martes, 3 de mayo de 2016

"Rezaré" con flores a MARIA


En una Parroquia de Sevilla, el coro parroquial, canta, en la Mísa de vísperas del sábado y Domingo (ambas a las 20h), el “Rezaré” de Silvio Rodriguez. Es una versión a la sevillana manera de el conocido “swin” italo-hispalense, que el mítico cantante de rock compuso a la Santísima Virgen María, inspirado en sus dolorosas advocaciones de Semana Santa. Acompañados por la guitarra española, acariciada por las manos hacendosas de Mercedes, su directora, el coro Parroquial, compuesto por jóvenes de todas las edades -entre los 8 y 80 años-,  entona esta versión del “Rezaré” de Silvio, como canto final de las citadas Misas vespertinas, y en honor a la verdad, está constituyendo, -poquito a poco-, todo un éxito de crítica y fieles, que cada fin de semana y en mayor número, espera hasta el final de la canción, para mostrar sus plácemeas y dar la enhorabuena a la directora del coro. 
Como componente de ese humilde coro, y autor de esta idea (modestia a parte), siento un real orgullo y satisfacción, por los muchos motivos y circunstancias gratificantes que nos ha llevado a este “éxito” entre comillas. Quisiera destacar la Acogida fraterna que los feligreses practicantes de esta Parroquia, dispensan a los nuevos fieles que a la comunidad se acercan. Realmente se palpa el espíritu de la Caridad de Cristo, testimoniado entre los hermanos en la sana alegría de recibir a los nuevos sin distinción de edad, sexo, condición ni raza. 
El Alma mater de tan dichosa acogida, se encuentra personificada en la piedad hospitalaria de D. Jesús, Presbítero de la Parroquia, el gesto de admirable ternura de D. Francisco -Arcipreste- y el abrazo directo al corazón de Antonio, el Diácono, que nos abrieron las puertas de misericordia cristiana, desde el primer día, apostando sin ningún tipo de prejuicios, por cualquier forma de Alabar la grandeza del misterio pascual de Cristo y las glorias del magníficat a su Bienaventurada Madre, la Virgen Maria, siempre que los cantos expresen con respeto y fervor, esta declaración de Amor, que es la alegría de nuestra Fe.
Volviendo al la versión del “Rezaré” de Silvio, es impresionante los frutos espirituales que cosecha su interpretación, pese a las humanas carencias de nuestras voces, -que muchas veces acusan la falta de preparación musical y la escasés de ensayos necesarios- pero que llega directamente al corazón de los oyentes, por la fuerza centrífuga de su profunda letra y el tono de menos a más que inyecta en estos legos cantores el plasma de venirnos arriba en la emoción de sus estrofas finales, vibrando y haciendo vibrar a toda la concurrencia. También es impresionante, más bien prodigioso, el efecto recíproco que produce este “Rezaré” de Silvio, una canción que cuando se escucha con atención, no deja indiferente a nadie y así, no dejamos de sorprendernos a nosotros mismos, los miembros de este sencillo coro, cuando desde los niños de primera comunión, hasta los ancianos más añejos, se acercan hasta nuestro sitio, para mostrar su emoción y gratitud, ante tan encantadora salve a María Santísima.
 No deja de sorprendernos que gente de todas las edades, pregunten por el autor de este “Rezaré” que atrapa el corazón con tanta devoción como entusiasmo. Desde luego que el bueno de Silvio Rodriguez, -como mítico autor y genial poeta-, a la diestra del cielo que va a todas partes; con el vaso de tuvo en la mano y el estado de gracia de su profundo coma creativo, saltará de pasión, exclamando su ¡VIVA ESPAÑA!...y ¡VIVA ROMA!...como capataz de “esa izquierda atrás” que marcan los viejos rockeros que nunca mueren.
 Porque su “Rezaré” que es el nuestro y de todos los que sentimos las sevillanas maneras de querer a la Virgen María, continúa sonando y haciendo las delicias de todos los niños, todos los jóvenes todos los puretas y nostálgicos e incluso de los ancianos que nunca imaginaron reconocer, en la canción de “Rezaré” la exquisita ortodoxia de tan delicado magisterio en honor y Gloria de la Bienaventura siempre Virgen María. Todo ello compuesto de puño y letra por el genio disparatado de un mito convertido en leyenda: Silvio Rodriguez:

Así que ya lo saben, no digan que no se lo advertí; en una Parroquia de Sevilla, se canta el “Rezaré” o si quieren, se reza cantando, esa Salve que Silvio compuso para prendernos a todos en el Amor a María. Acérquense y escuchen con sus propios oídos, merece la pena.

Te amo te amo tanto
Madre de lo Universal:
¡sevillano, siento tanto

Amor por tí!


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viernes, 29 de abril de 2016

EL AMOR, estrena MADRE

a Reyes
El rostro de Dios, nadie lo ha visto. El Dios necesario, trascendente e infinito, no lo conoce el hombre. Solo el Amor de Dios Padre, logró ponerle rostro y sustancia a la Segunda Persona, presente en el Santísimo Sacramento del altar. Es el Dios encarnado, cuya definición indefinible, revela el Apostol San Pablo con lengua de Angeles en la sublime carta a los Corintios, inspirada sin duda por el Espíritu Santo.  El AMOR único a la altura humana solo es posible en la tierra, de la mano de una Madre. La Virgen Santísima, madre del Dios encarnado, es la imagen viva y eterna del Amor de Dios, el Amor imposible fuera del diálogo interTrinitario que se establece en la unción materno filial entre María y Jesús.
 La Bienaventurada María, presenta ante el mundo, la mirada del Dios viviente, el Amor en pañales, el Amor recién nacido, que al adorarlo se hace idéntico al ser humano, amándonos como el primero, De El, la madre del hijo de sus entrañas, la madre que amamanta, la Madre que da sentido al Amor, al único y verdadero Amor de Dios trascendente. Nadie ha visto ni verá tanto amor fuera de una Madre. Nadie conocerá el Amor como el de una Madre con el hijo en sus brazos. Nosotros sentimos ese Amor filial que se hace capacidad, para que seamos torrente, al ser creado por la providencia de Dios. Por eso no hay palabras para definir el asombro de este Amor único, que recibe en su regazo la obra cumbre de la creación, el ser más perfecto y a la vez más indefenso, el más necesario y a la par más necesitado de Amor.
 El día de la Madre, es el día del Amor de Dios, de ese Amor trascendente e infinito, que solo el Padre Eterno a puesto a disposición de la nueva Eva. Contemplad la foto de una parturienta al punto de dar a luz; contemplad que en sus gritos desgarrados, que en el apretado dolor de forzar sus entrañas, que en el estertor caótico de su descomunal empuje, está la mas grande de las alegrías. Las lágrimas purifican sus temores y al punto se tornan en llanto emocionado que celebra el gozo. La luz en estado de nueva Esperanza lo inunda todo. Ante la contemplación de una Madre, se cumple el milagro de la vida y cobra sentido el misterio que toda religión encierra, tanto en el aspecto material como en la carga espiritual que supone dar a luz, concebir el ser imagen y semejanza de todo un Dios verdadero, que nos regala en el don maternal, el AMOR, que espera, que fía, que no pide, que no tiene envidia, que no se engría.
 No hay mas que ver en el rostro de una Madre para creer, en ella para siempre. La ternura de su mirada es un acto de fe en sí misma. El brillo de sus ojos deslumbra las palabras; su torva faz cuando intenta reprenderte, te provoca sonrisa. ¿A quien acudiremos cuando estemos tristes, cuando el dolor o la enfermedad nos cercan; cuando los problemas parecen no tener otra salida? Es prodigiosa la respuesta de una madre ante nuestras dudas; lo que sabe de nosotros; lo que entiende sin necesidad de aprender más, que de su instinto creador-maternal. Si alguna vez que otra nos resulta implacable su afán de protección, más grande se hace con el paso del tiempo, la herencia que atesora su vida en duermevela, siempre al atisbo, siempre dispuesta, en alerta del horizonte, por si nos ve llegar, correr a recibirnos como el Padre misericordioso, que se adelanta, para reducir el más leve gesto de humillación y ofrecernos el lecho siempre cálido y la leña perenne y encendida del hogar. Porque el Amor de Madre es el mismo Amor de Dios, infinito y trascendente, que posee entre sus muchos dones, el vernos siempre como niños.



jueves, 21 de abril de 2016

24 AÑOS DE RECUERDOS

naturaldesevilla: SEVILLA, tuvo que ser: Sevilla tuvo que ser con su lunita plateada, con su Santo Entierro Grande, después de Semana Santa...Sevilla tuvo que ser la que co...

miércoles, 13 de abril de 2016

lunes, 4 de abril de 2016

El Gran Poder de la Misericordia

La mañana era gris de nubes altas, cruzamos los jardines que cubren la cúpula del cielo con las hojas de palmas. En lo más alto, un camino de albero custodiado por la sombra celosa de los frondosos magnolios, los ramos sueltos de las blancas acacias y la media altura de los naranjos fragantes, nos acercaba a la Puerta de la Carne. Misterios Gloriosos entonaba el hermano, Padre Nuestro, trenzando el Rosario en su primer misterio por Santa María la Blanca. Calles con sabor a trote de carruajes, humedecidos adoquines que brillaban su añeja historia por la estrechez que abre su recoleto adarve al Patriarca Bendito Señor San José. María, Madre de Gracia, Madre de Misericordia, Segundo misterio en la soledad íntima y claustral del Convento de Madre de Dios; Dios te Salve María, llena eres de Gracia, Bendita Candelaria, que atendía nuestros rezos, con la mirada baja de su pena Dolorosa. El Rey Don Pedro, que tanto misterio encierra en sus leyendas, observaba con su mirada de piedra a estos tres peregrinos, camino de San Lorenzo. El tercer misterio llegaba a la Alfalfa, aun chirriante de cera derramada, y se perdía con el gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por las siete revueltas, hasta la misma Encarnación: Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, por el camino más corto, entre Orfila y Amor de Dios, las Letanías de Estrella de la Mañana, Salud de los Enfermos, Refugio de los Pecadores, Consuelo de los Afligidos y Auxilio de los Cristianos, Ruega por nosotros, por las intenciones del Papa Francisco y una Salve a la Virgen antes de enfilar Conde de Barajas. Señor mío y Dios, mío que cerca, el sabor exquisito de tu infinita Misericordia, como se siente la Paz en tu entorno flanqueado por los plataneros y el vuelo displicente de las palomas tordas. ¡Que alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor rezando el Santo Rosario! Con el pié derecho cruzar los umbrales de la Puerta de tu Misericordia, ofreciendo al Padre, el cuerpo, la sangre, el el alma y la divinidad de su Amantisimo Hijo, Señor del Gran Poder, como propiciación por nuestros pecados, implorando la Misericordia de nuestros hermanos en busca de la Reconciliación. Con la certeza de encontrar allí el Perdón de su Cruz con los mismos brazos del que nos Espera para abrazarnos. Toda la ciencia de la vida presidiendo el Altar mayor, para que pongamos toda nuestra confianza en el Señor de Sevilla. Y a sus plantas, en derredor, una Basílica repleta de fieles y peregrinos llegados desde la vecina Alcalá de los panaderos, para ganar el jubileo más jubiloso de la vida cristiana, en el año consagrado a la Divina Misericordia. El beneficio de la Humildad, toda la fuerza de la piedad, humana y Divina que derrocha el verbo encarnado en el cedro de su precioso imagen, el Gran Poder que en sus manos derrama todo el poder y la Gloria, para olvidar nuestros pecados, esas faltas que ha purificado en el fondo del mar que ha dado su vida por nosotros, que te ha amado hasta tal punto, que ya no existe punto de partida, que no sea el de su infinita Misericordia. Que sí, Dios mío, que si no somos dignos de que entres en nuestra casa, tu si eres Digno de sabernos amados como el niño pequeño que acude a tus brazos. Con esa Paz que recibimos, aun más dichosa que la que impartimos a nuestros hermanos, con esa Paz del Gran Poder Resucitado entre sus discípulos; con esa Paz que supone en medio de nuestra incredulidad, ofrecerse a que introduzcamos nuestra mano en las llagas, en el costado abierto, para que creamos de una vez por todas y no tengamos por menos que arrojarnos a sus plantas clamando: Señor mío y Dios mío. Con la misma Paz con que volvemos por nuestros propios pasos, después de haber recibido gratis tanta gracia a sabiendas que tenemos que perdonar, porque EL ha sido y será el que nos perdona a nosotros antes. Quiero dar a conocer, Tu Misericordia, Señor, por medio de las obras de misericordia corporales y espirituales, consolando y asistiendo, a los más afligidos y enfermos de mis hermanos, pues todo lo temo en mi debilidad, pero todo lo espero de Tu Misericordia.



miércoles, 23 de marzo de 2016

Me gusta, San Esteban

ME GUSTA, SAN ESTEBAN

Padre nuestro que estás en el cielo
Santificado sea tu nombre,
venga a nosotros Tu Reino...
Porque el Reino de Dios es muy parecido a un Martes Santo de la mano de un Niño y estoy seguro que debe tener el mismo color de San Esteban, cuando extiende el cielo de su Capa por la judería y explende de crema las paredes estrechas del vuelo de Aguilas. Decía su Hermano Mayor, cargando con toda la responsabilidad de sacar una cofradía a la calle: que su Junta de Gobierno había decidido hacer Estación de Penitencia...
Hagase Tu voluntad
en la Tierra como en el cielo...
Y al unísono se abrazaban acólitos y costaleros, nazarenos destocados de todas las edades, en un revoltijo de Fe, que se extendía como mar de lágrimas. Mi niño, confuso y entusiasmado, abría de par en par sus ojos de asombro y satisfacción y se aferraba a las manos de su abuelo. Por una mirada un mundo que lo despeja todo sin necesidad de palabras.
El pan nuestro de cada día
dánosle hoy...
pan hecho migajas de estampitas y caramelos, para los párvulos que anuncian la palabra de Dios sin saber el significado de tanta grandeza: “Pedid y se os dará...dad y recibireis”. Mi niño se cubría de gloria, bajo el capirote, pagando con el dulce amor de sus caramelos, todo el Amor que su tierna generosidad recibía. Sin perderme de vista, para que yo no me perdiera el orgullo de llevarlo a mi lado. El Reino de Dios ha de gustarse mucho del recorrido idílico que San Esteban había trazado con motivo de su 90 aniversario. Rodriguez Martín; San Ildefonso; Zamudio, San Leandro y Alhóndiga se perfilaban con puntadas de surtidores y conventos, para blanquear estrecheces paradisíacas, hasta alcanzar las anchuras de Imagen. El cielo no quiso esperar tanta dicha y se encapotaba con los peores auguríos.
El Dios de Abraham y Jacob, fiel a la Alianza del Antiguo Testamento, manifestaba todo el Poder y la Gloria de su nube, para abrirles las puertas de la Anunciación a su Divino Hijo, nuestro Señor de la Salud y Buen Viaje, Aclamado NO Burlado, bajo la inclemente lluvia.
Segundos antes de que ese nazarenito de mis entretelas, era retirado de las filas por Madre y las Santas mujeres que velaban por el, para tomar un refrigerio, antes de entrar en Carrera Oficial, se escribió la historia del inédito refugio del paso de Cristo en la sede de la hospitalaria Hermandad del Valle... y vinos entrar en su trono de fuego dorado, al Señor de la ventana entre un clamoroso aplauso... y sin solución de continuidad, su Madre bendita, María Santísima de los Desamparados, avanzaba precipitadamente por el pasillo de Amor filial que le habían improvisado sus hermanos buscando en todo momento a su Divino hijo, entre emociones y lágrimas unánimes que se confundía en el esplendor de su candelería en ascuas...¡que lástima!...pero ¡que incomparable consuelo, presenciar que el Señor hace NUEVAS, todas las cosas!.
Perdona nuestras ofensas
así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden...
Tiempo muerto, impás para relajar nuestras ansias y necesidades, bajo los arcos que circundan los patios de la Facultad de Bellas Artes. Tiempo para la oración íntima y encargada por nuestros hermanos. Tiempo de concertar el desconcierto de una cofradía descompuesta en su orden. “Por su dolorosa Pasión, Misericordia Señor para nosotros y las víctimas del salvaje atentado por el que ofrecimos nuestra Estación de Penitencia”. Misericordia, Señor por tantas intenciones depositada bajo la túnica de este nazareno, que no tenía ni la mano de su Niño en esos momentos para aferrarse...No tardó el cielo en despejarse, aspirando todo el Azul de nuestras humedecidas capas. La cofradía color Sevilla, comenzaba de nuevo a formarse. “El Señor es compasivo y Misericordioso, lento a la ira, dispuesto al perdón” y escuchó mis plegarias. El Reino de Dios, parecido al Martes Santo, me devolvía esa mano menuda, imprescindible, cómplice de esta divina simbiosis que la providencia teje entre abuelos y nietos unidos en la Fe.
Y fuimos los dos, ese uno e indivisible que funde la diferencia de edad en un solo sentimiento. Y contemplamos, juntos, el prodigio de la Palabra; la buena nueva según Sevilla, que hizo posible el encuentro de dos pasajes: CORONACION y BURLAS en el mismo Evangelio. ¡Comprendes, Madre mía, como EL, hace nuevas todas las cosas!...
No nos dejes caer
en la tentación...Señor, perdóname, porque yo vi en los ojos de mi Niño, tu gracia santificante y fue entonces, cuando rompí la norma y corrí hacia el carro del hombre de la cera y cogí un cirio pequeño,- abandonado por otro Niño, que no quiso volver o no se lo permitieron sus mayores-, para hacer realidad el sueño que ardía en la mirada de mi nieto, radiante de satisfacción y lo coloqué en mi sitio de privilegio -el último tramo- tan cerca del Señor, para alumbrarlo de vuelta, cuando la tarde caía en su ocaso más indescriptible de azules San Esteban. Sí hermanos, todo fue tan hermoso, desde entonces, que el Reino de Dios, se parecía a un Martes Santo insólito de contrastes y estética... hasta la Luz destemplada de las “setas”, semejaba una cúpula fantástica, un “arca de la alianza”, entre la ingente multitud que presenciaba el misterio de la “Burla” al compás de “chicotás” valientes, poderosas, admirables y dignas del más puro clacisismo, en profusión de marchas escogidas para la gloria.

Y líbranos del mal...
Señor si acertamos o erramos, todo sea por dar testimonio de Fe... y a mí no hay quien me quite, que San Esteban, cumplió su misión con creces. Porque este nazareno abuelo, que no deja de alabarte y darte gracias, por haberle concedido la inmensa dicha en el Amor de acompañarte de la mano de mi Miño, -un años más-, escuchando lo que vi y viendo lo que escuché de su boca -aún sino creyéseis- Mirad y ved, que Bueno es el Señor, : “Abuelo estás rezando...sí, mi vida”... “Abuelo yo también voy rezando, para que tu me dures muchos años”. Como decía el poeta: ¡Tanto Amor, quien me lo quita!...¡Tanta dicha, quien me roba!

AMEN.

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