lunes, 17 de marzo de 2014

María de los Dolores

María no podía tirar de su alma; los Dolores habían llegado a tensar la elasticidad de sus brazos; el arco de sus vértebras se quebraba entre nervios y articulaciones destempladas y las manos sarmentosas, no alcanzaban a la corpulenta flacidez de las extremidades inferiores. ¡Que pena!, sollozaba ante la imagen de su Virgen, apenas puedo calzarme las medias. Menos mal que tus Dolores son mis penas y tus Penas mis dolores ¡Madre mía!, que guapa te veo...te miro y me siento, siempre joven, alegre, cariñosa, como esa mocita de barrio que iba a verte al oratorio de la fábrica, cuando nadie imaginaba la grandeza que alcanzarían tus Dolores. Entonces eran Dolores gloriosos en las postrimerías de temporada del cine de verano -Casablanca- y velá de las pobres guirnaldas de bombillas. La última cruz de mayo de los niños del Cerro, que vendiendo botellas y periódicos, contrataban una banda de música llamada de postín para presumir por la feligresía de incienso y cera y tomarle el pelo a los naranjos con moñas de jazmines en los roetes de las abuelas. Cuando no puedo más con mi cuerpo, me traes la Navidad a la mesa, para que los siente a todos en esa familia que dejó de verme, para que siempre los recordara como niños; mis niños hecho hombres, que hoy me traen a los niños que nunca dejaron de ser, para que disfrute de mis nietos. El frío de enero y los vaivenes de “febrerillo el loco”, lo paso como puedo, Intento descansar el Dolor en la cama, hasta que el dolor se duerme, pero en verdad soy yo la que yace soñando que el dolor desaparece, Por lo menos consigo que me deje en paz mientras rezo por los míos, el rosario interminable de alegrías y penas que dura la noche. Y así otro día, hasta que escucho los repiques de la campana de la Parroquia, Me pasa como en la mañana de septiembre al alba, tus Dolores salen a relucir, para apagar los míos; aún el cielo es de color cobalto, mi ocaso perdido en el paraíso de la naciente aurora. Mi nieto es el arcángel San Gabriel, que anuncia el “Dios te Salve” ¡Abuela...abuela!...vámanos que están repartiendo lo cirios y la luz se hace, porque levanto y corro, como Lázaro en busca de la Estrella de la mañana que se lleva todos mis Dolores. Tres Martes Santos, sin salir contigo, acompañando a mi niño nazareno; ni la lluvia inclemente de estos tres años, ha conseguido humedecer este cuerpo vencido por la edad y el trabajo. Mi único Dolor es el dolor del barrio desolado, abatido, huérfano sin su cofradía en la calle. No hay hueso, ni vértebra, ni nervio, ni articulación que pueda soportar los Dolores de tus vecinos, ni Desamparo ni Abandono más grande que el que siente, mi niño nazareno, cuando ingresamos todos en la infausta planta de observación que nos priva de hacer la Estación de penitencia. Este año, será... Mis Dolores estan ya guardados en el cajón de las medicinas, esperan tocar tu manto. Sé que te volverás, ¡Madre mía!, igual que se volvía tu hijo, a saber quien le había tocado entre la multitud, sonriéndome de nuevo dirás mi nombre: “Vete, hija mía, tu fe te ha salvado”.

jueves, 13 de marzo de 2014

Mal de muchos(años) Consejo de tontos.

Días entre cenizas...



¿Quien es más tonto, un Consejo de tontos o el que dá Consejo a los tontos?. Han tenido un año, para resolver los problemas de Seguridad inherentes a la -obsoleta y desfasada- Carrera Oficial y no han querido mojarse, y eso que llevamos tres Semanas Santas de lluvia intermitente. Han tenido un año, para tomar una decisión consensuada a cerca de los problemas del Martes Santo -cogido con alfileres- (¡ay! del día que se pierda la pinza) y de la intolerable situación de la Madrugá y ahora -como suele suceder, en cuaresma- lanzan un órdago, para frenar las lenguas de doble filo de la prensa morada y los gritos desairados del corral del cacareo (vulgo redes sociales). Como por lo visto, les sobra el dinero procedente de su negocio redondo (Alquiler de Sillas), no me extraña que estén por contratar inspectores del INE y/ EPA, para estudiar, la recolección, análisis e interpretación de datos de la muestra representativa o lo que es lo mismo, el conteo de los nazarenos que realmente pasan por la Campana (y se acabó), ya sea de uno en uno; dos en dos; tres en tres o en tropel. Yo que soy cortito y no contrasto datos, porque tengo la lengua larga de la libertad de expresión y la independencia que no paga a los “don nadies”...me pregunto -a lo tonto- “Y ¿no es más fácil controlar el tiempo que tarda en pasar un paso de misterio, como por ejemplo: del Santísimo Cristo de la Penas de la Hdad. De la Estrella, con relación a el tiempo que tarda -un suponer- el paso de misterio de Ntro. Padre Jesús de la Victoria, Hdad. De la Paz?...y así establecer las DIFERENCIAS del tiempo que emplean unos pasos y/o hermandades, con respecto a otros pasos de otras hermandades. Porque, efectivamente es lógico que una hermandad como la Estrella, con cerca de dos mil nazarenos, necesite para pasar más tiempo que otra hermandad con ochocientos o mil...pero ¿tarda en pasar, realmente el tiempo proporcionado, el paso de Cristo de la Estrella (con su izquierdo y coreografía acostumbrada por delante) que el paso de misterio de la hermandad del Porvenir?. ¿Es directamente proporcional el tiempo concedido a la hermandad de San Bernardo, con respecto al concedido a la hermandad de la Esperanza de Triana? Controlen, por favor, sean tan amables - los responsables del Consejo- el tiempo real que tarda en pasar el “paso de misterio del Soberano Poder (San Gonzalo)” (insisto sólo el tiempo que consume el paso de misterior ejm., en Campana) con relación al tiempo que consumen los pasos del misterio de la Presentación al Pueblo (San Benito) o el que dispone el barco de la hermandad de los Panaderos. Tienen, para ello la hemeroteca de la televisión del las tres letras y sus aviesos comentaristas, que os dejaron en umbrete, el pasado Miércoles Santo, cuando el misterio del Prendimiento, delante de vuestras narices, no dejó de gustarse, mientras la hermandad de la Sagrada Lanzada, sufría el atropello garrafal en la desembocadura de Cuna. Dice el refrán, que mal de muchos (años ha) consuelo de tontos -Consejo de tontos- porque todo se olvida con la caridad fraterna de la convevencia y el “pescaito frito”; falsa caridad que empieza por uno mismo, o por los de siempre, que resuelven el problema dejando que el tiempo lo solucione la próxima cuaresma, como sino hubiera tiempo a lo largo del año. La patata caliente de mano en mano: Fiestas Mayores hecha la culpa al Consejo; el Consejo hecha la culpa a Palacio con la boquita chica y detrás de la barra de los colmaos: Palacio mira hacia otro lado y se aferra al báculo y todos en general señalan a 58 culpables: Las Cofradías.


domingo, 9 de marzo de 2014

"BARRABASADAS"

¿A quien quereis que suelte, a Barrabás o a Jesús el nazareno?...
¡¡A BARRABÁS, A BARRABÁS, A BARRABÁS!!




El delincuente se quedó pasmado al escuchar los gritos del pueblo. Inmediatamente, Barrabás se encontró rodeado de cámaras, flashes y alcachofas. Todos querían entrevistarlo; los aviesos reporteros pugnaban por contratar una exclusiva. Sin duda, el liberado, optó por la alcachofa de los tres colores, la de los rancios; al fin y al cabo solo había dos televisiones locales y un apuntador le susurró al oído, que además regalaban un cuadro precioso. Pero fue el Gobernador, quien le concedió la primera recepción oficial. Barrabás no salía de su asombro al contemplar la lujosa decoración del Despacho del Regidor. Desentonaba el aspecto andrajoso del delincuente- que aún conservaba sus harapos de preso- con la exquisitez romántica de la casa consistorial. El gobernador -risueño y flemático- le entregó las llaves de la ciudad en presencia de sus pretorianos, mientras se deshacía en elogios hacia el ladrón: “¡Gloria y vida al héroe, que ha hecho posible -un año más- que celebremos la Semana Santa más grande del mundo.”! La corte aplaudía con cerrada ovación, mientras guiaban a Barrabás hacia el balcón principal del consistorio, donde una multitud enfervorizada, lo esperaba para aclamarlo. El ladino, no salía de su asombro, embargado por el delirio y entusiasmo que le rendía la chusma coreando su nombre. Rindiéndose ante la evidencia, no tuvo por menos que saludar instintivamente al soberano. De repente, como obedeciendo a una sacudida o repeluco, se volvió hacia el gobernador y le preguntó automáticamente: “Pero...¿no era Jesús, el Nazareno, aquel que se proclamaba vuestro mesías, el salvador...el Señor?...¿Acaso no lo vitoreábais, entre palmas y olivos, cuando entró en vuestra ciudad?”.... “Y así es mi querido amigo, no tenga vd., la menor duda” -Exclamaba exultante de gozo el regidor- y añadía con aspavientos: “Lo que ocurre es que nosotros estuvimos a punto de perderlo a causa de la traición de Judas (ya sabe, el que lo vendió a los sacerdotes..el iscariote), pero Judas se suicidó y Vd., nos lo ha devuelto, para que celebremos -como está mandado- su Pasión, muerte y Resurrección”. Barrabás seguía sin entender nada y ante la duda acertó a contestar con otra pregunta al gobernador: “Pero -oiga- ¿estos que me aclaman, no serán los seguidores de Jesús, porque me consta, que el pueblo se resistía ante la ocupación política y militar de los romanos...yo mismo encabezaba la resistencia junto a los...
En esto interrumpió al villano, el jefe del Consejo y echándole el brazo por el hombro, lo alejaba del balcón con el siguiente argumento: “Mi querido Barrabás, no sabe Vd., lo que este pueblo adora a los romanos, de hecho, en esta tierra, todos aprendimos a amar la Semana Santa, de la mano de los soldados romanos, con esas celadas airosas de plumas de avestruz...¡ya...ya disfrutará Vd., contemplándolos en los portentosos pasos de misterios al compás de la música y el izquierdo por delante, cuando nos haga el honor de presidir el palquillo!...Barrabás, sonreía atónito y desconcertado, sin capacidad de reacción, totalmente abrumado por la intensidad del momento, apenas podía poner un pié en el suelo, llevado en volandas por la innumerables muestras de apoyo y estímulo que le consagraban los aduladores impávidos. Era miércoles de ceniza, cuando el ladrón, convertido en héroe, se vió deslumbrado por los focos y luces rojas de las cámaras de la televisión de los tres colores. Un locutor rancio, impoluto de etiqueta y aparentemente agradecido, le hacía entrega de un cuadro, que todos los miembros que pertenecían al círculo vicioso, recogían cada vez que se cambiaba de lámina. Barrabás, seguía sin comprender nada. Habían pasado más de dos mil años y el pueblo continuaba aclamando a los ladrones.


viernes, 7 de marzo de 2014

Tercer día...entre cenizas

..¿quienes son mis hermanos?

En todos los tribunales hay un dedo acusador que señala con rostro estreñido y despechado a los que son considerados “don nadie”. El peligro de un “don nadie” estriba en el Silencio, silencio mantenido con la mirada fija, hacia el vacío: ¿Eres tu el hijo de Dios...el Mesías...el esperado?. La verdad calla, porque su lengua es tan larga como la serpiente y su veneno, letal para los intereses del estado. He aquí el hombre atado, con la soga al cuello, igual que ayer, en pleno siglo XXI, compareciendo ante el tribunal de los dedos acusadores, en el centro de los tres poderes: político, militar y religioso. En el albor de una nueva primavera, el hombre tiene que morir de los distintos golpes con que la gubia da forma a la madera. Rodeado de sus amigos, celebrando la Pascua, partiendo el pan de su cuerpo y dando a beber el cáliz de su sangre. La traición, está sentada a la mesa con la lealtad, comen del mismo pan, beben del mismo cáliz. La lealtad permanece quieta, sujetada por el miedo y la ignorancia, pero la traición es inquieta y duda y se remueve hasta salir huyendo presa de su misma excitación: “Lo que tengas que hacer, hazlo ya”. No hay huerto claro en la noche, ni madura el limonero bajo la luna, la densa atmósfera de plata la ponen los olivos. El “don nadie” manda vigilar a sus hermanos...¿quienes son mis hermanos?...¿que he hecho yo, para que me desprecies...acaso crees que pediré cuenta de los bienes que me has arrebatado, siendo tu, carne de mi carne y sangre de mi sangre?, la deshonra ofende más al dedo acusador, que al ofendido. El odio no es más que la impotencia que siente el orgullo, cuando escucha la verdad. No huyas, que el camino de la huida lleva a la horca; espera que cante el gallo hasta tres veces y después llora, sino de amargura, de arrepentimiento. No importa que me niegues, que me abandones cuando llegue la hora de la verdad; que sientas ese miedo tan humano, como las palabras del santo evangelio, que te escondas como el cobarde que todos llevamos dentro. Lo que importa es que vivas en paz; ¡baja ese dedo acusador!....no sirvas más a ese Dios al que tanto temes; olvida el castigo que amenaza a tu conciencia con arder en las llamas del infierno; no des fraternalmente la Paz, cuando te lo ordenen en la frialdad de un templo; sal a la calle, busca a tu hermano, ese “don nadie” que tiene la lengua tan larga como la misma verdad y abrázalo, porque una palabra suya bastará para sanarte.


jueves, 6 de marzo de 2014

Segundo día, "entre cenizas"

El Pastor no quería saber nada de una ciudad que ni entendía, ni sentía en sus fueros espirituales. Vivía en su Palacio renacentista; patios circundados por columnas de jaspes nacidas para grandes recepciones, Los príncipes de los sacerdotes, miembros del Consejo de, rondaban los damascos del Palacio entre la unción y el temor a un nuevo baculazo. La Pascua, principal fiesta de la ciudad de los Babosos, se presentaba un año más, apuntalada por los troncos que sostenían su ruina. El pregonero que clamaba a voces la chusma, había sido rechazado una vez más por el jurado del Consejo, que antes de satisfacer la voluntad del pueblo soberano, prefería medrar en el oscurantismo de la leyenda negra que salpicaba al trovador -políticamente incorrecto- y el compromiso de poner en un aprieto, la férrea voluntad del Pastor de apostar por los cristianos viejos. El Sanedrín no quería problemas, ni mucho menos creárselo al Sumo Sacerdote. Para contentar al Pastor y dejar a todos en el umbrete del conformismo, un hombre de iglesia fue el elegído, cristiano viejo, hermano mayor de la muy antigua y siempre humilde cofradía. Antes de matar al mensajero, la noticia corrió intramuros, los conspiradores señalaban a un clásico amanuense de pelo cano, que el pueblo celebró con júbilo, pero como todo lo que el pueblo celebra, es motivo de inquina y desazón para los príncipes de los sacerdotes, pronto se supo la verdad y la verdad, como siempre, no contentó al pueblo. De nuevo se hizo la calma en la ciudad de los Babosos, volvió la rutina hasta que el Consejo convocó la presentación del Cartel oficial de la Pascua. Aprovechando la arbitrariedad, que no ausencia de descuido de los príncipes de los sacerdotes, los amanuenses mataron nuevamente al mensajero, publicando una copia de la pintura, dejando en evidencia la falta de respeto que, sobre los artistas, ha recaído a lo largo de la historia, antes que reconocer los intereses recaudatorios del Consejo. Pero para los miembros del Sanedrín, no hay nada que no limpie su imagen pública, mejor que la vanidad de una buena recepción, inmortalizada por su corte de fariseos y aduladores impávidos, amenizada por un suculento ágape con brindis al sol y entrega de trofeos, legajos y molduras. Mientras el Pastor, continúa mirando para el otro lado de las cofradías, más pendiente que no le molesten que de agradar, enfrascado en su obsesión por las vocaciones, los miembros del Consejo se centran en su afán recaudatorio y cobran el tributo adquirido, que poseen los patricios, abonados a sillas, tribunas y palcos en la Carrera oficial de la Pascua. Un negocio redondo en todos los sentidos, que numerosos Senadores, anfitriones y cicerones, no se cansan de denunciar en los foros. Hasta los tenidos por Santos Varones, han clamado desde el ágora -no solo el peligro mortal que se cierne, sobre la encorsetada Vía Sierpes- sino la serie de atrocidades e injusticias morales, sociales y protocolarias en la que incurre el Consejo, en cuanto al reparto y adjudicación de sillas en la Carrera oficial de Pascua, llegando incluso a vender parcelas en estrecheces y sitios inverosímiles desde el punto de vista humano con el agravante de reservarse un gran número de parcelas para sus nobles amigos, familiares e ilustres invitados y visitantes, en detrimento de las personas discapacitadas físicas y la amplia lista de espera de público en general que las solicitan... continuará.


miércoles, 5 de marzo de 2014

Nazareno de Luz



Erase un “nazareno de luz” que se echaba a la calle, que pasaba mañanas y tardes retratando un milagro a voces que todos contaban y muy pocos podían ver. El nazareno de luz, era capaz de acrisolar el aire en su cámara y transformarlo en soplo de brisa que hacía brotar la flor primera del naranjo. En medio del ruido, caminando entre la rutina, el nazareno de luz, se abría paso por el desierto de la vida para mostrarnos que “no solo de pan vive el hombre”. Sus pasos cruzaban en silencio, los dinteles de los Templos, su cuerpo estremecido por la emoción, se sumergía en la penumbra de las naves, para mostrarnos el alma de lo que no se vé y captar el espíritu de las cosas que por cotidianas, no nos parecían tan bellas hasta que las contemplábamos reveladas en sus fotos. Fotos de luz y colores apagados por las neblinas del sueño a escala del gris intemporal que hace que la realidad del momento nos parezca escapada de otros tiempos. Donde había muerte crucificada, nos mostraba la fuente de perfección del Amor hecho arte por amor al Arte; donde las manos se apretaban con cordeles y el hombro se quebraba por el peso de la pasión, nos señalaba un magnífico altar sembrado de cirios que en perfecta geometría rendía culto solemne ante sus dulces plantas. Nazareno de luz que allanaba un camino perfumado de blancos claveles, camino de altura, donde el dolor, la pena y el llano se convertían en belleza de mujer bendita entre todas. Y asi iba marcando los cuarenta días con su cirio de luz –gota a gota- atrapando en imágenes la creación del sueño. Pocos sabían como él visualizar las maravillas que nos brindaban esos momentos: el rayo que se filtra por las vidrieras del ábside y la salva de incienso lo descompone en iris; el beso furtivo del sol bañando las espinas en plena protestación de fe; el ángulo oscuro donde duerme el esqueleto de una parihuela; el encuentro fantasmagórico con la primera “mudá”; el piadoso recogimiento en la esquina de una noche que refleja la silueta de un Cristo en las paredes del Vía Crucis; estampas cotidianas que renacen en la ilusión del más grande de los niños cuando pasa bajo la meta volante de los “capirotes” que anuncia la Puerta de Carmona. Este nazareno de Luz, retrató la Cuaresma mejor que ningún miércoles de ceniza, nos la brindó con sencillez de mira y hondura de calle, nos enseñó que el río más grande puede ser el agua estancada en el suelo, cuando sirve de espejo a la Giralda. Ërase un “nazareno de Luz” que el viernes de Dolores enterraba su cámara tras recorrer el camino más corto de la memoria para dejarnos la huella en blanco y negro de los gozos vividos. Porque entendía –con buen criterio- que ahora había que vivir en todos los sentidos la realidad de una nueva Semana Santa.

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