miércoles, 16 de diciembre de 2015

¡¡POR FIN ES VIERNES!!




Lo celebran los oficinistas; los funcionarios; los colegios públicos; los institutos; los profesores y catedráticos, los estudiantes...¿alguien más, por ahí?...ah sí, vendedores, viajantes, representantes, los pensionistas, los jubilados...los que cada tres o cuatro semanas, cogen el finde...y por supuesto: ¡los parados de larga duración!
Cuando se celebra ese ¡¡por fín es viernes!, reservado para los oficinistas del maletín, que salen en las viñetas del TBO, es obvio que no se piensa en el personal de hostelería, los restauradores, camareros, pinches, cocineros, personal de limpieza y empleados de servicio, que hacen del “fin de semana” la jornada más agotadora e intensa de trabajo. Los Puestos de trabajo que ofrece, la “España de los 4 grandes”, además de estar en su mayoría amparados por contratos “basura” desde una hora de duración, hasta las más “rockambolescas” fórmulas asistidas por la legislación para favorecer a los empresarios, tienen un denominador común; la jornada laboral centrada en los “fines de semana”, para dar servicio a la gran demanda de propuestas de ocio que ofrecen las grandes ciudades durante las fiestas que antiguamente llamaban de guardar, incluido ese “sábado-sabadete”- que tanto esfuerzo y luchas obreras, costó en España, incorporar, o mejor dicho, reducir de la jornada de trabajo, en los reivindicativos años´70. La juventud de nuestro tiempo, inventora de la “botellona” y la marcha, de los coches discotecas y las grandes concentraciones en los jardines de las delicias y otras zonas difíciles de cruzar; esa juventud que estudia y trabaja, pero que también ni estudia ni trabaja y depende del poco más de los 10 o 20€ semanales que repescan de sus padres y abuelos, la misma juventud que representa el 60% de paro en España y lo que te rondaré “morena” que no figura en las listas del paro, por ni siquiera estar inscritos, se tiene que conformar, si desea establecer un proyecto de “futuro”, basado en la independencia de sus padres o en la suya propia, se tiene que conformar -como escribo- en recurrir a esos puestos de trabajo precario, que ofrecen las franquicias de los “burger; pizas; fritangas; cervecerías del cubo; papelones; y cafés de los vireyes” con el plus adicional de privarlos de esos días de la concentración generacional por excelencia: sábados, domingos y festivos, en el que se convertirán -detrás de un mostrador- no solo en la envidia de los que están en la cola del paro, sino más bien en la risión e ironía, del resto de sus colegas que disfrutan de mejores circunstancia, al mismo tiempo que rechinan los dientes de rabia e indignación. Todo indica, que no estamos en condiciones de protestar o quejarnos, habida cuenta que el principal problema de esta España de los 4 ¿?, radica en el desempleo, y la mayoría celebra el acceder a un puesto de trabajo, como una verdadera cuestión de necesidad. Pero no es justo, porque en la realidad, todos sabemos, que se está castigando esta necesidad, con contratos abusivos, amparados por la ley del ancho del embudo; que se está obligando a trabajar el doble de la jornada establecida con esos contratos a la carta; que se está pagando menos de lo justo y establecido, con el agravante de ingresar el salario cada 40 o 45 días trabajados y que por consiguiente, no se está compensando debidamente el descanso semanal a que tiene derecho un trabajador, si se tiene en cuenta que un sábado, domingo o fiesta de guardar, es comparable con cualquier día del resto de la semana. A todo esto, moral y psicológicamente, la injusticia social, supera los medios y en el ánimo general, nadie se atreve a pensar, el agobio mental de un JOVEN, condenado por las circunstancias a trabajar, cuando todo el mundo se divierte, pasea y disfruta del ambiente espectacular y festivo, de estas fiestas Navideñas...pero...para algunos, -muchos privilegiados- aunque no tengan culpa: ¡¡¡POR FÍN ES VIERNES!!!

lunes, 14 de diciembre de 2015

MADRE EN LA PUERTA HAY UN NIÑO



Querido Niño; este año te has quedado guardado en tu añeja caja, custodiado por la Sagrada Familia, entre pajas y restos de serrín. Se que en el fondo no te importa, porque Tu, naces y renaces siempre en la presencia de todos los hombres de buena voluntad y por eso estás también en aquellos hogares que por ausencia u omisión pasan de ponerte a presidir la mesa. Más que no verte en el Portal de siempre, me duele la soberbia y cabezonería, la arrogancia y falta de sensibilidad de quienes siendo maravillosas personas en el fondo, adolecen de guardar las formas y se ceban con la tradición para reafirmar su enajenación mental. Ya sé que esto del cristianismo, hoy en día se ha vuelto de lo más pagano, que hablar de la Iglesia y sobre todo de los curas, es tan gratuito como distraerse con una sesión de “salvame de luxe”; que los cofrades o capillitas, fuera de su ámbito y contexto familiar, están considerados como una secta “jartible” que acapara gran parte de la actualidad socio-cultural e invade un espacio urbanístico más allá del tiempo de vísperas para indignación de los profanos en la materia, que también tienen derecho a disfrutar de la ciudad, aunque se nutran de los beneficios comerciales que generan este tipo de actos y cultos. Pero en el fondo -querido Niño- para los que nos criamos en la infantil catequesis de tu Nacimiento; para los que tanto disfrutamos el verlo poner de la mano de nuestros padres y hermanos; para los que jugamos con esas entrañables figuritas de barro, contemplando cómo tomaban forma y protagonismo, dentro del Belén, bajo un cielo de papel con nubes de algodón y montañas de corcho; impregnadas por el glorioso olor a serrín, que trenzaba caminos y cañadas serpenteadas de verde musgo, supone un trauma añadido al sinsentido que están tomando estas Navidades laicas. Ya sé -ay chiquirritín- que los mejores belenes, no están en las hermandades, ni lucen en los majestuosos templos e iglesias con todo lujo de detalle, que ni siquiera son los que montan los Belenistas con ese acopio de artesanía y buen saber que los hace magistrales, como también me imagino, lo que tendrás que “tragar” -queridito del alma- cuando te ves lucir con las mejores galas en la más valiosa de tus imágenes materiales, dentro de esas casas señoriales, donde presumen tanto de tu evangelio como de su falsa y vanidosa caridad. Sin embargo -querido Niño- ¡cómo disfrutas con las gentes, que sin necesidad de panegíricos ni catequesis impuestas por terceras personas, han querido ponerte humildemente en sus hogares de la forma más sencilla, sobre el aparador o la mesita, conscientes de que Tu eres esa luz de múltiples colores que enciendo los mejores deseos de Paz! Y ese es tu nacimiento preferido, el que montan en la intimidad de sus hogares, las personas que hacen de su falta de medios, verdaderos encajes de ingenio, convirtiendo papeles en cielo y cartones en casas rústicas, canaletas en río y bombas de agua traídas de los desguaces en arroyos cristalinos. Lo siento y te pido perdón por mi soberbia, el respeto como decía el sabio, es aquello que has de tener para adquirirlo, pero lamento irremisiblemente, no verte este año por casa, haciendo nuestros honores y sí -a pesar de todos los pesares- ese árbol sintético, que con todos mis respetos, me resulta tan chirriante como absurdo. Otro año más las redes sociales se llenan de felicitaciones y buenos deseos; las calles de nuestra ciudad están radiantes de luz -como nunca- y el ambiente es espectacular, a pesar que la mayoría nos quejamos de la crisis, el consumo de estas fechas continúa dando la imagen de una sociedad del “bienestar”, pero el comercio se queja; los parados se desesperan y los que viven en soledad por méritos o la más cruel de la soledad acompañada, no les cuadra muy bien esto de la Navidad envuelta en oropeles pero que no se habla ni perdona a sus hermanos. Ojalá nos preocupara menos el menú de esa noche, para algunos impuesta y valorásemos más la mesa y el fuego del hogar. FELICES PASCUAS A TODOS.

sábado, 12 de diciembre de 2015

No me despiertes al Niño (Oh triste Navidad)


Me lo contaban los hombres tristes “borrachos y melancólicos que lloran a la luna llena”; me lo decían las lenguas que buscan amores de urgencia jugando al azar. Lo intuía en los niños impávidos que empuñan armas o en los rostros perplejos de los padres separados entregando a sus hijos al dictado de una decisión salomónica. Pero ahora lo he visto en la calle, a la hora de los sustos, cuando el ejercito famélico de la necesidad, rebusca en los contenedores excedentes de miseria. En mi ciudad que es la de todos, el portal de Belén, se ha convertido en el “umbral de la pobreza”, al que se asoman pastores de carne y hueso, familias enteras que no tienen ni siquiera un techo, do cobijarse. Las cifras son escalofriantes; cantan las sirenas el consuelo de tontos, aduciendo causas de globalización procedentes de los más poderosos; pero el villancico de la alegría, se ha tornado en campanilleros tristes que llaman a las puertas del rico avariento. A todos nos queda el consuelo de saber de quien es ese Niño vestido de blanco que no conoció las luces y los adornos del consumo. El chiquirritín que va a nacer entre pajas ¡ay! –queridito del alma de los que sufren- de los más desfavorecidos…en Belén no había campanas, sino estrellas de cielo raso que anunciaron a los pastores la gloria del que iba a nacer como los que duermen en la calle al lastimero amparo de cuatro cartones. Oh triste navidad de los belenessoberbios; de los grandes portales mecanizados; de las suculentas mesas donde no faltan manjares exquisitos. Qué triste vestirse de gala para celebrar un amor recompuesto por los restos de tantos amores rotos. Nuestros hijos lo saben desde el recuerdo de aquellos nacimientos de barro y paja; desde aquellas navidades humildes de copas anchas donde se brindaba por la labor de la familia unida e indisoluble. Ahora suspiran –Oh triste navidad- por un mundo donde dicen que todo el mundo tiene derecho a ser Feliz y rehacer sus vidas, aunque la Felicidad sea el deseo de una quimera y el remedio, peor que la enfermedad. Yo no quería creérmelo, nunca pensé que la Navidad fuera tan triste, pero llamó este año a mi puerta, tocando las fibras más sensibles, como ha hecho toda la vida, pero esta vez …no hay ganas de celebrar nada que no sea el nacimiento de un NIÑO, en el umbral de la pobreza. Un Niño, que cuando casi todos crean que está Muerto a sus treinta y tres años, resucitará al tercer día, para recordarnos que es el Camino, la Verdad y la Vida.

6 de Diciembre 2012

viernes, 11 de diciembre de 2015

domingo, 6 de diciembre de 2015

naturaldesevilla: Los gozos

naturaldesevilla: Los gozos: Todo lo bueno y lo malo, arranca de la niñez que es el patio del colegio donde jugamos . Para bien o para mal, alguien muy querido o muy o...

miércoles, 2 de diciembre de 2015

naturaldesevilla: Navidad del cuento

naturaldesevilla: Navidad del cuento: El alcalde de ciudad Hermosa, estaba recibiendo este año cartas de ciudadanos muy desesperados; cartas llenas de amargura y dramatismo, ...

lunes, 30 de noviembre de 2015

La violencia, NO tiene género

Afortunadamente, la mujer de nuestro tiempo, no es esa sufrida madre, que educa a sus hijos en la fábrica doméstica que produce el “machismo”, la atmósfera de igualdad que respira la mujer de nuestro tiempo, la sitúa en un alto grado de inteligencia, conocimiento y voluntad, que trasciende a convencionalismo, comparaciones y tópicos...pero, no es menos cierto, que la lucha contra el “machismo” de la mujer de hoy, vuelve a chocar con esa atracción fatal de la imagen exterior, que rinde culto desenfrenado al cuerpo y hace de la cosmética, un arma de seducción masiva, en un mundo competitivo que presume de liberal en cuanto a la importantísima apariencia que se le concede al sexo.
Aunque parezca apología de “machismo”, hay una cierta evidencia entre el amor desmedido hacia un hijo, con respecto de una madre, -que por exceso o por defecto de cariño-, está fraguando en la personalidad de un hijo, ese arma arrojadiza que se podría volver en un futuro contra ella. He oído afirmar por algún medio, en palabras de la misma Presidenta de Andalucía, que la mujer por el hecho de ser mujer, es objeto de violencia de género, también puede ser no menos cierto, que el hombre, por el mero hecho de ser hombre -el macho- dominante, también puede ser el autor de esa violencia, de hecho, se presenta como el culpable en la mayoría de los casos criminales. Sin que ninguna de las anteriores consideraciones, se ajusten por sí solas a la razón, ni respondan a la verdad.
Todos los hombres criados como príncipes, no son “machistas”; así como todas las mujeres “educadas” como princesas, no son objeto de la violencia de género. Ya hay pocas mujeres resignadas al maltrato continuado y muy pocos hombres ejerciendo en la práctica como verdugos de la violencia de género (aunque haberlas y haberlos, hail@).
El porcentaje que existe, se reduce a unos mínimos enfermos, salvajes, terroristas, sentenciados al exterminio, que aprovechando el síndrome de Estocolmo que padecen sus respectivas parejas, por temor a represalias contra los más pequeños y otras cuestiones psicológicas, como el miedo,la dependencia y el bloqueo mental, llegan hasta el final de estas terribles historias de irreparables consecuencias.
Lo que ocurre es lo de siempre, que una manzana podrida, contagia a todo un cesto; que las ratas acorraladas son tan repugnantes como peligrosas y que la violencia aislada en comandos y viviendo en pisos francos, mientras no causen sospecha o llamen mucho la atención, pueden hacer volar por los aires, el día menos pensado, la estructura y el ordenamiento pacífico de todo una sociedad libre y democrática, cada vez que salta a la luz pública un nuevo caso de violencia de género.
La familia por regla general, ha dotado a la mujer de una sólida base en cuanto a cultura e inteligencia se refiere. La mujer que no ha tenido la oportunidad de estudiar en una facultad, se ha encargado, por méritos propios de labrarse su provenir a través del mundo laboral y cada vez se ha hecho más libre e independiente, se ha blindado de información y cuenta con las suficientes armas de prevención e inteligencia, como para no caer en la red de intimidación, persecución e instinto dominante que le puede tender su pareja, y si por cuestiones sentimentales, de pasión, amor y fiel entrega, llegara a caer, cuenta a su alrededor con los medios humanos y materiales suficientes, para salir airosa de dicha emboscada, siempre que mentalmente mantenga capacidad suficiente para discernir entre lo que es voluntario consentimiento y forzado abuso.
El principal peligro que corre el hombre, en este sentido comparativo, es que los nuevos tiempos de igualdad de oportunidades, le han hecho caer de la peana donde estaba anclado como icono del sexo fuerte, dominante, trabajador que lleva el sueldo y casa y cabeza de familia venerable. La otra gran mujer de su vida -su madre bendita y admirable- lo observa desde la decadencia de su vejez y no le cuadra aquello de lo paritario; el reparto de tarea, la imagen del hombre implicado, que cambia pañales, pone lavadoras, tiende, plancha y comparte al 50% las obligaciones y deberes domésticos. Todavía, la antigua mujer, en su vieja fábrica de “machistas”, contempla estupefacta, la caía del hombre moderno, desde su sillón de orejas, hasta las labores que tradicionalmente, correspondían a la mujer de su casa. Este perfil ha evolucionado; el hombre ha perdido su trabajo, su dignidad como persona y en algunos casos, muchos casos, no ha recobrado esa otra dignidad de servir en casa a partes iguales, desarrollando el trabajo ingrato de las tareas domésticas; no se ha resignado a ello, como la mujer, tampoco se ha resignado ser la esclava, que además de llevar el sueldo a la casa, se encontraba con el hombre abatido, pesimista y distante, en nada dispuesto a perder su etiqueta de cabeza de familia.
Todos estos ejemplos y nuevas situaciones, han ido mermando la estabilidad de las parejas que no estaban suficientemente cimentadas y han servido de caldo de cultivo, para influir negativamente en las parejas acostumbradas a capear todo tipo de adversidades. La mujer, como era lógico, se ha revelado, ha dicho basta -somos legión- de feminismo y el hombre con sus defectos de fábrica, ha contraatacado haciendo valer su fuerza y violencia de género.
Naturalmente, en la realidad, la mayoría de los hombres y mujeres que forman pareja, saben que ambos son igualmente necesarios; saben que sin respeto no hay amor que valga; están suficientemente mentalizados y preparados, desde el primer momento, desde el minuto uno, que el que te quiere bien, no te hará llorar; que el que te quiere bien, no levantará su mano sobre tí; no señalará tu cuerpo; no vivirá para ello, puesto que no hay perdón ni suficiente lástima, por mucho que medie la indefensa presencia de los hijos:
Mujer, pide ayuda desde el minuto uno, ¡grita y abre de par en par las ventanas, para que te oigan! No consientas al maltratador, aunque lo quieras con esa locura, que puede ser causa de tu muerte. Imagínate, si lo quisiste tanto, como puedes llegar a querer a alguien, que te respete, ame y te devuelva al sitio que te merece.
Un apunte final, antes de sembrar el odio infundado, que puede salpicar a todos los hombres en general, tachándolos de “machismo”, sepan las “feministas”, que existen muchos hombres, víctimas de la misma o más grave violencia de género, y que por miedo, temor al ridículo o vergüenza generacional, no se atreven a denunciar. Es una violencia sorda, que sin llegar o incluso llegando a lesionar la integridad física, atenta contra la autoestima y dignidad del hombre. Está fundada en la mujer que se crece por el éxito de su trabajo, la sensualidad y el físico atractivo de su imagen, que no tiene recelo en contraatacar, haciendo valer el lugar privilegiado que ocupa en orden a su profesión y marcada independencia económica, y arremete contra su pareja -en este caso el hombre- acusándolo de vago, inseguro, incompetente, inepto, inútil, etc.,etc, haciendo leña de ese otro árbol injustamente caído por la mansedunbre, en una sociedad , pesimista, acomodada y claramente sumida en la decadencia.
Luchemos, codo con codo, porque la víctima, cualquiera que sea el sexo, no acabe actuando en un futuro, como maltratador.

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