el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
sábado, 10 de enero de 2009
HASTA LA BOLA
miércoles, 7 de enero de 2009
VALE POR TRES LIBROS
Me había pedido mis tres libros de rigor, como tengo costumbre todos los años: El hombre que esculpió a Dios; Pesadillas de cofrade II y El Almanaque de Sevilla. Pero SSMM, que son más sabios que magos, aún querían prolongar por unos días, mi ansiedad y sobre todo la ilusión que me hacían, estos presentes. Ya me lo habían advertido: Melchor señora; Gaspar hija y Baltasar hijos: que debido a su acuciante trabajo y por imprevistos de última hora, habían encontrado todas las existencias agotadas de los referidos regalos literarios. Pasadas las 0 horas del día
Al principio, el niño que llevo dentro, no pudo contener su desilusión y la cara de enfado me llegaba hasta el suelo. No reaccionaba ante las lógicas disculpas y explicaciones que gentilmente me brindaban SS MM, representadas en los rostros cariacontecidos de los míos, la frustración me podía en esos instantes, hasta el punto de agriarle la ilusión a todos los que a mi lado celebraran el intercambio de regalos. Aunque no tardé en comprenderlo, sí lo hice en resignarme, intentando convencer a ese niño egoísta y mal criado que llevo dentro de mí, pues aunque por fuera deseaba fervientemente complacer al personal, por dentro, no se resistía a la idea de pasar el resto del día sin leer alguna de esas páginas tan esperadas.
En fín, que heme aquí a estas alturas, contando de nuevo las horas, esas horas que siempre se hacen eternas y que prolongan aún más la emoción e ilusión al mismo tiempo. Pido perdón a SS MM por no controlar ese pueril egoismo, que no es más que consecuencia hermosa del niño que llevo en mí, tan Natural de Sevilla.
sábado, 3 de enero de 2009
EL REY DE LA MINORIA
viernes, 2 de enero de 2009
A PROPÓSITO DE ENMIENDA
Ayer brindé a la luna bajo un cerco nublado; brindé vestido de fiesta color espumoso que no es champáng, sino cava barato expedido en las grandes superficies; brindé por dar un beso y recibirlo con el calor de un abrazo forzado por los mejores deseos.
Subí al cielo de la azotea para ver el cielo de tu nombre, siempre en mi boca, festoneado por un bombardeo multicolor que dibujaban jardines de fantasía. Se me iban las palmas al compás de esas coplas cuyas letras todos nos sabemos pero nadie recuerda.
Un trago y otro trago para aliviar la garganta reseca de los que no somos artistas, pero sabemos mucho de arte. Brindé por el mañana, cuando solo era una noche más de un nuevo día que aún no había amanecido. Brindé por el futuro a quien no tengo el gusto de conocer de cuerpo presente; brindé por los ausente, por los que ya no están, por voluntad divina o por su propia voluntad que es igual de divina o más si cabe; brindé por los miedos de tantos semejantes que viven bajo amenaza; por el desequilibrio de las balanzas; por la ceguera de la justicia; la falta de tacto de los violentos; la ausencia de paladar de los políticos y el oído sordo de los gobernantes.
Después del delirio, una noche más, desperté –nada nuevo bajo el sol- solo que esta mañana estaba oculto tras las nubes y tu nombre apresado en mi boca, sufriendo cadena perpetua; precioso, solemne, eterno como un lamento mojado por la lluvia. No es preciso nombrarte, se siente como la más profunda evocación, como un eco que musita el alma: mañana iré a verte –Hoy primer viernes de mes, primer día de Quinario-
martes, 30 de diciembre de 2008
"El destello de la sonrisa de un héroe"...FELIZ AÑO NUEVO
sábado, 27 de diciembre de 2008
DAME EL AGUINALDO, CARITA DE ROSA...
Con la botella de licor del 43 y la de anís de la Asturiana, me levantaba la mañana del día 25, radiante de ilusión a pedir el Aguinaldo por el corredor de la casa de vecinos. Mi abuelo Paco- que no era mi abuelo , pero él me lo demostraba con creces y yo le correspondía como si lo fuera de verdád- me daba cinco duros antiguos, después de saborear la copita a cambio de un beso. Seguidamente iba a casa de mis tatas: Manoli, Rosario y Carmela (esta última me daba un coraje insufrible soportarla, porque a cambio de su “duro” de aguinaldo, tenía que aguantar estoicamente, la carga de achuchones, pellizcos y aluvión de besos convulsimos que me asestaba, cada vez que me veía, pero en fín -merecía la pena- las quince pesetas más que me llevaba a la hucha. Después entre los cinco duritos que arrepiñaba de mis padres, nos dirijíamos a casa de la Abuela Luisa dando un paseo de lo más sentimental, desde San Román a la calle Arenal. Estos paseos gloriosos que se estilaban en el día de los antiguos aguinaldos, tenían su rito y su palma; entre otras cosas se salía “a ver los escaparates” , haciendo estación en distintas paradas, así como rindiendo visitas estratégicas de obligado cumplimiento.
La primera cita, después de pasar revista a las monumentales plantas de San Román, Los Terceros y Santa Catalina(hasta cuando), era hacer estación en la suntuosa cafetería del “Gran Almirante” -entonces ubicada frente a los antiguos Juzgados en la estrechez de Juan de Mesa-. El denso aroma del café; la escogida disposición de su decorado, el amplio mostrador de madera noble con su curvada barra reposacodos, enriquecida de relucientes macollas de bronce pulido, junto al oficio y el exquisito trato de aquellos camareros de guerreras blancas con galones dorados en las hombreras y botones niquelados, hacían honor a su distinguido sitio. Al buen gusto, visual y aromátizado, se añadía el tacto apetitoso de aquellos "petisú", uno de los dulces placeres que me brindaban mis padres y que formaban parte del paisaje navideño de aquellos paseos que seguian bajo los soportales de Imagen hasta la segunda parada de obligado cumplimiento, para ver los sugerentes "maniquies" del primitivo "cortefiel". Sí aquellos genuinos escaparates en la esquina ya con Encarnación, coronados por uno de los más originales anuncios de neón que han publicitado en Sevilla ¿lo recuerdas?...era por Puente y Pellón, donde se accedía a la gran ruta de los escaparates; el cristal lleno de vida, que reflejaba las luces del deseo por aquellas prendas; desde el reclamo de los almacenes Oro Blanco, hasta Vilima, pasando por las Siete Puertas y Alvarez...los bolsos de Casal y el emblemático edificio de Pedro Roldán. Miradas fijas en el espejo de los sueños que no cuestan más dineros que un simple suspiro o una vaga emoción.
Pero todos coincidíamos, frente a frente , cuando alcanzábamos la cima de los escaparates de Galerías Preciados; las mujeres soñando sus muebles y juegos de camas; los modernos electrodomésticos del Philis o Kelvinator; las mágicas lavadoras Bru, todo ello en cómodos plazos. Mi sueño era entonces, el fabuloso "tiburón citroen Payá" teledirigido (por cable)... pero aún restaba un siglo para la noche de Reyes y había que pensar como matar el gusanillo, administrando bien los "aguinaldos".
Faltaban los de la abuela y distaban muy poco de su casa; solo quedaba una parada más, la gran zapatería de Carmelo Orozco en la esquina con Zaragoza. En menos de un "santiamén", divisaríamos los soportales del mercado de entradores, retablo de la Esperanza, nunca mejor dicho; subiríamos las angostas escaleras hasta el segundo piso, cruzaríamos el patio fundamental de aquella Sevilla de cortinas y maceteros y me fundiría en un abrazo con mi venerable abuela de sonrisa extasiada por la claridad de su único diente en pié, que me esperaba-como al primero de sus numerosos nietos- a los que distinguía a la perfección. En su butaca de reina impedida, blandiendo sus eternas agujas de "crochet", para cumplir con el rito: pero antes me tienes que cantar aquello de: "Dame el aguinaldo, carita de rosa..." Cinco "duros" más...¡cual sería mi sorpresa!, cuando mi tio Gregorio, aquel que trajo de canarias un loro para que Paco Palacios el Pali, adornara los patios de su Sevilla, me sorprende con la generosidad sin precedentes de obsequiarme con otra moneda reluciente de cinco "duros". ¡Vive Dios, ciento quince pesetas...toda una fortuna en aguinaldos!. Aquellas navidades de ensueño, me compré el mejor bolígrafo "Parker", como el que usaba, Don Fernando, mi profesor del colegio.
lunes, 22 de diciembre de 2008
EL 6,40
Había un Bar en Sevilla con un nombre muy peculiar; “El
06639: “venticinco millones de pesetas”. Digo, el dichoso número que había traido mi mujer, desde Algeciras dejaba en Sevilla uno de los dos cuartos premios. El 6,40, fiel a su legendaria tradición se volvía a cubrir de gloria, aunque ninguno de los agraciados se hizo rico de solemnidad; había que ver las caras de esas personas mayores, llorando a lágrima viva por la emoción y mostrando sus pequeñas participaciones; todo la barra se llenó de júbilo, todos eran abrazos y felicitaciones; mientras se descorchaban las primeras botellas de cava y aparecían los medios de comunicación. La ilusión estaba servida y sobre todo bien repartida, entre los más necesitados, aquella Navidad inolvidable. Una vez pasado el delirio, hubo de todo; desde un ramo de flores en prueba de los más agradecidos, hasta las caras largas de la envidia de quienes se quejaron de no haberles ofrecido Lotería, después de permanecer los décimos durante varias semanas, expuestos a la vista de todos los públicos. En fín, que hoy la cantinela de los niños de San Ildefonso han vuelto a remover el bombo de los recuerdos, extrayendo el número de aquella ilusión vivida hace años en el desaparecido Bar 6,40….06639: “venticinco millones de pe-se-taaaaaaaaaas. FELIZ NAVIDAD.
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