viernes, 19 de septiembre de 2008

VENTICINCO ANIVERSARIO; Reposición

He mirado el almanaque, señala el día 19 de Septiembre, tal día como hoy –hace ya la friolera de 22 años (25 años ahora)- murió mi padre; sin dar ruido, tal y como vivió. Un hombre sencillo, fino y educado y también culto. Era de esos padres de los años sesenta que mantenían a sus mujeres en casa, sin grandes ambiciones, en aquellos pisitos de alquiler que daban a luminosos patios de vecinos. Era un hombre feliz aparentemente –enamorado de su trabajo en una Distribuidora de Películas- que disfrutaba del cine y me llevaba todos los domingos a la matinal del Regina y después al futbol de los pobres, que era en aquellos entonces el Triana Balompié. No sabía expresar sus sentimientos de manera afectiva, pero en la forma de darme la mano yo experimentaba el cariño que me transmitía. Quería a mi madre-aunque no se lo expresaba en público- pero era lo primero que buscaban sus ojos al llegar a casa. Fíjate si mi padre era bueno, que nació en Sanlucar, como la manzanilla, aunque se sentía sevillano y era bético…más que bético –como el decía con mucha guasa-¡ diabético!... ya que padecía dicha enfermedad. Con qué orgullo presumía de que su primer nieto, se llamara como su padre. Cuando quise disfrutar de su compañía, y la vida le compensaba de tantos esfuerzos y sacrificios, le sorprendió la muerte en pleno sueño de una noche de Septiembre…era tal día como hoy –tenía 66 años- . Mi padre no dejó muchas huellas materiales, pero sí una sonrisa inolvidable y un gesto de bondad que aún reconozco al mirarme al espejo.

martes, 16 de septiembre de 2008

CUENTOS DEL PUMAREJO, La Plaza





   Presidida por la monumental fachada del antiguo Palacio del Conde Pedro Pumarejo, en cuyo ilustre sitio y según reza la leyenda, conoció el Rey don Pedro a la hermosa Doña. María Coronel, quedando prendado de su belleza e iniciando un implacable acoso contra tan devota Dama, que culminó con el automartirio de Doña María Coronel, que prefirió inmolar su bello rostro con aceite hirviendo, antes de sucumbir a las andanzas de tan cruel como justiciero monarca, para ingresar posteriormente en el convento de Santa Inés, donde murió en olor de santidad. Se levanta la plaza, circundada por trece frondosos árboles que dotan a su espacio abierto de agradecida umbría. Me contaba uno de los feligreses leales de la plaza, que había una fuente, coronando la estética urbana en el centro de referencia, donde el personal, hacía uso y disfrute de la misma a su libre albedrío, lo mismo para combatir el sofocante calor hispalense, como para organizar improvisadas coladas de sus prendas más “íntimas”, todo ello sin el menor escrúpulo personal o mínima advertencia que exige el decoro. Hasta tal punto llegó esta escandalosa manifestación de libertinaje público; que los mismos vecinos, sensiblemente indignados por la magnitud que alcanzaban tales desmanes y ante la vergüenza de verlos, campear a sus anchas, como su madre los trajo al mundo, tendiendo al sol de la plaza: sostenes, bragas y calzoncillos….se movilizaron en forma de piquetes, y procedieron a la demolición de la fuente (por el procedimiento vecinal de matar al perro, para acabar con la rabia). En cuyo lugar expedito y al objeto de deshacer el entuerto, nuestro Excmo. Ayuntamiento colocó un juego de tres farolas fernandinas. Fragmento, escrito 1.997

viernes, 12 de septiembre de 2008

TIRADO, por falta GRAVE

Una muerte que se pudo evitar vale mil quinientos euros, prácticamente lo que cuesta un simple embargo por no pagar los impuestos municipales de nuestro vehículo; o tres meses de hipoteca devuelta ó los recibos impagados del coche que nos reclama bajo amenazas la financiera. Lo que ocurre que nuestros débitos de “mileuristas”, nuestras humildes “trampas” que todos tenemos, como buenos cristianos, las pagamos con el sudor de la frente y la sangre y las lágrimas de nuestros paupérrimos sueldos que no nos llegan ni para cubrir los primeros diez días de cada mes. No sabía yo, que en el seno del Poder Judicial –no me lo quería creer- donde se entiende, según la Constitución que la Justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey, a través de Jueces y Magistrados (libres, independientes y sometidos únicamente al imperio de la Ley), existiera Corporativismo, o trato de favor, o indulgencia –llamémoslo como queramos- . Lo que sí tengo clarísimo es que un Juez, por la responsabilidad inherente a su cargo y el alcance de sus decisiones, tiene unos emolumentos infinitamente superiores a la categoría de “mileurista”, como es lógico y razonable. Es más, un Juez, que comete el error de dejar en la calle a un psicópata –sea cual fuere las circunstancias y diferentes causas ajenas a su voluntad- dejando expedita la ocasión y el peligro de que se produzca la muerte triste y lamentable de MARI LUZ (podía haber sido cualquiera de nuestros hij@s), como así ha sido presuntamente, no merece, no es digno de recibir del órgano de Disciplina una sanción por falta GRAVE, tan descabellada como irrisoria para la opinión pública en general, que muestra rotundamente su más sentido y clamoroso desacuerdo, desde el Presidente del gobierno hasta el más aberrado miembro de la oposición. Mil quinientos euros cuesta una infausta muerte que se pudo evitar, por causa de un error injusticiable cantidad al alcance de cualquier “mileurista” que se precie de buen pagador. Su señoría el Ilmo. Juez Sr. Tirado –si de verdad tiene fé en la Justicia que imparte- debe ser el primero en levantarse y no esperar al inevitable Recurso de Apelación. No hacer perder más tiempo a la recalcitrante cura de esta herida abierta en la familia Cortés, cuyo portavoz , padre de la víctima y admirado Juan José, ha demostrado a toda España, haciendo gala de temple, talante y una dignidad ejemplar, que solo desea que se imparta Justicia. Justicia, ciega pero no tonta.

jueves, 11 de septiembre de 2008

CONTINUA PARECIENDO INCREIBLE

Estábamos en casa, comiendo tan tranquilo sobre las tres de la tarde, y lo vimos en directo. Vimos la primera torre a la izquierda de nuestra pantalla, como estaba envuelta en una espesa nube negra, vimos como de las diminutas ventanas de sus pisos superiores salían llamas, cada vez más consistentes y abrazadoras. La voz de Matías Prats, lo comentaba en directo con idéntica incertidumbre y falta de datos, asistiendo perplejo a la intensidad del magnicidio. Vimos, como minutos más tarde, el avión camicace se precipitaba contra la torre gemela situada a la derecha y originaba una espantosa deflagración. Empezamos a ver los primeros rostros de la tragedia; las primeras salidas en tropel; las giratorias luces de una incesante procesión de sirenas; los dedos acusadores que señalaban, desde todos los puntos del orbe, hacia el increíble suceso que acaecía en las Torres Gemelas de “maniatan”. Aquel 11 de septiembre de 2001, vimos muchas cosas a través de las fatídicas imágenes que nos llegaban en directo, vimos como una mañana diáfana y esplendente en la zona cero de la gran manzana, se convertía en tormenta de polvo y ceniza que se tragaba al monumento más desafiante de la arquitectura moderna, simbolo del progreso y la civilización humana; comprendimos lo vulnerables que somos, lo indefenso que estamos frente al fanatismo y la sinrazón de los que no entienden el estado de derecho en democracia, simplemente porque están en permanente estado de anarquía. Tres mil víctimas son muchas razones para responder al lenguaje del crimen y el terror, pero nunca serán suficientes para romper el dialogo. Pese a todo lo que vimos aquel 11S de tan infausto recuerdo, seguimos volviendo a la zona cero, a ese punto de partida, donde se construye de nuevo lo que otros desalmados no tardarán en señalar como próximo objetivo. Esa es la grandeza de la democracia –pese a todos sus miserias- la augusta diferencia que la separa del imperio del crimen y la sinrazón.

jueves, 4 de septiembre de 2008

PARA SEPTIEMBRE

LA OTRA PRIMA-VERA Llega sobre los pies, despaciosa y silente como los grandes pasos de misterio. El sol alto, aún con fiebres de Agosto, pero ya está aquí, la tenemos entre nosotros los más íntimos y celesos guardianes de su grandeza. Es la otra prima-vera, la que nace en Septiembre, vendimiadora por naturaleza, madre y maestra de la fertilidad de nuestra amada tierra. Brotan los tallos, rozan estacas y esquejes su floración primera, el fruto de la vid, parábola del buen sembrador de mosto aljarafeño. Tiene su luz colores de un abril distinto, de añeja canastilla que baja hacia el poniente por Laraña. El mismo San Miguel, se deslumbró ante ella soñando naturales imposibles de ver fuera del coso del baratillo. Desgraciado de aquel que esta verdad primera, no la siente en sus carnes, ni por los altozanos acierta a ver milagros en sus atardeceres. Suspiro por tu luna vendimiadora y nueva; suspiro por tus noches templadas y solemnes; suspiro por tus aires que dibujan las curvas de finos guardabrisas; por tus manos suaves que desnudan las copas sin ser vista, tejiendo imaginaria de barroca hojarasca. Ven aquí, mi querida prima-vera, esa otra estación que tanto agradecemos, donde para este tren cargado de nostalgia, a pesar que los niños te desprecien, más te amarán el día de mañana, cuando en Septiembre vuelvan a inhalar la fragancia de sus libros intactos. Ya salí a recibirte, mirando hacia el poniente, soñando con las crestas de cazorla y segura, donde los verdes pardos, los ocres y amarillos, te proclaman su Reina. Mi otra prima-vera, natural de Sevilla.

jueves, 28 de agosto de 2008

"JARTIBLES SIN FRONTERAS"

Detesto las salidas extraordinarias; las procesiones con Imágenes de nuestra Semana Santa, en conmemoración a cualquier efemérides, ya sea fundacional, centenaria o con motivo de su coronación “canónica”. Me deprime, ver en la calle a cualquier Cristo –sobre todo- los que aparecen muertos en la cruz, acompañados por bandas de música y sin cuerpo de nazarenos y los numeritos adicionales de traslados de pasos de una iglesia a otra por imperativo de la lluvia inclemente….pero, he de confesaros –humildemente- que soy “manolito el primero” en maquearme, pertrechado con mi inseparable máquina canon, al objeto de disfrutar de lo que tanto detesto en realidad. Valiente paradoja ¿verdad?, dicen que son cosas propias de las dos personalidades que todos manejamos por dentro –el angel bueno contra el malangel- o la falsa moral de predicar sin dar ejemplo. Lo cierto es que ya estoy celebrando la nueva Salida Extraordinaria, fechada para el próximo día siete de Septiembre, con motivo del V centenario de la fundación del la Hermandad de la Trinidad, en el que los “manolitos y manolitas primeros de Sevilla”, tendremos la ocasión de contemplar la insólita-añeja estampa del Stmo. Cristo de las Cinco Llagas, acompañado de la mismísima Esperanza de la Trinidad (Emperatriz de la finura), San Juan evangelista y la Magdalena. Y les podría argumentar –con la retórica que me caracteriza- que se trata de una de mis hermandades favoritas; que la Esperanza blanca, es la reina de mis devociones; que mis hermanos salieron allí de nazarenos cuando eran alumnos salesianos; que si los recuerdos de tantos sábados Santos que amanecian con sol y luego se cerraban en amenazantes nubarrones negros que descargaban inmisericordes, sobre la cofradía en la calle…y por la misma calle Sol –donde no cabe- la acompañaba de vuelta de la mano de mi madre, bajo su mismo manto –aquel manto blanco a juego con el tisú de su palio- …bueno, bueno, que todo eso es verdad y bien lo sabe Dios y la memoria que escoge el camino más corto para asestarte su flechazo directo al corazón. Pero, aquella que me conoce mejor que si me hubiera parido, suspirará frunciendo el ceño, espetando seguidamente con sabihonda ironía: “sí….sí, como si eso mismo no fueras capaz de escribirlo a todas y cada una de tus hermandades y cofradías,,¡ay, mi manolito el primero!...anda y no te busques más excusas”.

martes, 26 de agosto de 2008

MI GRAN PODER DE BARRO


Araceli sabía que me gustaba mucho las estampitas de santos. Me observaba a menudo, cuando jugaba en el corredor de geraneos a los pasistos con mi caja de zapatos y una estampa recortada entre cuatro velitas de cumpleaños. Araceli la de los cuatro hermosos balcones a la calle Enladrillada, tenía una pequeña imagen de unos 30 cms del Señor del Gran Poder vaciada en barro -algo vasta en lo que respecta a sus manos abrazadas a la cruz- que guardaa sinembargo una más que digna fidelidad en cuanto a, rasgos en sus hechuras a escala, del portentoso nazareno. Un buen día de primavera, hace ahora más de cuarenta años, la buena de Araceli, me hizo entrega de la pequeña imagen del Señor, con la condición de que le hiciera un paso a su medida. Me dijo que tuviera mucho cuidado con él, que era un recuerdo de sus padres, tan frágil como apreciado y que por supuesto iba en calidad de depósito. Tanto Araceli, como yo, sabíamos que el cristo nunca sería devuelto a su dueña, ya que ésta tenía clarísimamente preconcebida la idea de yo iba a ser su distinguido heredero. Cuantas gracias te doy, Araceli por ese cariño que desprendían tus ojos vidriados de admiración, allá donde estés que será lo más parecido a la gloria por la que todos suspiramos. Desde entonces, “mi Gran Poder de barro”, tuvo capilla propia, toda una basílica de sentimiento que se hacía hueco bajo las patas de una silla forrada de damasco con incrustaciones de papel aluminio emulando un retablo barroco garabateado por la más tierna gubia. Estrenó, paso, con su pariguela de madera que le sirvió un antiguo banquito, sus faldones carmesí de pana acrílica y los respiraderos de encajes pintados de purpulina...canastilla de la mejor fantasía cofrade que se pueda despachar por un niño, rematado por sus cuatro faroles, cuya manufactura en plastilina forrada de oropel, contó con el entrañable concurso de mi hermano mayor, debido a la dificultad añadida de su diseño. Lo cierto es, que aunque la vida, se encargó después de ir cubriendo, esta deliciosa imagen, con el polvo del olvido...mi pequeño Gran Poder de barro, me acompañó siempre allá donde el destino me llevaba, presidiendo la calle del centro de mis días; desde la altura del famoso mueble bar de formica de los años setenta, hasta los anaqueles aglomerados de los provenzales diseños de salón. Un día, supongo que también de primavera, paseando por el jueves, le encontré cruz a su medida y peana de escayola, llegué a mi hogar y recorté tres potencias a modo de ráfagas, emulando las que luce el verdadero Señor de Sevilla y lo coloqué al final de la pared del pasillo de todas las casas que hemos habitado. Y desde entonces -como ha sido siempre- él bendice cada rincón de mi hogar.
a Araceli la de los balcones.

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