SE echan a bailar y saben que el mundo gira alrededor de sus volantes; vienen escogidas, se citan con la mirada, la complicidad es un hecho y derecho exclusivo, son las amazonas del tablao; las que toman la parte noble del cosmos para encenderlo con la chispa del angel. Crecen y se multiplican, desplazando al otro sexo -en este caso el sexo débil, se hace masculino- inseguros, indefensos, reyes con cetro de cristal, donde escancian el oro líquido de sus más íntimos e inconfesables deseos. Siluetas con forma y sonido de guitarras; cinturas de mimbre con denominación de origen y sello de Sevilla que toma la curva de la sensualidad por el camino más corto hacia la seducción. Mujer, ¡baila!, pídeme lo que quieras que te lo concederé, aunque sea la mitad de mis sueños. Y en tu mirar, se nos clavan los ojos como espadas lascivas, sin dejar de asestar puñaladas de deseo a esos cuerpos que gimen de placer con sus lances. Cuando Ellas bailan, sembrando de esplendor el escenario de la fiesta, los hombres cambian de conversación, hablan de sus cosas, pero no las piensan, porque el pensamiento solo puede atender la demanda de gloria que provoca el revuelo de sus volantes. Bajo ese cielo de farolillos solo pueden reinar las Amazonas, radiantes, altivas, desafiantes guerreras del sol bordado en la seda de sus mantoncillos y la noche abrazada al firmamento multicolor de los lunares. Cuentan los duendes de la Feria, que el hombre enamorado, no se separa de Ellas, que la roza, que la mima, que la acaricia y la besa, robándole flores al ramo de la pasión y aun así, pueden aspirar a la cumbre de la distancia que los separa, todo lo más mozo de espadas, gentil subalterno que despliega el percal a los pies de la diosa. ¿Te acuerdas?, no importa, yo he sentido en el corazón, esa sensación de ansiedad, ese apetito frugal de morder en tus labios la manzana jugosa. El amor levanta admiración en la fiesta de la luz y su encanto incita y provoca, sin necesidad de superfluas cortesías, sólo con la claridad de una profunda mirada. Los brazos al aire, hacen repicar el sonajero de las pulseras, reclamando el abrazo de su amado; fuera de sí, cuando la noche se remansa y el cansancio se hace música buscando el hombro donde reposar su barroca cabeza, aun más bella y natural que recién maquillada, cuando Sevilla tienda sus puentes de plata para que tu los cruces -mujer-reflejando tu garbo en la cornucopia del río, la felicidad alcanzará su momento más efímero y la mejor palabra se sellará con un beso.
el blog de Antonio Sierra Escobar -Mayo 2006- Mi espacio para el verso y la prosa, la crítica y la imaginación desmedida y por descubrir.
martes, 16 de abril de 2013
sábado, 6 de abril de 2013
Conclusiones Finales
“ciriazos-zahumerios y conclusión final”
Otra Semana Santa más -y van tres
seguidas- de incertidumbre, improvisaciones y sobresaltos. Un
ambiente enrarecido por el empacho de información, tanto profesional
como contrastada, como fruto de la marea implacable de
pseudo-informadores, cantamañanas, y corresponsales aviesos de
exclusivas gratuitas. Podíamos decir, que la del 2013, ha sido la
Semana Santa oficial de la consolidación de una crisis de
identidad, incapaz de desprenderse de la pantalla táctil del
“Ifhone” y la instantánea colgada automáticamente en las redes
sociales. Ante tanta recarga de información, al final surgía la
duda razonable de que la ficción superase a la misma realidad que
estábamos viviendo en la calle. Visto lo visto y sin suficientes
argumentos para enjuiciar todo lo que en realidad aconteció, me
quedo con ese ambiente enrarecido por la crisis en particular y
entristecido en general por las inclemencias del tiempo y la ausencia
de tantas cofradías como faltaron procesionando por nuestras calles.
-Ejemplares y dignos de elogio, los cortejos de nuestros
nazarenos de Jesús Despojado; La Paz, La Hiniesta, La Cena, La
Estrella (que un año más no tenían donde refugiarse durante el
tiempo de receso, con las puertas de San Jacinto, cerradas a cal y
canto) y sobre todo los niños de la Borriquita, aguantando
estoicamente bajo la lluvia sin romper sus respectivos cortejos y
totalmente entregados al devenir de sus amados Titulares. Así mismo
y por defecto, felicitar a los cortejos nazarenos de las hermandades
del Miércoles Santo, especialmente al de la Lanzada, comprimidos en
calle Cuna; tanto a los que se descompusieron por la arbitrariedad y
desconcierto de sus Diputados mayores de gobierno -caso de los
Panaderos y el Baratillo-, como a los que continuaron su discurrir
bajo chubascos, sin alterar el orden y concierto de sus cortejos-caso
del Cristo de Burgos, Las Siete Palabras y el Carmen Doloroso.
-Sahumerio indiscutible a todas y cada una de las
Hermandades que suspendieron su estación de penitencia, tanto a las
que se quedaron sin salir a la calle, como a las que se vieron en la
necesidad de hacerlo sobre la marcha, incluido los Panaderos en lo
que respecta a su cuerpo de nazarenos.
-Sahumerio perfumado y sonoro al repertorio de las
Bandas de Música de los Pasos de Palio, que tuve oportunidad de
contemplar, especialmente al de la Virgen de la Merced, que estrenaba
acompañamiento musical para el recuerdo de todas las generaciones.
Creo que ha sido el año que más veces he escuchado la marcha Margot
de Turina, con relación al número de cofradías en la calle. Digno
de elogio, el detalle de la Esperanza de Triana a los sones de
Macarena en Campana; el estreno a la luz del Jueves Santo, del
monumental palio de la Virgen de la Victoria restaurado y el conjunto
arrebatador del paso de la Virgen de las Lágrimas.
Respecto
a lo que no me gustó, necesitaría, más que un buen hachón para
propinar los “ciriazos” correspondientes, un látigo para
expulsar a tantos mercaderes alrededor de este templo de vanidades en
el que se está convirtiendo nuestra Semana Mayor. Una vez más me
pregunto, ¿para que sirve el Consejo General de HHCC?, si a la hora
de la verdad, se improvisa y queda en la mayor de las evidencias. Sé
que es difícil arbitrar sobre la marcha y preciso contar con los
suficientes argumentos y pruebas para adoptar medidas rigurosas y
depurar responsabilidades, pero me temo que los intereses creados, el
peso específico de las hermandades de primera y los antecedentes de
ineptitud y compadreo con el que se suelen saldar estos casos,
apuntan a futuras decisiones que no dejarán contento a nadie.
-Este año, en plena crisis, ha sido escandaloso, el
número de sillas vacías a lo largo de la Carrera Oficial y no crean
que por causa de la inclemencia del tiempo, según fuentes
consultadas de boca de los mismos abonados, las referidas sillas
vacías, no se han puesto a disposición del numeroso público que
las solicita, cosa que no tiene explicación, diga el Consejo lo que
quiera decir al respecto, circunstancia esta, que hace necesario un
careo con los responsables del mismo, para que esclarezcan los hechos
con la transparencia que el tema merece.
-También he tenido ocasión de observar -en
circunstancias de lluvia- cuando la carrera oficial se encuentra
expedita de abonados, como se continúa cortando el espacio acotado,
para que el público pueda contemplar la vuelta de algunas
Hermandades que buscan refugio en la Catedral, como por ejemplo
sucedió al paso de la cofradía del Porvenir, con la Avenida vacía
y el respetable, esperando el regreso de la Hermandad, agolpado por
las inmediaciones de la Plaza del Triunfo.
-Lamentable también, en este orden de cosas, las
mamparas situadas en el sector del Palacio Arzobispal y a lo largo de
la plaza Virgen de los Reyes, que impiden al respetable público -no
abonado- la visión de las cofradías. No se lo que pensará el
Consejo, aduciendo razones de seguridad, pero más de uno, sentimos
vergüenza ajena.
-Afortunadamente no ocurre lo mismo en la Plaza del
Duque, convertida ya en todo un clásico como “ tribuna de los
pobres de Sevilla”, a las puertas cerradas de la “pasarela
Campana”.
-Bochornoso la cantidad de medios de comunicación
blandiendo “alcachofas y cámaras con zanco” a pie de campana,
para retransmitir las mediáticas, soberbias y figurantes entradas
por la Pasarela de las vanidades y los minutos de gloria de algunos
capataces, que buscan con sus continuos mandos, arengas y
dedicatorias, la fama que no se la creen ni ellos mismos.
-Al mismo tiempo se consolida la presencia callejera de
las “sillitas de los chinos” a todo lo largo y ancho de
Placentines, Alemanes, Cuesta del Bacalao, Salvador y Villegas, con
corrillos incluidos, de mini-botellonas, y la presencia de cachimbas
este año.
-En cuanto al exorno floral de los pasos, en general me
han parecido adecuados a la indiosincrasia de cada cofradía, sin
tener demasiados, por no decir ningún argumento técnico para
evaluarlos por mi falta de conocimiento en esta especialidad, tiendo
a los clásicos montes de claves en los pasos de Cristo, así como
los fanales de los palios, entremezclados de azahar, sin embargo
hemos podido observar este año, la proliferación de iris o lirios
en los Calvarios de la Expiración del Museo y la Lanzada. Confieso
que me ha chocado un poco, la innovación producida en el paso de
Señor de la Salud de la Candelaria. Resaltar por último, el
atrevido exorno del Santísimo Cristo de la Fundación (los Negritos)
y las rosas escogidas para el palio de la Virgen de las Tristezas.
Así como las esquinas a la moda de los 80, que lucía en su palio la
Virgen de Guadalupe.
-Finalmente, en el capítulo reservado a las Bandas de
cornetas y tambores, mixtas o Agrupaciones musicales, constatar -un
año más- el alto nivel y la calidad y buen oficio demostrado por
todos sus componentes, NO ASÍ, la evidente e infumable sonoridad de
muchas de sus composiciones, tan difíciles de asimilar como
estridentes, tanto es así que están consiguiendo, en los últimos
años, hacer más populares y agradecidas a las marchas clásicas de
cornetas y tambores de toda la vida. -Es curioso que bandas, que
se suponen de tanta categoría en cuanto a número de seguidores,
chirrien con auténticos “pitos de atascos en la barqueta” y
Agrupaciones musicales, que despiertan verdadera pasión, recuerden
con sus florecidos “solos de trompetas” la banda sonora del
popular numerito de la “cabra subiendo por la escalera”. Bien es
verdad que para gusto están los colores y el que no lo soporte que
se vaya, como ocurre con mucho público de reminiscencias “kani”,
que abandona la procesión una vez que culmina la actuación de la
Banda, dejando prácticamente solo al Palio. DE todo hay en la viña
del Señor y todo es tan efímero como manifiestamente mejorable en
un acontecimiento de tanto calado como la Semana Santa de Sevilla,
pero hay que cuidar mucho los detalles, para no caer en la
mediocridad ni el abismo del “todo vale”. Por cierto dentro de
este abanico de contrastes y curiosidades, alabar el buen gusto y la
calidad demostrada por nuestras mujeres, luciendo el tradicional
atuendo de la mantilla, aunque dentro de este -saber estar- nos
encontramos chirriantes excepciones, como muchachas de bandera,
acompañadas de auténticos impresentables, incapaces de guardar el
protocolo oscuro y las formas. El año que viene, me anunciaré en
los medios, para acompañar a tan bellas señoras o señoritas, con
la elegancia y distinción que merece el momento, aunque solo sea
para no quedarme compuesto, sin novia y con las ganas. Muchas
gracias por el tiempo que me han dedicado, perdonen las molestias y
hasta el año que viene, donde lo mejor está siempre por llegar.
domingo, 31 de marzo de 2013
"Detalles y crónica de la Semana Santa 2013"
CRONICA
DE LA SEMANA SANTA 2013.-
DE lo que ocurrió en La Madrugá, la llamada
noche más hermosa de nuestra Semana Santa, responden las imágenes
que nos llegaban en directo desde la tv pública o local, porque en
este caso concreto, las imágenes valen más que los mensajeros y las
miles de palabras, opiniones, elucubraciones y disquisiciones,
vertidas por los miles de pontífices de la información vía Ifhone,
twiter y demás redes sociales. Parece ser, que el retraso que se
produjo en la “pasarela Campana” -que casualidad- no fue
provocado por ninguna de las hermandades llamadas de colas, otra cosa
es que el palio de la Esperanza Macarena, estuviera a punto de romper
el hechizo de la antológica saeta cantada por Manolo Cuevas y
Antonio Santiago decidiera no tocar el llamador y otra muy distinta
que la Esperanza de Triana -consciente de las predicciones
metereológicas que anunciaban la llegada del frente de las 7 de la
mañana-, se gustara y nos deleitase a todos con su majestuoso paseo
por el mal llamado corazón de la ciudad, en perjuicio -como siempre-
de la cofradía de los Gitanos. Y en esto llegó el Señor de todas
las razas, avanzando hacia el palquillo a paso mudá soberano y
humilde, a los sones proféticos del “perdona a tu pueblo Señor”.
En esos momentos, uno hubiera querido poseer el don de la ubicuidad,
para contemplar la explícita anatomía del Cristo del Calvario,
cambiando esta vez los cromados cobalto del cielo, por un pertinaz
aguacero que bruñía sus labradas carnes y ponía a su ejemplar
cuerpo de nazarenos, pingueando en alpargatas. Y al mismo tiempo,
contemplar, como el Señor, tornaba los trinos de los vencejos de San
Lorenzo en paso mudá vertiginoso para alcanzar su Basílica. Pero
nos quedamos con la estampa inédita, aunque nunca deseable, de ver
marchar al Señor de la Salud, rumbo a la anunciación, entre un
abigarrado bosque de capirotes morados, que se mezclaban, en un orden
caótico sin precedentes, con los nazarenos del Señor de la
Sentencia, solidariamente, mientras al fondo se vislumbraba el paso
de misterio, entrando precipitadamente en la sede de la cofradía del
Valle. Poco antes, la Esperanza Macarena, también había hecho
historia, refugiándose en el Salvador. Mientras que las hermandades
de los Gitanos y la Esperanza de Triana, decidían pernoctar en sus
respectivos cobijos (esta última con sus pasos en la Catedral),
hasta nueva orden, la Hermandad de la Macarena decidía, poco antes
de las diez de la mañana, volver a su Basílica por el camino más
corto y así lo hacía, regalándonos el momento incomparable de ver
salir su primoroso palio desde la Plaza del Salvador, convertido en
el templo del Amor y la Esperanza. Poco más puedo narrar de una
madrugá rota, que nos dejó el buen paladar de lo más exquisito,
pero insatisfechos por bellos insólitos y provechosos momentos que
nos ofreciera el regreso acelerado de la Virgen de Sevilla a casa.
El Viernes Santo tarde, se cumplieron los
pronósticos más indeseables, impidiendo la Salida, hora tras horas,
de todas y cada una de las augustas cofradías que lo conforman,
hasta agotar el último resquicio de nuestras ilusiones con la
suspensión de la cofradía de Montserrat. Que le vamos a hacer, nos
queda el consuelo de la visita a los templos multitudinaria, para
contemplar la clave del barroco resumida en las sagradas carnes del
Cachorro y todo el romanticismo que rezuman las distintas hermandades
que integran tan imprescindible día de nuestra Semana Santa.
Aún
nos quedaba el Sábado Santo, para
exprimir nostalgias e ilusiones contrariadas. La Trinidad nos
prestaba todo el aroma a barrio y ronda a los sones de las mejores
bandas de cornetas y tambores, como anunciando que siempre nos queda
la Esperanza. Tengo la sensación que el misterio del Sagrado
Decreto, continua desconcertando al público espectador en general,
por su difícil e incomprensible puesta en escena. No deja de ser
espectacular el paso del Santísimo Cristo de las Cinco Llagas, que
lucía la talla al completo de su canasto y respiraderos con la firma
de los Hermanos Caballeros, aunque algunos nostálgicos sigamos
lamentando la pérdida de las anteriores andas. La Esperanza de la
Trinidad, una de las Dolorosas más logradas de la Semana Santa,
lucía esplendorosa en su portentoso palio, palio donde el que
suscribe, deja su beso de despedida, acariciando levemente sus
magistrales respiraderos -todo una debilidad-. Debilidad la que
sentimos todos por la cofradía Servita, el sueño que Dubé de
Luque, diseñó para enriquecer el joyel de la Semana Santa de
Sevilla; una cofradía especial, única e imitada para hacer escuela,
desde su cruz de guía hasta el preste revestido. Difícil de
describir el conjunto de la Virgen de los Dolores con el Cristo de la
Providencia en su regazo, sobrecogedor, imponente y plagado de
distinción, lo mismo podíamos decir del Palio de Cajón con
originales bordados, que cobija a la Dolorosa de la Soledad, para
terminar con el añadido de sus dos cuidadas bandas de música y su
escogido repertorio. En cuanto a la hermandad del Santo Entierro, ya
sabemos que sin dejar de ser una hermandad que experimenta cierto
crecimiento en los últimos años, no deja de ser un desfile
institucional de Autoridades civiles y militares, con todo lo que
ello conlleva en cuanto a críticas en la calle. Soberbio e imponente
el paso neogótico de la Urna y digno de contemplación el misterio
del Duelo que preside la meritoria imagen de la Virgen de
Villaviciosa, rodeada de magníficas imágenes de Astorga, ataviadas
con singulares bordados decimonónicos. La Soledad de San Lorenzo,
pone el punto final y el contrapunto nostálgico de la Semana Santa
más clásica, cuando las puertas de su parroquia sirven de pañuelo
para enjugar los suspiros en forma de beso de despedida y salud para
el año que viene. Ya que ni siquiera la lluvia anunciada, nos dejó
disfrutar del epílogo que firma la blanca hermandad de la
Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, en la Aurora de esa
mañana que ya sueña con una nueva y más afortunada Semana Santa
2014.
Casi
todos los cofrades, dábamos por perdonada la trastada que nos estaba
jugando el tiempo, cuando amanecimos el Jueves
Santo, contemplando
el sol tras los cristales. A las nueve en San Lorenzo, estaba el que
suscribe, para dar gracias al Señor que todo lo puede. Un placer
admirarlo a esas horas de escaso público y recrearse en su
sobrecogedor semblante, todo un encanto gozarlo para tí solo, siendo
tan nuestro, tan de todos los que iban a gastar con sus pisadas la
alfombra roja de las incontables visitas. El Señor no necesita nada,
pero que elegante lucía con esa túnica más azul que morada en sus
portentosas andas “Gijonescas”. Que decir del palio majestuoso
que cobija a la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso ¿la gran
desconocida?, pues me resulta imperdonable perdérsela. Media hora
más tarde, ya había cola en San Antonio Abad, para recrearse en la
magistratura del Silencio, Jesús Nazareno envuelto en un halo de
luces para la ensoñación, mientras que la vista no atiende tanto
esplendor a la vez, como implica la pura Concepción de esa Dolorosa
exornada de azahar. Comenzaban a abrirse las puertas del Salvador
-verdadero templo de la luz- con la indescriptible imagen del Señor
de Pasión presidiendo el monumental retablo. Solo puedo decir que el
Señor es mi Pasión, que había que rendirse a la evidencia de tanta
perfección en la estética y en el plante de esa túnica de cardos
que ha hecho las delicias del público espectador, tanto como el
asombroso monte de flores silvestres con el detalle de la calavera,
que hacían que el Señor, alcanzara dimensiones oníricas.
Casi
sin solución de continuidad, entrar en la iglesia de la Anunciación
y encontrarte con las espaldas del Señor con la cruz al hombro, es
como seguir soñando sin dar crédito a lo que nos espera y uno no
puede más que quedar prendado y prendido de la suntuosidad que
irradiaba el cortesano paso de los “espejitos”, en todo el
esplendor de su feliz restauración y continuar gozando con la piedad
y compostura del misterio de la Coronación de Espinas, para rendirse
ante las soberanas plantas de la Virgen del Valle bajo la antigua
prestancia de su inmejorable palio, musitando aquello que cantaba el
poeta: “Venía la Virgen llorando”. Después de un tiempo para
reponer fuerzas, uno va contando las horas que faltan para ver en la
calle -después de dos años- el imponente misterio de la Exaltación
(mis caballos de toda la vida), me pareció ver ese canasto, relucir
como el primer día, por la calle del mismo sol que salía a
recibirlo, con el otro sol musical de su banda, tocando los clásicos.
Que decir de la Virgen de las Lágrimas, bajo un palio digno de ser
declarado monumento al clasicismo de los mejores bordados. Mientras
la cofradía se perdía por los callejones de Santa Catalina, en la
anchura de Imagen, el sol tibio esperaba al Cristo de la Fundación,
siempre sobrecogedor con ese calvario de flores -de cuyo nombre no
puedo acordarme- que sin hacer juego con su austera canastilla,
resultaban de lo más estético por originales. La Virgen de Los
Angeles, bajo su suntuoso palio albiceleste, lucía espléndida,
tanto como nos dejaba asombrados ante su exquisita manera de andar,
según el buen mando de Antonio Santiago. Cada vez disfruto más con
el paso del cortejo de la cofradía cigarrera, por Dos de Mayo,
aunque con la ausencia de los dos últimos años, había más bulla
de la esperada. La Virgen de la Victoria, no necesita presentación,
es un deleite para nuestros sentidos, en todos los sentidos de su
deliciosa y recogida belleza. ¡Que manera de relucir ese Palio! que
veía la luz restaurado, un auténtico portento, patrimonio de el
arte inmemorial cofrade y monumento rigurosamente declarado como
nacional. Después ir en busca de la cofradía de Montesión, se hizo
un auténtico calvario, habida cuenta la multitud ávida e ingente
que llenaba las calles, formando bullas que recordaban a la de los
felices años´80. Hablando de los años 80, el exorno floral de
algunos palios en las esquinas, también recordaba aquellos tiempos.
Por último, ya exhausto, por la bulla que me cogió a la salida del
Valle, en la confluencia Cuna-Orfila, para contemplar a Pasión
-mereció la pena- ver venir, el armonioso conjunto del palio de la
Merced a los sones de la Oliva de Salteras, algo histórico de vivir,
para ya de regreso a casa, vislumbrar el impresionante misterio de la
Quinta Angustia, en la máxima expresión del barroco en movimiento,
por la Plaza del Triunfo.
Del Martes Santo, mejor pasar página, meses y almanaque e invocar la manida frase de “otro año será”, porque uno no quiere ni pensar que batamos el récord de los tres años seguidos y aún peor, alcancemos la plus marca del Viernes Santo tarde. Lo mejor, la decisión rápida de las juntas de gobierno, que contaban con la suficiente experiencia y memoria de no hacer sufrir indebidamente a sus respectivos cuerpos de nazarenos.
Del
Miércoles Santo,
mucho
se ha hablado, tanto como las avenidas de tinta derramadas por los
sanedritas de la prensa morada, los pseudo-informadores -entre los
que me incluyo y los desinformadores en general, peritos en echar
leña al fuego. Las predicciones metereológicas se cumplieron casi a
rajatabla, pero ahí el dilema, para curarse en salud, como afirman
los profetas del comentario televisivo local, lo mejor es mirar al
cielo y si no llueve a su hora, salir a la calle, como lo hizo la
joven cofradía del Carmen Doloroso, dada cuenta que el volumen de
agua registrado, era infinitamente inferior al lucimiento del
misterio de las Negaciones de San Pedro por la cuesta del Rosario.
Todo lo contrario que le sucedía a su hora de salida a las cofradías
tempranas del barrio de Nervión y San Bernardo, pobladas sus
respectivas plazas de molestos paraguas. La hermandad del Buen Fin,
cauta y prudente, se fió de los partes que manejaba y acertó con
reservas. El Baratillo pedía una hora de expectativa, comprimida en
los aledaños del coso maestrante, en la seguridad de echarse a la
calle, tanto por cercanía de templos y facilidad de recorrido. El
Cristo de Burgos, también retrasaba su salida prevista y le echaba
valor a su conmovedora y ejemplar estación de penitencia. Las Siete
palabras se unía al esplendor amenazado, poniendo sus tres pasos en
la calle San Vicente y por último la hermandad de los Panaderos
ponía el broche de oro a la posible salvación del Miércoles Santo.
Cuando todo parecía a flor de miel, apareció la lluvia tan
inesperada como anunciada. Con todas las cofradía citadas en la
calle, la improvisación no se hizo esperar; nervios en el Baratillo,
que descompuso su cortejo en tres partes (según cuentan los
cronistas del llamador), algunos nazarenos del palio de la Caridad,
volvieron sobre sus pies, buscando a la Virgen que se encontraba, en
aquellos momentos en la Catedral, mientras que otros, adelantaban
camino a marchas forzadas hacia el Postigo, a la vez que la Piedad,
ganaba su capilla en dos largas chicotás. La cofradía del Cristo de
Burgos, siguió su camino, impasible y metódica, por el camino más
corto, sin descomponerse en ningún momento, aunque aligerando el
paso y dando testimonio de su austeridad y perfección procesional.
Del mismo modo, discurría, por carrera oficial, la hermandad de las
Siete Palabras, logrando que la incipiente llovizna, le imprimiera al
admirable nazareno de la Divina Misericordia, el mismo halo romántico
y clasicista del misterio decimonónico que le sucede. En esto llegó
la decisión más arbitraria y desconcertante de la noche, la de la
hermandad de los Panaderos que decide -sobre la marcha- en plena
plaza del Duque, la suspensión de su estación de penitencia y lo
hace, supuestamente, sin rehusar a su paso por Campana con el
lucimiento y la coreografía que caracteriza a su portentoso paso de
misterio. En este punto la imaginación y el espíritu cronista, que
como el metereologo, todo sevillano llevamos dentro, vuela a su
albedrío y permite todo tipo de comentarios y críticas: Todos los
que hemos contemplado las imágenes cedidas por la conocida
televisión local, coincidimos al observar la cruz de guía de los
Panaderos, cruzar de campana hacia Villasís-Orfila, que el paso del
Soberano Poder en su Prendimiento, iba a su bola, ajeno al
discurrir´acelerado de los nazarenos que le precedían, provocando
una situación caótica e incierta, en la que el capataz, arengaba a
sus costaleros, contrariamente al “paso mudá” que requería el
momento, permitiéndose el lujo de dedicar la levantá ante el
palquillo, al tiempo que banda y paso se lucían como suelen hacerlo
cualquier Miércoles Santo en circunstancias más favorables. Por
otro lado, resulta al menos “curiosa” , la aptitud de los
miembros del C.G.HHCC, que asisten atónitos y embobados al
lucimiento del misterio, ajenos por completo a la lamentable
situación en la que se encontraba la Hermandad de la Lanzada,
totalmente comprimida en plena calle Cuna, con su Cruz de guía
apostada en el cruce de la discordia. Lejos de deshacer el entuerto
con la diligencia y prestancia que requería el incidente, vemos que
el paso del Soberano Poder, hace amagos por acelerar su marcha, pero
en un querer y no poder-queriendo, se sigue gustando y aligerando al
mismo tiempo, aduciendo razones de la bulla que se había formado
delante de sus andas. No acaba ahí el problema, cuando presenciamos
el palio de la Virgen de Regla, entrando en Campana, marcha tras
marcha, a los sones de su banda de música, aunque en honor a la
verdad, reacciona en sucesivos amagos de “paso mudá”, sin perder
la comba de la música, lo cual provoca en la misma esquina de
Orfila, la crispación de la Cruz de guía de la Lanzada -allí hubo
sus más y sus menos, pendiente de ulterior análisis y
consideración, a tenor de exigir posibles responsabilidades- y lo
que es más indignante, se produjo una “pitada” histórica, que
me atrevo a decir, nunca estuvo dirigida, al Palio de la Virgen de
Regla y su bendita imagen, más bien, fue ocasionada en beneficio de
la situación angustiosa en la que se encontraba el cortejo de la
hermandad de la Lanzada. Vamos a dejar las cosas así, sin echar más
leña al fuego y a la espera de que se depuren responsabilidades o se
entone el “mea culpa” por parte de los máximos responsables de
tan lamentables incidentes, aunque las preguntas que todos nos
hacemos, nos hagan mordernos la lengua, para evitar el veneno que
amenaza, desde su mismas entrañas la Semana más grande de Sevilla.
No quiero ni pensar que todo termine como el vergonzoso capítulo de
las “carreritas” del año 2000, donde todos sabemos lo que pasó,
pero nadie asumió sus respectivas responsabilidades.
continuará
También
la crisis, pasó factura a la Semana Santa de este año. En lo
económico, muchos abonados se tuvieron que ver forzados a vender sus
sillas y las que otros pusieron a disposición del Consejo, me consta
que no fueron, ni vendidas -ni lo que es más grave- adjudicadas a
los muchos demandantes que solicitaron las mismas, cosa de la cual
debería responder el máximo organismo de HHyCC con transparencia y
rigor que exige el tema.
El
Domingo de Ramos,
amaneció tan puro y diáfano como los habíamos soñado. Sol para
iluminar el porvenir, dándole la bienvenida a la primera Cruz de
Guía que asoma por nuestras calles y luces y sombras para tejer los
reflejos del transparente palio de la Virgen de la Paz. En el tiempo
que dura una chicotá, el Señor Despojado de sus Vestiduras, pasó
del esplendor a la penumbra; del éxtasis, en su magnífica revirá
-Rioja-Velazquez- al tormento de la lluvia que lo hizo cruzar Campana
a paso mudá, buscando el cobijo hospitalario de la Anunciación,
mientras que el remozado palio de la Virgen de los Dolores y
Misericordia, sufría el mismo dolor inmisericorde del diluvio
primaveral, tras su bendito Hijo. La Borriquita, después de lucirse
en una Plaza del Salvador atestada de ilusión y sentimiento, buscaba
por la calle Sagasta el refugio de su poblado cortejo de infantes,
sin dar crédito a volver sobre sus pasos a la misma colegiata. Un
ejemplar cuerpo de nazarenos blancos, aguantaban estoicamente en la
embocadura de Tetuán, tras su cruz de guía, mientras el Señor de
la Victoria cubría con un capote su estrenada túnica, a la espera
de cobijarse en el arquillo del ayuntamiento, al tiempo que la Virgen
de la Paz encontraba refugio bajo el arco del Postigo. Desolador, fue
contemplar el cuerpo roto de los nazarenos del porvenir, buscando la
Catedral, bajo la inclemente llovizna y emoción en los rostros
cubiertos de los niños nazarenos que no querían abandonar
a su cofradía, ni aún en presencia de sus padres. La Hermandad de
la Cena, también sufría los estragos del agua, volviendo sobre sus
tres pasos protegidos con los tan útiles como antiestéticos
plásticos. Las aguas se tornaron mar de lágrimas en la Plaza
Carmen Benitez, cuando la hermandad de San Roque, decidía, no poner
sus pasos en la calle. La Estrella apostaba por su condición
valiente y pedía un receso para salir con ciertas garantías,
mientras que el Santísimo Cristo de la Buena Muerte, no quería
dejar sólo -como el pasado año- a su cuerpo de nazarenos y se
mojaba de vuelta a San Julián, entre aplausos de emoción y lágrimas
de despedida en los ojos de su barrio. La Amargura, siempre prudente
y fiel a sus principios, decidía no salir y el Cristo del Amor,
corrió la misma suerte, mientras se secaban las túnicas de su
párvula cantera. Así el Domingo de Ramos, nos dejaba con el alma en
vilo de unas imágenes inéditas, tan tristes como bellas, en la
vuelta de Jesus Despojado hacia Molviedro y la Paz iluminando el
Parque con su candelería encendida al acompleto, con la boca
abierta, contemplando la única Estrella que lució en la tierra de
su cielo, haciendo cumplir el dicho de “no hay sueño sin
Estrella”.
El
LUNES SANTO, amaneció
aún peor que el Domingo, pero la temprana hermandad del Polígono de
San Pablo, se encargó de enmendarle la plana al tiempo, desafiando,
cualquier amenaza de lluvia. Tres años sin cofradía serían
irrecuperables para un barrio que la vive como su día grande. Lo
mismo sintió y vivió el Tiro de Línea con su Bendito Cautivo de la
elegancia y se echó a la calle, poniendo el sol radiante del palio
de la Virgen de las Mercedes, donde brillaban las nubes - “al cielo
con Ella”- y con todo el Lunes Santo que se contagiaba de esplendor
en el huerto de los olivos de Jesús de la Redención y llenaba de
gracia, con su Rocío, una abarrotada y ansiosa calle Santiago. Quien
puede contener los anhelos que suscita el Soberano Poder ante
Caifás, como no podía ser menos, San Gonzalo apura su tiempo de
prórroga y se echa a la calle con el izquierdo y su apasionante
coreografía por delante. Una ingente multitud, copa las calles desde
Triana hasta el corazón de Sevilla, donde se dispone a salir, la
siempre impresionante hermandad de Santa Marta con su prodigioso e
imponente misterio del traslado al sepulcro. Después por efecto
dominó, el día rehace la tarde, que aunque fría y encapotada, abre
las puertas al cortejo, siempre seráfico, austero y ejemplarizante
de Vera Cruz, con la joya, que convierte a las Tristezas de María,
en un auténtico portento de belleza recogida. La calle Alfonso XII,
se comprime y no cabe un alfiler, para contemplar el majestuoso paso
de Jesús de las Penas y el no menos conmovedor y portentoso palio de
la Virgen de los Dolores, cuando ya Sevilla se convierte en noche
expuesta en el museo itinerante del Santísimo Cristo de la
Expiración y la Virgen de las Aguas, novia de los pregoneros. Por el
postigo retumba el sol de las cornetas y tambores que acompasan el
rutilante misterio del Santísimo Cristo de las Aguas y la Virgen
Niña de Guadalupe, luce espléndida, al compás del acertado
repertorio de las clásicas marchas procesionales. Parecía mentira,
pero se salvó el Lunes Santo, mientras daba fe de ello San Pablo
recibiendo a su cofradía.
continuará...
lunes, 25 de marzo de 2013
martes, 19 de marzo de 2013
A las puertas del AMOR
Vuelve El Amor, como el agua a regar los naranjos dormidos. El Amor interior, el
que es sabia ascendente y desboca en las ramas sus gajos perfumados. Vuelve El
Amor que a este Valle de Lágrimas prestó el auxilio dulce del maternal Socorro.
El Amor sin presunción, desnudo y entregado, ausente del Dolor, libre de
sufrimiento. Ese Amor que te empapa, te conmueve y dispersa, te eleva hasta el
Calvario de la infinita entrega. Vuelve El Amor y nos devuelve a todos a su
sitio, diestra del Padre, la nave del Divino Salvador donde lo descubrimos
andando a la deriva hasta alcanzar la viva llama de su Faro, norte de devoción,
sagrario del Socorro. No sabe el corazón, cuanta falta nos hace que vuelva en
esa noche de Amores encontrados su horizontal silueta bañada por la luna, entre
cirios tinieblas y brumas perfumadas, Cabeza portentosa sobre un mar de
costeros, el arbol de su Cruz navega hasta el buen puerto, su Amor quedó
enjugado en paño de Verónica, se agita con la brisa como un adiós sentido. La
calle que lo espera es Cuna consagrada, que tiene a la Giralda -testigo
enamorado- el pecho se le abre de besos y oraciones, parece que destila Amor por
su costado. Bulle la Plaza enchida de respeto y silencio, vestida con sus galas
de Domingo de Ramos, vuelve el Amor, ya sube la rampa se estremece ...un rachear
antiguo, anuncia que ha llegado.
miércoles, 6 de marzo de 2013
Nazareno de Luz
Erase un “nazareno de luz” que se echaba a la calle, que pasaba mañanas y tardes retratando un milagro a voces que todos contaban y muy pocos podían ver. El nazareno de luz, era capaz de acrisolar el aire en su cámara y transformarlo en soplo de brisa que hacía brotar la flor primera del naranjo. En medio del ruido, caminando entre la rutina, el nazareno de luz, se abría paso por el desierto de la vida para mostrarnos que “no solo de pan vive el hombre”. Sus pasos cruzaban en silencio, los dinteles de los Templos, su cuerpo estremecido por la emoción, se sumergía en la penumbra de las naves, para mostrarnos el alma de lo que no se vé y captar el espíritu de las cosas que por cotidianas, no nos parecían tan bellas hasta que las contemplábamos reveladas en sus fotos. Fotos de luz y colores apagados por las neblinas del sueño a escala del gris intemporal que hace que la realidad del momento nos parezca escapada de otros tiempos. Donde había muerte crucificada, nos mostraba la fuente de perfección del Amor hecho arte por amor al Arte; donde las manos se apretaban con cordeles y el hombro se quebraba por el peso de la pasión, nos señalaba un magnífico altar sembrado de cirios que en perfecta geometría rendía culto solemne ante sus dulces plantas. Nazareno de luz que allanaba un camino perfumado de blancos claveles, camino de altura, donde el dolor, la pena y el llano se convertían en belleza de mujer bendita entre todas. Y asi iba marcando los cuarenta días con su cirio de luz –gota a gota- atrapando en imágenes la creación del sueño. Pocos sabían como él visualizar las maravillas que nos brindaban esos momentos: el rayo que se filtra por las vidrieras del ábside y la salva de incienso lo descompone en iris; el beso furtivo del sol bañando las espinas en plena protestación de fe; el ángulo oscuro donde duerme el esqueleto de una parihuela; el encuentro fantasmagórico con la primera “mudá”; el piadoso recogimiento en la esquina de una noche que refleja la silueta de un Cristo en las paredes del Vía Crucis; estampas cotidianas que renacen en la ilusión del más grande de los niños cuando pasa bajo la meta volante de los “capirotes” que anuncia la Puerta de Carmona. Este nazareno de Luz, retrató la Cuaresma mejor que ningún miércoles de ceniza, nos la brindó con sencillez de mira y hondura de calle, nos enseñó que el río más grande puede ser el agua estancada en el suelo, cuando sirve de espejo a la Giralda. Ërase un “nazareno de Luz” que el viernes de Dolores enterraba su cámara tras recorrer el camino más corto de la memoria para dejarnos la huella en blanco y negro de los gozos vividos. Porque entendía –con buen criterio- que ahora había que vivir en todos los sentidos la realidad de una nueva Semana Santa.
sábado, 23 de febrero de 2013
El Secreto de la Roldana II
Excma. Sra. Tal y como teníamos convenido en nuestra conversación mantenida a sesenta días pasados y atendiendo a su ruego, pláceme comunicarle que obra en mi poder; Providencia firmada y rubricada por su Eminencia Reverendísima, Don Jaime de Palafox y Cardona, Arzobispo de Sevilla, por la que se viene a autorizar el permiso solicitado para…
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Una vez acomodados en el carruaje, el fraile mensajero, sentado a la derecha de Luisa Ignacia; los pasajeros se abandonaron a sus correspondientes “de profundis”; el religioso sumido en sus constantes oraciones y la hermosa Dama escrutando cada palabra entre líneas del pergamino tan esperado. Presa de una ansiedad febril, los latidos acelerados del corazón de Doña Luisa bombeaban su pecho con tal fuerza, que llegó a temer que el fraile se incomodara con los espasmos de su excitación, a Dios gracia atenuada por el crepitar de las ruedas contra el empedrado del pavimento. El sol alto de la mañana a media mitad de arena de la hora del Angelus, doraba el arabesco de la torre mudejar de San Marcos, lugar donde tenía arrendada la cripta que sirviera, llegado el momento ,para dar cristiana sepultura a su insigne progenitor. Ni la sonora algarabía de tratantes, mercaderes y rufianes que poblaban la Plaza de los Carros en su frenética actividad; ni el apabullante trajín de los pregones que vociferaban los comerciantes de abastos de la calle de la Feria, lograron distraerles de sus respectivos estados de abstracción. El Carruaje se detuvo en la fachada principal de la calle Andueza y dos guardias reales sirvieron de escolta a la Señora tan principal, seguida de Fray Jerónimo de Buenavista. La luz del mediodía realzaba el terciopelo azul de la lujosa capa, fruncida en la cervical a modo de capucha, cuyos ribetes de seda blanca recortaban el perfecto perfil de su rostro de abrumadora belleza. La egregia Dama tendió la mano al reverendo Provincial con un amago de genuflexión y éste incorporándola automáticamente, le impuso su bendición: "Sea bienvenida vuesa merced a esta bendita casa; veo que mis oraciones surten efecto por su aspecto tan saludable -Señora mía- espero que su insigne padre y resto de la familia, gozen de igual suerte. A Dios gracias, reverencia, contestó "la Roldana". Cruzaron los exquisitamente ajardinados patios de Farmacia, San Carlos, del Alcohol y de Cobalto, hasta alcanzar el del Recibimiento antesala de la Iglesia, por donde había correteado de pequeña en las períodicas visitas de aprendizaje que había efectuado al recinto de la mano de su padre para adquirir conocimiento y rendir admiración a los celebrados artistas que trabajaron en tan monumental obra; su avispada capacidad de visión, abarcaba cualquier detalle por insignificante que pareciese y en su mente privilegiada, revoloteaban las mariposas de aquellos nombres que Don Pedro habíale inculcado con fechas y apellidos tales como: Juan Bautista Vázquez, quien en las enjutas y sobre la clave del arco de entrada al Templo había esculpido los relieves de las virtudes teologales. Don Fadrique Enríquez de Rivera, fundador del Hospital según idea de su augusta madre, Doña Catalina de Rivera y su arquitecto mayor, Don Hernan Ruiz II...Una vez dentro de la Iglesia, Doña Luisa se esplayó en la contemplación del magnífico altar Mayor; ejecutado por Diego López Bueno, según diseño de Asensio de Maeda, admirada -una vez más- por el esplendor de las pinturas del insigne rondeño, Alonso Vázquez en su época de madurez creativa 1602. Pero donde realmente quería "la Roldana" centrar su atención -una vez más- era en la primorosa imagen de Nuestra Señora; la muy hermosa talla en su misterio de la Concepción, labrada en madera noble; vestida de lana encarnada y blanca y tocada con manto de tafetán celeste y escapulario del mismo color, guarnecido de encajes de oro, coronada por una presea de plata imperial, con sus rayos, estrellas y remates. Su padre le había contado apasionantes detalles acerca de esta magnífica imagen, a la cual profesaba rendida devoción, considerándola fuera de serie: Esta imagen, mi querida Luisa -afirmaba el venerable escultor- la dió de limonsna una devota y costó trece pesos escudo de plata y que su cabellera, perteneció a Doña Catalina de Rivera que la donó exprofeso. Luisa se santiguó ante su presencia, y oró durante unos minutos arrodillada en un reclinatorio forrado de damasco, seguidamente encendió dos velas de promesa e introdujo un par de monedas en su cepillo de cultos. Si vuesa merced, no tiene inconveniente, pasamos a la Biblioteca, para despachar sin más dilación los asuntos que nos ocupan. El Reverendo padre provincial puso sobre el acharolado tablero de la mesa de estudio, la providencia dictada por Monseñor Jaime de Palafox; "la Roldana" suspiró de satisfacción al leer el auto decretado, en el que se concedía autorización eclesiástica a favor de Doña Luisa Ignacia Roldán -escultora e imaginera de oficio- para que ejecutase los trabajos pertinentes relativos a la restauración, limpieza y estofado de la venerada imagen de Nuestra Señora de la Concepción, establecida canónicamente en la Iglesia del Hospital de las Cinco Llagas, vulgo de la Sangre...Disculpe, vuesa reverencia -interrumpió "la Roldana", sopena de parecer impertinente, ruego una vez más a su paternidad, renueve los votos de discreción conforme a la promesa que mantenemos entrambos sobre tan delicado asunto, que no debe de trascender de estos cuatro muros. ¡Señora!, acaso poneis en duda el secreto de confesión -le espetó el prelado- con cierto aire de indignación. Nada más lejos de mi voluntad -Reverencia- mis temores estriban únicamente en aumentar las contrariedades que sufre mi admirado Padre, abrumado por los continuos pleitos que mantiene con los Dominicos de Regina y otroras Cofradías, por escabrosos litigios sobre infundadas autorías y supuestas intervenciones, amén de las desavenencias personales que venimos padeciendo, al no bendecir Don Pedro, mi más que firme decisión de contraer matrimonio con el compañero de oficio, Luis Antonio de los Arcos. Descuide vuesa merced, que mi humilde persona estaría siempre en disposición de mediar entre su padre y vos, para encontrar la mejor solución apostólica a los susodichos problemas. Dios bendiga a vuesa excelencia, paternidad, por tan generoso ofrecimiento; pero me temo que la decisión ya está tomada de manera irrevocable, al haberme desposeido de mi correspondiente dote através de acta notarial, por lo que me veré forzada a abandonar esta Muy noble ciudad, rumbo a Cádiz donde tengo apalabrada carta de pago para la ejecución de la nueva Dolorosa titular de la Cofradía de la Soledad de Puerto Real, de ahí la premura por empezar los trabajos a la mayor brevedad posible sin despertar la menor sospecha.
Al día suigiente de la entrevista, fueron dispuestas y habilitadas sendas salas en la sacristía con las mejores condiciones de luz y temperatura posible, brindándosele a "la Roldana" plena y total libertad de acceso y horario expedito a su voluntad, cuidando denodadamente que nadie la molestara, salvo la puntual presencia de su hermana Francisca, que acudía a revisar los trabajos en su calidad de erudita en el arte del estofado y la encarnadura de las imágenes.
Cuando Luisa Ignacia Roldán se enfrentó cara a cara con Nuestra Señora, despojada de toda prenda y avalorio...
Son tantos los encargos que desarrolla la escultora en estos años de Cádiz y tan grande la maestría adquirida en todos los trabajos realizados, que dos años después marcha con la familia a Madrid bajo la protección del que era ayuda de cámara del rey Carlos II. El carácter de Luisa Ignacia es sensible y afectivo aunque también valiente y decidido, lo ha manifestado con la decisión de contraer matrimonio aún sin el beneplácito familiar. En estos años es difícil que una hija dé ese paso en contra de la familia. Ya en Madrid solicita la plaza de escultora real, presentando pequeños y deliciosos grupos escultóricos con la intención de conseguirla. Por fin obtiene el título en octubre de 1692, realizando la imagen de Santa Clara para el convento de las Descalzas Reales, obra que firma como escultora de cámara y esculpiendo también, por encargo del rey, su obra cumbre, el arcángel San Miguel con el diablo en los pies que se encuentra en El Escorial. El trabajo en palacio no mejora su situación económica, puesto que los impagos eran frecuentes. La artista tiene que recurrir a su firme carácter para recuperar el dinero que se le debe. (Notas Biografía de la Roldana.- Conocer Sevilla- Arte Sacro)
Pero Luisa vive aparcada en el recuerdo de aquellos meses que pasó en el Hospital de de las Cinco Llagas de la ciudad que marcó su inspirada obra. Tiene grabada en su mente la mirada de aquellos misteriosos ojos descritos por el talento de su padre: ¿qué haría vuesa merced si le cupiera el honor de retocar –illos tuos misericordes oculos -absolutamente nada- mi querida hija, son sencillamente perfectos, únicamente añadiríale las cinco lágrimas (como las que dan nombre a esta sede). Quizás un leve, casi imperceptible frunce en el entrecejo que resaltara el halo de melancolía de quien conoce la embajada del angel de Señor y la profecía de Malaquias: “una espada de dolor te atravesará el pecho”. Y en cuanto a su perfil risueño y aniñado, Padre: ¿qué se le ocurriría a vuesta merced?. Acaso algún artista que se precie, osaría perturbar el misticismo que irradia su boca entreabierta, señal inequívoca de la que conoce el final feliz de su Divino hijo Resucitado…Ella es la más perfecta definición de María en su dulcísimo misterio de la Expectación et spes nostra,”.Noventa días después de iniciado los trabajos de restauración, la Virgen fue repuesta al Culto en solemne pontifical de acción de gracias, oficiado por el Reverendo Padre Provincial. No asistió a la ceremonia Monseñor Don Jaime de Palafox (apodado en Sevilla como el prelado de los cien pleitos), al fín y al cabo, que interés tanto social como corporativo, tendría la restauración de una Imagen establecida en la iglesia de un Hospital de extramuros, donde convalecían tantos enfermos portadores del temible virus de la peste que recordaba la terrible mortandad que había asolado a Sevilla en 1649. Luisa asistía a la ceremonia de incognito, ocupando uno más de los bancos situados en la nave del evangelio, junto con su hermana Francisca. Sin apartar ni un momento su mirada –entre sollozos- de la venerada Imagen, que lucía espléndida en el presbiterio con profusión de candelería y flores ofrecidas por los cientos de devotos que habían acudido de las huertas y caserío próximo a San Gil. Concluida la solemne ceremonia, “La Roldada” se dirigió hacia la sacristía para despedirse del Reverendo, agradeciéndole postrada de hinojos, los favores y trato recibido hacia su persona y rogándole –por última vez- de manera encarecida, que este secreto habría de reposar en la cristiana sepultura de ambos; a lo que el Provincial, visiblemente emocionado, contestole: Sepa vuesa merced, mi querida hija, que aunque no soy conforme ni convencido de la apariencia de Dolorosa que habeis conferido a la primigenia imagen, es obvio la calidad y esplendor que ha alcanzado en su nuevo aspecto y público notorio los plácemes y elogios que está recibiendo por parte del pueblo, por lo que podeis partir en paz con mi bendición y abrazo en Cristo extensivo a vuesa hermana Francisca y resto de su ilustre familia.
Conocedor de aquella imagen de Nuestra Señora, cuya fama, concurría de boca en boca, por quienes contemplaban su tan graciosa belleza; el benemérito cofrade, Don Felipe de Rioja y Núñez, que había costeado a sus expensas un altar en la Iglesia de San Gil, para la titular de la cofradía de la Sentencia de Cristo en 1670; invitó a los mayordomos principales de la susodicha cofradía –a la sazón- Don : Juan Linero Bravo; Gabriel Gonzalez de Salas e Isidro Antonio de Arguelles. a conocer la Imagen que recibía culto en el Hospital de la Sangre, con vistas a una más que posible adquisición de compra por parte de la Hermandad.
Así fue como la historia, barajó las distintas fechas, entre 1670 y 1.682, para que los más prestigiosos investigadores, sentarán sus distintas cátedras, acerca de la autoría de la que ha sido y será siempre, Reina y Señora de la devoción cofrade de Sevilla. Sin embargo, en un rincón del alma inmortal de Doña Luisa Ignacia Roldan –“la Roldada”, se escondería, celosamente guardado, el secreto que sólo el cielo debe a Sevilla.
Una tarde otoñal del año de gracia de 1699 -ya en sus últimos días de vida- la sombra de un insigne escultor, se prolongaba por la nave del baptisterio de San Gil, postrado de rodillas frente al altar de Nuestra Señora. Sus ojos cansados, bañados en lágrimas, reconocían en cada uno de los rasgos del rostro de tan venerada Imagen, la huella indeleble de aquellos consejos magistrales que única y exclusivamente había compartido con su aventajada discípula: “¿Qué haría vuesa merced si le cupiera el honor de retocar esos sus ojos tan llenos de misericordia?” -Unicamente añadirle cinco lágrimas- las mismas que derramaba amargamente, susurrando el nombre de Luisa, Luisa, Luisa...¡perdóname hija mía...perdóname, mi querida Luisa Roldana!
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