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lunes, 15 de junio de 2009

LA GIGANTA

Retrógrados y mutantes de la república bananera: sabed y entended que la Giganta va a dar a luz. Sí , lo hará merced a su gracia que lleva apuntando toda la vida al cielo, guardando las glorias y miserias de esta ciudad invicta e ingobernable. Ha tardado un milenio en decidirlo, el tiempo que tarde un coloso de su alcurnia y lo celebra con el jubilo cenital de sus venticinco campanas, risa con fuego de bronce desafiando al sol. Sabed también, vosotros que la habeis estado negando toda la vida; sí y más de tres veces -pontífices de pacotilla- por un lado fundando y presidiendo academias de Artes y buenas letras y por otro, vendiendo a la “piqueta” el oro de las indias, a cambio de las grandes superficies. Sabed, que la Giganta va a dar a luz mirando al puerto por donde llegaron de todas las partes universales del globo a mirarla y rendirse ante su aplastante belleza. Mirando al puerto de los descubridores y de los descubrimientos que fueron olvidados, para convertirse en un erial de desolación. Allí donde ninguna de vuesas mercedes fue capaz de sembrar más que jaramagos, con la boquita chica de la especulación y el concurso de las trasnochadas ideas, la Giganta va a dar a luz una torre tan alta y deslumbrante, que la tomarán nuevamente por loca. Son locuras de amor que se escriben cada paso de milenio, con renglones torcidos. Rios de tinta que vierten sus infamias a un Guadalquivir que se lo pasa todo por Torneo. Sepan Vdes., que aquí quien pone el grito en el cielo no es la UNESCO, es la vieja Dama, medidora de su altura infinita y Ella lo tiene claro, más que el azul diáfano que la contempla. Dará a luz una torre que doblará su altura, pero nunca su grandeza, ni acaso lo pretenda, que madre no hay más que una con un único nombre: La Giralda.

martes, 14 de octubre de 2008

JUANA, la sillera

(antiguos oficios)
Qué nos gustaba tocar la campanilla de las cancelas de las casas bonitas de nuestra calle y salir corriendo. Entrar en esos zaguanes de zócalo alfarero y patios de exuberantes helechos, para huir de los gritos de las señoras que se acordaban de nuestra puñetera madre. Estaba la tienda de Alfonso –el tendero- que yo no sabía que tenía un ojo de cristal hasta que se lo oí comentar a las vecinas. Alfonso nos cantaba aquello de “fulanito del andandito del picopicopito del tonto bilito y nosotros nos quedamos embobados, viendo como extraía el aceite debajo del mostrador a través de un émbolo, para llenar las botellas de “la casera” del líquido puro de oliva. Alfonso, una onza de chocolate virgen de los Reyes o la campana de Elgorriaba para meterle en la cueva del pan sin miga y merendárnoslo. Alfonso, dame una peseta de castañas pilongas en aquellos cartuchitos perfectos de papel de estraza ó la mitad del cuarto de lentejas, judías blancas, garbanzos, que despachaba de aquellos sacos remangados con la pala de mano, directamente a la báscula sobre el papel con el que hacía un cartucho doblando las dos esquinas inferiores y cerrándolo a modo de sobre con una endiablada pericia. Dos casas más arriba, vivía Juana, la jorobada con cara de bruja más dulce del mundo. Su casa era una especie de sótano, por el que se bajaba a un habitáculo lúgubre de unos 20 metros cuadrados, a través de cuatro escalones. En el centro de la sala estaba la mesa de camilla, donde siempre permanecían sentadas dos mujeres muy cariñosas con los niños, cuyos rostros recuerdo vagamente. En un rincón se vislumbraba la cama niquelada, había un aparador lleno de cachivaches, presidido por una imagen de barro de 50 cm aproximadamente de María Auxiliadora, policromada que a mí me tenía fascinado. Juana vendía chucherías para los niños y a su casa bajábamos a comprar cartuchos de pipas, chicles bazoca, arazú-paludú- o regaliz del gato y sobre todo; tiras de chiquitraque y “lentejas de mixto” que hacían las delicias de nuestras pistolas y rifles de reyes magos. Juana dominaba el añejo oficio de reparar los asientos de las sillas con nea, para ello, permanecía la mayor parte del día subida a los dos escalones, con medio cuerpo asomado a la calle y la silla sobre la acera para poder trabajar a la altura adecuada, desarrollando el oficio con sobrada maestría, ayudada tan sólo de sus hábiles manos y de un trozo de madera a modo de hoja de cuchillo para ensartar los mimbres. Cuando a los chiquillos nos entraba la “guagui” –como decían nuestras santas madres y no teníamos nada mejor que hacer, nos dedicábamos a correr delante de las narices de Juana, gritando: “Juana la catalana, se tiró un peo por la ventana”…y la buena de Juana se cagaba en la mismísima madre que nos echó por…profiriendo palabras injuriosas contra Dios, la Virgen, los Santos y la iglesia. Todo era de boquilla para afuera, porque Juana la bruja jorobada más dulce del mundo, era tan hermosa por dentro y nos quería tanto que nos hacía de vez en cuando unos delicioso flanes chino mandarín en sus moldes de aluminio ondulado, cuyo aroma , sabor y textura no hemos vuelvo a probar, porque tenían el secreto mejor guardado por el recuerdo. ¡Que nos gustaba jugar a correr timbres y campanas de los gloriosos patios de palmera con olor a comino y alhucema en las tardes de libertad en pandilla de niños callejeros de travesuras inofensivas!

sábado, 2 de agosto de 2008

EL MIEDO ENMARCADO



El niño tenía verdadera fobia a los cuadros grandes, desde que perdió el contacto de la mano de su hermano y se encontró –de pronto- solo y perdido en el museo de Bellas Artes. El aplastante tamaño de las pinturas de Zurbarán; la austeridad y el velado temor en los rostros de los monjes; la imponente expresión de los retratos al óleo junto con la sangre del martirio de los Santos, le infligieron un temor insospechado que le haría correr por las galerías en busca de protección. Aquel día se podían contar con las manos los visitantes, por lo que nada más encontrar a su hermano, se aferró fuertemente a su brazo para seguir contemplando las obras de arte con mayor respeto si cabe. Le habían contado historias apasionantes – para no dormir- acerca de ciertos cuadros de gran envergadura que se encontraban repartidos por diferentes templos de la ciudad, especialmente en la Catedral, lugar impregnado de misterios y leyendas indescifrables que rayaban incluso en la maldición infundada que se cernía sobre ella. Le asustaron con el cuento de que por las noches, soltaban perros de presa por las naves catedralicias y que más de una vez, habían descuartizado a cualquier indigente o ladronzuelo que se quedó –por suerte o por desgracia- encerrado en el primer Templo. Asimismo se entusiasmaba con las diferentes versiones que escuchaba, a cerca de los pasadizos secretos que escondían sus sótanos, a través de los cuales se podía atravesar toda la ciudad, tanto para acceder o huir de ella por el subterraneo. Después se reunía con los amigos en el hueco de la escalera para dar rienda suelta estas historias y crear la atmósfera de miedo deseada. Arropados los unos con los otros en la grada, con las pupilas desorbitadas, sudando y temblando de frío, hasta que al menor movimiento brusco ó efecto de luz o inesperada sombra, los hacía correr a todos gritando despavoridos. ¡lo he visto, lo he visto!...¿que has visto?...¡el cuadro!...¿pero qué cuadro?...¡el del espectro vestido de cardenal, rodeado de caninas!...¿ese que dicen que está en un hospital de ancianos, frente a un jardín donde venden claveles?...¡sí, ese!...ahhhh –gritábamos todos-. Mientras más miedo más morbo y así quedaban o al menos los más decididos, para ir el próximo sábado a la catedral, donde el niño había visto –tapándose la cara con las manos- un cuadro mayor que dos pantallas de cine de verano, en el muro de una capilla rodeada de tumbas. Y sabía de otro al que le rezaba su madre, que se trataba de la matanza de los Santos inocentes, donde la sangre chorreaba a borbotones entre la gente decapitada por la crueldad de los verdugos… Todavía al entrar por la puerta de San Miguel, el niño hecho hombre, siente esa fobia que como el recuerdo de su tierna infancia, no tiene cura.

sábado, 12 de julio de 2008

HIELOTRON...remenber






HIELOTRON remenber... Sevilla tuvo hace años...bailes y cafés cantantes..sí como cantaba nuestro trovador; pero también tuvo una Pista de Hielo inaugurada en la primavera de 1.976 que fue la más innovadora del mundo por su infraestructura, diseño y ejecución. Bajo una cúpula central gigantesta se extendía una pista del tamaño de una cancha de baloncesto mejor dicho, Jokey sobre patines, que se ramificaba en pasillos a modo de tentáculos. Tenía amplio hall de entrada con boutique de recuerdos e instrumental deportivo; vestuarios donde el personal te proveía de los patines y guantes según las tallas correspondientes. Un fabuloso complejo a modo de centro comercial y de ocio, dotado de toda clase de servicios como Cafeterías, snack, salón de juegos y hasta guardería infantil. Si espectacular era por dentro, no menos lo era por fuera con extenso campus de aparcamiento; picadero de caballos con deliciosos paseos nocturos por olivares y trochas alrededor del cortijo quinto e incluso parque de atraccciones. Por si alguno no la recuerda, estaba situada en la carretera de Utrera, entre los terrenos que hoy ocupa Carrefour (antiguo Prica) y Montequinto. Tal fue la expectación que suscitó en Sevilla y provincia, su inminente apertura, que los primeros días se vió desbordada de tal forma, que tuvieron que multiplicar el número de Cajeras y fletar autobuses ex-profeso para transportar a las riadas de público desde el Prado hasta el recinto. Un servidor tuvo la dicha de asistir como testigo a tal evento, puesto que prestaba mis servicios en calidad de encargado de material (logistica)y os puedo asegurar que los jefes de ventas de las principales marcas de refrescos no daban crédito a las cantidades astronómicas que en HIELOTRON se vendían, superando con creces las consumidas en los Estadios del Betis y Sevilla juntos respectivamente. Un apunte interesente que deseo añadir, en relación a su innovador diseño es que su estructura de lona inchable se mantenía merced a un ingenioso sistema de aire comprimido regulado por distintas escotillas escotillas, que permitían que circulara el fluido por todo el recinto. Simplemente reseñar, que para levantar la colosal media naranja de su cúpula central, se tardaron algo más de tres semana y eso contando con la ayuda inestimable de prestigiosos ingerieros que se desplazaron desde el extranjero intrigados por dicho evento. En fín, que como todo lo bueno que tuvo Sevilla, no lo pudo o supo retener, por causas ajenas o propias a su voluntad. En este caso concreto la mayor parte de culpa, es imputable a dos alacranes hermanos vascos y perdón por lo de vascos, que como accionistas mayoritarios de la empresa fantasma D.E.F.E.(deportes y festejos S.A.)tutelada por el Instituto Nacional de Deportes, chuparon bien de la teta y se lo llevaron calentito, el resto del estropicio vino de manos de los vándalos procedentes de las barriadas de alrededores que se dedicaron a la ímproba labor de asestar puñaladas a las lonas, hasta conseguir que el recinto se viniera abajo como un inmenso globo que se desinfla en poco más de un año de existencia. En los márgenes baldíos del polígono industrial “fuente quintillo” (Montequinto) aún se puede observar los restos arqueologicos de HIELOTRON, la pista de Hielo que tuvo Sevilla hace más de treinta años.

viernes, 4 de julio de 2008

EL CRISTO DEL SUSTO

Ibas por la calle Feria, acera de la fachada mudejar de san Juan de la Palma, camino de la callejuela Regina, cuando de pronto te decía tu madre: “mira por la ventana”: ¡Dios mío, que susto!, te encontraba de pronto a un cristo sentado, greñudo y maniatado, con la encarnadura lacerada por el tiempo. A través de la ventana –si es que eras capaz de resistir el embate del miedo, veias la sala en penumbra, decorada por un espléndido zócalo de añeja alfarería y adivinabas al Cristo del susto alumbrado por la exigua luz de las velas de promesa con un ramos de claveles marchitos a sus piés. Y tu madre te decía: pídele hijo, se llama el Cristo de los Afligidos y es casamentero y muy milagroso, como San Antonio. Si tu madre te lo decía, para el resto de tu vida, será ese Cristo escondido tras la ventana que cada vez que pases por San Juan de la Palma, te producirá el escalofrío de pararte a verlo y adivinar tras los cristales de la reja el eco de una voz de abuela que previene a su nieto del susto y la impresión que este Cristo produce al verlo: “mira, mira por la ventana y lo descubrirás”.

jueves, 19 de junio de 2008

VIENE PARA QUEDARSE

Viene la “caló” para quedarse a vivir una temporaíta con su prima del alma. Hay que ver lo que se quieren estas dos primas de toda la vida y lo que disfrutan juntas. Sevilla la espera desde Mayo, todos los días, asomada al balcón de la calle Arenal, frente al mercado de entradores, donde sabe que paran los cosarios procedentes del maditerraneo. Estos últimos años ha estado un poco preocupada por la amenaza que el cambio climático pueda inflingir a su prima, pero en el fondo, no le cabe la menor duda de que la “caló” no le va a fallar y día más o menos después del cuarenta de Mayo, las dos se fundirán en el más caluroso de los abrazos. ¿Qué peligrosas las niñas cuando se juntan en el desván a cielo abierto de la azotea!, la Caló le hace señas a su padre Lorenzo y Sevilla se deslumbra jugando con el espejo de su gracia.Encienden las cornisas aljarafeñas y extienden sus reflejos desde la cúpula del Patrocinio al Altozano. Dichosas primas, como se divierten chapuleando con el agua de las fuentes para bañar a sus niños meones. “Niña, cada vez tardas más en llegar a tu tiempo y a veces apareces a destiempo a visitarme” -le dice Sevilla a su asfixiante prima- y la prima le responde que cada vez son más los “guiris” que la paran por el camino rogando los favores de su padre. Que ya el verano está quedando relegado para los nostálgicos; que ahora la entretienen en Navidad, Semana Santa y los dichosos puentes. Que está sufriendo los achaques de empatía, producidos por la proliferación de los “tropecientos mil” condensadores que saturan el medio ambiente; que el aire acondicionado de las consolas domésticas y el centralizado empresarial, le están causando verdaderos estragos. Ay mi niña -le abrasaba Sevilla- “con lo que nosotras hemos disfrutado jugando al escondé por las casas de vecinos, detrás de las cortinas de yute.” Anda, jodida -murmuraba la Caló- que no me quiero acordar, cuando tú te deshacías de mí bajo las velas de las estrecheces de Puente y Pellón y Sierpes y por las noches le ponías pañitos mojados por encima a las sandía y los melones del mercado de Triana. Bueno hablando de Triana -me voy a callar por que no quiero señalar a nadie- hay que ver como te dejabas caer por la orillita y del río y las barandillas del puente, para no perderte la velá ni el cuerpo serrano de los niños que trincaban el palo de la cucaña... bueno, pero y las noches ¿te puedes quejar de las noches con ese vendabal de tus abanicos golpeándome el pecho y la mareilla del puerto camaronero”...por no decierte el fresquito de los Cines de Verano y las amahacas a las puertas de la calle...Ay, sí hija, la verdad es que cada año que pasa nos hacen la vida más imposible, atí porque no te soportan ya ni en los trabajos y a mí porque quieren vestirme de un modernismo “progre” que me ha hecho envejecer más en treinta años que en todos los siglos de mi vetusta historia. Pero no nos pongamos nostálgicas, prima, entra e instálate otra temporadita, tenemos toda la calle para nosotras entre las doce y las veinte para ponernos frita en esta sartén de España y alegrarles la vida a muchos personas que se quedan en paz aquí.

lunes, 3 de marzo de 2008

DIECIOCHO CIRIALES

Dieciocho ciriales preceden la hora de la verdad, sólo siete personas alrededor del Amor que parece abandonarnos. La palabra que congregó multitudes en la montaña, se queda al pié de la Cruz rodeada de sus íntimos. No todos llegaron a ser sus mejores amigos, ni siquiera sus más fervientes seguidores; pero ahí está su Madre ¿qué otra divinidad podría servirle mejor de regazo? Y los santos varones que no tuvieron la valentía de reconocerlo en público, pero sí la dignidad de darle acogida en su cristiana sepultura. Y estan las marías que no dejaron de llorar como El les había dicho, por todas las mujeres del mundo que padecen la violencia de género y por todos los hijos, hasta que le leño seco reverdezca con su caudal de lágrimas. A la hora de la verdad, cuando parece que el Amor nos abandona al infortunio y la vida te atrapa entre las rejas de los dieciocho ciriales que preceden a lo que llamamos muerte, cuando todos huyen te sientes abandonado, aparecerá el precioso Amigo, sí ese que no esperó a que lo necesitaras porque siempre estuvo ahí, como el Discípulo Amado, señalándote el camino y acompañando tu Amargura. Cuanta ignorancia la nuestra, al no reconocer el Amor callado de los que rezan por nosotros entre el bullicio de tanta adulación y con qué sabiduría se abre hueco entre los vacuos prejuicios, el llanto reparador de María Magdalena arrodillada ante el calvario que florece de iris con el contacto de su unción. Nos necesitamos más de lo que nos queremos, por eso hay que querernos más de lo que nos necesitamos. No estamos sólos, aunque suframos el tremendo dolor de ver a nuestros seres amados, presa del infortunio. Dieciocho ciriales preceden la calma tras la tormenta que asoló la mala hora de la verdad. Sólo siete personas alrededor del Amor que se abre paso entre las perfumadas tinieblas de Busto Tavera, quien crea que está solo, que venga allá y lo vea.

domingo, 3 de febrero de 2008

ANGUSTIA, ES LO QUE YO SIENTO...

La ciudad era gris, no parecía la misma, su cielo atormentado... no había color en el cutis pétreo de su caserío, la calles estaban mustias, contrariadas, tan lejos de sí misma que parecían de otra ciudad. Las puertas de la hermética capilla universitaria, estaban abiertas sin embargo, la Virgen de la Angustia como la oscura tarde, era el único destello del vértigo del sol. Mujer sola, vestida de Reina, que baja a saludarnos a los piés del Hijo de la Buena Muerte; quien tenga el indicio de la menor duda, que alce sus ojos hacia el gólgota de la perfección crucificada, aprenderá la lección magistral de tan rebuscado nombre, sino es capaz de grabar su dulce imagen eternamente en la memoria. En la ciudades eternas la edad no cuenta, el niño como el hombre, asocia la Angustia con la belleza, el dolor con el rostro ensoñado de una madre, la pasión con el gozo, prolongando un carnaval de vida que nunca termina en cuaresma ya que la verdadera penitencia se redime a sí sola con el paso de los cuarenta días. La ciudad era gris, como alma que se retira al desierto y medita el preludio de su ansiado esplendor. Llegarán los días -gota a gota – como lágrimas de cera extasiada en los cirios de altares de quinarios, volverán las golondrinas a columpiarse entre las volutas azules de la patriarcal. Brotarán los sabores poco a poco como ensayan sus pasos de frente iguales costaleros, el viejo paladar del clavo y la canela mezclado con la miel y el incienso condensado y el día que menos lo esperes por ser el más deseado, te sorprenderá la deliciosa lluvia de azahar al pié de los naranjos en flor. Por eso la Angustia que siento en esta tarde gris de cielo irreconocible, es el dulce sabor del presagio, ese que cada año convierte el drama de la pasión en gozo ante la llegada inmenente del miércoles de ceniza, este año tan próximo.

domingo, 20 de enero de 2008

EL PARQUE DEL OLVIDO

Ganas tenía de imponer a su primer nieto, ese segundo sacramento sevillano, como es el bautizo de las palomas. En esta mañana límpida que no parecía de Enero por su radiante esplendor mas bien de primavera, en esta mañana, que como otras, hay que enmarcar en el continuo pensamiento de soñar con idéntico día para un Domingo de Ramos. Ganas tenía de ver la cara del nietecillo pisando el paraiso infantil de la Plaza de América; su encuentro con las eternas palomas que a todos los sevillanos nos bautizaron de aire y luz con su revoltoso aleteo. En esto tan sevillano de acercar la manita y gozar la sensación de asombro y bienestar que supone ver a las blancas aves como acuden en tropel a reclamo tan jubiloso. Momento de culto que aprendimos de nuestros abuelos, que disfrutamos con nuestros padres y que nos enorgullecemos de enseñar a nuestros hijos. El rito se cumplía ahora con el nieto, había que inmortalizar uno de los momentos más tiernos de la infancia sevillana, la emoción se atenuaba , era preciso centrar toda la atención en el objetivo de la cámara fotografica. El niño se adentraba en el parque, parecía que lo conociera de toda su corta vida, abrazaba con su menuda sombra las vereitas de albero, tocaba con sus menudas manos los setos, le distraía el agua en el estanque, mientras el abuelo aprovechaba para ponerle el marco del precioso pabellón mudejar a la foto. Después la obligada subida al monte “gurugú”; la clásica pose con los leones; la fuente de las ranas y el lago de los patos...tan absorto del disfrute de la criaturita, estaba nuestro amigo Domingo, que no reparó a simple vista en el abandono y olvido en que se encontraba sumido nuestro entrañable Parque. Había cruzado los surtidores sin la risa del agua, había cruzado el puente sin dar crédito al lodazal que tenía a su alrededor; buscó la caseta de los servicios y se encontraban selladas a cal y canto, una señora le indicó que todas las casetas se hallaban en la misma situación, no había manera de atender las necesidades fisiológicas de los usuarios del Parque. Otro señor que reposaba placenteramente en uno de los bancos, al escuchar mi pensamiento en voz alta, asintió indignado: “tiene vd. razón y les seguiremos votando a estos pobres hartos de pan, ganarán de nuevo las elecciones, mientras cuenten con esta oposición tan perpleja y enclencle, tan indolente y presuntuosa”. Gracias a Dios, que el nieto recordará para siempre esa primera impresión de júbilo y asombro de encuentro memorable con la luz y el aire agitado por las eternas palomas. Dios quiera que tarde mucho tiempo en lamentarse de ver el estado de olvido y postración en el que se encuentra nuestro glorioso Parque. Quizás -para cuando estrene el uso de su razón- haya recobrado antiguos esplendores. Ahora sufre los rigures del mayor olvido, abandonado desde hace décadas por la excusa política de las obras del metro. La pena de los “aduladores impávidos” de este: Todo vá bien, consiste en que la vieja dama es tan bonita, que aún sucia y despainada conserva su antiguo esplendor y nos invita a disfrutar de este Parque encantado, donde su exquisita vegetación olvidada, se convirte en jungla virgen para nuestros enamorados ojos y sus estanques macilentos ausentes de aves padidisiacas, nos hacen soñar con Domingos como este en que la sonrisa de un niño, lo transforma en vuelo de palomas, al encuentro de la Paz que siempre vuelve a cruzar nuestro querido Parque de Maria Luisa.

lunes, 7 de enero de 2008

EL VACÍO

EL VACIO Creo que la riqueza de un pais se mide por la cantidad de resíduos sólidos que genera. Ver los contenedores después de la llegada de los Reyes Magos, es todo un espectáculo. Espectáculo del mayor consumo en cuanto a cantidad. Envoltorio almacenado que retrata una calidad de vida, que aunque no haga honor a la realidad sí pone de manifiesto un hábido de consumo desmesurado. Espectáculo también de miseria, reclamo de podredumbre que invita a los desheredados a rebuscar entre los cientos de miles de toneladas que se depisitan junto a los contenedores, hastar convertir el recinto en un estercolero. Todas nuestros hogares, amanecieron hoy con el vacío de cantidades ingente de papel de regalo, de cajas de cartón, que nos restaban el espacio del salón y las habitciones. Después de tanta ilusión habida o por haber; después de tanta generosidad y besos de agradecimiento, después de tanto compromiso que cumplir, nos queda el vacío de la insatisfación. Puede ser para los Béticos, el “tres a cero” que más duele...puede ser para los niños, el poco tiempo libre que les resta para disfrutar los juguetes fuera del horario escolar...para los adolescente, la depresión de volver a la disciplina del instituto, después de la libertad condicionada por unas vacaciones ...para los empleados y operarios de recogida de residuos sólidos (LIPASAM), el vacío de tantas horas de trabajo, esfuerzo y dedicación en labor tan ingrata. El vacío de una cuesta de Enero histórica que se prolonga en incertidumbre económica hasta las fiestas de primavera. El vacío de unas solitarias calles en este festivo 7 de Enero, junto a unos contenedores atiborrados de resíduos, son otras formas de comprender que estamos en tiempo de REBAJAS.

jueves, 27 de diciembre de 2007

AYER BAJÉ A SEVILLA

Ayer bajé a Sevilla, como la misma frase: “de cateto”, aparqué en Hacienda -yuyu-, fijé la vista en la desvencijada cara de la Casa de la Moneda, me entretuve evocando el magestuoso sitio del antiguo Coliseo España y arribé en la Avenida, como un auténtico “cateto” alucinado. Poco necesita Sevilla para llamar mi atención, menos que yo mismo en quedar fascinado por su presencia. Lo cierto es que la encontré primorosa como la caida de su tarde serena y el color indecible de su cenit. Me asomé a la Puerta Jerez donde me volví a sentir más “cateto” que nunca como el que estrena mirada rejuvenecida con zapatos nuevos. No me rayaban ni las incongruentes parafarolas, ni los rústicos bancos de ikea, nisiquiera el entresijo indecoroso de las catenarias, primaba la paz y el sosiego de los “catetos” de los muchos catetos venidos de todos los rincones de la invicta ciudad, para tomar esa esplanada, que hasta hace poco, había que cruzar jugándose el “estrés” de su pleno tránsito rodado. Ví, como disfrutabamos -como auténticos “catetos” los sevillanos, contemplando la fuente mítica de los “niños meones”, el Hotel Alfonso XIII en todo su esplendor y el remodelado mudejar de la Capilla Mariana sede del Consejo. Confieso que iba predispuesto a censurar a esta nueva lAvenida, mi Avenida de tantas Semanas Santas como la edad que tengo, pero me quedé prendado mientras paseaba por ella libremente, disfrutando las caras de cateto de los muchos niños que la transitaban de la mano de sus padres, improvisando rodos para ver actuar a los varios artistas callejeros que amenizaban la velada navideña. Solo me faltaba pasar la prueba de fuego, ver con mis propios ojos de cateto espectante -el tan polémico injerto del metrotrén-metrocentro, que tanta tinta como polémica ha derramado. No sé si sería el brillo de las luces que festoneaban la arboleda y resaltaban los contornos del histórico caserío, quizás “el espíritu de la navidad” puso algo de su parte, pero lo cierto y verdad, repito, es que me sentí “cateto” , cateto -convicto, confeso y sobre todo orgulloso, porque hasta el dichoso tranvía me pareció agradable, con su acústica romántica de aviso de tren de cercanías; esperaba escuchar el estruendo dichoso, el atronador ruido que hacía vibrar las lunas de los edificios -según había leido-no era para tanto, es más lo encontré de lo más peregrino, si se compara con el estrépito que produce una sola moto en los puños del un gamberro de turno. Ay, ay, ay -Julia Romula- de mi corazón, por mucho que se empeñen tus políticos y “aduladores impávidos” en degradarte o alterar tu estética con las nuevas tecnologías, tu eres como las viejas catetas que: calla, vence y ...

viernes, 22 de junio de 2007

A LOS CINES DE VERANO QUE TUVO SEVILLA




CINE DE VERANO

Ven conmigo al cine
De sábanas blancas
En noche fragante
De aroma de albahaca…
La salamanquesa
Está en la pantalla
Y un festín de luces
Trenzado en guirnalda
Enciende las cales
De la pared mágica.
Ponen “tres sargentos”
Que importa la trama
Si el duro de Martín
Piter o Sinatra,
Los Diez Mandamientos
O Lawrence de Arabia.

Lo bueno es sentarse
Mirando las sábanas
Cabeza con hombro
Frente a la pantalla
Y de vez en cuando
Si la emoción salta
Perderse en el cielo
De estrellas de plata
Mientras sella un beso
Una noche mágica.

...Sevilla tuvo hace años, ya lo decía el Trovador, bailes y café cantantes, el cine mudo la murga el LLorens y el Novedades, y en estos solemnes días de estrenadas vacaciones con suspensos o aprobados, nos abría las terrazas perfumadas de sus cines de Verano. Las blancas pantallas radiantes orladas por la línea de azul noche, las tapias encaladas cuajadas de jazmines, el albero del patio recien regado, las sillas de enea, las girnaldas de bombillas de colores, la vieja parra, el polvo de estrellas de la cabina y la entrañable liturgia de los exteriores, mirando las carteleras, gozando con los afiches y ese gusanillo de ilusión mezclado con impaciencia de hacer colas en las taquillas. Encantadoras noches de Cines de verano, nuestro cine de barrio, el puestecillo de chucherías con sus cartuchos, los higos chumbos sobre el baño de nieve... a ver si me acuerdo de todos sus nombres, ayudadme por favor a recordar aquel bendito aroma de nostalgia... Cine Santa Catalina Cine Santa Marina Cine San Leandro Cine Hiniesta Cine Ronda Cine Andalucía Cine Ideal Cine Miraflores Cine San Juan Bosco Cine Alfonso XII Cine Pio XII Cine San Sebastian Cine Alfarería Cine Pagés del Corro Cine ROCIO C ine Avenida Cine San Gonzalo Cine Casablanca Cine Estrella Cine Emperador de verano Cine Santa Cecilia Cine Cruz Roja Cine Candelaria Cine Capitolio Cine Palmera Cine Almirante (Bogar)
Cine La Gloria (Gran Plaza)
Cine Juan XXIII

domingo, 13 de mayo de 2007

HAY MAS FUTURO QUE PASADO


Ahora sé porqué se inauguraban los cines de Verano de Sevilla el último domingo de Mayo. Y es que su patrón, el Santo patrón de la cinematografía, que era un sacerdote con capelo de amplia sonrisa y tocado por el don de la ubicuidad, se asomaba al luminoso patio de los salesianos de la Trinidad, ese que accede al Santuario y recorta el acaramelado perfil de la torre desde uno de sus vértices y le decía a los jóvenes inquietos mirándole a los ojos cargados de monotonía: “vosotros sois responsables de vuestro futuro, pero la luz de estas tardes floridas invita ya a escribir sus glorias…Entonces –de repente como por ensalmo- acudía a su regazo el joven Sabio llamado Domingo, que era como la sombra de su ejemplo y tres él hacian corro los niños obreros y artesanos, los de las escuelas talleres los futuros Arquitectos, Ingenieros, Doctores, Letrados y aspirantes a poetas que llenaban el idílico claustro de una alegría sin par. Era por María Auxiliadora, días de fragor a nardos y revuelo de vencejos, cuando el Santo Sacerdote rico en ardides, hacía malabares con la gracia de Dios, para que sus jóvenes formasen rondallas con púas de nácar para cantar las glorias de la celestial princesa a ritmo de laudes: Tristeza y melancolía, fuera de la casa mía que decía el fundador de los salesianos y entonces aprovechaba sin moverse de su aula de Turín, para pasear por la ronda y tomarse su cervecita en Baturrotes, cruzar hacia la carretera de Carmona e inaugurar su CINE SAN JUAN BOSCO, comiéndose un higo chumbo fresquito, despachado sobre la nieve de un baño de cinc a la puerta, por una mujer que trenzaba las moñas de jazmines en horquilla, cuando la noche caía trazando los márgenes de un retángulo azul en la radiante pantalla donde subía con honores de ordenanza la primera salamanquesa. Cuanta gloria nos trae María cuando baja a Sevilla para ser su Auxiliadora, ahora sé por qué Don Bosco la precede siempre susurrándole al oido de su discípulo amado: Los jóvenes no solo deben ser amados, sino también deben notar que se les ama.

miércoles, 9 de mayo de 2007

NO SOY DIGNO DE QUE ENTRES EN MI CASA...

Foto: (La Sevilla que no vemos)

Donde se guardan los mejores recuerdos velados por los ojos de niño, conservo la instantánea de aquella procesión de impedidos que recorría las adoquinadas calles de mi barrio. El tañir del muñidor y el redoblar de los tambores, despertaban al vecindario engalanado y alborozaban a la chiquillería a correr presurosos a ver -como nuestro cura- revestido por la casulla de damasco y bajo palio de respeto, llevaba a nuestras casas algo tan grande como Su Divina Magestad. Bienaventuradas las humildes casas de vecinos y corrales, convertidos en vergeles de flores y macetas, sinfonía de plantas y colores, por donde pasaba el Santísimo, cruzando luminosos patios y corredores, entre la sentir de los vecinos postrados de rodillas en el más espesado y respetuoso silencio. Así entraba el Señor en nuestras casas, convertidas en humildes patinas, como los chorros del oro. En un rincón de la memoria conservo el recuerdo velado por los ojos de niño, la habitación de mi abuela impedida, el perfume a jazminez y ese olor a agua de nardos ,símbolo de la limpieza de los humildes, que embriagaba la estancia. Los monaguillos de rodilla agitando el campanil, el cuerpo de Cristo y la unción de los presentes. Quien pudiera volver a a rrojar esos pétalos por las estrechas calles adoquinadas de la memoria.

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