Por estas fechas, Paco el impresor, traía al corral un hermoso pavo de plumaje negro, el cual amarraba a la baranda del corredor para delicia de los niños, antes de ser sacrificado para la cena de NocheBuena. La Fernanda, que era muy apañada para la “matanza”, por haber participado, desde pequeña, en las que se llevaban a efecto en su pueblo de Olvera, accediendo a la petición de Rosario “la chiquetita”, procedía la mañana del día 23 al rito del sacrificio, desatando al pavo y dándole de probar una miga de pan rebañada en sus propios excrementos, porque decía que esa ceremonia, traía mucha suerte. Después trasladaba el ave a la azotea –lugar escogido para la matanza- entre el delirio de la chiquillería y la expectación y curiosidad general. La Fernanda ataba las patas del pavo, asistida por Paquita –su suegra- que colocaba el lebrillo a la altura de la cabeza del “animalito”, para recoger la sangre, mientras que la nuera, inmovilizaba al pavo entre sus piernas, dejando expedito el gañote. Seguidamente con un cuchillo de sierra, debidamente vaciado, procedía sin vacilar a rebañar el pescuezo de la víctima, que se defendía con grandes espasmos, mientras corría el caudal de la sangre a borbotones (cosa más desagradable). He aquí que, cuando el pescuezo del pavo, colgaba del hilo de su pellejo, el estruendo de un petardo, hizo caer de espaldas a la Fernanda y saltar al pavo, que salió revoloteando como una exhalación camino de las escaleras. Ante los gritos y estampida general, acudió el DeoGracia (hermano soltero de Pepita la de los jamones) que en un intento de coger al pavo, resbaló con el reguero de sangre y fue a parar rodando hasta los pies de Josefina, que venía por el pasillo con su baño de cinc cargado de ropa para hacer la colada y se dio de bruces estrepitosamente con la estampida, rodando por las escaleras con tan mala fortuna, que se fue a estrellar en el descansillo del principal con María Montero, la cual procedía a verter en las letrinas, la escupidera de porcelana que portaba a rebosar, derramando el consabido caldo viscoso con tropezones en la maltrecha cabeza de Josefina. Mientras tanto, el pavo, seguido por la turbamulta corría desangrándose camino del patinillo, donde se coló en casa de la Perona que al toparse con tan espectral visión, cayó al suelo desmayada por el susto, empapando con su espectacular salto de cama el charco de sangre estancado en el suelo, a todo esto, el marido de la Perona que salía al quite, cubrió al espantoso animal con una manta, hasta reducir la fuerza de gravedad que le quedaban a los estertores de la muerte pavorosa. En esos momentos Guaditoca –la portera- subía las escaleras pertrechada del inseparable cubo de la fregona lleno de agua sucia cubierta de legía, maldiciendo y difamando como una posesa tan descomunal gamberrada, así como los cuantiosos daños que había ocasionado el estropicio: “yo me via cagá en la puñetera madre del niño que ha tirao er petardo…mardita sea su estampa y los calastros que le dieron a mamar…”. El suceso vivido en el corral, corrió como la pólvora por todo el barrio, lo mismo que la botella del agua de azahar, el alcohol de curar y los algodones para reanimar a los damnificados. Aparte del pavo, no hubo que lamentar víctimas mortales.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
martes, 4 de diciembre de 2012
sábado, 1 de diciembre de 2012
Carta a Diciembre V edición
Se me agolpan las sensaciones al recibirte, se mezclan con los
tópicos de este desenfrenado reclamo publicitario que te precede, cada año con
mayor antelación, pero por encima de todo te estaba esperando con los brazos
abiertos y nunca mejor dicho, como los tiene el Amor. Me ha alegrado siempre tu
llegada –desde que tengo uso de razón, aunque la razón no la use más que para
ilusionarme con el sonido de campanilleros y luces que traes de fondo. Banda
sonora de nuestra vida que resuena en los pretiles del recuerdo con alegría. Es
una alegría tan fuerte la que transmites –Diciembre- que a veces nos haces
llorar de emoción y la confundimos con la tristeza, cuando no es más que el
reflejo de los seres queridos que nos reunieron en familia estos días y que
ahora nos faltan. Por el atrio de San Antonio Abad un aroma prematuro de azahar,
corta el frío de la noche, desde lo alto de la espadaña, se despliegan los
gallardetes de víspera, el aire sabe a coplas de Miguel Cid y D. Mateo Alemán se
estremece en su lecho. Las cosas de Sevilla tienen mucho que ver y que contar de
ti, venturoso Diciembre, hasta la Pontificia Roma, se inclinó ante el
juramentado voto de tu octavo día, plaza celeste y blanca del triunfo ganada a
espada si es preciso sopena de derramar la última gota de nuestra sangre. Sangre
de mariana fe que se lava en las aguas esmeraldas de la Esperanza, mientras mira
como beben los peces en el río. Sabes milagroso Diciembre, tu bien lo sabes, que
en Sevilla –solo en Sevilla- hay Esperanza antes que vida o no hay vida sin
Esperanza, que viene a ser lo mismo. Por eso la Señora, antes de dar a Luz al
mejor de los nacidos, se nos muestra como torre de marfil, para que le besemos
la mano, convirtiendo la humildad de Belen en casa de oro y arca de la bendita
alianza desde la resolana a Pureza, pasando por Castilla, puerta Carmona o la
Trinidad. Por lo menos, aunque solo fuera por una vez al año, los hombres nos
sentimos más solidarios, aunque la caridad verdadera sea compartir lo que
tenemos con los demás, también sirve el deseo de disfrutar esta abundancia
efímera en la que nadamos, envueltos en oropeles y celofán; también sirve
–querido Diciembre- el resplandor de esta Navidad que hace que veamos con mayor
nitidez, la diferencia abismal que separa la riqueza de la pobreza y nos
sintamos obligados a parar el fuego de las armas; pactar treguas con la
violencia de todo tipo; compartir mesa, confites y cava con los más
desfavorecidos y llevar a cualquier rincón del mundo la Paz de esa Estrella de
oriente que nos anuncia el nacimiento de Jesús del Gran Poder. Ya sólo por eso,
eres bendito –prodigioso Diciembre- Y no tengo más remedio que abrazarte lleno
de regocijo, desempolvando el pellejo de mi vieja pandereta, mientras acaricio
las figuras de mi Belén entrañable. Tuyo afectísimo.
http://fotoblognaturaldesevilla.blogspot.com.es/2012/12/la-luz-necesitada.html
http://fotoblognaturaldesevilla.blogspot.com.es/2012/12/la-luz-necesitada.html
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Cofrade INDIGNADO
Alguien
debería decirle al pastor que hay más de 100.000 familias
sevillanas (CIEN MIL) que viven en el umbral de la pobreza y otras
muchas por debajo de ese umbral y miles, que sufren la pobreza
vergonzante, que es esa otra clase de pobreza -entre la soberbia y la
humillación- que prefiere morirse en un rincón, antes de rebajarse
a hacer uso de comedores u asuntos sociales, porque su condición de
ricos o señores implica la muerte, antes que descender de clase.
Porque ni las escalofriantes cifras que arroja Cáritas Diocesana
-prácticamente desbordada ante la demanda de ayuda- ni el Banco de
Alimentos de Sevilla, que no cesa de recurrir a todas las instancias;
económicas, políticas y sociales, buscando cubrir sus inagotables
necesidades, convencen a nuestro Prelado, que no son los mejores
tiempos para organizar ningún tipo de eventos, sobre todo si el
presupuesto de los mismos, pudiera servir para cubrir o paliar -de
alguna manera- la dramática situación que vivimos en estos críticos
momentos. No va a servir de nada, porque ya está escrito con letra
de "baculazo"; pero alguién debiera de recordarle aquellas
palabras proféticas, que el mismo pronunció en medio de la plaza,
cuando inauguraba la muestra que salía de las clausuras mismas de
iglesias y conventos: "La Fe, no queda en nada si no se traduce
en obras". No voy a ser yo, desde este blog., insipiente, el que
intente corregir a todo un príncipe de la Iglesia, pero como natural
de Sevilla, cristiano y cofrade desde antes de estrenar la razón, si
muestro mi total rechazo e indignación, ante la Salida de Catorce
Imágenes en sus correspondientes pasos de misterios, para la
realización de un Viacrucis conmotivo del Año de la Fe, el primer
domingo de Cuaresma, osea a un mes vista de la Semana Santa;
alterando y perturbando no solamente el calendario de Cultos y Actos
de nuestras HHCC, participantes, sino gravando sensiblemente los
gastos de papeletas de sitio y salida procesional que generan las
mismas. Un coste innecesario si a ello se le une el cuantioso
capítulo en concepto de megafonía, imagen; CECOP y otros servicios
municipales, que estimo correrán a cargo del CG de HHyCC. ¿Hay
necesidad de sostener este capricho procesional? Mi pregunta no
encuentra explicación de ningún tipo, nisiquiera bajo el punto de
vista del año de la Fe, pues considero, recogiendo la cita
apostólica del pastor, que la Fe se queda en nada (espectáculo) si
no se acompaña de buenas obras y que mejor obra, para el año de la
fe que revertir el coste de un Macro Viacrucis, en paliar las enormes
necesidades que están demandando -en estos delicados momentos-
nuestro Banco de Alimentos y la misma Cáritas Diocesana. En fín,
el daño está hecho, aunque en esta bendita tierra, no hay mal que
por bien no venga y los "kofrades" se están frotando ya
las manos, haciendo disquicisiones sobre bandas y cuadrillas de
relevos, apenas se recoja el último caramelo del Rey Baltasar. Pero
ojo, que Dios escribe recto sobre renglones torcidos y el que
suscribe -con más de cincuenta años sobre los hombros- ha visto al
Gran Poder dejar plantada a toda Sevilla, cuando quisieron sacarlo
para recoger la medalla de la ciudad. Dios me libre de querer aguar
la fiesta a nadie y menos a mi Pastor.
viernes, 9 de noviembre de 2012
AMARGURA DE OTOÑO
Hemos dicho, tantas veces, que en Sevilla la Amargura tiene
el dulce paladar de los caldos escanciados en la tierra fértil aljarafeña; hemos
hablado que sabe al empalagoso manjar de la carne del membrillo, que tiene la
misma color vidriada de sus vírgenes mejillas. Hemos sentido que la Amargura,
tiene el sonido de las alpargatas pobres que rachean en pareja la caridad de
Madre Angelita desde la antigua Alcazares, hasta la diáspora más deprimida. Que
se alarga por las inmediaciones de Feria, convertida en la sombra de Don Pedro
Roldán y su legendaria hija acompañada de su cuestionado esposo el caballero de
Los Arcos y Benito Hita del Castillo, disputándose una posible autoría que nunca
llegó a acreditarse, pero que todos firmaron rendidos ante el espejo de sus
ojos. En la ciudad dual de amores divididos entre Guzmanes y Ponces de León, la
devoción tambíen había de tener un nombre que reflejara la antítesis; una
advocación de Amargura, diametralmente opuesta a lo que significa su adjetivo.
Hemos dicho muchas veces, que sólo Sevilla es capaz de rimar Amargura con
dulzura; extremo dolor con abrumadora belleza, dos términos
yuxtapuestos…¡Señora, qué dulce es tu Amargura!, cuando la tarde llora su malva
palidez…Como ese rayo de sol furtivo que una sóla vez al año, se filtra por el
ojo de buey, para iluminar su acaramelado rostro, haciendo eterna la fugacidad
del tiempo, así es la Amargura cuando se mira de frente sin poder sostener la
mirada. Como una medida exacta de perfección bajo palio granate, bordado por la
fantasía de Rodríguez Ojeda, que hace imperfecto a su alrededor todo exorno
complementario y no necesita más flor ni perfume que el contado clavel de su
escueto friso inmaculado. La profundidad de la Amargura, alcanzó la belleza, una
señorial belleza que permaneció intacta, aun protegida de la sinrazón dentro de
un escueto cajón de madera. Amargura de la inspiración que convirtió el sueño en
música desde el exilio madrileño de Font de Anta, cuando sentado en un velador,
frente a la estampa de cartera de la Reina de San Juan de la Palma, compúsole el
poema sinfónico convertido en el himno indiscutible de la Semana Santa de
Sevilla. La profundidad de los ojos de la Amargura reflejan la perfección de la
belleza, todo lo demás; dolor y lágrimas, forma parte de la imperfección humana
en el mundo que nos rodea. Por eso, en los confines de Noviembre, el dulce
paladar de la Amargura, baja a nuestra altura para tendernos su coronada mano;
mano que nos hace alcanzar la perfección por la Caridad.
sábado, 3 de noviembre de 2012
El "MONA-guillo" de San Esteban
EL
MONA-guillo de San Esteban
En
memoria de Antonio López Vera
Con
el alba arremangada hasta las pantorrillas, te imagino jugando a la
pelota sobre el mármol frío en la soledad de San Esteban. No es
nada irreverente, picardías de niño, travesuras de los que prueban
el vino de consagrar y las obleas, antes de convertirse en cuerpo y
sangre de Cristo. Ese Cristo de la ventana que te miraba y seguro que
se reía, porque veía reflejado en sus lágrimas la cara de un
futuro hermano costalero. Si tantas cosas sabe de nosotros aquel que
teniendo las manos atadas nos mira con infinita misericordia, que no
sabrá el Señor de los que como tu, Antonio, fueron sus Mona-guillos
antes de vestir el hábito nazareno, para después cambiarlo por la
faja y el costal, aperos de labranza de una fe que nunca se cuelga,
porque forman parte de la manera de ser y sentir que dura todos los
días de la vida. Pero la vida como bordó el poeta: es una semana y
no siempre sale el sol en Martes Santo para que no roce un varal por
la ojiva de esa puerta. Hubo años; meses de marzo y abril, días
tristes en tu vida, Antonio, Martes Santos grises, nublados y
lluviosos en los que te encontraste solo ante tus sagrados titulares.
Viajes falsos al paraíso, que quebraron tus fuerzas y te hicieron
doblar las rodillas - más a tierra, los costeros- cuando el mundo se
disfraza de amigos con el traje negro de capataz adulterado. Pero ahí
está el secreto que guarda nuestro paso de misterio -ante la burla y
el escarnio- la humildad y la paciencia del ungido, El que con la
piedad de su dulce mirada nos dá la “caña” y la convierte en
cetro que abre todas las puertas de misericordia y para un
“Mona-guillo” como tu, siempre estuvo la puerta abierta para
colarte por la sacristía aunque la ojiva pareciera cerrada y por si
fuera poco, los hermanos de San Esteban sabemos desde la noche de los
tiempos, que existe una ventana siempre abierta, donde aferrarse para
recuperar la Salud y continuar el Buen Viaje por la vida. Y además
de todo esto -por si fuera poco, gozamos del consuelo de una Madre
que no nos deja nunca Desamparados y menos a los que fueron
“corrientes” bajo sus trabajaderas; “fijadores” al dolor de
su infinito quebranto y “costeros” para ajustar los vaivenes que
da la vida y salvar con el sudor de la frente, la imposible y más
que justa ojiva. Era el día de todos los Santos, cuando el Director
Espiritual soberano y perpetuo de nuestra hermandad, te llamó para
que le ayudases a bendecir el pan y el vino de los que viven
eternamente -se acordó de aquel Mona-guillo de San Esteban- que
quizás...¿quien sabe? ...le preguntó al Altísimo: ¿Señor, te
importa que cambie el alba por mi túnica azul-crema?... “En verdad
te digo, Antonio, que esta misma tarde, te servirá de mortaja para
entrar conmigo en el paraiso.”
Antonio
Sierra Escobar
miércoles, 31 de octubre de 2012
"Don Juan cojones"
Después del: ¿No es verdad angel de Amor?, Doña
Inés quedó preñada de algo más que romanticismo y en estado de buena esperanza,
dió a luz su primer hijo, en una hacienda colindante al Castillo de San Jorge.
Don Juan echó “barriguita de casado”, más como su oficio de poeta y antiguo
pendenciero, no daba para caprichos y desahogos, colocóse al servicio de la
familia De Pantoja, conduciendo a los hidalgos en sus prestigiosos carruajes, a
cuantos menesteres y encargos precisaran su apretada agenda de visitas y
negocios. Pero Don Juan, era culito de mal asiento y pronto cayó en la depresión
de los que no nacieron para el servicio a los demás y sí para servirse de sus
antojos y delirios. Al tiempo que Doña Inés, creció en carácter y naturaleza
para el mando y dominio de las cuestiones amorosas y domésticas. La altivez y el
orgullo, aparecieron en la ex-novicia, que a menudo increpaba a Don Juan,
exigiéndole mayor soldada y disposición para atender a los cuantiosos gastos que
generaba el mantenimiento y la educación que Doña Inés quería proporcionarle a
su primogénito. Por otro lado, Don Juan, tan conocido en Sevilla, como burlador
y licensioso mujeriego, era objeto de murmuraciones irrisorias, cuando entraba
en las tavernas y bulevares a ahogar en bon-vino sus desafueros. Una noche en
que Don Juan vagaba, por el Callejón del agua, preso de soledad y melancolía, se
topó con el fantasma de su fiel criado Chuti, que dando tumbos de pared en pared
musitaba versos de antiguos esplendores. El sabueso olfato de Chuti, reconoció
enseguida al caballero esbozado, arrojándose a sus plantas como perro fiel y
dando gracias al altísimo por encontrarse con su amo y señor. “Oh, Señor, mi
Señor Don Juan, mi adorado caballero,¿ que sucede a vuesa merced?: ¡embajador
insigne de gozos y festejos; invencible corredor de apuestas; alegría del huerto
do crece la flor de castidad de las rendidas doncellas que suspiran por su
nombre! ".- Qué ha de ser, responde Don Juan con gesto lastimero, que sufro mal
de amores y eludo responsabilidades, que los hijos y parientes de los tantos
caballeros cuyo honor mancillé, hoy me pasan factura y me niegan, pan, hacienda
y trabajo y que el bello arte de la literatura que bien conoces que practico,
sólo me dá renta para vivir de la sopa boba. Aquel angel de amor en apartada
orilla -que no dudo suspira aún por mí- se desvive y afana por los tres hijos
fruto de nuestro matrimonio, para cuyo mantenimiento ha tenido que emplearse en
variedad de oficios y menesteres extraordinarios. Pero lo que más me aturde y
desangra -mi fiel criado Chuti- es su inapelable ceguera- el observar, como
invitado de piedra, que estos hijos, fruto del amor y la dicha entrambos,
alcanzando con creces la edad de merecer oficio y beneficio que aún no tienen,
se sirven de ella, viviendo a sus expensas como auténticos señores consentidos,
mientras me espeta a la cara los desperdicios de su avinagrado ánimo y cansancio
existencial. No apure más vuesa merced,- coligió, visiblemente emocionado, Chuti
-; vayamos a la hostería del Laurel, como aquella noche de ánimas, para ahogar
nuestras penas en vino, que es inutil luchar contra el amor de madre; amor que
hace a los mismos hombres que lo reciben como hijos, unos auténticos
desgraciados cuando se convierten en padres. Amor que en las generaciones
venideras, será condenado por las mismas mujeres que aún no conocen los dolores
del parto, como “machismo”.
domingo, 28 de octubre de 2012
El Gran Poder ya tiene quien le escriba
Cada
año vivo intensamente la elección del Pregonero; es como sentir la
enorme ilusión que conserva el que nunca lo pronunciará y la
sorpresa indecible del que es designado, cuando ni siquiera la idea
pasa por su cabeza. Y tiene que ser así, para alguien que conoce la
experiencia y la responsabilidad que supone subirse a cualquier atril
-no porque se trate de un atril cualquiera, incluyendo al de la
Basílica o el monumento de la magna hispalense- sino al verdadero
atril donde sabes que te escucha Sevilla entera y gran parte del
universo cofrade, el teatro Maestranza. En esta atmósfera de plata
que supone el otoño, según la acertada metáfora, tan rancia como
afortunada, que la sensibilidad literaria del ilustre Paco Robles
cita, últimamente, cuando el tiempo se confunde con el mismo temple
de la primavera, alternando sus oros y sus grises, sus nubes de
diseño, sus claros y chaparrones con la alfombra de hojarasca,
invernal, crujiente e inodora, la elección del pregonero es como dos
faroles de cruz alzada que bajo el dintel de una puerta, nos anuncia
que sale a la calle una gloria. Una gloria, que a veces sorprende la
lluvia ensayada de la manipulación, el figureo y los filtros masivos
que por amor al arte, bombardean las redes sociales con la exclusiva
de una noticia que se da a conocer, mucho antes de ser anunciada
oficialmente. Nada que ver con las quinielas; ternas y elucubraciones
que barajaban las encuestas gratuitas de los mentideros cofrades y
saraos extraoficiales que se citan en las mesas trapezoidales de los
programas de Semana Santa que pueblan las radios y televisiones
locales. La mayor sorpresa fue la misma noticia en sí, cuando
dividió en opiniones no sólo a los miembros y mayores de penitencia
en el Consejo (cosa que viene siendo habitual cada año) sino, el
chaparrón con granizos de Martes Santo, que supuso apostar por un
joven “desconocido” -tan joven como apostol amado- en el que
pocos pensaban. Y es cierto que me alegré de verdad de la buena; de
verdad que en verdad os digo, porque estoy harto de periodistas
jóvenes y menos jóvenes que rellenan cada año su quiniela personal
en base a la influencias que ejercen en el mundillo cofrade, el
micrófono que blanden o la pluma con que escriben; estamos -y creo
poder hablar, haciéndome eco de la opinión popular- hartos de paladines y
comunicadores, de falsos pregoneros, amigos, aforados y
conseguidores, que cobran sus favores, subiendo cada año el peldaño
de Esperanzas y Glorias que le llevará al gran teatro de la Real
maestranza de las vanidades. Y el pueblo mientras tanto, escuchando
atentamente el silencio de los corderos, atendiendo la incomodidad
soporífera que supone más de dos horas sentado en la butaca, la
palabra del santo evangelio según san Juan José, para después
soportar, entre bastidores, el comentario rotundo e insaciable del
ex-pregonero de turno: “ha sido un pregón muy sevillano y
comprometido con la iglesia”. ¡Ande usted ya don...sálvese quien
pueda!; que los cofrades venimos de más de 60 quinarios con sus
respectivas funciones principales, atendiendo panegíricos;
entonando el “mea culpa” y cantando el “perdona a tu pueblo
Señor” por las calles un Vía Crucis interminable de cuaresma. Que los
cofrades y sevillanos no tan cofrades -como dice y muy bien dicho mi
mujer- queremos sentir el Domingo de Pasión, lo que estamos deseando
ver: La Paz, fundiendo su rutilante blancura entre los encajes verdes
del parque; la ilusión hecha niño en brazos, por la Presentación
del Señor la barrio de la calzá; el rachear por la estrechez de
gravina del Señor de Sevilla; el magnífico macareno amanecer de la noche más
hermosa y el cielo cobalto que cubre la infinita cúpula del Calvario
por la Magdalena. Por eso, me cabe toda la ilusión del mundo en el
nombre de este cofrade “desconocido” (mirad que lo escribo entre comillas), el más joven de los
pregoneros, Francisco Segura Márquez, al que le deseo mi más
profunda y sincera enhorabuena y toda la luz de ese espíritu Santo,
que sin duda necesitará, para ponerle voz y sentimiento a lo que
sólo los más escogidos pueden prestarle palabra. Su brillante
juventud y entrega a las hermandades a las que sirve, serán su
mejor garantía, así como la tarjeta de presentación de fe, que en
este año que celebramos, tanto necesitamos para aferrarnos al clavo
ardiente de su Cristo de las Almas. Mucha suerte, Francisco y cíñele
bien la cintura a la Esperanza.
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