domingo, 9 de marzo de 2014

"BARRABASADAS"

¿A quien quereis que suelte, a Barrabás o a Jesús el nazareno?...
¡¡A BARRABÁS, A BARRABÁS, A BARRABÁS!!




El delincuente se quedó pasmado al escuchar los gritos del pueblo. Inmediatamente, Barrabás se encontró rodeado de cámaras, flashes y alcachofas. Todos querían entrevistarlo; los aviesos reporteros pugnaban por contratar una exclusiva. Sin duda, el liberado, optó por la alcachofa de los tres colores, la de los rancios; al fin y al cabo solo había dos televisiones locales y un apuntador le susurró al oído, que además regalaban un cuadro precioso. Pero fue el Gobernador, quien le concedió la primera recepción oficial. Barrabás no salía de su asombro al contemplar la lujosa decoración del Despacho del Regidor. Desentonaba el aspecto andrajoso del delincuente- que aún conservaba sus harapos de preso- con la exquisitez romántica de la casa consistorial. El gobernador -risueño y flemático- le entregó las llaves de la ciudad en presencia de sus pretorianos, mientras se deshacía en elogios hacia el ladrón: “¡Gloria y vida al héroe, que ha hecho posible -un año más- que celebremos la Semana Santa más grande del mundo.”! La corte aplaudía con cerrada ovación, mientras guiaban a Barrabás hacia el balcón principal del consistorio, donde una multitud enfervorizada, lo esperaba para aclamarlo. El ladino, no salía de su asombro, embargado por el delirio y entusiasmo que le rendía la chusma coreando su nombre. Rindiéndose ante la evidencia, no tuvo por menos que saludar instintivamente al soberano. De repente, como obedeciendo a una sacudida o repeluco, se volvió hacia el gobernador y le preguntó automáticamente: “Pero...¿no era Jesús, el Nazareno, aquel que se proclamaba vuestro mesías, el salvador...el Señor?...¿Acaso no lo vitoreábais, entre palmas y olivos, cuando entró en vuestra ciudad?”.... “Y así es mi querido amigo, no tenga vd., la menor duda” -Exclamaba exultante de gozo el regidor- y añadía con aspavientos: “Lo que ocurre es que nosotros estuvimos a punto de perderlo a causa de la traición de Judas (ya sabe, el que lo vendió a los sacerdotes..el iscariote), pero Judas se suicidó y Vd., nos lo ha devuelto, para que celebremos -como está mandado- su Pasión, muerte y Resurrección”. Barrabás seguía sin entender nada y ante la duda acertó a contestar con otra pregunta al gobernador: “Pero -oiga- ¿estos que me aclaman, no serán los seguidores de Jesús, porque me consta, que el pueblo se resistía ante la ocupación política y militar de los romanos...yo mismo encabezaba la resistencia junto a los...
En esto interrumpió al villano, el jefe del Consejo y echándole el brazo por el hombro, lo alejaba del balcón con el siguiente argumento: “Mi querido Barrabás, no sabe Vd., lo que este pueblo adora a los romanos, de hecho, en esta tierra, todos aprendimos a amar la Semana Santa, de la mano de los soldados romanos, con esas celadas airosas de plumas de avestruz...¡ya...ya disfrutará Vd., contemplándolos en los portentosos pasos de misterios al compás de la música y el izquierdo por delante, cuando nos haga el honor de presidir el palquillo!...Barrabás, sonreía atónito y desconcertado, sin capacidad de reacción, totalmente abrumado por la intensidad del momento, apenas podía poner un pié en el suelo, llevado en volandas por la innumerables muestras de apoyo y estímulo que le consagraban los aduladores impávidos. Era miércoles de ceniza, cuando el ladrón, convertido en héroe, se vió deslumbrado por los focos y luces rojas de las cámaras de la televisión de los tres colores. Un locutor rancio, impoluto de etiqueta y aparentemente agradecido, le hacía entrega de un cuadro, que todos los miembros que pertenecían al círculo vicioso, recogían cada vez que se cambiaba de lámina. Barrabás, seguía sin comprender nada. Habían pasado más de dos mil años y el pueblo continuaba aclamando a los ladrones.


viernes, 7 de marzo de 2014

Tercer día...entre cenizas

..¿quienes son mis hermanos?

En todos los tribunales hay un dedo acusador que señala con rostro estreñido y despechado a los que son considerados “don nadie”. El peligro de un “don nadie” estriba en el Silencio, silencio mantenido con la mirada fija, hacia el vacío: ¿Eres tu el hijo de Dios...el Mesías...el esperado?. La verdad calla, porque su lengua es tan larga como la serpiente y su veneno, letal para los intereses del estado. He aquí el hombre atado, con la soga al cuello, igual que ayer, en pleno siglo XXI, compareciendo ante el tribunal de los dedos acusadores, en el centro de los tres poderes: político, militar y religioso. En el albor de una nueva primavera, el hombre tiene que morir de los distintos golpes con que la gubia da forma a la madera. Rodeado de sus amigos, celebrando la Pascua, partiendo el pan de su cuerpo y dando a beber el cáliz de su sangre. La traición, está sentada a la mesa con la lealtad, comen del mismo pan, beben del mismo cáliz. La lealtad permanece quieta, sujetada por el miedo y la ignorancia, pero la traición es inquieta y duda y se remueve hasta salir huyendo presa de su misma excitación: “Lo que tengas que hacer, hazlo ya”. No hay huerto claro en la noche, ni madura el limonero bajo la luna, la densa atmósfera de plata la ponen los olivos. El “don nadie” manda vigilar a sus hermanos...¿quienes son mis hermanos?...¿que he hecho yo, para que me desprecies...acaso crees que pediré cuenta de los bienes que me has arrebatado, siendo tu, carne de mi carne y sangre de mi sangre?, la deshonra ofende más al dedo acusador, que al ofendido. El odio no es más que la impotencia que siente el orgullo, cuando escucha la verdad. No huyas, que el camino de la huida lleva a la horca; espera que cante el gallo hasta tres veces y después llora, sino de amargura, de arrepentimiento. No importa que me niegues, que me abandones cuando llegue la hora de la verdad; que sientas ese miedo tan humano, como las palabras del santo evangelio, que te escondas como el cobarde que todos llevamos dentro. Lo que importa es que vivas en paz; ¡baja ese dedo acusador!....no sirvas más a ese Dios al que tanto temes; olvida el castigo que amenaza a tu conciencia con arder en las llamas del infierno; no des fraternalmente la Paz, cuando te lo ordenen en la frialdad de un templo; sal a la calle, busca a tu hermano, ese “don nadie” que tiene la lengua tan larga como la misma verdad y abrázalo, porque una palabra suya bastará para sanarte.


jueves, 6 de marzo de 2014

Segundo día, "entre cenizas"

El Pastor no quería saber nada de una ciudad que ni entendía, ni sentía en sus fueros espirituales. Vivía en su Palacio renacentista; patios circundados por columnas de jaspes nacidas para grandes recepciones, Los príncipes de los sacerdotes, miembros del Consejo de, rondaban los damascos del Palacio entre la unción y el temor a un nuevo baculazo. La Pascua, principal fiesta de la ciudad de los Babosos, se presentaba un año más, apuntalada por los troncos que sostenían su ruina. El pregonero que clamaba a voces la chusma, había sido rechazado una vez más por el jurado del Consejo, que antes de satisfacer la voluntad del pueblo soberano, prefería medrar en el oscurantismo de la leyenda negra que salpicaba al trovador -políticamente incorrecto- y el compromiso de poner en un aprieto, la férrea voluntad del Pastor de apostar por los cristianos viejos. El Sanedrín no quería problemas, ni mucho menos creárselo al Sumo Sacerdote. Para contentar al Pastor y dejar a todos en el umbrete del conformismo, un hombre de iglesia fue el elegído, cristiano viejo, hermano mayor de la muy antigua y siempre humilde cofradía. Antes de matar al mensajero, la noticia corrió intramuros, los conspiradores señalaban a un clásico amanuense de pelo cano, que el pueblo celebró con júbilo, pero como todo lo que el pueblo celebra, es motivo de inquina y desazón para los príncipes de los sacerdotes, pronto se supo la verdad y la verdad, como siempre, no contentó al pueblo. De nuevo se hizo la calma en la ciudad de los Babosos, volvió la rutina hasta que el Consejo convocó la presentación del Cartel oficial de la Pascua. Aprovechando la arbitrariedad, que no ausencia de descuido de los príncipes de los sacerdotes, los amanuenses mataron nuevamente al mensajero, publicando una copia de la pintura, dejando en evidencia la falta de respeto que, sobre los artistas, ha recaído a lo largo de la historia, antes que reconocer los intereses recaudatorios del Consejo. Pero para los miembros del Sanedrín, no hay nada que no limpie su imagen pública, mejor que la vanidad de una buena recepción, inmortalizada por su corte de fariseos y aduladores impávidos, amenizada por un suculento ágape con brindis al sol y entrega de trofeos, legajos y molduras. Mientras el Pastor, continúa mirando para el otro lado de las cofradías, más pendiente que no le molesten que de agradar, enfrascado en su obsesión por las vocaciones, los miembros del Consejo se centran en su afán recaudatorio y cobran el tributo adquirido, que poseen los patricios, abonados a sillas, tribunas y palcos en la Carrera oficial de la Pascua. Un negocio redondo en todos los sentidos, que numerosos Senadores, anfitriones y cicerones, no se cansan de denunciar en los foros. Hasta los tenidos por Santos Varones, han clamado desde el ágora -no solo el peligro mortal que se cierne, sobre la encorsetada Vía Sierpes- sino la serie de atrocidades e injusticias morales, sociales y protocolarias en la que incurre el Consejo, en cuanto al reparto y adjudicación de sillas en la Carrera oficial de Pascua, llegando incluso a vender parcelas en estrecheces y sitios inverosímiles desde el punto de vista humano con el agravante de reservarse un gran número de parcelas para sus nobles amigos, familiares e ilustres invitados y visitantes, en detrimento de las personas discapacitadas físicas y la amplia lista de espera de público en general que las solicitan... continuará.


miércoles, 5 de marzo de 2014

Nazareno de Luz



Erase un “nazareno de luz” que se echaba a la calle, que pasaba mañanas y tardes retratando un milagro a voces que todos contaban y muy pocos podían ver. El nazareno de luz, era capaz de acrisolar el aire en su cámara y transformarlo en soplo de brisa que hacía brotar la flor primera del naranjo. En medio del ruido, caminando entre la rutina, el nazareno de luz, se abría paso por el desierto de la vida para mostrarnos que “no solo de pan vive el hombre”. Sus pasos cruzaban en silencio, los dinteles de los Templos, su cuerpo estremecido por la emoción, se sumergía en la penumbra de las naves, para mostrarnos el alma de lo que no se vé y captar el espíritu de las cosas que por cotidianas, no nos parecían tan bellas hasta que las contemplábamos reveladas en sus fotos. Fotos de luz y colores apagados por las neblinas del sueño a escala del gris intemporal que hace que la realidad del momento nos parezca escapada de otros tiempos. Donde había muerte crucificada, nos mostraba la fuente de perfección del Amor hecho arte por amor al Arte; donde las manos se apretaban con cordeles y el hombro se quebraba por el peso de la pasión, nos señalaba un magnífico altar sembrado de cirios que en perfecta geometría rendía culto solemne ante sus dulces plantas. Nazareno de luz que allanaba un camino perfumado de blancos claveles, camino de altura, donde el dolor, la pena y el llano se convertían en belleza de mujer bendita entre todas. Y asi iba marcando los cuarenta días con su cirio de luz –gota a gota- atrapando en imágenes la creación del sueño. Pocos sabían como él visualizar las maravillas que nos brindaban esos momentos: el rayo que se filtra por las vidrieras del ábside y la salva de incienso lo descompone en iris; el beso furtivo del sol bañando las espinas en plena protestación de fe; el ángulo oscuro donde duerme el esqueleto de una parihuela; el encuentro fantasmagórico con la primera “mudá”; el piadoso recogimiento en la esquina de una noche que refleja la silueta de un Cristo en las paredes del Vía Crucis; estampas cotidianas que renacen en la ilusión del más grande de los niños cuando pasa bajo la meta volante de los “capirotes” que anuncia la Puerta de Carmona. Este nazareno de Luz, retrató la Cuaresma mejor que ningún miércoles de ceniza, nos la brindó con sencillez de mira y hondura de calle, nos enseñó que el río más grande puede ser el agua estancada en el suelo, cuando sirve de espejo a la Giralda. Ërase un “nazareno de Luz” que el viernes de Dolores enterraba su cámara tras recorrer el camino más corto de la memoria para dejarnos la huella en blanco y negro de los gozos vividos. Porque entendía –con buen criterio- que ahora había que vivir en todos los sentidos la realidad de una nueva Semana Santa.

miércoles, 26 de febrero de 2014

La solución a las "sillas"...¡SI SE PUEDE!!




El Consejo lo sabe; hay un proyecto viable, escondido en los cajones del interés a precio más alto, como es la seguridad de las personas. Con una “prima de riesgo” altísima, que puede ocasionar cualquier año la ruina de quienes hacen prevalecer los derechos adquiridos por los privilegios de los abonados de Campana y siendo “hombres de iglesia”, negocian y trafican con la “gallina de los huevos de oro” que es la carrera oficial. La solución pasa por trasladar Campana a la Plaza de la Magdalena; dejando expedito -hacia el norte, tres de las grandes explanadas, para disfrute del pueblo soberano que sufre tan aplastante acotación: Desde la Encarnación, hasta el Duque, pasando por la sacrada Campana, descongestionando la ratonera de Sierpes, Tetuán, Velazquez y todas las bocacalles por donde la bulla, se descomprimiría, con mayor fluidez y desahogo.
Las cofradías, siguiendo sus horarios e itinerarios oficiales, accederían a la Magdalena por tres frentes: c/Murillo; O´donell y San Pablo. Desfilarían por la acera norte de la Plaza, es decir, edificio anexo al Corte Inglés (Muebles-bazar,etc.) y llegarían hasta el palquillo situado en la esquina de Rioja con Méndez Múnez. En la misma entrada de Rioja, se situaría la Tribuna con sobrado espacio y capacidad bastante. En la acera sur de la plaza, esquina con San Pablo, se podría habilitar otra tribuna con sobrado espacio y capacidad bastante. Imagínense el resto de filas de sillas que caben entre la calle Murillo y O´donell y la mitad de plaza por donde transcurrirían las cofradías que entran por las referidas calles.
Una vez recibidas por el Consejo, las Cofradías enfilarían la calle Méndez Núñez (CO). Sigan imaginando el número y cantidad de sillas valladas que pueden copar la referida arteria, hasta alcanzar la Plaza Nueva, dirección izquierda, según el sentido del desfile procesional. Cuenten ahora el aforo que admitiría el flanco izquierdo de la espaciosa Plaza, en el que cabrían hasta sobrado número de palcos y gradas...¿se imaginan?.

En dicho sentido, desfilarían las Cofradías entrando por la calle Granada hasta los Palcos del Ayuntamiento y a partir de ahí, el resto de carrera oficial, la dejaría como está: Avenida, Catedral por San Miguel y Plaza. En cuanto al itinerario de vuelta y demás rutas alternativas, lo dejo a mejor criterio de las cabezas pensantes y observatorios pseudo-cofradieros, expertos en confiteras tertulias de televisiones locales. No sin antes expresar a los miembros del Consejo de Cofradías, la vergüenza, el horror, la estupefacción, la rabia y la indignación que siento, frente al mercado que tienen montado a costa de la explotación de palcos y sillas en carrera oficial; el uso abusivo de ese privilegio adquirido, desde tiempo inmemorial por las distintas familias y apellidos que pasan sus abonos de generación en generación, lo cual es una atrocidad indecente, que viola todos los derechos de igualdad de oportunidades y alienta la primacía del dinero y los posibles, fomentando un mercado negro, que convierte en espectáculo el fin apostólico y evangelizador de nuestras cofradías y a los responsables del Consejo, en cómplices y encubridores de dicho negocio. Denunciar en otro orden de cosas y por enésima vez públicamente, el uso de MAMPARAS, que cierran el espacio acotado por las sillas a lo largo de toda la carrera oficial, especialmente en la Plaza Virgen de los Reyes y desembocadura de Placentines, lo cual constituye una indecente y al mismo tiempo clasista forma, de tapar o impedir la visión, en plena vía pública, a las personas que no tienen otra posibilidad de presenciar los desfiles procesionales. Vergüenza supina y ajena, que debería embargar los corazones, de quienes se consideran cofrades y sobre todo, cristianos-hombres de iglesia.

jueves, 20 de febrero de 2014

EL CARTEL



Mi más profunda y sentida enhorabuena a la autora del Cartel de la Semana Santa de Sevilla 2014. Mi admiración más distinguida a su condición de artista, pintora y mujer. Me parece un cartel serenísimo, como el semblante del apuesto acólito que lo precede, cuya dalmática, parece crujir en la densa atmósfera de la luz suspendida en el aire. Los maestros hablan de la dificultad que entraña, dominar la técnica de Acuarela. Dos meses le llevó al artista, domeñar el brocado que reviste al joven turiferario. Los pintores hablan de una técnica perfecta y un dominio de palestra impecable, quien soy yo para recurrir a la falacia de la inmediatez, experta en interponer comparaciones odiosas. La artista, pintora y mujer, nos presenta en su cartel, su particular homenaje a la Caridad cofrade de Sevilla, en estos tiempos de prolongada crisis, donde parece mentira que el misterio más portentoso e imponente de los tiempos modernos, represente al Cristo de la Caridad en su traslado al sepulcro. Un sepulcro blanqueado por la hipocresía del hombre que predica la paz, la justicia y la hermandad desde el púlpito supino de su propia comodidad, sin renunciar al estatus social y económico del que goza. Un sepulcro que establece diferencia de matices y colores entre la Semana Santa acomodada en Campana, Tribunas y Palcos y la del pueblo llano a pie de calle que solo presume de vivencias, penitencia y sano cansancio. Beatriz Barrientos ha sabido captar el velado matiz de los días azules, en trazos celestes que se difuminan en el eje de la Giralda, a esa hora que la visitan los vencejos con sus coros antiguos celebrando la estación de penitencia de la aclamada hermandad de Santa Marta. Que sabe nadie del trabajo, el esfuerzo, la dedicación y el alma, enfrentada al desafiante lienzo del papel en blanco. No hay acuarelas para el blanco, matizado en el guante de la mano izquierda del servidor del Cristo de la Caridad, por eso se inventa magistralmente en los pliegues de la bocamanga, alargándose en la sombra perfecta del volumen, como la raya impecable que deja una madre en la túnica que plancha al hijo nazareno. El cartel de la Semana Santa  de Sevilla, pregona también la columna de humo -densa nube de incienso- que sale de las entrañas humanas; falsas promesas, afán de protagonismo, rescoldo de la hoguera de las vanidades, perfumada por la magia y el encanto de la luz primaveral. Un hilo conductor que serpentea por la atmósfera celeste del cartel, señalando el único e indivisible sacramento de nuestra Fe, anunciando la Muerte y proclamando su Resurrección. Gracias Beatriz.

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