jueves, 21 de abril de 2016

24 AÑOS DE RECUERDOS

naturaldesevilla: SEVILLA, tuvo que ser: Sevilla tuvo que ser con su lunita plateada, con su Santo Entierro Grande, después de Semana Santa...Sevilla tuvo que ser la que co...

miércoles, 13 de abril de 2016

lunes, 4 de abril de 2016

El Gran Poder de la Misericordia

La mañana era gris de nubes altas, cruzamos los jardines que cubren la cúpula del cielo con las hojas de palmas. En lo más alto, un camino de albero custodiado por la sombra celosa de los frondosos magnolios, los ramos sueltos de las blancas acacias y la media altura de los naranjos fragantes, nos acercaba a la Puerta de la Carne. Misterios Gloriosos entonaba el hermano, Padre Nuestro, trenzando el Rosario en su primer misterio por Santa María la Blanca. Calles con sabor a trote de carruajes, humedecidos adoquines que brillaban su añeja historia por la estrechez que abre su recoleto adarve al Patriarca Bendito Señor San José. María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, Segundo misterio en la soledad íntima y claustral del Convento de Madre de Dios; Dios te Salve María, llena eres de Gracia, Bendita Candelaria, que atendía nuestros rezos, con la mirada baja de su pena Dolorosa. El Rey Don Pedro, que tanto misterio encierra en sus leyendas, observaba con su mirada de piedra a estos tres peregrinos, camino de San Lorenzo. El tercer misterio llegaba a la Alfalfa, aun chirriante de cera derramada, y se perdía con el gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por las siete revueltas, hasta la misma Encarnación: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, por el camino más corto, entre Orfila y Amor de Dios, las Letanías de Estrella de la Mañana, Salud de los Enfermos, Refugio de los Pecadores, Consuelo de los Afligidos y Auxilio de los Cristianos, Ruega por nosotros, por las intenciones del Papa Francisco y una Salve a la Virgen antes de enfilar Conde de Barajas. Señor mío y Dios, mío que cerca, el sabor exquisito de tu infinita Misericordia, como se siente la Paz en tu entorno flanqueado por los plataneros y el vuelo displicente de las palomas tordas. ¡Que alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor rezando el Santo Rosario! Con el pié derecho cruzar los umbrales de la Puerta de tu Misericordia, ofreciendo al Padre, el cuerpo, la sangre, el el alma y la divinidad de su Amantisimo Hijo, Señor del Gran Poder, como propiciación por nuestros pecados, implorando la Misericordia de nuestros hermanos en busca de la Reconciliación. Con la certeza de encontrar allí el Perdón de su Cruz con los mismos brazos del que nos Espera para abrazarnos. Toda la ciencia de la vida presidiendo el Altar mayor, para que pongamos toda nuestra confianza en el Señor de Sevilla. Y a sus plantas, en derredor, una Basílica repleta de fieles y peregrinos llegados desde la vecina Alcalá de los panaderos, para ganar el jubileo más jubiloso de la vida cristiana, en el año consagrado a la Divina Misericordia. El beneficio de la Humildad, toda la fuerza de la piedad, humana y Divina que derrocha el verbo encarnado en el cedro de su precioso imagen, el Gran Poder que en sus manos derrama todo el poder y la Gloria, para olvidar nuestros pecados, esas faltas que ha purificado en el fondo del mar que ha dado su vida por nosotros, que te ha amado hasta tal punto, que ya no existe punto de partida, que no sea el de su infinita Misericordia. Que sí, Dios mío, que si no somos dignos de que entres en nuestra casa, tu si eres Digno de sabernos amados como el niño pequeño que acude a tus brazos. Con esa Paz que recibimos, aun más dichosa que la que impartimos a nuestros hermanos, con esa Paz del Gran Poder Resucitado entre sus discípulos; con esa Paz que supone en medio de nuestra incredulidad, ofrecerse a que introduzcamos nuestra mano en las llagas, en el costado abierto, para que creamos de una vez por todas y no tengamos por menos que arrojarnos a sus plantas clamando: Señor mío y Dios mío. Con la misma Paz con que volvemos por nuestros propios pasos, después de haber recibido gratis tanta gracia a sabiendas que tenemos que perdonar, porque EL ha sido y será el que nos perdona a nosotros antes. Quiero dar a conocer, Tu Misericordia, Señor, por medio de las obras de misericordia corporales y espirituales, consolando y asistiendo, a los más afligidos y enfermos de mis hermanos, pues todo lo temo en mi debilidad, pero todo lo espero de Tu Misericordia.



miércoles, 23 de marzo de 2016

Me gusta, San Esteban

ME GUSTA, SAN ESTEBAN

Padre nuestro que estás en el cielo
Santificado sea tu nombre,
venga a nosotros Tu Reino...
Porque el Reino de Dios es muy parecido a un Martes Santo de la mano de un Niño y estoy seguro que debe tener el mismo color de San Esteban, cuando extiende el cielo de su Capa por la judería y explende de crema las paredes estrechas del vuelo de Aguilas. Decía su Hermano Mayor, cargando con toda la responsabilidad de sacar una cofradía a la calle: que su Junta de Gobierno había decidido hacer Estación de Penitencia...
Hagase Tu voluntad
en la Tierra como en el cielo...
Y al unísono se abrazaban acólitos y costaleros, nazarenos destocados de todas las edades, en un revoltijo de Fe, que se extendía como mar de lágrimas. Mi niño, confuso y entusiasmado, abría de par en par sus ojos de asombro y satisfacción y se aferraba a las manos de su abuelo. Por una mirada un mundo que lo despeja todo sin necesidad de palabras.
El pan nuestro de cada día
dánosle hoy...
pan hecho migajas de estampitas y caramelos, para los párvulos que anuncian la palabra de Dios sin saber el significado de tanta grandeza: “Pedid y se os dará...dad y recibireis”. Mi niño se cubría de gloria, bajo el capirote, pagando con el dulce amor de sus caramelos, todo el Amor que su tierna generosidad recibía. Sin perderme de vista, para que yo no me perdiera el orgullo de llevarlo a mi lado. El Reino de Dios ha de gustarse mucho del recorrido idílico que San Esteban había trazado con motivo de su 90 aniversario. Rodriguez Martín; San Ildefonso; Zamudio, San Leandro y Alhóndiga se perfilaban con puntadas de surtidores y conventos, para blanquear estrecheces paradisíacas, hasta alcanzar las anchuras de Imagen. El cielo no quiso esperar tanta dicha y se encapotaba con los peores auguríos.
El Dios de Abraham y Jacob, fiel a la Alianza del Antiguo Testamento, manifestaba todo el Poder y la Gloria de su nube, para abrirles las puertas de la Anunciación a su Divino Hijo, nuestro Señor de la Salud y Buen Viaje, Aclamado NO Burlado, bajo la inclemente lluvia.
Segundos antes de que ese nazarenito de mis entretelas, era retirado de las filas por Madre y las Santas mujeres que velaban por el, para tomar un refrigerio, antes de entrar en Carrera Oficial, se escribió la historia del inédito refugio del paso de Cristo en la sede de la hospitalaria Hermandad del Valle... y vinos entrar en su trono de fuego dorado, al Señor de la ventana entre un clamoroso aplauso... y sin solución de continuidad, su Madre bendita, María Santísima de los Desamparados, avanzaba precipitadamente por el pasillo de Amor filial que le habían improvisado sus hermanos buscando en todo momento a su Divino hijo, entre emociones y lágrimas unánimes que se confundía en el esplendor de su candelería en ascuas...¡que lástima!...pero ¡que incomparable consuelo, presenciar que el Señor hace NUEVAS, todas las cosas!.
Perdona nuestras ofensas
así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden...
Tiempo muerto, impás para relajar nuestras ansias y necesidades, bajo los arcos que circundan los patios de la Facultad de Bellas Artes. Tiempo para la oración íntima y encargada por nuestros hermanos. Tiempo de concertar el desconcierto de una cofradía descompuesta en su orden. “Por su dolorosa Pasión, Misericordia Señor para nosotros y las víctimas del salvaje atentado por el que ofrecimos nuestra Estación de Penitencia”. Misericordia, Señor por tantas intenciones depositada bajo la túnica de este nazareno, que no tenía ni la mano de su Niño en esos momentos para aferrarse...No tardó el cielo en despejarse, aspirando todo el Azul de nuestras humedecidas capas. La cofradía color Sevilla, comenzaba de nuevo a formarse. “El Señor es compasivo y Misericordioso, lento a la ira, dispuesto al perdón” y escuchó mis plegarias. El Reino de Dios, parecido al Martes Santo, me devolvía esa mano menuda, imprescindible, cómplice de esta divina simbiosis que la providencia teje entre abuelos y nietos unidos en la Fe.
Y fuimos los dos, ese uno e indivisible que funde la diferencia de edad en un solo sentimiento. Y contemplamos, juntos, el prodigio de la Palabra; la buena nueva según Sevilla, que hizo posible el encuentro de dos pasajes: CORONACION y BURLAS en el mismo Evangelio. ¡Comprendes, Madre mía, como EL, hace nuevas todas las cosas!...
No nos dejes caer
en la tentación...Señor, perdóname, porque yo vi en los ojos de mi Niño, tu gracia santificante y fue entonces, cuando rompí la norma y corrí hacia el carro del hombre de la cera y cogí un cirio pequeño,- abandonado por otro Niño, que no quiso volver o no se lo permitieron sus mayores-, para hacer realidad el sueño que ardía en la mirada de mi nieto, radiante de satisfacción y lo coloqué en mi sitio de privilegio -el último tramo- tan cerca del Señor, para alumbrarlo de vuelta, cuando la tarde caía en su ocaso más indescriptible de azules San Esteban. Sí hermanos, todo fue tan hermoso, desde entonces, que el Reino de Dios, se parecía a un Martes Santo insólito de contrastes y estética... hasta la Luz destemplada de las “setas”, semejaba una cúpula fantástica, un “arca de la alianza”, entre la ingente multitud que presenciaba el misterio de la “Burla” al compás de “chicotás” valientes, poderosas, admirables y dignas del más puro clacisismo, en profusión de marchas escogidas para la gloria.

Y líbranos del mal...
Señor si acertamos o erramos, todo sea por dar testimonio de Fe... y a mí no hay quien me quite, que San Esteban, cumplió su misión con creces. Porque este nazareno abuelo, que no deja de alabarte y darte gracias, por haberle concedido la inmensa dicha en el Amor de acompañarte de la mano de mi Miño, -un años más-, escuchando lo que vi y viendo lo que escuché de su boca -aún sino creyéseis- Mirad y ved, que Bueno es el Señor, : “Abuelo estás rezando...sí, mi vida”... “Abuelo yo también voy rezando, para que tu me dures muchos años”. Como decía el poeta: ¡Tanto Amor, quien me lo quita!...¡Tanta dicha, quien me roba!

AMEN.

viernes, 18 de marzo de 2016

y será como siempre ha sido...

Y pasará lo que pasa siempre, llegará la hora de la salida; está despejado, no llueve; el templo a rebosar; el cuerpo de nazarenos con carita de expectación y lágrimas, aguarda la decisión del Cabildo de oficiales, reunido de forma extraordinaria. Los partes que se barajan confirman negros augurios a lo largo de la tarde, los mapas indican porcentajes de altos riesgo según pasen las horas. Pero en la calle no llueve, luce un sol de “justicia” entre comillas. Tarde de transistores, los distintos medios van apurando cábalas y cargando la atmósfera de presión: El llamador cuenta con información preferente, de última hora, tratando de adaptar los porcentajes de riesgo al horario e itinerario de la cofradía; El Salvador, La Anunciación, están dispuestos. Las cámaras de la tv local, captan un cielo, cuyos nubarrones parecen descargar sobre la lontananza del aljarafe; tengamos fe y que no falte la Esperanza, para Dios no hay nada imposible y estamos en la ciudad más hermosa del Mundo. No quisiera yo estar en el pellejo de los oficiales de junta; libranos Señor de tan aplastante presión: llevamos más de trescientos niños en nuestros tramos; comienzan a desesperar, desean salir, señalan en sol que se se filtra por las vidrieras; la plaza está a reventar; la banda de Cruz de guía viene haciendo el pasacalles; se enciende el delirio, la gente aplaude ahí fuera. Los reporteros de la alcachofa recogen las impresiones de devotos y vecinos, transmitiendo ese afán irrefrenable por salir, que se va convirtiendo en delirio a través de las ondas. En la sala capitular, El Diputado Mayor de Gobierno, los Fiscales y Priostes, se niegan rotundamente a Salir: “no podemos arriesgarnos, es mucho lo que nos jugamos, sobre todo el patrimonio humano”, los mapas no bajan del 80%...el Hermano Mayor con gesto descompuesto, traga y traga saliva...y si agotamos el tiempo que nos conceden de receso...el sol ríe a las puertas, como jactándose de la paradoja efímera. Los auxiliares de Junta se pasean por el abigarrado bosque de cirios, insignias, capirotes, varas, que se abren a duras penas paso por las abarrotadas naves del templo, sin rumbo y a la deriva; los reporteros de las alcachofas, los abordan, tratando de extraer luz informativa, entre tanta sombra de incertidumbre. La pregunta del millón: ¿Que hermano, se ha tomado ya la decisión...salimos?...Ante la pregunta si salimos, la respuesta, ha sido de lo más difusa y desconcertante, sin embargo ¡¡salimos!! se ha interpretado ya como posibilidad más que posible y corre como una mecha por las redes. La expectación del cuerpo de nazarenos se convierte en un murmullo modulado, que va subiendo volumen, y hace moverse a la gente de su sitio; el nazareno abraza la Cruz de Guía apoyada en la puerta cerrada, los tramos parecen reagruparse, la voz corre como la pólvora, encendiendo las ansias y el anhelo...¡salimos, salimos!!. Los transistores, móviles, pinganillos, aligeran el paso de los corresponsales callejeros hacia la iglesia. Y pasará, lo que pasa siempre: se hará un silencio sepulcral dentro del templo, ante la presencia del Hermano Mayor, que sale al presbiterio rodeado de sus oficiales, para informar a sus hermanos, sobre lo que se ha decidido. Prensa, radio y televisión, con los omnipresentes amigos de Arte Sacro, colocarán sus micrófonos, cámaras y trípodes, delante del máximo dirigente de la Corporación. La cara del HM es el espejo de un alma descompuesta. Los ojos cargados, los labios tembloroso, la palabra entrecortada, las manos temblorosas, acariciando a sus niños, nietos y más pequeños que han salido a refugiarse en los pliegues de su capa: “Queridos Hermanos, las previsiones y partes meteorológicos que barajamos y la puntual situación de los mapas, apuntan a lo largo de la tarde un 80% de lluvia...ésta podrá producirse, con mayor o menor virulencia, entre las horas.../...por consiguiente y analizando todos los posibilidades.../...consideramos razonable.../...
La concurrencia, acoge el drama con un clamoroso aplauso, que se funde en un mar de lágrimas, besos y abrazos. Lágrimas para lavar el desconsuelo; besos para sellar el vacío y abrazos para sostener la increíble fatalidad de estar un año esperando para esto. Se para el tiempo y el espacio se despeja como por ensalmo, de pronto la Esperanza, cubre con su velo de ánimo los cuerpos descompuestos de nazarenos, acólitos y costaleros, todas las miradas están puestas en los Sagrados Titulares, que desde el esplendor intacto de sus pasos, nos ciegan infundiéndonos la Fe inquebrantable en su devoción. Y pasará lo que pasa siempre, que ni el aplastante rigor de las nuevas tecnologías, las pantallas móviles inmortalizando la realidad virtual del momento, ni la precisión incontestable de la ciencia avanzada del IMET, conseguirán aplacar la eclosión de sentimientos concentrada en el espíritu secular de la Semana Santa de Sevilla, una histórica tradición litúrgica, basada en la humanidad, la sencillez y la humildad, que no entiende ni de sabios ni de poderosos remedios científicos, ni quiere saber de otros experimentos que no sean susceptible a la propia naturaleza del hombre, frente a lo trascendente del Dios del Amor, ese que nunca llueve a gusto de todos, pero sabe lo que es mejor siempre, para su Santa Iglesia. Bendita estas Semanas Santa de incertidumbre meteorológicas, que también nos dejan momentos inolvidables de verdadera y profunda Estación de Penitencia.

martes, 15 de marzo de 2016

"En verdad te digo"

Tenía los ojos, como dos cuencas cargadas de agua de mar. Las pupilas, profundas y redondas, brillantes lunas llenas de lágrimas. Mandaba con temple; ¡callarse ahí abajo!, juntar los talones, fijar la cintura...¡venga de frente, muy poquito a poco! Con qué mimo, con que gracia, con cuanta emoción, nos echaba a la calle el domingo del pregón, el domingo de pasión. Se vertieron en los templos, todas nuestras ansias; estaba Sevilla como la novia de dulce, tocada de azahar, entre los verdes costeros de las calles eternas de su centro histórico. La Paz del convento, alterada por la cola impaciente que desea poner su beso en el pálido aceituna de las llagas del Cristo en su Sagrada Mortaja, Tendido en el sudario que cubre el regazo de la Madre, como una ola antojadiza, que extienden los querubines. De espadaña a espadaña, desde los Terceros a San Juan de la Palma, el cielo era un páramo que iba tomando azules para estofar los brillos de la bóveda celeste. Un repeluco, cruzar la nave central, sin resistirse a rendir los honores a la más dulce Amargura, encargo imposible, no perderse en la vertical de una delantera emboscada de cera virgen y gloria “juanmanuelina”, pero el fondo nos llamaba, con un silencio blanco, austero, insoslayable a Jesús; ni siquiera separaba sus manos de la soga, para prendernos entregados a tan dulce beso. Cuando la ausencia de luz atrapada en las sombras de la celosía, iba buscando el resplandor de la calle, los ojos deslumbrados, conocieron el iris: los siete colores descompuestos, hasta alcanzar el sereno de toda la iluminación que se suspende en el aire. Por la estrechez de Viriato, la angosta esquina de Viejos, anunciaba un sol que extiende sus imperios de fragancia en sobre la Plaza de San Martín. En sus sagrados adentros, la Luz se recrea como en un amalgamado caleidoscopio, obrando maravillas sobre el mármol del sagrario, la portentosa canastilla neogótica y el Palio incompleto esperaban, desnudos de Cristo y la Virgen el Buen Fín, carnes expuestas en piadoso Besapìes y Besamano, respectivos. Sobre los pies del primer ensayo callejero, la emoción va ganándole terreno al cansancio por San Andrés, se alcanza el Reino de los azahares y se adentra el alma en el paraiso de la Adoración. Gracia plena de lo trascendente, si bién aturdido el corazón por la belleza que le rodea. Absorto en lo finito del misterio, nos vamos adentrando en el misticismo de un Dios encarnado, que ha dado su Vida por el Amor infinito de su caridad y Misericordia, obra cumbre que hace nueva, todos las cosas. Así este pregón que fue directo al corazón, al compás del sereno atardecer, va llegando a la cumbre de su recorrido, embriagado por el aroma suntuoso de San Vicente, con las Penas y los Dolores como grandes titulares, hacia un museo, donde la Virgen tiene la misma cara que nuestras hermosas mujeres cuando sufren el drama. No sabes si has alcanzado el Paraíso o hace tiempo que estás dentro de el, hasta que el Cristo con los brazos abiertos te ofrece la mejor Conversión; no hay palabras, hablan los salmos en una de las Siete: “En verdad te digo, que esta misma noche estarás conmigo en el Paraíso”.
Se ha hecho noche, bajo la bóveda cobalto de ese cielo, donde tan solo te aman mejor.

Los ojos reflejan el brillo de una conversión que derrama sus primeras lágrimas por las calles preparadas para recibir la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, todo sea por el Amor el inefable Amor que nos hace hombres nuevos al saber como nos Ama. De lo contrario nada tendría sentido.

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