lunes, 31 de octubre de 2016

Nadie te ha mirado así

Supimos quien era, sin necesidad de preguntar ...



La indiferencia  se presenta como el nuevo Poder que domina al individuo y lo hace dependiente de los tres verbos más irregulares: desear, tener, exigir. El Gran Poder, verdadero, continua firme en su zancada, siempre de frente y presente en el sagrario de su basílica, su imperiosa imagen -cuerpo y sangre de Ntro Señor Jesucristo- es la hostia consagrada que se eleva sobre la montaña de la soberbia humana, para enaltecer a los humildes y limpios de corazón: Este es el Cordero de Dios, que sana todas las enfermedades del mundo, dichosos los llamados a las plantas del Señor. Sevilla, sabe lo que tiene en sus altares y por eso se muestra a veces, tan ombliguista y orgullosa. Es una ciudad, donde la Fe, ha convertido sus obras en maestras, de las bellas artes, por eso el arte en esta “Roma triunfante en espíritu y grandeza”, ha llevado a sus paisanos a encontrar a Dios, a través de la belleza y convertir a sus creyentes, en aventajados cristianos que saben que sin el Dolor y la cruz, no solamente, no se llega al arte en toda su plenitud, sino que hasta se acierta a comprender el misterio de la Resurrección . Consciente de ese Magisterio, Sevilla guarda y custodia, el Gran Poder, en cuyas manos dúctiles y aferradas al madero, está la ciencia y la conciencia de la felicidad y la Paz interior. Un evangelio que se lee en su mirada: “venid a mí, los que estáis cansados y agobiados...porque mi yugo es liviano y mi carga es ligera”. Un evangelio en pié, que dicta sentencia sin juzgar, más allá de la misericordia y el amor: ¿Que he de hacer para salvarme? “Abandona tus bienes, dárselo a los pobres, ¡VEN, toma tu Cruz y sígueme! Es una doctrina, tan fácil e intratable, que por eso Dios, se la ha revelado a los humildes y sencillos, antes que la puedan asumir, los sabios y poderosos, para llevarla a la práctica. Y el pueblo de Sevilla sabe cumplir fielmente, la Gracia que supone, plantarse ante el Señor, sostenerse por unos eternos instantes, en su omnisciente mirada y dejarlo todo en sus Manos, sin que del corazón rendido, salga otra intención que el suspiro velado, por una emoción que trasciende las lágrimas. En presencia del Señor del Gran Poder- no se reza, ni se pide, ni se conjuga cualquier oración, rogativa, plegaria. No existe otra jaculatoria, que no sea, acercarse, rozar su túnica, besar con unción la espiral devastada de su sobresaliente talón -divina enseñanza que nos legaron nuestros padres- para aumentar esa fe, que nos hace sanos y salvos, al menos hasta volver a nuestros hogares y enfrentarnos -con las pilas cargadas- a las contrariedades de la vida.

 Después de ver al Señor, practicaremos la virtud o caeremos en el olvido, pero nunca tocaremos el fondo de la indiferencia. Aunque los tiempos, no sean los más propicios para creer, siempre tendremos el dedo de la incertidumbre, dispuesto a introducirlo en la llaga de su cercanía. Aunque el lujo fosforescente, la comodidad implantada, el deseo inyectado por las venas del consumo y el placer impuesto por la aplastante religión que da culto al cuerpo, nos ofrezcan el paraíso tentador que nos promete el Príncipe de este mundo siempre tendremos la libertad de acercarnos al oasis de San Lorenzo, refugio de los angustiados, ansiosos y desesperados, pero también, morada que nos indica el camino de la verdad y la vida. Bien puesto lleva su nombre, Aquel que carga la Cruz de todas nuestras culpas; morada -como Santo Viernes- es la túnica rasa de Aquel que dio la vida por nosotros -a la hora de la Misericordia-, hora santa que se ha quedado varada en el tiempo, para que todos los viernes del año, acudamos a su Adoración perpetua, porque sus ojos están inmensos del amor misericordioso que alivia y conforta la pesadumbre de nuestra mirada. Todos los caminos de la necesidad humana, conducen a El, el Espíritu de Dios con sus inefables dones, se concentra en su portentosa Imagen, pero cuando a El llegamos, reconocemos nuestra miseria retratada en los ojos de su Augusta Piedad y su Gran Poder nos destrona de todo indicio de soberbia; de todo gesto de autocomplacencia, de cualquier amago de vanidad. El es y todo en su presencia está dicho, desde el “Yo soy” que hizo rasgar las vestiduras de los fariseos, hasta el “Este es mi hijo amado en el que tengo complacencia”. Jamás nadie ha visto a Dios, ni la Luz de su rostro, pero en Sevilla se sabe, que el rostro visible del Dios invisible, vive bajo el mismo cielo, que atiende nuestra Aurora de cada día y contempla la puesta del mismo sol que fenece por el poniente, reconocemos a este Dios verdadero, mucho antes de estrenar la razón, cuando entre el asombro y el susto, la inocencia de un niño lo señala en brazos de su padre. Después, puede que la razón, aumente nuestra Fe o la Fe, languidezca con la razón al tiempo que nos hacernos mayores, pero nunca perderemos la certidumbre de haberlo y gozarlo como el Señor, Aquel que todo lo puede y en cuyas manos está el poder y la gloria, El Señor que se muestra cercano en lo cotidiano, saliendo a nuestro encuentro en la visita de cada viernes, presidiendo el Salmo Miserere que sus hermanos alumbran en la tiniebla de sus cirios oferentes: “Tenme Piedad ¡Oh Dios! Según tu Amor, por tu inmensa ternura, borra mi delito, lávame a fondo de mi culpa y de mi pecado”. En la plenitud de su dolorosa Pasión, se echa a la calle para anunciar su Reino, le sigue una gran muchedumbre, cuyo imponente silencio, hace que sus andas resuenen en nuestros corazones absortos y sea su zancada, soberbia y racheante, el milagro instantáneo que nos salva en la fe. El Gran poder sale, para los que no le conocen; para los que no le han mirado nunca de cerca; para los que lo ven cruzar, lejos de su elocuente silencio, desde el murmullo que rompe la noche a favor de la curiosidad de los incrédulos que se preguntan: ¿Quien es Este que congrega en la unidad y despierta tanta admiración?. El salió sin proponérselo cuando más se necesitada, Salió a hacer milagros improvisados, visitas personales, íntimas e inesperadas que se convirtieron en leyenda. Desde que bajó a Sevilla, inspirado en las gubias celestiales del insigne Juan de Mesa, firmó la historia, estableciendo el antes y el después de su Gran Poder. Cientos de miles de personas, se hicieron fieles, sin más cursillo ni catequesis, que la unción sagrada que derrama su bendita imagen., aprendimos la lección de su santo evangelio viviente, sin necesidad de oir de sus labios, otra palabra que no fuera la Piedad, la Misericordia, la mansedumbre que transmite su aplastante firmeza. Como no podía ser de otra forma, con toda la humildad que conlleva, tenerlo presente siempre por unanimidad y aclamación popular, El Gran Poder de esta Sevilla universal por católica, saldrá en su paso procesional de Viernes Santo, para cerrar solemnemente los actos de este Año Santo, que el Papa ha consagrado a la Misericordia. La Misericordia, una palabra que se mide y concentra en sus catorce obras, como un via+ crucis, que culmina en el triunfo de la gloriosa Resurrección de Cristo, por los méritos de su Pasión y Cruz. Misericordia impregnada en el rostro del Señor del Gran Poder, Cristo vivo -Corazón de Jesús- que derrama el verdadero amor misericordioso. Aquel que nos recuerda la obligación cristiana de “dar de comer al hambriento...dar de beber al sediento...dar posada al peregrino,,,vestir al desnudo...visitar al enfermo y redimir al cautivo”. Aquel que nos juzgará por el Amor de haber consolado al triste...dar consejo al que lo necesita; corregir al que yerra...sufrir con paciencia los defectos del prójimo...enterrar a los muertos. Aquel que bajando de su camarín, arrastrará las masas; derribará del caballo a los Saulos que le persiguen, para obrar el peregrino milagro de la conversión; y con toda su majestad y gloria, abrirá los cielos que perdimos, para renovar las promesas de un credo multitudinario en manifestación de Fe, alentados por la comunión de todos los santos. Cuando el Gran Poder se pone en marcha, se levantan nuestros corazones, se rompen las barreras que nos separan; el perdón se abre paso -porque nadie te ha mirado así- con tanto Amor, con tanta perfección en el conocimiento de las miserias humanas, con tanta piedad ni infinita Misericordia. “Tuyo es el Reino, tuyo el Poder y la Gloria, por siempre, SEÑOR”


jueves, 6 de octubre de 2016

No habrá Paz, para los que no crean en ELLA

No habrá Paz, hasta que el hombre se convierta, como el mosto en vino nuevo, hasta que los pacíficos, siembren la semilla de la conciliación en el huerto donde se recrean las nuevas generaciones curadas de pretéritas memorias. Hasta que la misericordia y no las buenas razones, ni el sacrificio inútil, se demuestre con las obras corporales y espirituales; hasta que la mentira, aplastada por la luz de la verdad en libertad, descubra que la guerra es un fracaso, se mire desde la punta cardinal de donde se mire. No habrá Paz, hasta que la industria armamentista, reconvierta su universal arsenal, en productos de fogueo, para el ocio de la humanidad que hace colas en un parque temático de atracciones de feria. Y desde el Porvenir, en el esplendor del tiempo, los blancos encalados barrios de la vida, tracen alineadas de naranjos las calles, por donde pasa la Reina primorosa de la Paz perfectamente igualada. Mientras tanto, no habrá otra Paz, que la que se corona, con reflejos purísimos de plata cincelada por nuestras buenas intenciones, coronada por la devoción de los hijos que mamaron la blanca leche de una túnica nazarena, siguiendo una Cruz de miel, con cantoneras argénteas que paso de padres a hijos. No habrá más Paz, que el fin de una guerra fratricida, fundamentalista, energúmena y fanática, que lleva a los pueblos a la ruina, bendice los crímenes contra la humanidad, les promete el paraíso de las huríes o absuelve a los soldados del asesinato reciproco o colectivo. Si esta cerrazón no termina., habrá Paz condicionada por la distancia que separa oriente de occidente, Una paz, disfrazada de mentiras políticas, que iza la sábana manchada por los sangre sobre un tronco arruinado en el suelo. Una Paz derramada por la piel de los más débiles, que orada la geografía de los países menos prósperos, de bases atrincheradas y puntos estratégicos, donde se almacena la riqueza que se le niega al pueblo. Mientras tanto, reclamando esa Paz antigua como el hombre, se hechará al vuelo la Paloma mensajera; la Reina indiscutible, la siempre Bienaventurada Virgen, que en Sevilla, como en todos los hitos de la perseguida cristiandad, tiene pena de Dolorosa. Pena de cruz, entre sus dulces manos, colmo de la misericordia, dispuesta a recorrer el camino de su coronación popular. Pero ¿todo vale para coronar esa Paz que junto a la Trinidad , reina Coronada en la vida Eterna?, No todo no vale, porque en este Valle, las coronas canónicas, cuestan más para unas Vírgenes que para otras, suponiendo que todas las Imágenes Marianas y benditas están consagradas a la misma Dignidad.. Todo vale lo que cuesta creerlo, o pagarlo con limosnas, dispendios empleados para para mantener viva la mermada industria de la Orfebrería y maquear la cara de la misericordia que va sobrada de obras y escasa de contenido. Pero todo se da por bien empleado, cuando sirve sobre todo a una causa perdida. La Paz imposible, no ha dejado de llorar en la tierra, el llanto famélico de las víctimas principales de la guerra; los más débiles. La Paz siempre incumplida, huye de Siria, muerta de miedo en el rostro de las madres de Jerusalén. La blanca enseña de la mayor quimera del mundo, enjuga la Pasión y Muerte de los niños de Alepo. Una Paz inaccesible que se desgrana y expande, haciendo añicos de metralla, sembrando el terror, como un gran puzle, imposible de reconstruir en su retablo vandálico de cerámica polvorienta. La última letanías de la Señora, la que inmediatamente alerta a la familia, tenía que ondear su bandera blanca, el sueño de la Paz, desde su nido del Porvenir, como un último recurso, de los últimos recursos más llenos de buena voluntad, que de justicia, que esgrime la Iglesia de Sevilla, en la tierra de María, en el año de la Misericordia. Aunque fuere una semana y costase, lo mucho que valió la Pena de ver, camino de la Catedral, su tálamo de albas transparencias, fundidos en un parque, edificado entre pabellones y flora neogótica, que hacía juego con una orfebrería digna del jardín de las delicias. No habrá Paz, ni a largo y a corto plazo, solo será una semana de alto el fuego, pero tan alto, como las marías enrizadas que custodian a la Reina y tan profuso como la diametral candelería de nácar que abre el cortafuego, que nos lleva por el único camino posible, la dulce calle del centro del palio, que destrona a los poderosos y enaltece a los humildes. Aquel magníficat, que todas las generaciones proclamaron Bendita; Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo, que entre sollozos musita la Paz que está con todos nosotros, para que la regalemos y distribuyamos fraternalmente. De esta Paz, que no hay otra que se precie, por auténtica y verdadera, por humilde y Piadosa. De esta Paz nacida en el Porvenir, como todo lo que tiene Vida eterna, tuvimos hace días, presencia en toda su Realeza Coronada y a Dios que la disfrutamos, por la ciudad histórica de Placentines, Alemanes, Avenida y Palacio consistorial, donde la lluvia tan deseada, calló como chuzos ingrávidos de perfumada precipitación. No habrá Paz, hasta que el mundo la copie, como mapa del tesoro en toda su geografía. Ella sigue siendo el futuro aparcado por el bienestar del hombre, en el viejo olvido de la Fe. Ella es el Porvenir y el porllegar de la única PAZ posible en el mundo, con Pena de Dolorosa.  

lunes, 15 de agosto de 2016

La radio de la Virgen

     
http://www.radiomaria.es/Default.aspx

Enganchados a RADIO MARIA , quien lo dijera: Uno que pensaba, que esto eran cosas de beatas pías (a Dios rogando y con el mazo dando) -que también- Pero no, por lo visto y escuchado, no es así,  ni nada hay más contrario a la realidad. Porque RADIO MARIA, la Radio de la Virgen, nos tiene enganchados, por otros y muy distintos derroteros. Hoy día, si hay una Radio que va contracorriente, esa es la Radio de la Virgen. Ya su simple nombre y dedicatoria, supone un desafío: ¡Radio María: la radio de la Virgen!; María la Virgen, acepción que ya resulta contracorriente en una sociedad que se rinde ante el individualismo. Una emisora cuyo principal lema, es el encuentro con DIOS y la Virgen Santísima, ya rechina...ya establece rechazo, ya suscita desconfianza, en un mundo que adolece de acusado sincretismo. ¿Una radio que reza?...sí que reza de católica y apostólica, de romana y ecuménica, de cristiana en todo su esplendor y además, reza el santo rosario, dos veces al dia y emite la eucaristía a diario, eso causa -si no, controversia- bastante desazón. Sobre todo en las corrientes neoliberales o de acusado carácter aconfesional. La Radio de la Virgen, no tiene "esponsores" publicitarios; solo anuncia la Palabra de Dios solo pide la ayuda de sus fieles, la donación de los esperanzados; la limosna de los creyentes, para no ser devorada por los tiburones que se reparten el pastel reservado a las grandes multinacionales que manejan los hilos de los medios de comunicación convencionales. A todos los escépticos, a los amigos del "por favor, yo no gracias" le invito a que a que sintonicen el dial: 96.2 de FM , escúchenla de fondo, como el que oye llover...no prejuzguen, sonrían irónicamente...la luz, que tiene una velocidad de 3600 km/seg., quizás tarde un poco más en encenderse, pero es la luz que ilumina: "una luz en tu vida". Les irá sonando, aquella oración maternal, que ahora, al escucharla, intentan recomponer. Prestarán su atención, aunque parezca que no están atentos- Les suena la palabra Padre, madre, eterno, Hijo, hermano, amigo, nuestro, cielo, tierra, santo, ley, sagradas escrituras, antiguo testamento, salve, credo, evangelio, angelus, -misericordia que se repite constantemente-, perdón y ese indefinible vocablo que todo el mundo repite a su albedrío: AMOR. Suavemente, sin estridencias, con el idioma universal de fondo, la música, les irá sonando. El encuentro, la acogida, no tardarán, porque ustedes, como yo, están buscando esa pincelada de expresión que les conforte. De momento, empezarán ordenando, esa habitación amontonada de trastos inútiles, que guardan en el desván del alma. Buscan algo, algo más -no lo saben- pero lo que sea, ya han comenzado a encontrarlo; porque el que busca, haya. El que llama, se le abre; el que pide, se le da. Hay "un Dios de cada día"; un ser necesario que trasciende, que sale de tu boca, mecánicamente, invocado por costumbre y tradición al encontrarte en alguna necesidad, tentación o peligro. Ese ¡Dios mío! ¡Madre del Amor hermoso!, exclamación o llamada de socorro para los casos de extrema urgencia. Dime si no es verdad, que tienes a Dios presente, tomando su nombre en vano, para imponer tu razón o perder la razón, por medio de la blasfemia. Sabes que el mundo no marcha bien, que en el camino del consumo, el progreso y el bienestar, hemos dejado atrás valores que no tienen precio, para ir amasando productos materiales que promueven un culto al cuerpo, una competición vertiginosa por cuidar la imagen, el ego, las apariencias, el aspecto exterior. Compramos con dinero una felicidad efímera, expuesta en los escaparates a cualquier precio, aunque para ello tengamos que prostituirnos o perder los escrúpulos. No eres feo, eres pobre -así vende el príncipe del mundo, en su fábrica de humo. No necesitas otro Dios, que tu mismo, otra fe, que la confianza en ti mismo; otros sacramentos que no sean los que satisfagan plenamente tu cuerpo, a través del deseo, el placer y la concupiscencia. Para todo lo demás, "master card". Es hora de que te presente, sin compromiso, la Radio de la Virgen, porque estás cansado, agobiado, desesperanzado de esta farsa materialista que conduce al vacío, cuando te desmaquillas por las noches. Hora de que te invite, sin obligación alguna a escuchar las pinceladas de la Hermana Carmen, todo un dechado de catequesis adulta, ilustrada, sabia al mismo tiempo que sencilla, magistral en sus profundos argumentos, filosóficos y teológicos, bajo el prisma siempre de la nueva evangelización. Mirad que el efecto que produce el respeto a la libertad de opinión, nos fundamenta en la Fe, nos hace confiar en que hay esperanza, siempre la esperanza por la que somos salvos, según el apóstol San Pablo. Hay una voz, que es un grito de esperanza, delante del  micrófono. Esa voz no tiene más edad que la de hoy día, es una voz, cualificada, experta, consagrada, dispuesta a servirte de ayuda: ante la "vida como es", responde el don del consejo, para ayudar a las  parejas en su relación de convivencia. Cuando el matrimonio tiene fecha de caducidad, como sacramento para toda la vida, hay una voz, que clama en el desierto, para articular las claves del proceso de formación para el amor, el verdadero amor que Dios ha unido, para que no lo separe el hombre. Al otro lado del micrófono, en cada casa donde se halle una persona sola, angustiada, deprimida, enferma, prisionera del pasado tenebroso, llegará el aliento que nos une a todos en un mismo fín: levantarnos, animarnos, caminar juntos. Así se establece la relación amorosa, que perteneciendo a un mismo Dios, no conoce más credo que amar, para ser amado. Esto lo cumple a rajatabla, la radio de la Virgen; en su amplia parrilla de programas -día, noche y madrugada- llegará el mensaje directo al corazón; la reflexión aleatoria que hará diana en el diverso estado de ánimo que atravieses. La voz de los sin voz; el pozo de Sicar; el compendio del catecismo, la hora santa; el Dios de cada día, para que tengas vida, que en esta vida no es poco, consolar con la palabra: "escucha y consuelo",  agradar con el conocimiento; enseñar al que no sabe y además se muestra dócil para aprender. No hay nada más nuevo, más revolucionario, más contracorriente, que volver a tu raíces, a esa casa donde sembraron tu semilla olvidada, la semilla del espíritu que levanta los ojos y recuerda, para rescatar del estadio polvoriento de tu memoria, aquellas oraciones que suenan a campanas de Angelus. Unirse progresivamente a la comunión de los santos y como dice por allí un buen sacerdote: "porque es bueno, estar juntos, que Dios nos bendiga a todos"... enganchados o no a Radio María....escucha tu corazón.  

REINA DE LOS REYES



Todo lo que necesitamos va en el cielo donde reinas por delante de los Reyes, entre el cielo y la tierra. Tu nombre lleva mi Amor y Amor se llama tu nombre. Pero este año, entre tus notables ausentes, brilla la presencia del niño que rie feliz entre tus brazos. Un niño que en el nombre de Enmanuel, significa que Dios esta realmente con nosotros. Un niño que nos ha llenado de alegria y esperanza. Un Niño que , como no podía ser de otra manera, es REY DE REYES.

















DIA DE LA VIRGEN. 15 de Agosto 2016

martes, 2 de agosto de 2016

#QueEstalleLaPaz



¡Que estalle la Paz!, en el día del Señor, desde el Porvenir de la vida. Oh Cruz, donde está Tu Victoria...en la Cruz  con los brazos abiertos de Cristo Resucitado. ¡Que estalle la PAZ!, que es posible la vida, en aquella Mujer vestida de sol; coronada de estrellas, entronizada en la silla, donde Reinan los Reyes. La Paz Gloriosa, que presenta a Enmanuel -Dios con nosotros- sagrario abierto en la inocencia del Niño, golosina del bien respaldada por la Madre. La Paz que nos llega bajo transparente cielo de malla; la Paz incardinada en su palio de tumbona: La Paz os dejo, mi Paz os doy; pura y limpia del Postigo, enérgica sonrisa de la Madre que eternamente nos lleva en sus brazos como niños. Es posible mostrarle a los niños el encanto y la luz de un mundo mejor; llenos de alegría por ser hijos de un mismo padre; padre de la Misericordia, que insufla su infinita Misericordia de Padre.; Padre y Señor nuestro, que perdona, olvida y borra, que espera cada tarde, hasta ponerse el sol en la atalaya, la vuelta de sus hijos pródigos. El Príncipe del mundo no deja de bombardear, provocando el maltrato a los más vulnerables, la violencia sobre los más débiles y el abuso a los más indefensos. El hombre insaciable se afana en la defensa de su patrimonio efímero;en la defensa personal que garantice su prestigio y su poder. Cuanto tiempo necesitará el hombre para darse cuenta de la insoportable necedad de la guerra; de la absurda pérdida de valores que conlleva la destrucción; del vacío mental; de la pérdida de inteligencia; del sinsentido y la cerrazón de un eterno conflicto, que ha perdido sus frentes de batallas cuerpo a cuerpo, para ganar en efectos especiales, sembrando el terror imprevisible; el estado inminente de alarma y la alerta continua que amenaza de atentado mortal, que ha hecho vulnerable a las mayores potencias mundiales. Los gobiernes de todos los paises, trabajan infructuosamente en una Paz que se basa en la defensa; de una Paz tuneada por la política armamentista, que se negocia insistentemente en las cumbres de Bruselas, con acuerdos y tratados que ninguna de las partes implicadas, cumple en la práctica. Tiene que estallar la Paz, como lo hace cada quince de Agosto, en el día dela Virgen; cuando los pueblos derrumban las murallas de sus diferencias ideológicas y raciales, y construyen los puentes de la fraternidad de la mano de sus padres. Tiene que estallar la Paz, como ha anunciado el Santo Padre en la explana de la Misericordia, exhortando a las nuevas generaciones a levantarse del sofá de la comodidad, sacudiéndonos el polvo de consumo, que nos mantiene atontados y echándole coraje a la Buena Nueva, capaz de cambiar el mundo. La vieja utopía tan antigua como actual: Escucha hermano la canción de la Alegría, el canto alegre del que espera un nuevo día...Tiene que estallar esa Paz, que revienta los oídos, sin causar más daño que la conversión del hombre, en hombre nuevo. La fuerza del Amor que mueve el mundo generando la incomparable energía del Bien, esa que nos presenta una Madre y Reina, por quien reinan los Reyes; esa Paz, radiante y sonriente en los brazos del niño con cara de "pillo", la que levanta pasiones, la que despierta emociones, la que nos abraza y eleva en la oración y comunión de todos los santos. Tomar conciencia  de esa Paz tan lejana, como necesaria, no es ninguna inconsciencia, es un reto, que estando firmado por un Padre Santo (E. Pacem in terris- Juan XXIII) aún no ha sido capaz de interpretarlo el hombre. Por eso a dos meses de coronar la cima de la Paz, debemos de prepararnos para que estalle, estar atentos al Porvenir, con los ojos puestos en el blanco paraiso de la gracia; para que estalle la Paz, como una deflagración atómica que nos cubra de pureza, que nos impregne de armonía, que nos haga gozar, como Niños, en una emboscada de flores, donde no haya más víctimas ni verdugos, que los cientos de miles apóstoles de la Misericordia, que perdonando, olviden y olvidando, lleguemos a borrar los males de este mundo, en la plenitud eterna de su gloria. 

martes, 5 de julio de 2016

Dejad que los Niños




Desde que tengo uso de razón, hace más de cincuenta años, estoy viendo niños famélicos; negros, chinos indios, modelados en aquellas huchas del DOMUND, que repartían en los colegios de los años 60 del siglo pasado, para sufragar la labor apostólica y misionera de la Iglesia. Aún sigo viendo los mismos rostros de la miseria infantil, de la desnutrición, de los pechos secos y flácidos que miran al vacío de las pantallas o ilustran fotos impresionantes dignas del “pulicher”. Ni el esfuerzo continuado de la Organización Mundial de la Salud; ni el trabajo encomiable de la UNESCO; ni la presencia constante de CRUZ ROJA; Aldeas infantiles, UNICEF, Medicos sin Fronteras; Mensajeros de la Paz; Misioneres, Cooperantes, Voluntarios; y/o innumerables presencia de ONGs, ha logrado, poco más que atender puntualmente el incesante caudal de necesidades y precariedad permanente, que padecen los niños del hambre crónica, instalada en el llamado tercer mundo. Los niños, que tuvieron la desgracia de nacer donde la familia era semejante a la camada de cualquier manada de animales, continuan deambulando por los lodazales de poblados y aldeas, con la pena ancha retratada en sus ojos famélicos y los labios cuarteados, comidos por las moscas, apenas sosteniendo un esqueleto escuálido que pronuncia la hinchazón de sus vientres inflado por los gases. Esos niños, ya no son patrimonio exclusivo del cuerno de Africa, sino que se reparten por todas las latitudes, donde impera la miseria, fruto de la injusticia social, víctimas de las políticas imperialistas y del fanatismo de una religión que los inicia en el horror del manejo de armas y la lucha fundamentalista que promueve el odio, la tristeza adolescente, la impiedad y la indolencia ante la muerte, como máximo objetivo de una liberación irracional y demoníaca. La extrema gravedad de la situación que viven estos niños, escapa a nuestra conciencia, se hace un mal rutinario, cotidiano, al que vamos acostumbrándonos, en el día a día, al contemplar, los innumerables casos de denuncia que observamos indolentes, a través de los medios de comunicación y constantes llamadas a la ayuda solidaria y colaboración, con las distintas organizaciones involucradas en erradicar la pobreza infantil. En nuestra sociedad occidental, donde nuestros niños parece que lo tienen todo, que disfrutan, hasta la saciedad de una comida sobrante, que termina allá donde otros rebuscan alimentos, contemplamos ya este mal, que nos sacude el corazón, a la sobremesa, pero que termina haciéndonos indiferentes, ante las imágenes del terror infantil, que se cuela en nuestros hogares. Estos niños mártires de Bangladés; Santos inocentes de la barbarie perpetrada por lobos solitarios que se ciñen el cinturón de explosivos para inmolarse en el nombre de un Dios grande, en cualquier termiinal; estos niños huérfanos del amor Trinitario, para los que no hay respuestas que justifique su presencia en este mundo, más que aquellas palabras que bendiciéndolos sobre sus rodillas, aseguraba, que nadie que no fuera como estos niños, entraría en el Reino de la justica, de la Verdad, de la Paz y el Amor, Pues por estos niños, nos estremecemos los hombres salvados por la esperanza del Apostol San Pabro. Los hombres que sentimos en nuestras carnes el dolor y la condolencia que permite la misericordia divina. ¡Dios mío, haz que nunca seamos indiferente! Ante tan execrable contabilidad de víctimas del terrorismo fanático, cuyo parte diario tanto nos aflige. Un niño es de las pocas alegría que nos permite seguir creyendo en este mundo herido por el pecado. Un niño es la mirada agradecida de la fe, de todo la confianza que ponemos en aquel que todo lo puede. Un niño, nos puede llevar a la perfección por la caridad, ya que su inocencia, responde siempre al buen ejemplo, al único sentido del amor que da más de lo que recibe. ¡Dios mío, haz que nunca seamos indiferentes! Ante el crecimiento de la pobreza infantil, que preconiza “Caritas”en sus preocupantes informes. Porque también aquí, en nuestro primer mundo, en el privilegiado mundo de los paises que presumen de riqueza social y estabilidad política y económica, los niños siguen sufriendo, la falta de alimentos esenciales para su crecimiento. Los niños siguen sufriendo con los errores de unas familias desestructuradas; separadas, incomunicadas, que propician el chantaje y la extorsión de unos padres que compiten entre sí en beneficio de la mala educación de los menores. Niños que padecen en silencio, la violencia de género; el maltrato físico, la violación por parte de sus propios padres, madres, madrastas y padrastos. Niños malcriados en la indiferencia, en la comparación odiosa, con respecto a sus padres y hermanos, en la cerrazón , en la desconfianza, en la inferioridad, el miedo, la insatisfacción y el desprecio. Si el amor, no lo remedia -esa es nuestra fe como creyentes y hombres que buscamos la verdad- el hambre infantil y la sed de justicia que se extiende como una plaga devoradora; los que padecen persecución por razones de sexo, raza, color o credo, continuarán -continuaremos- siendo víctimas de estos brutales atentados, que por otro lado, no responden a ninguna seña de identidad, ideal o doctrina, ya que ningún Dios -por trascendente que sea- tiene entre sus planes, la llamada a una guerra tan profanamente santa, que promete alcanzar tan disparatadamente el paraiso.

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