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martes, 9 de agosto de 2011

"El Lirio"


Mucho tiene que ver el Martes Santo con la Buena Muerte, entendiendo el tránsito como un Buen Viaje ha cia la morada donde se produce el eterno descanso. La vida es un calvario que puede convertirse en monte de la calavera cubierto de cardos y espinos, cuando las circunstancias nos vuelven la espalda y el infortunio nos condena a partir a una edad que no nos corresponde por ley de vida. El cristo de la Buena Muerte, dormido ante el asombro del mundo en el árbol donde el Amor grabó el corazón partido en dos mitades, descansa sobre el calvario alfombrado de lirios, pero uno de estos lirios azules, como el profundo color del cielo en la avenida, cayó al suelo del paso de la “burla”, para mandar eternamente en la estación de la gloria a su Cristo de la Salud y Buen Viaje. Menuda cuadrilla de hermanos costaleros, se está formando allí arriba, cuando el Señor ha mandado igualar en un mismo año, tanta gente buena. ¡Oído, que va a llamar!, si te digo su nombre: Manuel Pérez Ayala, quizás no te creas, que a la edad de 54 años, cuando se alcanza la plenitud de la madurez,halla fallecido en manos de los enemigos de la carne, en cambio si escribo: “El Lirio”, todos meteremos los riñones aplastándo el costal fuertemente contra las trabajadoras y rechinando los dientes, porque su voz produce ese escalofrío imponente que hace que los hombres nos sientamos hermanos y costaleros para siempre bajo su mando. Ese lirio tronchado por la vida, continuará siendo la flor del calvariio de la Buena Muerte, imposible de marchitar su recuerdo como capataz joven, curtido en mil batallas por los maestros del martillo e imagen viva del saber estar y la apostura –sabia nueva de los viejos capataces que hacían con su voz rota, posible los milagros de cada nuevo martes Santo. Nadie supo mandar como “El Lirio” –“los dos costeros a tierra en el más a tierra de los costeros”; nadie supo crear tanta pasión, orgullo y disciplina en los hermanos costaleros de San Esteban; nadie vió más pena de dolorosa en el rostro sereno de su enlutada madre –la hermosa madre del “Lirio”- que acompañaba sus sueños de juventud con el rostro descompuesto de la misma Virgen de los Desamparados –las madres saben mejor que nadie de lo efímero de la vida, cuando está escrita una profecía-. Apenas intercambié un saluda con Manuel Pérez Ayala, pero no hacía falta conocer  otra cosa de la personalidad de “El Liiro”, más que prestar atención y oído a lo que el mandaba y sabía mandar, hasta que una tarde por la estrechez de la alcaicería de la loza, me salí de la cuarta del palio –exhausto y sin fuerzas- para transmitirle que no podía más. El se interesó por mi salud y me dio un fuerte abrazo que aún retiembla en mi olvidada hernia discal, de esto hace la friolera de 30 años. Hoy quisiera trasladar el repeluco de ese mismo abrazo de pésame a todo su familia, cuadrilla y hermandad completa de San Esteban conservando la imagen garbosa e imponente de este capataz que está igualando a tanta buena gente allá arriba.

Descanse en Paz. MANUEL PEREZ AYALA -"El Lirio"



lunes, 6 de junio de 2011

Ahora y en la Hora

Volvemos de la playa de Rota...Volvemos con las huellas salmoteadas del levante gaditano. Ayer ví un vapor en lontananza cruzando la bahía a lo lejos: pensé: en el Coronel,tenía las mismas arrugas en la cara (el paso de la vida), cada frunce de pena, cada pliegue de soledad, cada herida de guerra, eran las mismas..sinembargo en su ceño brillaba la luz de esa carta recibida, la carta que tanto esperó apostada en el malecón cuando atisbaba la bandera izada...y es que el Coronel, ya tiene quien le escriba. Por ancho, extenso y difuso que sea el mar, nunca sabrá que mata y por pequeño y diminuto que sea el naufrago, siempre sabrá que muere (antonio Gala). La vida es lo único que tenemos, la que nos queda juntos. Un beso





Apenas sin argumentos, como los días en que el sol se oculta tras el hedredón de las nubes. Apenas sin poder articular palabra alguna que exprese lo que se siente, cuando el sentimiento se encuentra colapsado. Apenas sin lágrimas porque el pecho las retiene en el aire entrecortado donde se fraguan los suspiros, puedo balbucear la palabra que le pone al amor el verdadero nombre de una madre. Tras las ocho jornadas en que la agonía se transformó en oración y la oración se fue desgrando en un rosario de intenciones por su alma, apenas me quedan súplicas ni intercesiones, que la fe haya podido reservar, dentro de la pequeña habitación donde esperaba su tránsito hacia la morada misericordiosa del Padre. En su estado irreversible de inconciencia corporal, brillaba la luz, exigue luz, de los que saben esperar soñando con la vida eterna; plácidamente, sumida en la serenidad de la misericordia, a la -nanita nana- que le canta el corazón a sus constantes vitales, en lirio se fue trocando la porcelana de sus mejllas. Algo misterioso, incomprensible, únicamente reservado a los limpios por la gracia, estarían contemplando sus ojos, cuando entornaron el pétalo cerúleo de los párpados y se sellaron con la cal violácela que derramarón sus últimas lágrimas. Para los creyentes que nos agarramos al clavo ardiente de la oración, podía ser la gracia de nuestro Señor Jesucristo; para sus hijos prestos a decirle adios, haciendo señas con la cruz, podía ser el Amor del Padre; para los que viven de espaldas a la caridad en la ignorancia y desconocimiento del verdadero sentido de la palabra, podría ser la comunión del Espíritu Santo. Algo grande será, cuando al Amor en práctica le llamamos madre. Así se fué apagando lentamente, primero como la llama oscilante de un codal retenido en el cristal de guardabrisa, después como la lamparita de aceite, que apenas recorta la imagen venerada de una estampa de bolsillo -luz mortecina- que es capaz, en su infinita sombra, de señalar el sitio bendito del sagrario. Apenas sin ruido, como los bienaventurados que dan el ser para ocultar su yo, sin pedir nada a cambio, tanto en la Vida, como a las puertas de la Muerte, sin dejar de amparar, ahora y en la hora de nuestra muerte. AMEN.

A mi madre.
Rogad a Dios en Caridad por el alma de LUISA ESCOBAR CURADO, que falleción en Sevilla el día 5 de Junio 2011 a los 89 años de edad.

viernes, 15 de abril de 2011

A tí, mujer...


… por lo que te debo. Mil años que yo viviera, no bastarían para pagarte y saldar la cuenta que tengo pendiente contigo. Escribo en el albor de la verdadera pascua, en el umbral de los días que marcan la hora exacta del gozo, mirando el reloj de la vida en tu pulsera hacendosa –mujer- ¡que te diría! Para resumir en una estrofa los versos de aquel bolero: “gracias, por haberte conocido”. Quizás no encuentre el modo, pero sé lo que quiero; lo que quiero es encender la luz apagada de tus ojos; ojos de Salomé, que esconde en su mirada la vidriera nublada de María de Cleofás; la congoja asfixiante de una Magdalena al pié del calvario de la vida. Sé que te faltan las fuerzas, que los espinos horadan tus sines provocando el dolor de la adversidad en tu cabeza, que el peso de tu cruz es aplastante, que la esponja de hiel reseca tus labios y avinagra el humor de tus palabras. Cansada de darte por entero a los demás, no guardas prenda en ti para tu talla. Treinta monedas tomo prestadas a Judas, para empezar a pagar mi penitencia; mi pecado de treinta primaveras intentando encerrarte en un mundo que no es de este mundo; un mundo que no te pertenece, porque sabes -mejor que nadie- que pasa como una exhalación y deja aquel vacío de triste realidad que aguarda al hombre. ¡Que te diría! Para hacerlo más fácil, para tocar la fibra de tu coraza fría…ya sé –cariño- mi dedo en la llaga como el Santo Tomás que necesitas para ver y creer…ese ingrato cariño que despilfarro a ciegas perdido en el laberinto inmarcesible del misterio de la vida, cuando las bellas artes convierten la ciudad en paraíso que dura el frenesí de una Santa Semana. Pero te juro que sólo a ti te veo bajo el palio de esta luz que me encandila…que tu eres la mañana de Reyes de mi domingo de Ramos; la sensación indescriptible del beso en sus manos, que son tuyas, cuando adivino el alba en tu mirada de fe por excelencia. Déjame ese minuto de poder y de gloria, esa ráfaga cómplice que arrebata tu ser, compartirla contigo, indicarte el camino –igual que Juan- se afana en mostrarle la calle a la Amargura. Sé que es mucha arrogancia, pero es otra manera de llegar al Amor, también crucificado en el árbol podado de la vida. Mi secreto –dejamé que te diga- eres tú…despojado de todas mis ataduras, con los piés en el suelo y la mirada al cielo donde imploro esa luz que ilumine el caiz de tu sonrisa.



miércoles, 6 de abril de 2011

Bendición y Esperanza

"el más allá de Sevilla"

Saben los niños por el olor a incienso, que los días del gozo se aproximan. Por el redoble de tambores y los sones lejanos de cornetas, los niños alientan el deseo de acercar la Esperanza al más allá de su barrio, donde la inseguridad se hace presente en los rostros ajados de sus mayores. Lo saben los niños que aprenden pronto y bien en cualquier lugar de Sevilla, donde los tramos de naranjos, le han marcado el camino de la cofradía que siempre busca el amparo de su Parroquia. Para ellos, el Cristo de la Bendición no encuentra impedimento alguno para salir a la calle, puesto que ningún guardián de Convento, sería capaz de desplazarse a tan deprimida zona, para sesgar la ilusión de semejante proyecto humanitario. No se enteran los frailes, desde el lujo insonorizado de su humildad, que la mano del santo de Asís, está clavada en la misma cruz, donde Cristo murió para redimir a los más débiles. No quieren enterarse –que la soledad franciscana- está situada al pié de la cruz que ellos mismos insisten en desmontar del Calvario, antes del sábado de gloria. ¿Para que sirve un templo conventual tan vacío si Dios no está hecho para el sábado?. Toda esa lección magistral de catequesis lo saben los humildes, sin necesidad de liturgia vana y trasnochado sermón. Bienaventurados y benditos del Padre, los que no han necesitado el recurso de la sabiduría, para aprender la verdadera catequesis: Ama a Dios sobre todas las cosas; pero no te olvides de amar al prójimo como a ti mismo. Una sola palabra: -FRATERNITAS- un proyecto magnífico, para hacer todo un lujo de la humildad y una mujer al frente de muchas mujeres y hombres comprometidos con la Sevilla más abandonada a la suerte y nunca mejor dicho a la suerte que está intentando cambiar la mala imagen de las Tres mil vergüenzas, en una iniciativa de magnitud tal, que a todos nos conmueve por su valentía y dignidad. Es fácil postular, allí donde las chaquetas se asientan en isabelinas sillas de acuerdo con la dignidad de sus cargos; pero es harto imposible, adentrarse en la aridez y desolación de las zonas más deprimidas y marginadas –Sevilla del más allá- donde FRATERNITAS, ha montado su cuartel general, asida a las Letanías de María Santísima, recorriendo las calles,  del nomenclátor que reza bajo la advocación de Auxilio de los Cristianos; Salud de los enfermos; Refugio de los pecadores y Consoladora de los afligidos. Por esas calles del magnificat mariano, no pueden correr los niños asustados e inseguros al contemplar al Cristo caído en el lodo del paro y la droga, pero sí pueden mirar frente a frente la Esperanza que les acerca desde la Macarena o Triana, Jesus Obrero en su calle  de la Amargura, que también está pespunteada de fragantes naranjos y abrumada de incienso; que lo mismo suena a cornetas y tambores, sobre un canasto tallado con todo el barroquismo de las necesidades de que adolecen sus vecinos. En una palabra: FRATERNITAS –hermandad y parroquia- el verdadero Cristo de la Bendición, que sí sale a la calle, durante todos los días del año, mientras unas personas,, nos regalen su tiempo y nos abran sus manos llenas de Bendición y Esperanza.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Carta a Diciembre

a Adrián:




Querido Diciembre, hoy me acuerdo de todas aquellas personas, por las que no hago otra cosa que pensar en ellas. Y no hago otra cosa, no por falta de ganas, ni medios, sino por que como bien me increpa alguien que me quiere muchísimo, no sirvo más que para mirarme a mi mismo. Propicio es el mes que nos alumbra, para hacer cura de humildad o practicar la falsa virtud sinónimo de la modestia –modestia aparte- te voy a confesar mis cuitas y el que se las crea que las compre (a Dios gracias por su generosidad y comprensión) y el que no se las crea, que lance la primera piedra (como dijo el profeta). Quisiera dedicarle esta carta a Adrián, un joven pariente al que Dios sabe y pongo por testigo, que profeso una admiración radiante y sincera. Hay personas en la vida, que, por diferentes circunstancias que no vienen al caso, solo necesitan cariño, el cariño entendido en la extrema dedicación de una madre y en la labor callada de un padre, que aunque parezca que no haga nada por sus hijos, sus hijos saben que el padre está ahí, sosteniendo económicamente a la familia o simplemente dando la cara con su presencia e implicación. Pero cuando a una persona como al joven Adrián, le falta el cariño de un padre y más concretamente la presencia del mismo en cuanto al abandono inexcusable de sus obligaciones y deberes con respecto a su hijo, es tan probable como cierto, que Adrián se sienta apesadumbrado y herido en lo más profundo de su corazón. Así es, pero Adrián bien lo disimula con su ejemplar conducta y el ejercicio diario de una exquisita educación que brilla por su presencia. Adrián se ha vuelto en espécimen monoparental que sin dejar de hacer lo propio de la edad del pavo, vela y razona los problemas del hogar y se implica en las labores encomiables de su madre, ejerciendo de hijo-padre y marido de circunstancias. Como todas las víctimas caídas por la crisis generacional, ha tenido que pasar de vestir prendas de marca a buscar la marca de las prendas entre los stands de las grandes firmas en liquidación, pero Adrián no ha bajado la guardia ante las adversidades, continúa esquivando los golpes de desatención que le propinan los estudios y se machaca diariamente para vencer el combate aunque sea por puntos. Parece un chico introvertido y solitario, hogareño y enganchado a los roles informáticos de la red de redes, pero atesora buenos amigos desde la infancia al tiempo que cultiva sus pasiones heredadas, como la religión que profesa a su Real Betis Balompié. Me acuerdo mucho de Adrián, quizás sea por lo poco que me preocupo por él, sobre todo cuando lo observo en esos momentos de complicidad y desenfado, que vive cuando mis hijos (sus primos) se reunen; ahí es donde siento por él un cariño, respeto y admiración que revuelve mis entrañas, aflorando los peores deseos que un ser pueda sentir hacia un padre tan indolente, orgulloso y desgraciado que no sabe bien lo que se pierde. Dentro de pocos días, Adrián montará su Belén, aquel entrañable belén de plástico, corcho, papel satén y serrín, que grabó de pequeño en su memoria y de la mano de su hermano jóse, bajo el auspicio ingenioso del abuelo, consiguieron ponerle el río, cuyas aguas acciona la bomba de una vieja lavadora. Y cuando nos reunamos todos –un año más- la noche de paz en familia, Adrián volverá a deleitarnos con su ritmo y compás en el toque de la “caja” y hacernos destornillar de risa con la interpretación magistral de sus chistes al compás de bulerías y flamenquito. Entonces en el fragor de la fiesta, pensaré una vez más, transido de emoción al mirarlo, que Adrián, daría –a pesar de todo- la mitad de su vida, por que estuviera presente, el innombrable de su padre. Pero claro: cuesta tanto una simple llamada y es tan difícil un gesto de perdón…a ver lo que pudieras hacer este año –venturoso Diciembre- yo que tanto confío en ti.

martes, 19 de octubre de 2010

SAN PEDRO de Triana


Si naciste o eres de Triana; no es preciso decir donde vives ahora. Si no te salen las palabras; no es que seas mudo; eres el "muo" de Triana, al que le sobran todas las palabras. Te echamos de menos portando la cruz alzada de todas las parroquias que hacen estación de penitencia a la SM.I.C. Dicen los maestros que el mejor pregón que se ha pronunciado en Triana, lo das Tu, cada mañana del Viernes Santo, cuando el palio de tu Esperanza, se vuelve hacia la Divina alfarera Abuela de Dios. Y tantas y tantas cosas dicen de ti, que ahora cuando tu ausencia deja sin pisadas la alfombra roja de la catedral y el cobre de la barandilla desmiente el brillo reluciente que le extraían tus manos, siento toda tu grandeza humana apoyada en las muletas, incapaces de sostener tanta generosidad y entrega. No pesan los años ni la vejez obliga, lo que conmueve es verte tan cerca de Ellos, que ya ni siquiera  te dejan visitar los sagrarios. Te han sentado en la silla de Pedro y te han dado las llaves de Sant´Ána, que deben ser igual a las del cielo, en el transcoro de las medias luces que señalan el camino hacia la verdadera luz y a veces te levantas, -que tu eres muy de las Tres caídas –como el vecino más viejo de Triana- para no perderle nunca la cara a la Esperanza.

sábado, 21 de agosto de 2010

La REINA cumple su mayoria

Tu madre prometió tenerte a los 33 años y se salio con la suya a esa bendita edad y a mi me pareció mentira hasta el mismo día que te entrego a mis brazos con la dulce satisfacción de haber hecho realidad mi sueño –nuestro sueño- la niña tan deseada, que veía la luz un 25 de Agosto de 1992 (culminando un año histórico de tan gratos recuerdos en todos los sentidos). Hoy que alcanzas la mayoría de edad establecida en derecho, me sigue pareciendo mentira que 18 años sirvan para algo mas que pare ejercer otro derecho que no sea el de alegrarnos la vida a todos. Quisiera decirte muchas cosas con la facilidad que me confiere mi afición a la retórica, cosas que gustan leer porque es lo que deseamos escuchar; frases, piropos, elogios que nos sorprenden y emocionan, no solo porque obedezcan a la verdad, sino también porque nos cogen desprevenidos. Que te quiero, va de sobrado, pero nunca esta demás aunque se de por sobreentendido. Que te adoro es una metáfora preciosa que suele ir a continuación. Que eres muy linda y lo bonita que eres, suena a canción imprescindible, que me recuerdan a diario cuantas personas se encuentran contigo por la calle. Imagínate lo que es para un padre que siempre ve virtudes cuando mira a sus hijos con las gafas graduadas de la pasión, recibir las continuas muestras de admiración que los demás advierten ante tu hermosura y belleza. Y asi podría llevarme eternamente, desglosando tu letanías para trazar la espiral de adulaciones propias del discurso subjetivo de un padre para con su hija amada. Aunque fuera mi doble intención no es ese el propósito de esta entrada, lo malo es que no tengo argumentos mas validos que los de este pobre corazón que siempre termina en jaque. Quisiera darte consejos, pero los consejos solo sirven para reconocer nuestros errores y a esa edad portentosa de los 18 años: ¿Quién es guapo que puede predicar de prevención, ahorro y economía, frente al impetuoso manantial de vida que arrastra a la juventud en su río rápido?. Tampoco mi experiencia te serviría de gran ayuda, primero porque a mis 54 años, aun no he tomado conciencia de mi edad y sigo planteándome las mismas interrogantes que en mi juventud, aunque si te diré, que ahora me resultan mas fáciles las respuestas o quizás las encuentre mas rápidamente, ventajas de la ralentización del pensamiento. Solo te diré una cosa, a parte de desearte la felicidad en fecha tan señalada, lo cual no es un deseo sino una necesidad imperiosa y un compromiso adquirido hacia ti de por vida. Se fiel a ti misma y consecuente con tu carácter, cuida como oro en paño el cielo de tus sueños para que nunca deje de brillar tu estrella, riega cada día el jardín que estas sembrando para que en el futuro (incierto y nebuloso), crezcan las flores del bien. Ve a coger lo que gustes, aunque a veces no sea lo que quieras. Entrégate, no por hacer felices a los demás, sino por que los demás se sienten felices contigo. Llora si tienes que llorar, aunque sea de rabia e impotencia como también lo haces de alegría y emoción, porque las lagrimas dignifican al hombre mucho mas que el trabajo y ama, mas de lo que este en tu mano, mas allá de la razón y la locura, porque no te imaginas –ni te imaginas- hasta que punto eres amada.


A mi hija Reyes.

jueves, 15 de julio de 2010

TU, eres...


Me dormí profundamente

Allí donde –dicen reposa

El guerrero embriagado por el almizcle

Del amor y el sexo-

Me respondió tu mano…

Aquella mano vaporosa de la tarde estival

Que se fundió a la mía…¿recuerdas el sudor que nos abrazaba y el fuego irrenunciable que nos consumía unidos?



Ayer disipó la vida, otra cortina de humo;

despejó la niebla de los ojos que no ven lo que sienten;

los cerré en la ilusión confundida del sueño

y te ví claramente al apretar tu mano…

Ví el Amor, cual es, rendido dulcemente;

aquel Amor sufrido y macerado en los odres del tiempo…

un Amor intacto en nuestros días que responde plácidamente

–Amor en mano- al instante del roce.

Quien dijo que perdimos tantas cosas;

quien se atrevió a pintar las paredes oscuras de la nada;

quien de los dos creyó que había cierta distancia

entre el olvido y la cercanía tan a mano…

Ayer, sentí otra vez, aquel Amor primero, ese que ha sido siempre igual que surge ahora.

A mano del rubor de tu mano y la mía…tan puro y transparente como el sueño en realidad de los ojos cerrados…

Vi la plaza y el beso robado de tus labios, cuando a sana conciencia ungió nuestras miradas y comprendí, que a ese amor no se juega, aun siendo mutuamente juguete del destino.

Ese amor –tuyo mío- tan nuestro, lo tenemos a mano, porque es obra del arte de amar más allá de la cumbre imaginera…

Renace cada día se duerme en nuestro lecho por la noche, después de hacerlo, por el puro placer de recibir su comunión.

…Me dormí profundamente, sintiendo el latido de tu mano.

(A Ti, que no sabes lo que eres “desnuda en otoño”)

domingo, 6 de junio de 2010

Sucursal de Sevilla...con vistas al paraiso



Escrita en las pupilas de un niño de ocho años.

Volví, despues de 45 años y me quedé sin palabras.

Había escuchado hablar de ti –siempre y en todo lugar-

En el idioma dulce que hablan los enamorados

Con los ojos encendidos por el brillo de la emoción

Y tu olor trasminando su aroma en los labios.



Habíamos soñado nuestra obligada cita

Sin prisas –con la mutua certeza del momento -

La cuna de mi padre en un rincon del alma

Se mecía intacta esperando el abrazo.

Cuando te ví de nuevo con mi vista cansada

Los ojos de aquel niño se abrieron como soles

Estabas tan bonita, tan bella como dicen…

Aún más hermosa que yo te imaginaba.

Mis pasos conocían cada esquina del tiempo

No echaba nada en falta echándote de menos…

Todo era igual de azul y de diáfano,

La cal, la piedra, el arco, la torre y la cigüeña…

No cabían las palabras en tus viejas bodegas

Y acabé sin remedio perdido por tus calles.

¡Que hubiera sido de mí –Sanlucar de mi alma-¡

Si no despierto a tiempo de tu olor embrujado

Ese olor transparente del barril de la vida

El olor que se bebe y rima con Sevilla.

jueves, 6 de mayo de 2010

y al Cuarto Mayo, recordó...


JUANA, la sillera...

Qué nos gustaba tocar la campanilla de las cancelas de las casas bonitas de nuestra calle y salir corriendo. Entrar en esos zaguanes de zócalo alfarero y patios de exuberantes helechos, para huir de los gritos de las señoras que se acordaban de nuestra puñetera madre. Estaba la tienda de Alfonso –el tendero- que yo no sabía que tenía un ojo de cristal hasta que se lo oí comentar a las vecinas. Alfonso nos cantaba aquello de “fulanito del andandito del picopicopito del tonto bilito y nosotros nos quedamos embobados, viendo como extraía el aceite debajo del mostrador a través de un émbolo, para llenar las botellas de “la casera” del líquido puro de oliva. Alfonso, una onza de chocolate virgen de los Reyes o la campana de Elgorriaba para meterle en la cueva del pan sin miga y merendárnoslo. Alfonso, dame una peseta de castañas pilongas en aquellos cartuchitos perfectos de papel de estraza ó la mitad del cuarto de lentejas, judías blancas, garbanzos, que despachaba de aquellos sacos remangados con la pala de mano, directamente a la báscula sobre el papel con el que hacía un cartucho doblando las dos esquinas inferiores y cerrándolo a modo de sobre con una endiablada pericia. Dos casas más arriba, vivía Juana, la jorobada con cara de bruja más dulce del mundo. Su casa era una especie de sótano, por el que se bajaba a un habitáculo lúgubre de unos 20 metros cuadrados, a través de cuatro escalones. En el centro de la sala estaba la mesa de camilla, donde siempre permanecían sentadas dos mujeres muy cariñosas con los niños, cuyos rostros recuerdo vagamente. En un rincón se vislumbraba la cama niquelada, había un aparador lleno de cachivaches, presidido por una imagen de barro de 50 cm aproximadamente de María Auxiliadora, policromada que a mí me tenía fascinado. Juana vendía chucherías para los niños y a su casa bajábamos a comprar cartuchos de pipas, chicles bazoca, arazú-paludú- o regaliz del gato y sobre todo; tiras de chiquitraque y “lentejas de mixto” que hacían las delicias de nuestras pistolas y rifles de reyes magos. Juana dominaba el añejo oficio de reparar los asientos de las sillas con nea, para ello, permanecía la mayor parte del día subida a los dos escalones, con medio cuerpo asomado a la calle y la silla sobre la acera para poder trabajar a la altura adecuada, desarrollando el oficio con sobrada maestría, ayudada tan sólo de sus hábiles manos y de un trozo de madera a modo de hoja de cuchillo para ensartar los mimbres. Cuando a los chiquillos nos entraba la “guagui” –como decían nuestras santas madres y no teníamos nada mejor que hacer, nos dedicábamos a correr delante de las narices de Juana, gritando: “Juana la catalana, se tiró un peo por la ventana”…y la buena de Juana se cagaba en la mismísima madre que nos echó por…profiriendo palabras injuriosas contra Dios, la Virgen, los Santos y la iglesia. Todo era de boquilla para afuera, porque Juana la bruja jorobada más dulce del mundo, era tan hermosa por dentro y nos quería tanto que nos hacía de vez en cuando unos delicioso flanes chino mandarín en sus moldes de aluminio ondulado, cuyo aroma , sabor y textura no hemos vuelvo a probar, porque tenían el secreto mejor guardado por el recuerdo. ¡Que nos gustaba jugar a correr timbres y campanas de los gloriosos patios de palmera con olor a comino y alhucema en las tardes de libertad en pandilla de niños callejeros de travesuras inofensivas!



http://naturaldesevilla.blogspot.com/2008/10/juana-la-sillera.html

domingo, 24 de enero de 2010

UN AÑO MATANDOTE...


Llevan un año matándote, un año enterrándote viva bajo las aguas turbulentas del Guadalquivir, arrojándote a los contenedores de la infamia, para luego remover tu cadáver en los vertederos pestilentes de la mentira y el oscurantismo. Llevan todo un año matándote con versiones contradictorias sobre tu muerte, cuyo guión parece extraido de las mejores películas de suspense y terror. Ojalá pudiéramos decir, como en la letra del inolvidable tango, que un año no es nada, pero es mucho más que la febril mirada que esconden los implicados; su gesto desafiante y la impunidad con la que juegan a favor del tiempo. Que les puedo decir a tus ejemplares padre, a tu querido tío y abuelos en el primer año de tu desaparición y más que presunta muerte. En estos trescientos sesenta y cinco días sufriendo la puñalada de la incertidumbre, de la crueldad, de la mentira despiadada, de la saña y de la inquina…de la sinrazón…Todo a cambio de una sola palabra: la VERDAD, una mínima frase de perdón, un gesto de piedad…una lágrima, siquiera un suspiro. Nada..todo permanece como aquel infausto día, a dos velas, crepitando continuamente en el muro de un portal de solidaridad donde hemos peregrinado todos los que sentimos que el cuerpo está para algo más que para engañar a la justicia y que sólo siendo un demente se puede alcanzar tamaño grado de crueldad y aún así nos resulta incomprensible que tal demencia continúe matándote al cabo de un año.

jueves, 14 de enero de 2010

HAITÍ, blanco de PENAS


Nos pregunta la vida sobre el terror de Haití. El hombre frenó su capricho controlador, su afán de ambiciones y sus miserias consumistas, ante el verdadero clamor de la tierra bella y santa en su temblor de muerte. No hay respuesta ante semejante espectáculo dantesco, ni el mismo hacedor la tiene para consuelo de los creyentes. Hay que ser hombre para soportar un magnicidio de esas características y más que hombre para ofrecer toda la ayuda humanitaria imposible. Se le buscan sentido a las cosas, para continuar viviendo con algún sentido, la vida aunque no enseña a nadie, continua su camino, quizás por ello la Sagrada Familia huyó a Egipto en estos días vacuos, para guardar en la que es tierra de grandes enigmas y misterios, la clave que dá sentido a lo inexplicable. Quizás por ello Sevilla, desde los tiempos más oscuros, incubó el renacimiento para dar a luz a su primogénito barroco en las maneras perfectas del Dios hecho hombre que nos ayudara a cargar con la cruz de la fe en medio de tantos pesares y tragedias. En estos días grises y lluviosos que tanto alientan al desánimo, la ciudad atraviesa el desierto azotada por el viento y en medio de la oscuridad que hace visible su estado de buena Esperanza, frente a la casa de los artistas, allá por San Juan de la Palma, el Señor que siempre tiene a nuestra disposición la fortaleza de su talón de Aquíles, se muestra Silencio “blanco” sobre el elevado cañaveral de su altar de Quinario y la Virgen con San Juan relevada al sagrario de la capilla sacramental, nunca lució Amargura más inmensa que la de esas lágrimas que derrama por sus desgraciados hijos de Haití.




También, como si de una sinuosa casualidad se tratase, el Señor de las Penas subió a su efímero altar mayor de San Vicente, para mostrarnos la cara horizontal de su piadoso escorzo, suplicante, iluminado por los azules cirios de la caridad que ruega al Padre por las innumerables víctimas atrapadas bajo los escombros de Puerto Príncipe. Sevilla toda, comienza a ser una metáfora que se echa al camino de la luz, rindiendo culto al Dolor y la sangre, como premisas infalibles del esplendor que se avecina tras la ausencia total de primavera. En el invierno crudo y frío, blanco de escarcha y de nieve azorado por la lluvia que llueve sobre mojado, bajo su encapotado cielo, donde falta hasta el rubor de su más apreciada Estrella, la ciudad continua celebrando calmadamente sus días de Quinario, Dolores y Penas, que vuelven remozadas desde el monasterio de la Cartuja, hasta los rincones del alma donde duermen los naranjos de Santa Isabel. María –la llena de gracia- esconde hoy una furtiva lágrima, un octavo Dolor clavado en su restaurado pecho servita y el Señor, dulce nazareno de San Roque, se presenta en su altar con la mirada vencida por el máximo rigor de las PENAS. Tal vez lo sucedido en Haití, no tenga respuesta, pero algo nos dice en el interior del templo que el SEÑOR es nuestra PASION y aunque nos resulte incomprensible, nada nos falta.





miércoles, 25 de noviembre de 2009

CASA-SOLA


Todas las noches sueña que aparece


con la bola de cera entre las manos,

la esperaba al regreso de la tarde en volandas

cuando el aire acerca los sones de las cornetas y tambores. Le había preparado su merienda y ensayaba las riñas de mentira: ay que ver, esta niña que no hace los deberes, ni le veo estudiar…¡Cuánto darías ahora, por saber que está conectada al parpadeo irisante del monitor inerme!. Aún la esperas cada noche espejada en tus lágrimas. Aunque duermas sin ella en tu casa vacía, la esperas, todavía para darle el abrazo condenado a lo eterno. Cada mañana, aunque el amanecer solo te despierte de una nueva pesadilla, la sigues esperando, junto al sagrado tocador de tu soledad, rodeada de salmos y presagios, de nuevas falsas y alarmas rutinarias, la esperas en silencio tras los cristales de un maldecido año sin vistas ni paisaje. Retumban las mentiras en tus sordos oídos, sólo atiendes la letra del lamento convertido en canción: “Mi niña donde estará, tan tarde de nueve lunas, tan solita y sin consuelo. No duele la oscuridad, más me duele el que anda preso y no dice la verdad. Escribiste una carta al creador, la inteligencia permanece intacta, pero no puede vivir con esa pena. Pena que vale el precio en oro de un cuerpo inocente en pleno albor de adolecencia . El creador lo sabe, por muy corto de luces o largo en sus miras, no hay inteligencia donde quepa tanta maldad y aún la maldad, por espesa y execrable, podría encender la luz al final del túnel con una sóla palabra. En estos días grises tan célebres de otoño, tu carta se escribe con letras de pregón, un pregón que comenzó a inspirarse en tu pena de madre, llanto de dolorosa sin luto de noviembre en el río revuelto de un gualdalquivir inescrutable, que por mucho que se drague más dudas esconde. Dudas que se pierden en estrofas sin versos en versos contrariados que no encuentran su rima y vuelan cual golondrinas desde “el charco la pava” hasta el zodíaco, buscando un traslado al sepulcro, donde aparezca la Niña que lleva el mismo nombre que Santa Marta. Todas las noches sueñas que aparece, como sueñan las lunas brillar tras las cortinas del incienso de vísperas. No habrá descanso en paz, pero sí La Paz, se hará parque para tu remanso. ya ha empezado a escribirse la exaltación de una nueva primavera- con un beso a tu mano de Amargura- pronto nos llegará la Esperanza de cuerpo presente, ojalá ponga fín a tu espera y todos te acompañemos en procesión a darle tan cofrade sepultura.



Día Internacional de la mujer maltratada



martes, 17 de noviembre de 2009

La "Cheste"

(foto cerero)
A lo mejor por eso salió aquella noche su vecino enjuto a quien tanto le había pedido la Salud para los dolores de sus piernas castigadas. Quien sabe si el Señor de la Oración en el Huerto no celebraba aquel día más que un 450 aniversario. La respuesta sólo lo sabe su vecina –la eterna novia del Jueves Santo- que se quedó velando aquella tarde a quien tanto la acompañó en vida, tan cerca como su pañuelo de encajes o las cuentas de nácar del Santo Rosario que blande en sus peregrinas manos. Cuando todos salían al encuentro de una dorada canastilla hecha calvario, acompañando al vecino ilustre que nunca alzó su Cruz al cielo de la plaza e los Carros, cuando el barrio disfrutaba de olor a cofradía en la otoñal velada vespertina, Tú encomendabas tu espíritu a la Madre que se quedaba sóla, esta vez sin dolor, pues no hay dolor a sólas entre dos vecinas, que tanto se han cuidado mutuamente. No sé si te recordarán los sevillanos nuevos, los que detestan el efecto dañino del tabaco. Yo, vagamente te situo en cualquier esquina de la Campana y recreo tu imagen como parte esencial de una decoración escrita en las sevillanas inmortales del Pali: “Sevilla tuvo hace años una gracia sin fronteras/donde se ha ido ese arte/que mi Sevilla está muerta”…ganándote la vida vendiendo cigarrillos sueltos: ¡Niño, la Cheste!...vencedor, águilas, Goya, celtas, er wiston, Palma, LM…Sepan los nuevos hijos de Sevilla, que antes que el tabaco se vendiera en los puestos y estancos anunciando una legalidad que provoca cáncer, Tú los pregonabas en la Campana, haciendo del vicio una virtud samaritana para el desavío de los crápulas y noctámbulos, como quien hace un favor a los pocos que saben agradecerlo con la propina impagable de una sonrisa. Fueron tuyas las noches de Sevilla, las luces navideñas y los últimas carrozas de la cabalgata tirada por las mulas; como lo fue el vaho de las ollas que asaban las ricas castañas otoñales; también fue para ti, las rondallas de tunos, las primeras mudás, las citas y los planes que entraban y salían  de El Patio Andaluz con sabor a manzanilla Barbiana y el calor, el tremendo calor presagiado por los grillos que cantaban la vuelta de las gente humilde desde los cines de verano. Todo fue para ti que más quisieran los colectivos de gays y lesbianas, sentir el orgullo de mariquita bueno que tú derrochabas, las ganas de vivir sirviendo y las de servir a todos los que acudieron a comprar tu paquetillo de arte. Pero lo mejor, te lo llevaste esa noche que tu vecino enjuto salió por las calles del barrio para convertirse en Cristo de la Conversión y volver a la capilla con apenas el tiempo de decirte que ya estabas con Ël en el paraiso. Aunque ¿qué te podías esperar, después de haber sido toda tu vida, la vecina más íntima de la Virgen del Rosario?

A  D. Emilio Aguilar Albariño, -la "cheste"-
vecina de la Virgen del Rosario
falleció el día 14 de Noviembre 2009, a los 72 años de edad
coincidiendo con la entrada del Stmo. Cristo de la Salud conmotivo del 450 aniversario de la aprobación de las primeras Reglas de la Hdad. de Montesión.

domingo, 15 de noviembre de 2009

SALUD, en el Huerto de Montesión





Vistes ayer la Salud de Cristo crucificada, como oración vertical que apuntaba los cardinales puntos de la tarde. No era la Salud que se pide para otro año verla, ni la oración que se postra de hinojos con sudor de sangre clamando que pase el cáliz del dorado Jueves Santo. Se trataba de otra Salud, una Salud enjuta y lacerada al borde de musitar las siete palabras eternas escritas en las primeras reglas de una hermandad de mareantes. Esta Salud, nos dejaba en el alma horadada una huella que dura 450 años y continúa intacta en nuestros días. Sus obras son amores que buscan el compás y los silencios de Sevilla, compás y silencios de calles y clausuras, donde implorar la mística Salud recién florecida del Huerto de los naranjos de Montesión

viernes, 6 de noviembre de 2009

CARLOS AMIGO de Sevilla

Ya sé –cariño- que te caía muy bien, que lo adorabas rayando en la idolatría. Por eso es que hoy escribo influenciado por tus sentimientos y atormentado por mi sevillanía. ¿Te acuerdas, las más de dos horas en pié que soportamos alegremente, aquella mañana luminosa de Noviembre en la Plaza de la Virgen, bajo el balcón principal de Palacio?. Ibamos a aclamar al Santo Padre en el gozo de la beatificación de nuestra Madre Angelita, pero tú –cariño- una vez que lograste sacudirte de la blancura que irradiaba el Sumo Pontífice, reparaste en la figura esbelta, sonriente y apagada a la sombra del Vicario de Cristo, que asom aba al balcón asumiendo su papel de anfitrión de la fe hispalence. Valiente arzobispo tenemos en Sevilla –te jactabas- alto, apuesto de excelente figura…pasó el tiempo, como pasa la serie en “cuéntame”… y el Arzobispo te siguió pareciendo tan digno para Sevilla, como Sevilla lo era para él. Disfrutabas contemplando con su presencia en las solemnes mañanas de vencejos con repiques de gloria en la Giralda y aroma de juncia y romero al pié de las calles. Nadie como Fray Carlos, para presidir las Grandes procesiones, revestido de mitra, pluvial y báculo que tanto realzan su agraciada figura de monseñor barroco. ¡Más bonito que en pintura!...pintura digna de Velazquez, Murillo o el mismo Zurbarán –repetías hasta la saciedad-. Sólo conocías de él, su nombre y primer apellido, toda una sugerencia, aquello de Amigo, para ti fue como una señal de inspiración, como un guiño que te hacía el instinto más primitivo, reafirmado con la máxima que solías musitar frecuentemente: “La cara es el espejo del alma”.
 Nunca te defraudó, es más celebraste las conquistas sociales de tu sexo, en cuanto a igualdad y condición social y la relacionaste con el rotundo sí a las mujeres nazarenas, alabando los baculazos sin mano que asestaba en su momento adecuado Monseñor Amigo, sin despertar más que el más común de los vicios hispalenses: la sonrisa de la hipocresía. Cariño, tú que adorabas las cofradías, pero que no podías soportar a los mercaderes del templo, que regían sus destinos, escondidos bajo la falsa apariencia de llamarse hermanos, aplaudiste sinceramente, el carácter Conciliador, dialogante, consensuado y nunca arbitrario ni influyente de tu Prelado favorito. Permíteme recordarte lo mucho que sufrimos con la situación tan embarazosa por la que atravesaba la hermandad de San Esteban y la decisión tan acertada que adoptó, su Eminencia, al respecto. Del mismo modo actuó su anillo en otros supuestos de la misma índole, siempre atendiendo al espíritu cristiano, que a los intereses cainistas de las hermandades. Como sé, que pese a todas las divergencias que pueda suscitar su pontificado –máxime en una ciudad como Sevilla, tan proclive al abrazo de la puñalá trapera- coincidiré contigo sólo en las cosas buenas y los buenos momentos que són en definitiva los que acuden más pronta y afortunadamente a la memoria, en este día atormentado para todos los que nos llamamos “naturales de Sevilla” …coincidiré contigo en los sentimientos que nos unen a la hora de despedir a un Amigo, en este caso Príncipe de la iglesia que por lo menos siempre mantuvo el tipo y la sonrisa en una ciudad, donde no adaptarse cuesta lo mismo que encontrar el paraíso perdido. Creo y deseo que lo haya encontrado, pues para marcharse de Sevilla sólo hace falta la virtud de la humildad y un espíritu franciscano que no cabe en Palacio. Cariño, sé que Fray Carlos Amigo, te ha caído estupendamente desde que lo conociste y ha logrado emocionarte en determinadas ocasiones, hasta hacerte llorar como en aquella entrevista que le formuló el rancio de Paco Robles a propósito del hermano Pablo. A mí me dice mucho el día y la hora de su despedida: Santa Angela de la Cruz, rezando con él el ángelus: Algo se muere en el alma cuando un AMIGO, se vá.

viernes, 16 de octubre de 2009

EN LA PLENITUD DEL SUEÑO


No encontraba el papel que era las llaves de su sueño. Lo buscó ordenando su propio desorden, volviendo a manosear las cartas de los sobres mal abiertos; esta no es, esta tampoco es, ni esta otra tampoco. Lo buscó en plena tozudez de la desesperación, cuando se tarda más en averiguar el significado de la carta que en leerla en sí. Creyó haberla visto entre sus dedos confundida con otras de similar contenido, juró haberla leído mil veces, cada vez que volvía a releer las mismas. No dejó cajón vivo, ni alacena, ni bolso sin registrar por más antiguo y olvidado en el más recóndito lugar de la casa. Pero el papel, seguro de su propia vida, no aparecía ni a pesar de tener garantizada su existencia. Era el papel imprescindible para convertir en realidad su sueño, la documentación necesaria para cobrar una pensión que había costado en su impenitente trámite, sangre, sudor y lágrimas y que ahora permanecía oculta entre la maleza de los papeles de la mala muerte que siempre aparecen cuando menos se necesitan, burlándose del semáforo verde de la esperanza. Los días pasaban infructuosamente, las noches de insomnio se sucedían, removiendo hasta los rincones más recónditos de la memoria.  Hasta que una noche de luz de luna satinando las cales del patio, un resplandor inaudito perturbó su duermevela y se dirigió-como una sonámbula- hacia el aparador del salón. Sus pies descalzos, caminaban guiados por una fuerza irresistible que la llevaban subconscientemente hacia el rayo de luna que señalaba exactamente un pequeño marco de sobremesa con la foto del Señor de Sevilla, el rayo moría en ese punto concreto , resplandeciendo toda la estancia con el rostro del nazareno. Ella sólo se paró a mirar la pequeña foto iluminada, sin más intención que el asombro que produce un mágico descubrimiento. Volvió a la cama y buscó el calor de las sábanas para abrigar sus piés fríos. Aquella noche concilió el sueño y soñó con cosas muy parecidas a la felicidad, soñó con la ilusión que sentiría su niño el día de la primera comunión; soñó con las caras de satisfacción de sus familiares y amigos y con el orgullo que suponía para una madre con escasos recursos económicos, celebrar un banquete para la ocasión. Estaba tan plenamente satisfecha en brazos de morfeo, que la caricia de un visillo ondeado por un soplo de súbito viento, la despertó. De repente abrió los ojos como quien nace de nuevo a la vida, su primer pensamiento fue el rayo que le mostró la pequeña foto –el rostro del Señor- iluminado, al que nunca había invocado para pedirle nada…pero ya lo sabía y le sobraron pasos para alcanzar el aparador sobre el que se posaba la diminuta imagen. A su altura estaba el cajón que tantas veces había revuelto en el paroxismo de su búsqueda desesperada, pero esta vez, sí, allí estaba el papel, a buen recaudo y ella lo había visto en la plenitud del sueño, como lo que era, una verdadera aparición…¿un milagro?

a tí, devota del Gran Poder, porque esto fué la verdad.

martes, 8 de septiembre de 2009

Atraco a la Inocencia

Foto:
Foto:http://www.galeriade.com/galisteo/ Fue como aquel día, primero que se recuerda incluso antes de estrenar el uso de la razón, pero esta vez te tocaba a ti sufrirlo en sus carnes con la misma flaqueza y sensación de desamparo. Ni el tacto fragante de los nuevos libros, ni el olor impecable de los cuadernos, ni el color intacto de los “alpino” o “carioca” mezclado con el apresto del uniforme, conseguían suavizar el sabor amargo de la más cruda y traicionera separación. Le contaste el cuento que a ti te contaron tan fatídico día; le hablaste con las mismas palabras con que a ti te hablaron tus padres, dibujándole un mundo de colores pintarrajeado por las paredes; le mostraste el camino que recorrimos todos, esa tremenda mañana agridulce, hasta que su velada ilusión se fue transformando en inquietud, una insana inquietud que no podía abarcar con la mirada, tantas emociones juntas y por eso se aferraba a tu mano buscando protección, pero ajeno al desenlace. Conocías aquella angustia que se transmite de generación en generación acuciada por el fragor de estos tiempos del bienestar y la calidad de vida más engañosa. Te sentías culpable de que él no tuviera la culpa de haber nacido en esta sociedad hipotecada por la comodidad y maltratada por la imperiosa necesidad del trabajo; maldito trabajo cuya dignidad, sirve para pagar deudas y separarte del año más precioso de tu maternidad. Será por unas horas que llaman: “período de adaptación”, la técnica al servicio de la inocencia, todo parece fantástico como si te llevaran a un parque de atracciones pertrechado de “merchandancing” . Las puertas de la guardería están decoradas con los mismos personajes con los que juegas en tu habitación. Cuantos niños como tú al reclamo de esa “Seño” que te recibe como la más cariñosa de las desconocidas. De pronto y como siempre, la algarabía se convierte en llanto contagioso y desgarrador. La inocencia no admite el engaño, y aquella mano al separarse ti, te arrancó un trozo de tu vida. Será para bien, aunque nunca se olvida el primer desengaño y hoy la vida se ha encargado de grabarlo en la memoria para siempre.

lunes, 17 de agosto de 2009

María de "toa" la vida

De toda la vida de Dios, María es la que te encuentras por las mañanas en el ascensor, con su sonrisa ancha de buenos días, derrochando afecto y simpatía, te recordó a tu madre, te preguntó por tu mujer, se preocupó por la salud de tus niños e hizo las pertinentes comparaciones con sus nietos; Ella sabe lo que es pasar una mala noche de llantina, calor o duermevela de dolores, antes de que el ascensor tome tierra, ya te habrá consolado con sus mejores deseos. La sabiduría que proporcionan los años, supera a la adquirida académicamente. María de toda la vida, fundó el barrio donde ahora vives, como vive también en todos los barrios cuyos fundadores, procedían de las clases humildes que vivieron en casas de vecinos y corrales con más clase de Sevilla, por eso nos dan clase –todas las mañanas- clase de educación y modales que trasciende a la multicultura que sólo sabe mirar por uno mismo y a los demás por encima de su hombro. María de la vida y milagros, la que nació en la infame posguerra, la que oyó hablar de hambruna a sus padres y conoció el lujo de un papelón de pescaito frito en “Baturrones” compartiendo jarra de cerveza con sus hermanos, la que llegó virgen al matrimonio, no porque ella quisiera, sino por respeto a los tiempos que se vivian reflejados en las caras de sus progenitores. María la bien casada, tuvo luna de miel prolongada en el tiempo, y buscando varón, tres hijas reinando en la corte de su fiel marido enamorado. Vecina intemporal del pimiento y del tomate, de la sal, del aceite y del vinagre, que regala y no fía y si fía perdona pero no olvida nunca una cara. Siempre dispuesta y emperifollada pasea orgullosa por las calles del barrio sus sesenta primaveras a la moda de tallas especiales, venciendo sus dolores con la cabeza alta, a cada paso de su torpe andar, agasajada por el saludo que nadie el niega. Alegría de la huerta, señora del los chismes en la cola de frutas y verduras; honor del carnicero, que cuando la vé entrarar –caja asegura- . María más que amiga de sus hijas, más que madre en activo y protectora, que no escatima carro en “Mercadona” en su justo reparto equitativo; delicia de los nietos, capricho de juguetes, y marca en el vestido a la hora de pagar, “manolita primera”, su bolso es un trinar de niños a la rueda que buscan el placer de las bolas con sorpresa. De toda la vida de Dios, esta María universal, tan nuestra, por todos admirada en el barrio, que lo mismo te cose que remedia el dolor de cabeza pejiguero, pues su bolso es auxilio y es reguero de pastilla de todos los colores: contra la depresión y el mal del sueño, la artritis, artrosis, tensión, la médula espinal y las calores, la diabetes, el ardor y el sobrepeso, de la circulación y los picores.

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