguien atenta contra la paciencia de su semejante: “Eres más pesao que el Carlos. Hoy en la festividad de San Carlos Borromeo, que creído conveniente relatar esta historia verídica, sin perjuicio de las bondades que acreditan a todas las personas que llevan tan significativo nombre.

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