Yo, QUINTO CORNELUIS, Decurión del Imperio , al Servicio del Gobernador de Galilea; Poncio Pilatos, y encargado de conducir al Reo que llaman Jesús de Nazaret desde la Puerta Augusta hasta el monte de la Calavera para cumplir la pena de muerte por cruxifixion. DECLARO bajo juramento indecisorio: Que nunca fui concebido por el padre de mi creación, para dar órdenes directas al Santísimo Cristo de las Tres Caídas, ni proferir contra su bendita Imagen, palabras injuriosas, que actuaran o actuasen como mofa y mayor escarnio a su ya recrudecido padecimiento. Ni ordené en ningún momento, que le inflingieran a su escarnecido cuerpo, castigo de flagelo al objeto de espolear su verticalidad con el fin de reanudar la marcha. Que igualmente, nunca fui concebido por el padre de mi creación, para increpar al vecino de la población de Cirene, llamado Simón, el cual se ofreció desinteresadamente a ayudar a cargar con el madero a Jesús de Nazaret, apiadado por su lamentable estado y en generoso gesto de misantropía que le honra. POR LO EXPUESTO, ruego a la Real e Ilustre Hermandad Sacramental del Santísimo Cristo de las Tres Caidas y Nuestra Señora de la Esperanza, que tanta admiración y respeto profesa a este humilde équite, tenga a bien devolver al misterio que se representa en su primer paso, la figura incontestable de mi fiel servidor y admirado ESCLAVO ETÍOPE, que el padre de mi creación, Don Antonio Castillo Lastrucci, concibió acertadamente para recibir mis superiores órdenes, en perfecta adaptación al escorzo para el que fui diseñado. Por ser de Justicia que pido EN TRIANA
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
jueves, 12 de febrero de 2009
sábado, 7 de febrero de 2009
LA INSIGNE TEÓLOGA
CUENTOS DEL PUMAREJO
Plaza del Pumarejo, 1.997 La apostura de esta singular dama, leyendo en un banco de la plaza ajena al mundanal ruido, es digna de ser retratada en el lienzo de las mejores pinturas costumbristas. Qué agradable sensación de paz y sosiego produce la presencia de esta venerable anciana con sus grandes gafas con parasoles, absorta en la lectura de su inseparable breviario. Un aura encantadora de añeja maestaescula la envuelve. Desde el primer momento que la descubrí pastando al sol del Pumarejo, sentí verdadera fascinación por este personaje, que aparece y desaparece sigilosamente, con su impronta enigmática, mientras que el mundo gira a su alrededor sin reparar en la autenticidad de su espíritu. A menudo se la vé en compañía de alguien, que imagino podría ser un pupilo. Efectivamente –pronto tuve la oportunidad de verificar mis suposiciones- y el azar me brindó la ocasión de poder escucharla desde la cercanía de mi observatorio (quiosco de chucherías). Era una placentera mañana de sábado –como dice el refrán: no hay sábado sin sol ni mocita sin amor – La ilustre erudita hallábase sentada en un banco próximo, mi irresistible curiosidad literaria, hizo que aguzara el oido para escuchar atentamente una de sus tesis. Acompañaba a la anciana, uno de sus discípulos; varón de edad incierta y aspecto desaliñado, cuyo rostro lívido infería mayor perplejidad a su aparente estado de confusión. Nuestra insigne teóloga ilustraba a su interlocutor con apasionado énfasis comentando las sagradas escrituras de esta guisa: ¡herejía…herejía…todos los obispos son unos herejes…! –sentenciaba en tono suave, pero con energía y seguía aseverando: “se basaron en la traducción que del latín hicieron los padres de la iglesia, sin tener en consideración la etimología griega que es de donde derivan las fuentes del conocimiento y la razón”…-gesticulaba la “doctora”, fustigando las hojas del libro sagrado que tenía a la vista-. Entonces, interrumpía el presunto discípulo: ¿Si los obispos cristianos son herejes –como vd. Dice- el Santo Padre, también lo es?....Jesucristo nuestro Señor –decretaba la erudita señora- “no puede ser de la misma naturaleza que el Padre…de la misma naturaleza somos los humanos; tu y yo…o el perro ese…pero el Hijo del Padre, no puede ser de la misma naturaleza, puesto que es Dios”. Seguidamente, nuestra doctora en teología, hizo un inciso, repasando las distintas analogías que guardan entre sí las religiones monoteístas, para llegar a la definitiva conclusión: Después de mis exhaustivos estudios y análisis minuciosos en la lectura de la mayoría de las Biblias editadas, he tomado la determinación de profesar la fe ortodoxa. Entonces interpeló el paciente pupilo: ¿Vd. Se ha tenido que bautizar por inmersión?...No exactamente, era una especie de inmersión, pero no tuve que desnudarme al completo…me pusieron una especie de túnica… En esos momentos perdí el hilo de tan interesantisima disertación , por culpa de un tufillo nauseabundo que parecía proceder de la sagrada cátedra que ocupaba la insigne conferenciante, cuando el sol en lo más alto de la plaza, comenzaba a airear sus talares vestiduras. Qué bien le hubiera venido un bautizo por inmersión –pensé- a más de un novelesco personaje de los que pacen en el Pumarejo, sobre todo a sus prendas más interiores. En fín, cosas y cuentos verídicos dignos de ser presenciados y escritos para no caer en el olvido.
domingo, 1 de febrero de 2009
BODAS CIVILES
viernes, 30 de enero de 2009
NAZARENO SIN CARNET
domingo, 25 de enero de 2009
LAS MANOS DE LA AMARGURA
Cuenta la leyenda que Antonio, dejó en la Señora de San Juan de la Palma, las manos de toda la Amargura existencial que padecía. Las manos del niño aquel que jugaba con barro de la Alameda, a modelar sus sueños de escultura. Aquellas manos emprendedoras que pronto surcaron los cielos del éxito, hasta alcanzar la cima de la diosa Fama en la segunda mitad del siglo XIX. Desarrolló sus estudios de Bellas Artes en la ciudad del Amor y en la eterna Roma. Quien sabe, si para cuando volvió a la Julia Rómula, las consecuencias de tanto amor y arte cosechados fuera, no forjarían el malogrado destino que le aguardaba. Dicen que fué la infanta Maria Luisa su mecenas artístico; la que advirtió los talentos que encerraban aquellas figuritas de barro que el niño modelaba en el suelo de la Alameda. Pero nunca segundas partes fueron buenas y menos en el amor y el dinero, que están reñidos con la felicidad -si es que la felicidad existe. Antonio Susillo gozaba del mayor prestigio y reconocimiento social, tanto en lo personal como en lo artístico donde era escultor de cámana en la corte sevillana de los Montpernier;para los Duques, remató las balaustradas de su palacio romántico de San Telmo con las esculturas de los caballeros principales: Velazquez, Murillo, Montañés, Miguel de Mañara...y para el erario público, embelleció las más galanas Plazas de Sevilla, con el bronce munumental del pintor de la verdad y la herocidad de Daoiz. Pero todo aquello lo hubiera sacrificado el genio en aras de un gesto de cariño y admiración; el mismo que le negaba su segunda esposa, cuya ignorancia artística empozoñada por la ambición y el materialismo le solía espetar: “creí que me había casado con un artista y nó con un albañil”. Todo el peso del bronce y la piedra transformada en arte, se derrumbaba ante la vileza del amor contrariado. Por el amor de una mujer, Antonio estaba dispues a sacribicarlo todo, incluso fama que perseguía y la gloria que casi tocaba con sus manos. Las manos de la Amargura le dieron una señal divina. Fué tras el incendio fortuito que sufría la Virgen con San Juan, cuando un infausto Domingo de Ramos de 1.892, salía ardiendo en su paso de palio a la altura de los palcos del Ayuntamiento. La Señora se salvó por el gesto heroico de un “guardia” de la época, pero resultó seriamente dañada en su rostro y perdió sus manos. Antonio Susillo, fué designado por la Junta de Gobierno de la Hermandad para la restauración de la Virgen y la reposición de sus manos. ¿quien otro podría ser, el mejor garante para tan delicada empresa?.¿Podría enfrentarse el insigne escultor al rostro de la más Amarga de todas las penas?. Está claro que sí, que la Virgen le mostró el mejor espejo donde pudiera ver reflejada su Amargura; por eso le talló las manos más exactas; las manos de la única Amargura que podía soñar para la madre de Dios, sus propias manos hinchadas de Amargura...porque el Dolor cuando es tan profundo y desalmado, desgarra los órganos y dilata las carnes. Antonio Susillo depositó en la Señora de San Juan de la Palma, las manos de toda su Amargura -la Amargura en sus manos de Virgen y la otra Amargura del hombre que camina sin rumbo por la calle de enmedio hasta encontrarse en el campo santo de la desolación, con su imponente Cristo de bronce, sobre la cima del calvario donde reposan en ¿Paz? los que se dice, pasaron a mejor vida. Antonio Susullo salía aquel día de su casa como un poseso, tomó el camino de San Jerónimo con el firme propósito de arrojarse al tren. Se miró sus manos y vió las de aquel niño que soñaba esculturas jugando con el barro de la Alameda; aún tuvo tiempo de pensar en el escarnio que supondría para sus discípulos y admiradores recoger, los restos de su cuerpo descuartizados por el tren. Regresó a casa por la vieja pistola que recordaba; sería más dulce y romántica -a la moda de la época- esa triste forma de acabar con su vida. Volvió a mirarse las manos: eran las manos de la Amargura. Nadie oyó el disparo, tan sólo una bandada de abejas laboriosas, que dedidieron entonces fabricar una colmena en el vacío de su Cristo de bronce. La miel brotó por la boca del Crucificado, desde entonces, Sevilla y el mundo lo conoce por el Cristo de las Mieles.
viernes, 23 de enero de 2009
ROMANCE DEL RANCIO, RANCIO
Rancio que te quiero Rancio,
verdiblanco o palangana,
que al barco le llaman “paso”
y Calvario a la montaña...
Rancio de café con leche,
de picatoste y más manchas
que un papel de calentitos
despachaos por “la juana”
Rancio de despertadores,
sonajero o carrañaca,
de la blanca escupidera
debajito de la cama
. Rancio de todos los Santos
con su cajita de estampas,
del Alma-naque javierre,
la virgencita de fátima,
el bueno de fray escoba
y lamparitas “por ánimas”,
encendida en la mesilla
junto al angel de la guarda.
Rancio que te quiero, Rancio,
más rancio que una alpargata
donde nació el espartero
en la plaza de la alfalfa
viendo pasá San Bernardo
de la mano de tu “tata”
con pantaloncitos cortos
y calcetines de rayas.
Rancio te parió tu " mare"
que era todavía má Rancia
cuando apretaba en tu cuello
er nuo de la corbata
y te vestia de chaqueta
azul marino cruzada
con pantalocitos grises,
que eran talmente una tabla.
Rancio como Don Antonio
que tanto se preguntaba
... por eso: ¡rancios, habrá!
con su cantinela rancia
¡ pero como tú, ninguno!
porque tú eres la Giralda...
-por Dios, Rodriguez-Buzón-
¡don antonio de mi alma!
¡el colmo de tó los colmos!
¿habrá otra cosa más rancia?
SÍ...contestole “maese”
- el Rancio...donde los haya-
tiene nombre y apellidos
más rancio que una mojama,
que er jamón der Rinconcillo,
que er serrín o la pizarra,
que er bacalao con tomate
y er que te sirve la tapa...
¡cálle vd. -por Dios bendito!
No diga ni una palabra:
-Rancio que te quiero, Rancio-
¡que ya sé, de quien me habla!
martes, 20 de enero de 2009
LA ROSA DE SAN LORENZO
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