viernes, 31 de mayo de 2013

El Sacramento de la Caridad


Que en Sevilla la luz es diferente, da buena muestra la fotografía que pierde pié por retratarla, extrayendo matices infinitos a lo que se supone que está eternamente dispuesto para ser contemplado. El tiempo sin tiempo que soñaban los poetas, el tiempo de la mirada siempre párvula, tiene una luz en Sevilla, que vuelve loco a los artistas. La mañana del corpus, llega precedida de su cita legendaria, reluciente más que el sol y ni pintada, por los pinceles de Velazquez y Murillo. El sabor y el olor, se estrenan con la capacidad de asombro de un niño y la belleza, llama la atención, pisando la alfombra mágica del verde romero y la juncia. Aunque no es oro todo lo que reluce, Sevilla juega con sus luces y sus sombras, descomponiendo la decadencia en el mágico caleidoscopio de las artes y haciendo que la tradición resurja con los bríos de sus costumbres ancestrales. La procesión del Corpus, comienza a desfilar con sus mejores galas; pero el primer paso que nos presenta, es el de la Madre, más Madre que Santa, más monja que beata, a la que Sevilla sigue venerando como Sor Angela. Como no podía ser menos , la luz se inunda de luz, antes de lucir y relucir más que el sol. La Madre de los pobres, enciende la llama de la Fe, como abanderada de la encarnizada crisis por la que atravesamos, Mujer Santa, sevillana de Dios, custodia del Santo Sacramento de la Caridad -hermana mayor de los pobres, se erige en su paso exornado por rosas próximas a San Juan de la Palma, vistiendo la humildad de su sarga y estameña, con un sencilla rosario en sus manos y el brevario devocional.

 
Al contemplarla, dime su existe más modernidad en el tiempo sin tiempo, que su bendita imagen presidiendo la solemnidad de una procesión que se pierde en la memoria de los siglos. Ella viene predicando con el ejemplo siempre vivo de la perfección de la caridad, que tras de sí, no es oro todo lo que reluce, lo hace con la sonrisa maternal de quien huyó siempre de toda vanidad y protagonismo; de quien escogió remangarse y arrastrar sus alpargatas, para atender al Cristo desheredado, que mendiga por las calles y yace en el lecho del dolor y la pobreza. No hay forma más bonita de anunciar la luz en una ciudad que no se cree lo que tiene, porque vive envuelta en la gracia y por eso necesita retratarla en instantáneas que le permitan meter el dedo en la llaga de la verdad. Nadie mejor que una madre, Madre Angelita, Sor Angela de la Cruz, la Santa, tan nétamente sevillana, ante la que todos nos damos por aludidos, representados, protegidos, amados, hermanados e hijos, para enseñarnos el camino perfumado por el romero que nos lleva hasta la majestuosa custodia de Arfe, donde Dios -Amor de los Amores- está en cuerpo presente, recorriendo el rosario de todas y cada una de las representaciones de gloria, penitencia y sacramentales, elegantemente realzadas por la presencia de un cortejo que se hace interminable, hasta que un Niño Dios de todas las edades, nos deslumbra en su baldaquino de plata, con su adorable figura montañesina, precediendo y prediciendo la consigna: “Alabado sea Jesús Sacramentado” y a Sor Angela de la Cruz, Sevilla agradecida.

sábado, 25 de mayo de 2013

Mi Reina, coronada


 
 
 Yo no sabía lo que era olor a nardos, hasta que besé tu pié impregnado de su aroma. Entonces ver, era creer, porque la fe iba de la mano de una madre y la mirada de niño, estaba siempre de estreno. En el altar dorado, que hoy sé, que llaman de la epístola, me enamoré de Tí -fúlgida estrella- apenas unos escalones, te separaban de esta tierra, donde en el cielo te aman mejor. Tu mirada entornada, dulce y misericordiosa, salía a mi auxilio, vestida con la celeste y rosa indumentaria de los mejores días de esta ciudad. Tu niño, juguetón -con cara de travieso- me abría sus brazos, ofreciéndose como el mejor amigo. Ya nunca te olvidaría, aunque mi curiosidad y la distracción propias de la edad, me alejaran de Ti, llegaba mayo, para recordarme que mi ausencia no era olvido y entonces bajabas del mismo cielo trinitario, por escala de querubines salesianos, entre un tremolar de banderas y voces que te aclamaban su Auxiliadora. Y así desde la ronda hasta San Román, detrás de tus andas, confundiendo tu manto con el azul de la primavera sevillana; enredado en los bucles de tu preciosa melena, buscando el mimo de esa mano -grácil y amorosa- que marcaba con su cetro el auxilio del Señor. Con el paso de los años, la vida nos enseñó que perdiendo a los seres queridos, los encontraríamos siempre alrededor de la gloria de tu paso, en la procesión triunfal del último sábado de mayo, en la tarde apoteósica, donde se siente bajo -la intersección de tu apacible mirada-, el calor de aquella mano de madre, que asoma abrazada a la del costalero que se aferra a tu zanco, la ilusión del hermano salesiano -con banda de primera comunión- que tiene la misma cara de los escolares que integran tu cortejo. Que hay siempre un sol, fundido en tu cara de rosa, que contempla atardeceres malvas, donde los vencejos ensayan los mejores recuerdos, columpiándose en los delirios del aire que te roza, recuerdos que se serenan cuando las sombras del Valle, devuelven un cielo turquesa que se funde con el añil de tu manto y entonces, cuando el tiempo nos alcanza con la mirada de niño que nunca perdió este hombre que te adora, las doce estrellas de tu diadema cierran el ciclo de toda una vida que se estrecha para abrazarte, en ese astro de tu Luz hecha calle. Toda una letanías de balcones y altares en alabanza y gloria de tu nombre, con un añejo y embriagador perfume que sale a nuestro Auxilio como aquel inconfundible aroma a nardos.

jueves, 16 de mayo de 2013

POR LAS ARENAS











En la dimensión espiritual, allí donde el cuerpo no precisa cuidados ni atenciones, la madre se habrá encontrado con la Paz de los que sienten pero no padecen. Gozando de esa luz inmarcesible que concede la ciencia infusa estos días previos a Pentecostés, se habrá fundido con el esplendor de los campos, con la belleza pintoresca del camino perfumado por la resina balsámica del eucaliptal y los pinos, mezclada entre la gente –peregrina, caminante hacia las marismas azules. Ungida y exenta por la gracia, reconocerá el reino de nuestras almas, donde el paráclito en forma de blanca paloma gobierna con su cetro de paz y justicia, señalando el camino, la verdad y la vida. Hecha rayo de luz difuminado entre las ramas, lubricán del solano que alisa las arenas, cualquier noche de “pará” tras el rosario vespertino y letanías, se habrá encontrado con el Padre –su marido- el hombre al que tanto quiso en vida y lloró con lágrimas de fiel esposa. Cogidos de la mano, sin nada que explicar porque todo es don sabido por la lengua del fuego, cortarán esa flor del romero que florece cuando duermen los vencejos. Como saben las madres velar el sueño de sus hijos, como saben las madres, curar las heridas con vendas sigilosas de suspiros; como saben las madres perdonar como maestras del amor, las faltas –que por graves y mortales- merecen mayor indulgencia, como saben las madres mantener encendido en la noche, el simpecado y repujar con la luz de la luna la plata de la carreta, donde descansa, vestido de pastorcito, el cordero. Mas allá donde los hombres disimulan con ruido de cohetes, juerga y tambor, la llamada de una fe desbordante, el espíritu se manifiesta, atando y desatando en vida, los lazos que dejaron pendientes familiares y deudos. Cubierta por el rocío de los ángeles y santos, la imagino cortando los lirios y amapolas para ofrecerlos en su presentación. Doy fe que respiro su aura, que siento su protección, como el calor de vela de promesa que ha encendido para iluminar el resto de mis días. Incluso me atrevería a expresar su santa voluntad por la fuerza inaudita que me inflinge en estos momentos tan duros. Como sabe una madre permanecer al lado de sus hijos, incluso en el fragor de su ausencia ireparable.

sábado, 11 de mayo de 2013

Mi primera entrada

La veía solo de Domingo de Ramos a Sábado Santo en nuestra cita obligada como abonados en la Avenida. Tenía 84 años de precisosa lucidez sobre todo interior. Repasabamos como nos había ido la vida en esta Semana de ilusiones y reencuentros, se asía a mi brazo con sus manos sarmentosas, pero cálidas. Estaba preparándose para su último viaje, sólo le pedía al Señor, que no causara molestias a nadie, que cuando le llegara su hora, pasase del sueño a la otra orilla, para seguir dando gracias a Dios por todo lo que le había dado. El jueves Santo era su gran día, la ilusión de esperar al Señor, se vislumbraba en su rostro iluminado por la impaciencia. Me decía con los ojos nublados de lágrimas, mientras se acercaba la cofradía: "Antonio...ya viene el Señor del Pasión...mi padre era de la Sacramental, reposa bajo sus plantas...ay, cuantos recuerdos...".Pasaba el dulcísimo Nazareno y yo desviava la mirada hacia esta entrañable Señora, porque en sus ojos veía reflejado, la auténtica luz del rostro de Cristo...Pasión reconfortadora. Este año, ví su silla de tantos años, vacía..ocupada por otra persona, temí lo peor, aunque aún conservaba la esperanza de estar a su vera el Jueves Santo. Así fué, cuando pasó el Señor de Pasión, paró a la altura de la silla que ella ocupaba, sentí un escalofrío indescriptible y entonces comprendí, que estaba con El en el paraiso.

SevillA 13 de mayo 2006

miércoles, 1 de mayo de 2013

El IV Reich





Desde que escribo en este blogs, todos los años -y van para siete- al llegar mayo, publico una de mis epístolas más sentidas, como es la dedicada a este mes de María; el mes que me acerca el perfume de las mejores flores del recuerdo instalado en la infancia. En la edición correspondiente a este año, no va a ser menos, ya que nada ni nadie podrá lograr arrancarme del alma mis más profundos y arraigados sentimientos, por duros, difíciles e insostenibles que sean los tiempos que corren. Os dejaré el enlace de esa epístola citada, para que no la empañe la acritud que en estos momentos me embarga, como al resto de los compatriotas en general y andaluces, en particular, con motivo de la dramática situación política, social y económica por la que estamos atravesando. La verdad es que apenas tengo fuerzas para escribir, cansado de ver, oir y leer, tanto despropósito, miseria y malestar en derredor. El “mundo” alertándote, cada día de los nuevos y variados casos de corrupción sectorial; el “país” contraatacando con el “y tu más” que preconiza su ideología partidista y “la razón” -que se cree en la posesión de la verdad- defendiendo lo indefendible, de unas medidas adoptadas por un Gobierno, que llegó al poder por la sencilla razón, que peor sería imposible y ¡vive Dios!, que lo han conseguido: peor no, lo siguiente, el hundimiento. Todos los adjetivos se quedan cortos, para calificar o determinar el hastío y cansancio existencial que padecemos -que levante la mano el que no sienta en su piel el más leve síntoma de esta atmósfera de angustia y desazón que nos está afectando a todos- y uno se pregunta: ¿Para que?...¿De que me sirve, el aluvión de analistas políticos; periodistas de investigación; directores de periódicos; economistas; psicólogos; sindicalistas; aforados y toda clase o especies varias de “cantamañanas”; mesiánicos o seudo-profetas, que ponen los debates al “rojo vivo”, citando nombres propios, cifras; estadísticas y todo tipo de documentos acreditativos que avalan los escándalos del “duque empalmado”; Bárcenas; Correa; Camps y un largo etc., etc.? ¿De que nos sirve la apología del envilecimiento; que nos remueve las vísceras, al conocer al detalle, la cantidad de millones de euros que han logrado evadir del erario público, si sabemos que no lo van a devolver?. Está bien conocer el verdadero alcance de tanta corruptela, pero resulta nauseabundo, que todos los días, determinados programas de debate, te estén resfregando en tus narices, la peste de tantos golfos, chorizos y sinverguenzas, que se han enriquecido, se están enriqueciendo y se enriquecerán, a costa de la incapacidad de un sistema que falla en sus principales pilares: la justicia y la transparencia política. Lo peor es que nos quedamos como anestesiado, escuchando a estos próceres que campean por los variopintos programas ejerciendo de analistas, cuando más que ofrecer la solución que todos y cada uno de nosotros sabemos, después de cantar las verdades del barquero, terminan encrespándose entre ellos, creando el habitual gallinero intelectual, que es lo que realmente genera audiencia. Mientras tanto, el pueblo, nosotros, tu y yo, cada vez más angustiados, indefensos, aburridos. No es preciso enunciar cada caso, cada caso es un mundo, el mío en particular al borde de la extinción social, pero la verdad es que lo estamos pasando tan mal, que el día menos pensado estallaremos, porque la paciencia -que ahora nos pide nuestro “kamikaze” presidente del Gobierno- tiene un límite y algunos no podemos vivir más ni un solo día, sin deshacernos de la lacra social del paro; la hipoteca, el desahucio, el sin-futuro de nuestra juventud; la emigración, las preferentes y esa deuda impagable y famélica que nos han vendido, para que vivamos en manos del FMI, CEE, la puta zona € y el IV Reich de Angelita Merkel. Le recuerdo a Sr. inombrable que dice que nos gobierna, que la soberanía nacional, no se demuestra, pagándo una deuda adquirida con Europa, a costa de exprimir y aniquilar la economía de tu país, con 6.207.000 parados y unos recortes inauditos, que nos sitúan en el tercer mundo, ¡la soberanía de un país, se demuestra, cubriendo -primero- las necesidades de nuestros ciudadanos y después -si sobra- se cumple con el exterior!. Pero claro, para eso, hay que tener los pies en el suelo y no vivir en las alturas de las multinacionales y la banca, que son los poderes fácticos que verdaderamente, nos gobiernan. En fín...con lo bonito que es este mes de mayo...

http://naturaldesevilla.blogspot.com.es/2010/05/carta-mayo-4-edicion.html
 

martes, 16 de abril de 2013

Cuando Ella baila

 
 
SE echan a bailar y saben que el mundo gira alrededor de sus volantes; vienen escogidas, se citan con la mirada, la complicidad es un hecho y derecho exclusivo, son las amazonas del tablao; las que toman la parte noble del cosmos para encenderlo con la chispa del angel. Crecen y se multiplican, desplazando al otro sexo -en este caso el sexo débil, se hace masculino- inseguros, indefensos, reyes con cetro de cristal, donde escancian el oro líquido de sus más íntimos e inconfesables deseos. Siluetas con forma y sonido de guitarras; cinturas de mimbre con denominación de origen y sello de Sevilla que toma la curva de la sensualidad por el camino más corto hacia la seducción. Mujer, ¡baila!, pídeme lo que quieras que te lo concederé, aunque sea la mitad de mis sueños. Y en tu mirar, se nos clavan los ojos como espadas lascivas, sin dejar de asestar puñaladas de deseo a esos cuerpos que gimen de placer con sus lances. Cuando Ellas bailan, sembrando de esplendor el escenario de la fiesta, los hombres cambian de conversación, hablan de sus cosas, pero no las piensan, porque el pensamiento solo puede atender la demanda de gloria que provoca el revuelo de sus volantes. Bajo ese cielo de farolillos solo pueden reinar las Amazonas, radiantes, altivas, desafiantes guerreras del sol bordado en la seda de sus mantoncillos y la noche abrazada al firmamento multicolor de los lunares. Cuentan los duendes de la Feria, que el hombre enamorado, no se separa de Ellas, que la roza, que la mima, que la acaricia y la besa, robándole flores al ramo de la pasión y aun así, pueden aspirar a la cumbre de la distancia que los separa, todo lo más mozo de espadas, gentil subalterno que despliega el percal a los pies de la diosa. ¿Te acuerdas?, no importa, yo he sentido en el corazón, esa sensación de ansiedad, ese apetito frugal de morder en tus labios la manzana jugosa. El amor levanta admiración en la fiesta de la luz y su encanto incita y provoca, sin necesidad de superfluas cortesías, sólo con la claridad de una profunda mirada. Los brazos al aire, hacen repicar el sonajero de las pulseras, reclamando el abrazo de su amado; fuera de sí, cuando la noche se remansa y el cansancio se hace música buscando el hombro donde reposar su barroca cabeza, aun más bella y natural que recién maquillada, cuando Sevilla tienda sus puentes de plata para que tu los cruces -mujer-reflejando tu garbo en la cornucopia del río, la felicidad alcanzará su momento más efímero y la mejor palabra se sellará con un beso.

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